viernes, 31 de marzo de 2017

El Bar



Título Original El Bar (2017)
Director Álex de la Iglesia
Guión Jorge Guerricaechevarría y Álex de la Iglesia
Reparto Blanca Suárez,  Mario Casas,  Secun de la Rosa,  Carmen Machi,  Jaime Ordóñez, Terele Pávez,  Joaquín Climent,  Alejandro Awada,  Jordi Aguilar,  Diego Braguinsky, Mamen García




Sólo dos años después de aquel envenenado homenaje a la figura del cantante linarense Raphael, con la sana implicación de mi paisano en la producción, que supuso la simpática pero intrascendente Mi Gran Noche, el cineasta bilbaíno Álex de la Iglesia vuelve a ponerse detrás de la cámara para ofrecernos su último trabajo como productor, guionista y director. Con la compalía de su habitual colaborador Jorge Guerricaechevarría (Cien Años de Perdón) y un reparto de caras habituales en su filmografía como Blanca Suárez (La Piel Que Habito), Mario Casas (Grupo 7), Carmen Machi (Ocho Apellidos Vascos), Jaime Ordóñez (Torrente 3: El Protector), Terele Pávez (Los Santos Inocentes) Joaquín Climent (Los Lunes al Sol) o Secun de la Rosa (No Controles) a los que debemos sumar un debutante en su universo cinematográfico como el argentino Alejandro Awada (Nueve Reinas), el antiguo presidente de la academia de cine español nos ofrece en esta ocasión El Bar, un proyecto pequeño y humilde que ha sido gestado con un más que notable secretismo para de este modo no salir a la luz su verdadera naturaleza cinematográfica, idea que podía arruinar parte del encanto de la obra. El largometraje inauguró con todos los honores el reciente Festival de Malaga y fue recibido con disparidad de opiniones por público y crítica, algo que viene siendo habitual cuando De la Iglesia estrena una de sus nuevas propuestas como autor.




El punto de partida de El Bar es de una sencillez desarmante y narra la reclusión forzosa de un grupo de variopintos personajes dentro del local que da nombre al largometraje tras ser testigos de cómo las dos últimas personas que han intentado abandonar el emplazamiento han sido asesinadas a sangre fría con un disparo en la cabeza. Con esta única localización el cineasta vasco quiere utilizar un amplio abanico de personalidades diferenciadas y poco fiables para mostrar al ser humano y las reacciones que este puede llevar a cabo cuando se enfrenta a situaciones extremas. Su tono brutal y grandguiñolesco, su afán por reincidir en un cine físico y cortante que hunde sus raíces en autores tan dispares como el primer Jean Pierre Jeunet que colaboraba con su antaño compañero Marc Caró o Roman Polanksi encuentra en El Bar el perfecto caldo de cultivo para dar rienda suelta a sus peculiares y personales señas de identidad como narrador de historias, pero por desgracia el conjunto incide en las mismas carencias de la mayoría de sus últimos trabajos.




El Bar se antoja a una mezcla entre un episodio de Dimensión Desconocida (Twilight Zone) y una muestra bufa y cafre de survival. La obra da sus primeros pasos como una comedia negra repleta de golpes humorísticos haciendo mofa con los distintos tipos de clientes de bar típicamente españoles (el alcohólico, el indigente, la ludopata, la pija totalmente desubicada) para después del golpe de efecto que desemboca toda la trama vaya tornando en una muestra de cine de terror físico que acaba sacando a la luz el lado más egoísta y salvaje del ser humano, amparándose en aquello que afirmó Thomas Hobbes sobre que “el hombre es un lobo para el hombre”, especialmente cuando vemos que nuestro bienestar físico o psicológico es puesto en entredicho incitándonos a dejar caer la máscara de falsa sociabílidad para convertirnos en depredadores que no entienden de clases, géneros, o credos cuando nuestro único fin es la supervivencia personal anteponiéndola a la colectiva.




Después de varios proyectos en los que no trabajaron juntos Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría comenzaron a colaborar juntos de nuevo en la escritura de los films del primero y eso se deja notar en cada nuevo proyecto del director de Las Brujas de Zugarramurdi. El guionista asturiano consigue domesticar el lado más caótico de su compañero y gracias a ello los últimos actos de los films de este último ya no se convierten en orgías de exceso que merman la coherencia narrativa del producto. El Bar muestra un desarrollo argumental sólido y potente, y hasta cuando los distintos cambios de tonalidad de la trama hacen acto de presencia en pantalla no se antojan caprichosos, artificales o impostados. El problema es que como venía sucediendo con otros trabajos de De la Iglesia, independientemente de si tenían o no a Guerricaechevarría al guión o no, tales como La Chispa de la Vida o Mi Gran Noche a El Bar, desde el punto de vista de la escritura, le falta algo de brillo para convertirse en un proyecto tan potente como la genial La Comunidad o la infravalorada Balada Triste de Trompeta.




Con El Bar también se cumple la ineludible tradición en el cine de Álex de la Iglesia de hacer sufrir hasta lo indecible físicamente a su reparto y en esta ocasión sus actores dan la talla más que nunca. Todo el reparto de la última cinta del autor de El Día de la Bestia realiza un trabajo de nota y cada uno de ellos aparenta haber nacido para dar vida a su rol, los mismos que en conjunto se mueven con inteligencia entre la caricatura y el exceso. Especial mención para la enorme Terele Pávez, un nunca suficientemente reivindicado Joaquín Climent, el argentino Alejandro Awada y sobre todo a al quinteto formado por Blanca Suárez, Carmen Machi, Secun de la Rosa, Jaime Ordóñez y Mario Casas que sustenta la trama sobre sus hombros entregados a escenas físicas muy complejas en realización y coreografía, especialmente si nos referimos a estos dos últimos que protagonizan algunos de los pasajes más brutales, esa primera escena con el desagüe, que haya rodado el autor de Perdita Durango en toda su carrera y que resuelven con una soltura fuera de toda duda.




Álex de la Iglesia ofrece con El Bar una pieza meritoria, aprovechando hasta el extremo la localización que tiene a su disposición con una puesta en escena mutante y epidérmica que consigue transmitir las necesarias dosis de claustrofobia, angustia e incomodidad exigidas a un producto de esta naturaleza y en ese sentido poco le podemos reprochar a él, a su equipo técnico o a su magnífico casting de actores. Pero como viene sucediendo con sus últimas producciones a su más reciente creación le falta algo para llegar a ser la pieza ineludible en su filmografía que no acaba siendo, quedándose en una buena comedia negra con apuntes de thriller de intriga y terror que se ve con agrado gracias a su mezcolanza de géneros y tonalidades, pero cuyo recuerdo no perdurará tanto como el de otros largometrajes del bilbaíno que son clásicos modernos del cine de nuestro país. Con todo, siempre es de agradecer la llegada de un nuevo estreno de uno de nuestros autores más personales y divertidos, ya que al enfrentarnos a uno de sus trabajos de reciente factura sabemos que, como mínimo. valdrá la pena la inversión en la entrada de cine.



1 comentario:

  1. Crítica publicada originalmente en Zona Negativa

    http://www.zonanegativa.com/zncine-critica-de-el-bar-de-alex-de-la-iglesia/

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