martes, 2 de marzo de 2010

Los Elegidos II (Boondock Saints II), veritãs, aéquitãs



Director: Troy Duffy (2009)
Guión: Troy Duffy
Actores: Sean Patrick Flanery, Norman Reedus, Billy Connolly, Clifton Collins Jr, Julie Benz, Peter Fonda, Judd Nelson, David Della Rocco, Bob Marley, Brian Mahoney


Trailer

Los Elegidos (Boondock Saints) es una de esas cintas de culto que se hizo fuerte en los videoclubs. Este film que supuso la ópera prima cinematográfica del productor musical Troy Duffy fue un éxito en Estados Unidos, creando una legión de fans en todo aquel país, ya sabemos lo dura que se le pone a los yankis con unos tíos que aplican en condiciones la ley del Talión que ellos tanto veneran.




La cinta de Duffy era principalmente un homenaje tanto a las cintas ochenteras de la era Reagan, como al cine de acción hongkones de gente como John Woo o Johnnie To. Un poco de Tarantino por aquí, algo de misoginia por allá, diálogos ágiles, violencia estilizada y personajes carismáticos por doquier. Destacando incluso por encima de los memorables Sean Patrick Flanery y Norman Reedus como los hermanos McMannus, un genial Willem Dafoe dando vida a un efectivo agente del FBI gayer pasado de rosca con momentos realmente para el recuerdo.




Lo primero que uno piensa al terminar de ver esta secuela es que Duffy ha dado a los fans de su anterior cinta (entre los que me incluyo, sin rasgarme las vestiduras por supuesto) lo que querían, más de lo mismo. Pero ciertamente ha perdido frescura y la desquiciada y coherentemente caótica construcción de aquella precuela que tan buenos momentos contenía en sus poco más de 90 minutos de metraje.




Duffy (no puedo evitar pensar en un pato cada vez que digo el apellido de este hombre) no es que repita la formula de su anterior film, es que lo emula casi pasao por paso, aunque para hacer honor a la verdad no lo satura y exagera como sí hicieron, por poner un ejemplo, los hermanos Wachovski en las dos secuelas de Matrix. De ahí, de su ímpetu por ser mimético con su anterior entrega, nace la falta de ritmo en la que a veces cae el metraje del film.




Las estéticas escenas de violencia, las de humor, las vistosas recreaciones en las escenas del crimen por parte de un federal, esta vez una Julie Benz que si bien no hace que olvidemos al gran Willem Darle cumple sobradamente dando un toque agradable y malhumorado a su papel. Además se confirma definitivamente que a la señora le va la marcha violenta, ya que ha intervenido, a parte de aquí, en Dexter, Saw V, John Rambo y Punisher Zona de Guerra en los últimos  tres años.




Entre los aciertos, los secundarios. Buenas ideas incluir a parte de a la ya mencionada Julie Benz, a un exagerado y entrañable Clifton Collins Jr como el llorón y desquiciado Romeo, el indispensable y casi mesiánico Billy Connolly como Il Duche, un poco aprovechado, pero agradecido, Peter Fonda y Judd Nelson, breve pero intenso como Conzecio Yakavetta. Además de la aparición del gran David Della Rocco, otra de las señas de identidad de la saga que no podía faltar en esta segunda parte.




A pesar de que ha perdido punch, de que esa escena onírica doble está fuera de lugar y de haber algunos detalles que hacen que la cinta no esté todo lo bien rematada que debiera, le daremos un voto de confianza al director. Porque sigue fiel a sus reaccionarios principios, porque sigue rodando las escenas de acción con una pericia que ya quisieran muchos, porque esa secuencia final en el puerto le ha hecho ganar infinidad de puntos y porque la cosa huele a trilogía que apesta. Tal y como acaba esta segunda parte, la próxima entrega podría ser la mejor de la franquicia. Sólo el tiempo lo dirá.


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