Título Original How to Train Your Dragon 2 (2014)
Director Dean DeBlois
Guión Dean DeBlois, basado en las novelas de Cressida Cowell
En el año 2010 la productora norteamericana Dreamworks fundada por Steven Spielberg, David Geffen y Jeffrey Kratzenberg en 1994, estrenó la película que junto a Kung Fu Panda de Mark Osborne, John Stevenson supondría el paso a la madurez de la casa que parió exitosas sagas cinematográficas dentro del celuloide de animación como Shrek (cuatro entregas y un spin off protagonizado por el inolvidable Gato Con Botas de Antonio Banderas) o Madagascar (tres largometrajes). Nos referimos como no puede ser menos a Cómo Entrenar a tu Dragón dirigida por Dean DeBlois y Chris Sanders, autores de Lilo y Stitch. El largometraje narraba las vivencias de Hipo, el hijo del gran jefe de un pueblo vikingo localizado en Isla Mema. Allí los aguerridos aldeanos se dedicaban a la caza de los “terribles” dragones que se dividían en distintas razas, todas ellas supuestamente mortíferas, como los Furia Negra, conocidos como los más peligrosos. Un día Hipo conoce a Desdentado, uno dragón Furia Nocturna con el que traba una amistad que le llevará a comandar una cruzada para convencer a todos sus conciudadanos, comandados por su padre Estoico el Inmenso, de que los dragones son criaturas nobles con las que es posible una convivencia pacífica beneficiosa para ambas facciones
Dreamworks seguía la senda que abrió la ya mencionada cinta protagonizada por el panda Po para por primera vez ir más allá del simple humor o los mensajes bienintencionados, pero simplistas, perfilando personajes (al menos los principales) de un tono más tridimensional con unas dudas más acentuadas que en otras cintas de la productora, regalándonos secundarios que eran algo más que gags andantes y añadiendo algunos apuntes dramáticos que hacían que el final feliz que cerraba esta oda en favor de la defensa del reino animal (representado en su conjunto por las mitologicas criaturas que dan forma al entramado del film) con una agradable sensación agridulce en la platea poco común dentro del cine de animación salido de la maquinaria de hollywoodiense. El largometraje fue un éxito de taquilla y crítica, ya que tanto el público como la prensa especializada se rindieron a la calidad, el carisma y el corazón de la cinta de Dean DeBlois y Chris Sanders. El triunfo fue total, la Dreamworks había facturado su mejor película hasta la fecha, una tan buena que podía codearse con varios productos de la imbatible Pixar de Disney, por tanto la secuela sería gestada tarde o temprano y este 2014 ha sido elegido para la puesta de largo internacional del la segunda parte, esta vez escrita y dirigida en solitario por Dean DeBlois. En el pasado festival de Cannes se estrenó Cómo Entrenar a tu Dragón 2 una continuación que supera en prácticamente todos los apartados a su predecesora, minimizando los fallos y acentuando los aciertos de aquella.
El principal (y puede que más remarcable) mérito de Cómo Entrenar a tu Dragón 2 es que se mete en la complicada empresa de ser una secuela que quiere ser más grande que su predecesora para superarla y no es esta una tarea fácil, ya que films como Matrix Reloaded de Andy Wachovski y Lana Wachovski, El Retorno de la Momia de Stephen Sommers o Speed 2 de Jan De Bont quisieron ser continuaciones al más puro estilo Hollywood con unas envergaduras que ensombrecieran a sus hermanas mayores para finalmente (casi) sólo vender ruido y una hiperbolización artificiosa y vacua de las mismas. Por suerte (o más bien una intachable profesionalidad) el proyecto de Dean DeBlois consigue lo anteriormente comentado, ser mejor película que la ya de por sí soberbia Cómo Entrenar a tu Dragón de 2010. Ya que como es lógico cuando nos referimos a los efectos CGI que dan forma al conjunto del proyecto la calidad de la producción ha mejorado sustancialmente (hablamos de casi un lustro de diferencia entre una entrega y la otra) pero no podemos obviar que el guión basado libremente en las novelas de la escritora británica Cressida Cowell define mejor a los personajes que ya conocemos y a los de nuevo cuño que de debutan en esta secuela, enriquece las relaciones interpersonales entre estos añadiéndoles matices de una complejidad impropia en cierto tipo de cine de animación dirigido a toda la familia y acentuando el mensaje ecologista que estructuraba el núcleo argumental de la primera parte.
Cómo Entrenar a tu Dragón 2 tiene lugar 5 años después de que gracias a la tozudez de Hipo los vikingos que pueblan Isla Mema aceptaran a los dragones como mascotas y compañeros. Hipo es pareja de Astrid y posiblemente uno de los mejores jinetes de dragón de la zona (siempre montando con su inseparable Desdentado, de la raza Furia Nocturna) algo que despierta el orgullo de su padre Estoico, el aguerrido jefe vikingo de la localidad. Todo cambiará con el descubrimiento de la amenaza de Drago Puño Sangriento, un viejo enemigo de Estoico y la presencia de una extraña jinete de dragones cuya misión es cuidar y dar cobijo a estas mitológicas bestias que contrariamente a lo que narraban las leyendas de la zona no son peligrosas ni malvadas en manera alguna. En esta secuela se nota por fin la confianza depositada en el director y guionista por parte de los jefazos de la factoría Dreamworks ya que Dean DeBlois muestra en pantalla que puede pensar en grande y abarcar más con su relato en contraposición a la humildad formal con la que se abordó la producción de la primera parte de 2010. Tenemos más acción, más dragones, más vikingos la banda sonora de John Powell es más épica y por descontado que los personajes son todavía más cercanos que en la anterior entrega, más carismáticos, ya que volver a verlos es como reunirse con unos viejos conocidos a los que hacía tiempo que no veíamos y echábamos de menos.
Porque al igual que su predecesora Cómo Entrenar a tu Dragón 2 es una cinta de personajes, de criaturas de carne y hueso (paradójico si tenemos en cuenta que están hechas de pixeles) con dilemas morales con los que identificarnos. Desde la inherente personalidad de líder de Hipo hasta al duro carácter de Astrid o el compromiso comunitario de Estoico, pasando por la comicidad de Bocón, Chusco o Brusca (especialmente destacable la obsesión de esta con Eret, hijo de Eret, uno de los nuevos personajes del que la vikinga se enamora locamente) y la candidez de Valka, que es el personaje que vertebra prácticamente todo el devenir de la trama y cuyo secreto hace cambiar y madurar al protagonista. Pero el mayor acierto del largometraje en cuanto a caracteres y las relaciones de estos tiene que ver con la relación de Hipo con su inseparable Desdentado cuando Dean DeBlois decide despertar el “lado oscuro” de este último, realizando un meritorio y acertado paralelismo con su cambio de conducta con ciertas razas de perros supuestamente “peligrosas” como los pitbull o rottweiller que sólo llegan a serlo si su dueño (en el caso del largometraje los humanos con personalidades violentas como Drago Puño Sangriento) los adiestran de la manera equivocada. Desdentado da pie a uno de los momentos más dramáticos del film, el mismo que nos hace poner en duda su entrañable carácter (aquel que se forjó con sabiduria milimétrica en el primer film y los dos primeros tercios del que nos ocupa) y cuyos actos pueden llegar a poner en un complicado dilema moral a Hipo con respecto a su relación con el dragón de raza Furia Nocturna. Este giro de guión, bastante alejado en fondo y forma de los cánones establecidos por el cine infantil, es uno de los mayores aciertos del proyecto y que no nos debería coger demasiado sorprendidos si tenemos en cuenta que aquella pierna amputada de la primera entrega ya nos hizo vislumbrar que nos encontramos ante un tipo de películas que quieren salirse un poco de la ligereza que impera en gran parte del cine animado en general y del salido de la casa Dreamworks en particular.
Cómo Entrenar a tu Dragón 2 es una de las mejores producciones de un año en el que el cine comercial de Hollywood está dando buenas muestras de un prometedor encarrilamiento en el que parece que mengua la presencia de productos realizados en cadena de montaje que se sustentan en artificio y puerilidad en fondo y forma, para dar más importancia a la calidad, la calidez y los intereses del espectador como consumidor de celuloide, como sucedía en la meca del cine allá por los nostálgicos años 80. Nos encontramos antes la mejor película facturada por la Dreamworks, un producto para toda la familia que no elude transitar por algunos callejones oscuros en lo que a ética y moral se refiere y que puede que no sean del gusto de todos. Pero ahí radica la valentía de una secuela que sustentándose en un relato de reminiscencias puramente clasicistas se deja imbuir pro productos contemporáneos tan variados como Juego de Tronos de David Benioff y D.W. Beiss, Star Wars de George Lucas, Superman de Richard Donner, Avatar de James Cameron o el anime Digimon creado por Akiyoshi Hongo. Una producción cuya enormidad se solidifica por medio de gestos (la mano de una madre acariciando el rostro de un hijo perdido) diálogos sencillos pero que exhalan veracidad (las primeras palabras de un marido a su esposa después de años sin verse) reacciones tan comprensibles como dolorosas (el grito de odio de un joven hacia un amigo al que creía parte de si mismo para desconcierto de este último que no entiende el motivo de dicha sentencia) villanos de altos vuelos (ese resentido Drago Puño Sangriento del todo memorable) o mensajes sobre tolerancia, lazos fraternales, comunión con la naturaleza y las criaturas que la pueblan que, sin paternalismos o adoctrinamientos sectarios, nos hacen pensar que hemos asistido a una sesión de 100 minutos de cine de calidad perfectamente facturado. De modo que esa Pixar que no tiene estreno este 2014 vaya tomando nota, la eterna segundona Dreamworks se está revelando como un dragón que no ha hecho más que despertar de su letargo para empezar a escupir lenguas fuego desde los cielos.
Crítica orignariamente editada en Zona Negativa.
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