jueves, 29 de abril de 2010

Stalingrado, der untergang



Título Original: Stalingrad (1993)
Director: Jospeh Vilsmaier
Guión: Joseph Vilsmaier
Actores: Dominique Horwitz, Thomas Kretschmann, Jochen Nickel, Dana Vavrova, Martin Benrath, Sebastian Rudolph






Stalingrado supuso a principios de los 90 no sólo una de las más grandes superproducciones de la historia del cine alemán, sino también el prólogo de una tardía ola de obras que retrataban el pasado reciente del país germano, que en un siglo como el XX sufrió varios cambios de carácter político y social, tanto con el nazismo en su primera mitad, como con el ascenso del socialismo en la segunda y su caída en 1989 con el derrumbamiento del muro de Berlín y la reunificación de las dos Alemanias.




En Stalingrado el director alemán Joseph Vilsmaier nos sitúa en el poco conocido (cinematográficamente hablando) bando alemán durante la segunda guerra mundial y más en concreto en la cruenta batalla contra Rusia que supuso el principio del fin de la andadura de los soldados germanos en dicha contienda. En el proceso veremos el destino de tres soldados del ejército alemán y su superior, interpretado por un primerizo pero ya prometedor Thomas Kretszchman, actor que parece haber nacido con el uniforme militar puesto.




La cinta de Vilsmaier nos muestra algo que no todo el mundo quiere ver, que no todos los componentes del ejército nazi eran unos dementes asesinos a sangre fría, que como en todas las guerras dentro de esos batallones anónimos se podían encontrar desde jóvenes idealistas que querían dar la vida por una causa perdida por fascista y reaccionaria, hasta pobres diablos que no sabían por qué o por quién estaban combatiendo, ni cual era la causa de su lucha.




El film es crudo y el retrato que se hace en él del ejército alemán y sobre todo de sus altos mandos es desolador, mostrándolos como hienas ávidas de poder capaces de entregar la vida de miles de jóvenes con tal de llegar a lo más alto en una escala imperialista de proporciones mundiales. En el metraje hay escenas de una fuerte carga dramática, que remiten a Samuel Fuller y otras más distendidas, en las que se acentúa al camaradería de los protagonistas, que nos trae a la cabeza a gente como Sam Peckinpah.




El trabajo de Vilsmaier en la realización pasa la prueba con nota, haciendo un muy buen uso de la cámara en las escenas de combate y una mesurada utilización de la misma en las secuencias calmadas, así como una más que digna dirección de actores. Su guión en cambio es algo caótico y al querer, siempre de manera meritoria, desarrollar y matizar personajes, se abandonan un poco otras características de la construcción argumental como la situación espaciotemporal de la narración que es muy difusa y puede llegar a despistar al espectador apático




La que nos ocupa puede ser tildada facilmente como una de las obras más importantes de la cinematografía alemana reciente. Una cinta (anti)bélica que nos vuelve a hablar de necesarias obviedades como la futilidad de la guerra, la crueldad intrínseca de la supervivencia, la destrucción moral de los ideales y que retrata, con gélida y sucia veracidad, un pequeño trozo de una etapa nefasta de la historia del SXX, en la que por desgracia había muchas más víctimas que verdugos, en cualquiera de los bandos que dieron forma a tan terrible contienda.



1 comentario:

  1. Lo enuncias bien en el artículo, una de sus principales características es que se ve que no hay demasiada diferencia entre los soldados de los distintos bandos de la contienda. La crueldad de la cinta también es importante, pero es normal porque estamos hablando de la batalla más sangrienta de la historia. Después se han hecho otras adaptaciones de lo que sucedió en Stalingrado como la de Enemigo a las Puertas, pero esta ya es más convencional y vista desde el bando vencedor, aunque también es un gran filme, en mi opinión.

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