viernes, 5 de marzo de 2010

El Imperio de los Sentidos, muerte por kiki


Título Original: Ai-No Corrida (1976)
Director: Nagisa Oshima
Guión: Nagisa Oshima
Actores: Eiko Matsuda, Tatsuya Fuji, Aoi Nakajima, Taiji Tonoyama, Kanae Kobayashi, Melka Seri


Lo mejor que puedo decir de El Imperio de los Sentidos, la controvertida y célebre cinta del japonés Nagisa Oshima, es que no me ha dado tanto asco al verla como cuando la visioné por primera vez hace años, en esas furtivas sesiones de madrugada con las que los adolescentes andaluces disfrutábamos los Sábados en Canal Sur, siempre sin volumen por si nuestros santos padres nos pillaban desprevenidos mientras disfrutábamos del placer del ritual del sano onanismo.




Polémica desde su gestación, la nacionalidad del film es francesa para poder incluir en su trama las escenas de sexo explícito que la hicieron famosa (eludiendo así la censura nipona) y que eran poco habituales dentro del cine convencional en aquella época. Se proyectó 13 veces en el fesival de Cannes de 1976 y armó un gran escándalo por contener escenas, no ya de sexo gráfico, sino directamente pornográficas con penetraciones reales. Como nota curiosa comentar que el film está basado en unos hechos reales que sucedieron en el Japón de 1936




El Imperio de los Sentidos es una película insulsa, su guión no tiene base argumental alguna, su desarrollo es anodino, sus escenas sexuales rara vez excitan y sus personajes (sobre todo el de Sada) son estúpidos hasta extremos preocupantes. La dirección de Oshima es pobre, encuadra con pereza, enfoca con hastío y poco de la impronta de maestros como Akira Kurosawa o Yasujiro Ozu imprime en su cinta. Entre las pocas virtudes, la exquisita delectación por los rituales musicales y culinarios llevados a cabo por los personajes, que sólo se ven truncados por las impulsivas escenas sexuales protagonizadas por los actores principales.




No soy muy amigo del sexo explícito fuera del género pornográfico, rara vez me gusta o atrae (Ken Park, Los Idiotas y poco más) y en la obra que nos ocupa a mí no me dice nada su uso y abuso. Por poner un ejemplo, esos primeros planos de genitales que pueden facilmente eliminarse sin que el argumento se resienta o varíe. Oshima quiere mostrarnos un tratado sobre pasión, sadomasoquismo y posesión, planteando algunas ideas interesantes, como el afán por complacer al amante antes que el acto de saciar el placer sexual propio, pero su mirada es efectista y somnolienta.




En el Imperio de los Sentidos indudablemente habitan Eros y Thanatos, pero no interectuan, no hay una verdadera unión entre sexo y muerte, ambos actos chocan pero no llegan a mostrarse en comunión. Oshima no se muestra aquí como un maestro a la hora de analizar la psicosexualiad radicalizada del ser humano, parece más un director con ganas de poner todo el sexo sin sentido en pantalla en un in crescendo de crudeza que desemboca en una recta final de sadomasoquismo e inmolación, más burda que lírica, por mucho que nos la quieran vender como el más extremo y bello acto de amor.


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