domingo, 21 de junio de 2009

Ponyo en el Acantilado


Título Original: Gake no Ue no Ponyo (2008)
Dirección: Hayao Miyazaki
Guión: Hayao Miyazaki




Ya desde el prólogo y los créditos (la voz de una soprano siempre me pone la piel de gallina) Miyazaki nos tiene ganados con esta historia sobre una niña pez que se enamora perdidamente de un muchacho que vive en un puerto con su madre.



Advierto que al final de la entrada destripo el final del film, de modo que cuidado con el SPOILER.

Miyazaki rinde tributo a la naturaleza, al amor, a lo inmaculado, con una atípica y estrictamente artesanal obra de arte que rememora aquellos Marco y Heidi en los que él mismo trabajó, una historia romántica que tiene que ver tanto con La Sirenita como con Romeo & Julieta. Alejada del virtuoso barroquismo de El Viaje De Chihiro, Ponyo en el Acantilado es una historia mucho más sencilla, pero desde mi punto de vista más profunda, deliciosamente infantil y llena de buenas intenciones y cariño.



Uno de los puntos fuertes de la cinta es su humor blanco y del todo cándido, acertadísimo, así como algunos momentos dramáticos perfectamente ensamblados en la trama. Es una obviedad decir que la pequeña Ponyo es deliciosa y que es un personaje precioso que desde el primer momento que asoma la cara en el film, dibuja en la cara del espectador una amplia sonrisa, pero remarcarlo es mi obligación.




El mensaje ecologista que Miyazaki quiere transmitir con Ponyo es bastante simple, pero tal cosa más que una tara, es una virtud que permite que hasta los niños más pequeños puedan entenderlo. El espectador llega a compartir ese cariño y temor hacia el inmenso mar que estamos destruyendo impunenente, su discurso es hasta cierto punto conservador y misántropo, pero expía los pecados del ser humano por medio de la redención y el cariño.




Por ahora, esta oda a la animación tradicional, al planeta tierra y al amor, es mi cinta favorita de Hayao Miyazaki. Ponyo en el Acantilado es un impagable tesoro que transimite unas increíbles ganas de vivir y soñar y que además nos regala la mejor escena cinematográfica, junto a los créditos iniciales y el nacimiento del Dr Manhattan en Watchmen y el final de Gran Torino, del 2009, la pequeña Ponyo corriendo sobre olas de mar, bajo una enorme tormenta, en busca de Sasuke, el niño que convirtió a la princesa pez en un ser humano.



2 comentarios:

  1. Personalmente, encuentro en Ponyo esa vena bizarra y algo recargada, en toda su parte final, que, para mi, hace que no sea tan redonda como hubiera podido ser.

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  2. Hombre, si hablamos de ambiente recargado yo pondría como ejemplo El Viaje de Chihiro antes que Ponyo, pero bueno, que me deje usted ser feliz con mi juguete nuevo, leches.

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