Debemos admitirlo aunque nos pese. Como seguidores del mundo del cómic la mayoría de nosotros disfrutamos lo indecible cuando se estrena la nueva adaptación cinematográfica de nuestro superhéroe favorito ya sea de DC, Marvel u otra editorial con cuyas historias nos hemos criado desde niños. Amamos el hecho de que un director capte el tono o la esencia de ese personaje empijamado con el que siempre nos hemos identificado. Caemos rendidos a los encantos de un actor que sabe embutirse el uniforme de nuestro mutante/dios/vigilante predilecto y sabe interpretarlo con dignidad y aplomo. Nos derretimos cuando un guionista decide llevar con fidelidad al libreto de una superproducción hollywoodiense el microcosmos de cualquiera de los justicieros que nos arroparon desde la infancia y las sagas más emblemáticas que forjaron sus leyendas dentro de la ficción.
Pero no es oro todo lo que reluce dentro del mundo de las adaptaciones cinematográficas de nuestros cómics favoritos, al menos para el fandom, que es una parte importante del grueso de espectadores que degusta el cine de superhéroes, pero por desgracia a veces no lo suficiente como para que sus voces sean escuchadas cuando algún productor decide cambiar drásticamente algún hecho, personaje o característica de una de esas traslaciones del noveno arte al séptimo. Porque es cierto que muchas veces los cambios son inevitables y nos hemos llegado a acostumbrar a ellos, pero en ocasiones una pequeña libertad creativa se convierte en un despropósito que no hace más que levantar ampollas entre los aficionados.
Sabemos que a un espectador que no ha leído en su vida un cómic de el Capitán América, Iron Man o Batman poco le importa que se tomen unas licencias que él, como consumidor neófito, ni sabe que han sido llevadas a cabo para su suerte o ignorancia. Pero nosotros, los que llevamos años pendientes de las publicaciones mensuales de DC, Marvel, Image o Dark Horse, sufrimos cuando vemos que de manera bastante gratuita Warner Bros, Sony, 20th Century Fox o la misma Marvel Studios deciden saltarse a la torera o adulterar hechos que en las viñetas son canónicos, que nosotros hemos aceptado como tales y que ellos también debieran porque son parte de nosotros mismos o al menos una parte destacada de nuestra infancia, adolescencia y en bastantes casos (como el de prácticamente todos los Zoneros) hasta adultez.
Con este artículo vamos a hacer un Top 10 (+1) de blasfemias cometidas en adaptaciones cinematográficas de personajes de cómics. Esas cagadas que no podemos dejar pasar por alto, esos despropósitos que como fans no podemos obviar por mucho que tratemos de entrecerrar los ojos mientras apretamos los dientes al contemplar tan dantesca decisión (unas veces estilística otras narrativa) en pantalla grande. Como es lógico es un ranking subjetivo ya que aunque hemos decidido elegir varias “herejías” muy representativas o que en su momento nos llamaran la atención nunca llueve a gusto de todos. Seguramente nos dejamos fuera bastantes otras y puede que varias de ellas muy importantes. Dentro de algunas del ranking anotamos otros casos parecidos que nos demuestran que en ocasiones los productores en vez de tomar buena nota y no tropezar dos veces con la misma piedra vuelven a caer en el mismo fallo entregándose a los sucios, pero adictivos, brazos de la reincidencia. En ese sentido en los comentarios podéis enumerar cuales echáis de menos y debatir qué grado de indignación llegaron a produciros. Por otro lado no vale decir que películas como Elektra, Green Lantern, Batman y Robin o Superman IV ya son blasfemias en sí como productos en su totalidad, que eso ya lo sabemos en mayor o menor medida. Sin más dilación pasamos a este inefable Top 10 sobre cómo fracasar a la hora de ser fiel con el material que se está extrapolando de un medio a otro. Preparad las palomitas o un buen refrigerio y el indignómetro freak, que vienen curvas.
1 Batman (1989) De Joe Chill a Jack Napier
Un matrimonio adinerado y su pequeño hijo, una salida del teatro, un callejón oscuro, un atracador, varios disparos, un collar de perlas desmoronándose en el pavimento, un niño que en ese momento pierde la inocencia arrodillado ante los cuerpos inertes de sus progenitores. Este es el nacimiento de tintes shakesperianos del Guardián de Gotham. El culpable de este bautismo de fuego, el artífice de que en ese mismo instante un infante Bruce Wayne decidiera que ninguno más de los ciudadanos de Gotham tenía por qué pasar por una tragedia como la suya fue un ladrón de poca monta llamado Joe Chill, con el que el hombre murciélago volvería a verse las caras en varias ocasiones en las viñetas. Pero alguna avispada cabeza pensante de Warner Bros decidió que ese “mindundi” no podía ser el asesino de los padres del protagonista del Batman que Tim Burton rodó en 1989 y que supuso un punto de inflexión en el mundo de las adaptaciones cinematográficas de cómics (como una década antes lo hizo el Superman de Richard Donner). De modo que si la productora se había gastado un dineral en contratar a Jack Nicholson para que diera vida al Joker, el mismo príncipe payaso del crimen en su juventud debería ser el verdugo de Thomas y Martha Wayne para que la cruzada del caballero oscuro se redujera a una simple vendetta personal más que a un trayecto vital para proteger a sus conciudadanos. La secuencia posiblemente sea la mejor de todo el film, y las más burtoniana en una película que veía el sello del cineasta diluirse bastante durante el metraje, pero para que hasta Sam Hamm (el mismo guionista de la película y de la famosa saga en viñetas titulada Justicia Ciega) se quitara el muerto de encima diciendo que este imperdonable cambio de personaje no fue idea suya algo debieron de hacer muy mal con respecto a la génesis en celuloide del personaje creado por Bob Kane y Bill Finger. Por desgracia esta decisión se convirtió en un recurso que en años posteriores tomarían los autores de otros films sobre superhéroes como Daredevil en el que Kingpin asesinaba a Jack Murdock, Spider-man 3 de Sam Raimi en la que vimos cómo el Hombre de Arena disparaba (por accidente) al tío Ben o cómo en vez de morir la mujer y los dos hijos de Frank Castle en El Castigador asistíamos a cómo toda su familia (madre, padre, primos, el vecino que pasaba por allí, el gorrilla que ayudaba a aparcar las lanchas) era eliminada por un grupo de mafiosos bronceados en un día de playa, aunque este no es el único motivo por el que la de Jonathan Hensleigh es la, hasta ahora, peor versión a imagen real que se ha hecho de Punisher, sí, incluso más que la protagonizada por Dolph Lungrend.
2 Juez Dredd (1995) Sin casco tú no eres la ley
Casi 20 años tardó Juez Dredd, el personaje creado por el guionista británico John Wagner (Una Historia Violenta, Robo-Hunter, Mean Machine) y el dibujante español Carlos Ezquerra (La Brigada de los Fusileros, War Stories, Bloody Mary) para la revista inglesa 2000 AD, en ser protagonista de una adaptación cinematográfica de sus distópicas aventuras. En 1995 se estrenó una superproducción hollywoodiense con Joe Dredd como núcleo central, con un presupuesto bastante generoso, un diseño de producción que dio lugar a una muy creíble Mega City 1 y hasta un vestuario a manos de Giorgio Armani que era rotúndamente fiel a los uniformes que los Jueces llevaban en los cómics. La cinta empieza con fuerza con un Juez Dredd deteniendo a un grupo de criminales que tienen secuestrado un edificio e imponiéndose como un inquebrantable brazo de la ley al que ningún asesino o ladrón se le resiste. Pero a los 10 minutos de película, justo cuando el prometedor prólgo termina, el hinchado ego de un Sylvester Stallone que hasta ese momento había dado bastante bien el pego como Joe Dredd decide quitarse el casco (algo que el personaje “nunca” hace en los cómics, ya que, según su creador John Wagner, el hecho de que no conozcamos su rostro universaliza su rol como representación física de la ley en toda su magnitud) y con dicho gesto termina la película protagonizada por el hermano de Rico Dredd y comienza otra más de policías violentos con Sylvester Stallone de protagonista con el simple añadido de que se enfrenta a personajes que son sosias de muchos de los villanos salidos de las páginas de 2000 AD. Por suerte Alex Garland (28 Días Después, La Playa) y Pete Travis (Omagh, En el Punto de Mira) en 2011 arreglaron el desaguisado del creador de la saga Los Mercenarios y ofrecieron un magnífica traslación de las correrías del rol con Dredd aunque por desgracia la taquilla (no así las ventas en mercado doméstico que son las que pueden ayudar a que la secuela sea todavía una posibilidad viable) no se pusiera del lado de un Karl Urban que clavó a nuestro juez favorito sin quitarse el casco en ningún momento del metraje.
3 Daredevil (2003) Wilson Fisk is my bro, bitch!
Mark Steven Johnson es el Ed Wood de las adaptaciones cinematográficas de cómics de la misma manera que el alemán Uwe Boll lo es de las de videojuegos. Un señor que ama el mundo de las viñetas y el cine pero que es un negado para hacer películas adecuadamente. En el año 2003 llevó a imágenes uno de esos secundarios de Marvel que no son muy conocidos fuera del fandom, pero que ha conocido etapas gloriosas o muy destacables en papel a manos de autores como Frank Miller, Ann Nocenti, Brian Michael Bendis o Kevin Smith. En 2003 el director de El Inolvidable Simon Birch (posiblemente la mejor película ¿superheróica? que ha realizado en toda su carrera, sí, mucho más que Ghost Rider) se encargó de llevar a imágenes las historietas del alter ego del abogado invidente Matt Murdock con Ben Affleck de protagonista. El resultado es una mediocridad que no hace honor al personaje, pero que transmite cierto encanto demodé por su aroma a serie B y unos villanos pasados de rosca como el Bullseye de Colin Farrell. Dentro de los enemigos de Dan Defensor (como se conoció al personaje en España gracias a nuestra entrañable censura) el posiblemente más destacado sea Kingpin, el alias de Wilson Fisk, uno de los capos mafiosos más importantes de New York. La polémica nació cuando el encargado de dar vida al antagonista de Daredevil fue el tristemente fallecido Michael Clarke Duncan (La Milla Verde, Sin City) que como todos sabemos era un actor de raza negra. Las críticas no se hicieron esperar, unos para proclamar que convertir a un jefe del hampa que en los cómics es blanco en una persona afroamericana estigmatizaba de manera xenófoba toda una raza. Otros proclamaban que convertir en negro a un personaje blanco contradecía lo visto en los cómics y era una concesión a la “corrección política” típicamente estadounidense. Huelga decir que el actor de Armageddon hizo un trabajo muy competente, pero las voces discordantes no dejaron nunca de oírse. Para unos fue una blasfemia, para otros todo un acierto, pero el hecho de que siga habiendo quejas cuando personajes del mundo del tebeo como Heimdall (Thor) o Perry White (El Hombre de Acero) son interpretados por actores negros como Idris Elba o Laurence Fishburne (enormes intérpretes, digan lo que digan) nos confirma que el debate sobre prejuicios, racismo o concesiones a la galería por culpa de supuestas presiones extracinematográficas sigue abierto.
4 Los Vengadores (2102) Oh Capitán, mi Capitán
Los Vengadores supuso la excelente culminación de la Fase 1 de Marvel Studios a manos de Joss Whedon en la que todos y cada uno de los componentes del grupo de superhéroes más poderoso del mundo tenía su momento de gloria individual respaldado por el buen hacer del cineasta pelirrojo. Pero con Steve Rogers eso no era suficiente, el guardián de las barras y estrellas, el primer vengador, merecía algo más que eso y negarlo es un craso error. El Capitán América en los cómics es el alma mater de los Vengadores, el líder táctico del grupo y eso no hay Tony Stark que lo cambie o ponga en duda con su carisma, ironía y chistes en sesión continua. Por desgracia poco de eso hay en el largometraje escrito y dirigido por el creador de Buffy Cazavampiros, Ángel, Dollhouse y Firefly aunque nuestro héroe de la Segunda Guerra Mundial sea importante para la historia y el libreto le regale una escena en la que ordena a cada uno de sus compañeros qué debe hacer en la batalla contra los chitauri en la ciudad de New York lo cierto es que Iron Man, Hulk o Loki devoran la personalidad del rol de Chris Evans que por desgracia no deja de ser un secundario más cuando debería ser, si no el personaje principal (como sucede en sus muy rescatables películas en solitario) sí uno de los de más peso e importancia en el argumento. Aunque no fue este el primer caso de un personaje con madera de líder que pierde esta capacidad cuando pasa de los cómics al cine y si no que se lo digan al Cíclope de James Marsden que estuvo casi de pasada en la primera trilogía sobre los X-Men siendo eliminado de la manera más indigna posible en X-Men 3: La Decisión Final dirigida por Brett Ratner.
5 Watchmen (2009) Colega ¿dónde está mi pulpo?
Cuando el cineasta norteamericano Zack Snyder tomó las riendas del complejo proyecto de llevar a imágenes Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, el mejor cómic sobre héroes enmascarados de la historia del noveno arte, prometió ser todo lo fiel que pudiera (más bien hasta donde Warner Bros le permitiera, qué duda cabe) para no desvincularsde la esencia y estética de la obra. No es difícil encontrar en la red imágenes o grabaciones del proceso de rodaje del largometraje en las que el director de 300 o Amanecer de los Muertos revisa concienzudamente una copia del tebeo que era usada casi como un storyboard. Aunque el autor de Sucker Punch no pudo extrapolar toda la complejidad argumental y el trasfondo de su mensaje sociopolítico sí es cierto que se ciñó brutalmente a la obra en papel. Pero antes incluso del estreno, en pleno proceso de producción saltó la noticia de que en el clímax final se eliminaría la presencia del enorme pulpo utilizado por Ozymandias para provocar una enorme masacre en la ciudad de New York. En su lugar el guión haría que Adrian Veidt echara toda la culpa a los atentados a nivel global al mismo Doctor Manhattan, idea que indignó a muchos, agradó a varios y dejó indiferentes a otros cuantos. Lo cierto es que aunque puede que los motivos de los productores para eliminar al inolvidable octópodo estuvieran justificados (es un giro que en papel estéticamente queda bien y no desagrada al fan freak, pero a un espectador que no se acerca a un cómic desde que compraba de niño la revista Mortadelo puede que no lo recibiera con tanto júbilo) los fans del cómic lo echamos de menos en el largometraje y aunque Zack Snyder quiso homenajear por medio de un televisor encendido al episodio de La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone) en el que Alan Moore se inspiró para la inclusión de dicha monstruosidad la cosa supo a más bien poco.
6 El Hombre de Acero (2013) Jonathan Kent y el Cuarto Reich
Seguimos con Zack Snyder para hablar de su polémica aproximación a la figura de Superman con la no muy lejana El Hombre de Acero, dirigida por el realizador de Ga’Hoole y escrita por David S. Goyer y Christopher Nolan. De la cinta se pueden decir tantas cosas buenas (ambientación, épica, un Henry Cavill magnífico, una Amy Adams adorable como Lois Lane, escenas de acción sobresalientes) como malas (ritmo atropellado, pasajes alargados en exceso, un afán por la destrucción desproporcionado y cierto tufo conservador en su mensaje) pero dentro de estas últimas destaca sobremanera la infiel caracterización que se hace de Jonathan Kent, el padre adoptivo de Superman. Parecía que la elección de Kevin Costner (el actor que dio vida al muy americano fiscal del distrito Jim Garrison de aquella obra maestra de Oliver Stone titulada JFK: Caso Abierto) era la acertada para dar vida al hombre que convirtió a Clark Kent en la clase de héroe que llevamos admirando desde hace décadas y que representa el lado más amable y luminoso del american way of life. Pero en el papel David S. Goyer y Christopher Nolan fracasaron a la hora de retratar la moral intachable del marido de Martha Kent. Ya lo vimos en uno de los trailers del film, pero no quisimos creerlo, pesando que alguna palabra posterior desdeciría aquella sentencia impropia del hombre que enseñó un inquebrantable sistema de valores a Kal-El. Cuando un adolescente Clark Kent decide utilizar sus increíbles poderes para salvar a sus compañeros atrapados en un autobús escolar hundiéndose en el mar Jonathan afirma a su vástago que no está seguro sobre si hubiera debido dejar morir a todos esos chicos con tal de no que no saliera a la luz su identidad secreta. Todos aquellos que llevamos años leyendo cómics de Superman sabemos cómo es Jontahan Ket, un hombre más americano que una tarde de domingo en el porche de un adosado tomando tarta de manzana y limonada que jamás pondría en peligro la vida de personajes inocentes por un motivo tan egoísta, aunque sea para proteger a su hijo. Es más, hasta la versión que interpretó John Schneider en la mediocre pero entretenida serie Smallville era más fiel a la esencia da este personaje que tenía un sentido del deber y del compromiso con su comunidad que poco tenía que ver con los brotes filonazis de la versión de El Hombre de Acero. Con esas enseñanzas luego es extraño que nos escandalicemos cuando el último hijo de Krypton acaba con la vida de Zod, herejía suprema que por otro lado tiene tantos precedentes (el Batman de Tim Burton volando la fábrica de Productos Químicos Axis con cientos de secuaces del Joker dentro, el Daredevil de Mark Steven Johnson dejando morir a un delincuente en la vía de un tren) que daría para otro artículo como este o incluso más extenso.
7 Spider-man 3 (2007) Simbiontea como puedas
¿Podríamos decir que toda Spider-man 3 en sí es una herejía como adaptación cinematográfica de un personaje de cómic?. Realmente no es para tanto, digan lo que digan. Hay una muy buena película del alter ego de Peter Parker en la última incursión de Sam Raimi en el universo del superhéroe creado por Stan Lee y Steve Ditko, el problema es que está sepultada entre Duendes Verdes con pintas de skaters, Eddies Brock sin carisma o personalidad, Mary Janes insufribles o un humor estúpido hasta límites insospechados. Y en este último punto es donde hallamos el mayor fallo de la película, en el uso de esa comicidad (que de por sí ya era bastante pueril y muy alejado del más agradecido de las dos entregas anteriores de la trilogía arácnida del director de la saga Evil Dead) cuando menos lo demanda la historia, que es nada más y nada menos que en el momento en el que Peter Parker se vuelve “malo” debido al influjo con el que el simbionte alienígena empieza a mermar su voluntad. Recordemos que allá por finales de los 80 cuando en los cómics aquel traje con vida que nuestro amistoso vecino había conseguido en las inolvidables Secret Wars empezó a apoderarse de él lo hacía balancearse por el skyline neoyorquino mientras estaba sonámbulo y produciéndole una terribles pesadillas. En la memorable serie animada de los años 90 los guionistas añadieron al simbionte la capacidad de convertir a Spider-man en un ser más violento que en un momento dado llega casi a acabar con la vida del Rhino. Pero las cabezas pensantes de Sony decidieron que esas elecciones eran poco arriesgadas, que en su tercera película protagonizada por el trepamuros Peter Parker debería volverse directamente imbécil gracias a la influencia psicológica del uniforme viviente que en el futuro se convertiría en Veneno. El resultado lo vimos en pantalla: flequillo a lo emo, andares de estúpido, bailecitos vergonzantes, aires de ligón de playa. En resumidas cuentas, uno de los pasajes más sonrojantes jamás vistos en una cinta inspirada en un personaje de cómic. Pero bueno, tampoco nos rasguemos las vestiduras, que Marc Webb no se puede decir que arreglara mucho las cosas con su primera The Amazing Spider-man entre peleas insulsas en el metro y grúas salvadoras de arañas humanas.
8 X-Men (2000) Paint it black
Se negaron en redondo, no sabemos si la idea fue de Richard Donner o su su esposa Lauren Shuler Donner, del mismo Bryan Singer o de sabe dios quién dentro de 20th Century Fox, pero aquello de llevar los coloridos uniformes de los X-Men a la pantalla grande dentro de su primera película oficial fue recibido con una rotunda negativa para indignación de más de un fan de los hijos del átomo. Ni los uniformes clásicos, ni los ideados por Jim Lee en los 90 para dar un aire más moderno a los personajes (que sí se utilizarían en entrañable serie animada de principios de los 90) ni ninguna de las variantes que durante años habían sido utilizadas para vestir a los mutantes tutelados por Charles Xavier fueron vistos en imagen real. La elección final fue el sobrio negro, para dar uniformidad a todo el grupo al más puro estilo militar. Realmente en el plano estético no quedaban mal en pantalla y algo bueno tuvieron que tener cuando el mismo Grant Morrison pidió a su amigo el titánico Frank Quitely que diseñara los de sus Nuevos X-Men fijándose en ellos (curiosamente, años más tarde, en un inesperado ejercicio de retroalimentación, Matthew Vaughn copió casi íntegramente los ideados por los autores de Flex Mentallo o WE3 para los protagonistas de X-Men: Primera Generación) pero a muchos fans nos molestó que los ideólogos de aquel recuperable film del año 2000 (punta del iceberg, junto a Blade de Stephen Norrington, de lo que es hoy la fiebre sobre el celuloide protagonizado por superhéroes) pensaran que porque los protagonistas de su producción llevaran los colores identificativos de las viñetas algún espectador poco avispado fuera a pensar que se estaba enfrentando a una película “infantil”. Aunque bueno, si ya el Batman de Tim Burton fue también totalmente embutido en negro eludiendo así Warner Bros vestir al hombre murciélago con los inolvidables tonos gris y azul de la etapa de Neal Adams pues lo de los X-Men no se muestra como ninguna novedad.
9 Los 4 Fantásticos y Silver Surfer (2007) Devorador de Mundos entre la niebla
Las dos películas que Tim Story realizó sobre Los 4 Fantásticos son la mediocridad hecha cine. Blockbusters de gran presupuesto venidos a menos, tanto como para parecer series B del montón. Los 4 Fantásticos y Los 4 Fantásticos y Silver Surfer son a las adaptaciones de personajes de Marvel al cine lo que las dos entregas de Cars a Pixar, productos inferiores pero que hacen las delicias de los pequeños. Dejando de lado el hecho de que nuestros hijos y sobrinos disfruten más de las correrías cinematográficas de Reed, Sue, Johnny y Ben que nosotros mismos debemos pararnos a enumerar las múltiples cagadas de estas, después de todo, inofensivas y entretenidas obras. El Doctor Muerte vírico, la Cosa de corchopán, el génesis de los personajes en el que se mete con calzador al ya mencionado Victor Von Doom o la simple elección de Jessica Alba que ni queriendo haría una Sue Storm menos creíble. Pero vamos a centrarnos en la secuela, aquella Fantastic Four: Rise of Silver Surfer que supera sin mucho esfuerzo a su predecesora y que nos ofrece a un magnífico Estela Plateada realizado con unos efectos digitales muy notables e interpretado por Doug Jones (Quarentine, Hellboy). Cuando parecía que la muy acertada visión que se estaba dando del heraldo de Galactus presagiaba que iba a impedir que el listón bajara demasiado dentro de una película que de por sí no es ninguna maravilla, todo se va al garete cuando hace acto de presencia el ya mencionado devorador de mundos. De nuevo parece ser que los jefazos de 20th Century Fox pensaron que un gigantón con una armadura morada y azul y un casco en forma de cafetera con asas iba a espantar a más de media platea. Por ello tomaron la “sabia” decisión de que nuestro idolatrado Galactus fuera tapado por una enorme nube de humo en la que poco de la silueta original del personaje podíamos vislumbrar. Después de años esperando a ver a uno de los personaje galácticos más memorables de la Casa de las Ideas en pantalla grande, el coitus interruptus se hizo inevitable y la indignación más que notable. Además aquello de que está, en cierta manera, inspirado en el Utimate Galactus de Warren Ellis no hace que el gancho de derecha directo a la mandíbula del que visiona sea menos doloroso. Con todo hay algún espectador por aquí al que le gustó esta visión tan peculiar del personaje, pero por miedo a poner en peligro su integridad física el mismo permanecerá en el anonimato.
10 Kick-Ass – Ni Dave Lezewski es un triunfador, ni Damon Macready un héroe
Matthew Vaughn y su colaboradora Jane Goldman son duchos en adaptar cómics a la pantalla grande. En 2010 decidieron hacerlo con Kick-Ass, célebre serie del guionista escocés Mark Millar y el dibujante John Romita jr que empezó a ser adaptada al celuloide antes de que se editara íntegramanete en viñetas como colección. El director de Layer Cake realizó una muy divertida y digna película con Kick-Ass, pero es cierto que realizó varios cambios tanto estilísticos (esa épica y aire cool que estaba totalmente ausente en el tebeo) como argumentales, casi todos perdonables como es lógico, excepto dos. Por un lado tenemos el cambio radical en el que Dave Lezewski acaba covirtiéndose en el novio de la chica de sus sueños, Katie Deuxma y consumando el acto sexual varias veces con ella, cuando en los cómics el protagonista no sólo no conseguía quedarse con la muchacha en concreto, sino que ella incluso incitaba a un tal Carl a que le diera una paliza al protagonista, enfatizando la historia que nuestro amigo Kick-Ass puede ser algo parecido a un héroe, pero Dave siempre será un pringado. Más grave es lo que se hace con el origen de Big Daddy que se confirma en pantalla que es un policía retirado que cuando ve como la mafia asesina a su esposa empieza una cruzada junto a su hija de 12 años para acabar con todo el submundo del hampa de su ciudad. En los cómics la historia sigue la misma senda, Big Daddy parece ser un policía que quiere vengar el brutal asesinato de su mujer con la ayuda de su hija, pero en un giro de guión finalmente descubrimos que era un contable amante de los cómics por cuya afición fue abandonado por su esposa. Tras ello decidió destruir la vida de su hija convirtiéndola en una sanguinaria maquina de matar arruinando su infancia y utilizándola como herramienta de “trabajo”. Eso se pierde totalmente en la película, de modo que al aire derrotista y de autocrítica con el fanboy como concepto que destila la colección se pierde a favor de una corrección política más accesible. Aunque no es el único caso de adaptación que trastoca el mensaje o subtexto del cómic que adapta, unos tales hermanos Andy Wachovski y Lana Wachovski hicieron de las suyas cuando decidieron realizar su (por otro lado muy compentente) versión en imagen real de V de Vendetta de Alan Moore y David Lloyd.
10 (+1) X-Men: Lobezno Orígenes (2008) – El Mercenario Bocazas se queda mudo
Dejamos para el epílogo uno de los casos más sangrantes y terribles, uno que hizo mucho daño dentro de una película que, para qué engañarnos, era una ofensa casi continua a los fans de Lobezno en particular o los X-Men en general. Hablamos como no podía ser menos de X-Men Orígenes: Lobezno. En la cinta de Gavin Hood, que fue vendida por su protagonista y productor Hugh Jackman como más independiente y por tanto menos encorsetada que la trilogía original de los X-Men, se tomaban muchas licencias con respecto a los cómics, demasiadas y algunas de ellas terribles. Cambiar al Victor Creed/Dientes de Sable de Tyler Mane por uno interpretado por Liv Schreiber era una metida de pata, por mucho que el actor de El Mensajero del Miedo hiciera con mucho aplomo su trabajo, pero lo de convertirlo en hermanastro de Logan ya era de sanatorio mental. También podríamos mencionar lo poco parecido que era el Gámbito de Taylor kitsch al de los cómics, lo mal caracterizado que estaba Kevin Durand como Mole, pero la palma se la llevaba el Masacre (Deadpool en su nombre original, como todos sabemos) al que ponía cuerpo y voz el canadiense Ryan Reynolds. Para empezar el Wade Wilson que vemos en pantalla poco tiene que ver con el que en viñetas contrajo cáncer y decidió participar como conejillo de indias para que experimentaran con él en al proyecto Arma X (Arma Plus si le preguntáramos a Grant Morrison) pero después de pasar por el bisturí del profesor Killebrew (algo que, evidentemente, también se pasan por el forro) el resultado es la antítesis de lo que guionistas como Fabian Nicieza, Mark Waid o Joe Kelly han plasmado con acierto en las muchas series limitadas y regulares del personaje. El Masacre de esta película de 2008 condensa en su interior los poderes de muchos mutantes (entre ellos los de Cíclope o el mismo Lobezno) algo que ya es de por sí un disparate, pero es que la decisión de “taparle la boca” al “mercenario bocazas”, un asesino a sueldo que vuelve literalmente locos a sus víctimas por culpa de su incontrolable verborrea no es ya una blasfemia, una herejía o un desastre, es directamente un insulto a los fans del tipo que se hizo pasar por Peter Parker en el pasado para asegurarse de que su amigo Comadreja no dejaba de ser un fracasado, tal y como era en el presente. Por todo ello tanta ilusión como miedo transmite esa película con el canadiense como protagonista que quiere sacar adelante el protagonista de Buried con los guionistas de Bienvenidos a Zombieland como ideólogos.
Articulo publicado originalmente en la web Zona Negativa.
ResponderEliminarhttp://www.zonanegativa.com/zn-cine-cuando-el-celuloide-es-infiel-a-las-vinetas/
No sabía que eras el autor de este artículo. Enhorabuena por colaborar en esa gran web!!
ResponderEliminar¡Muchas gracias Alberto!
EliminarAhi llevo unos meses colaborando en Zona Negativa en la redacción de cine y series y encantado con la experiencia que espero dure mucho.
¡Un saludo!