martes, 23 de junio de 2009

Ángeles y Demonios


Título Original: Angels & Demons
Dirección: Ron Howard
Guión: David Koepp y Akiva Goldsman, basado en la novela de Dan Brown
Actores: Tom Hanks, Ewan McGregor, Ayelet Zurer, Stellen Skarsgard, Armin Mueller-Stahl



Habiendo mostrado ya en este santo blog mi admiración por Dan Brown y su prosa, hoy he visto la última cinta de Ron Howard que se basa en su segunda novela y la primera que escribió sobre las simpáticas y realistas aventuras del especialista en simbología religiosa Robert Langdon. Del libro que da base al film no me he leído ni la sinopsis de la contracubierta, más por miedo que por otra cosa, ya escarmenté bastante con El Código Da Vinci.




Tras la gratísima sorpresa que supuso para un servidor Frost/Nixon, el amigo pelirrojo vuelve a ser el de siempre, el correcto artesano dado a lo hiperbólico, a lo ridículo y exagerado (que unas veces le funciona y otras no). Ángeles y Demonios es un enorme carrusel veloz como un misil que con mucho nervio y ruido no nos cuenta nada, con sentido al menos.



Una vez más de la mente del escritorzuelo americano nace una chorrada de thriller manido que mezcla con desvergonzada altanería, teología, sociedades secretas, ciencia (lo de la antimateria es de barraca de feria, qué risas oigan) todo mal mezclado y peor agitado, para dar forma a una historia ridícula que si aquí es una barrabasada en la novela debe ser idescriptible.



David Koepp y Akiva Goldsman tejen un guión lleno de personajes con unas capacidades deducitavas asombrosas, todos ellos, desde los principales hasta los más secundarios, desbarran y opinan sobre lenguas muertas, física, historia, literatura, da igual si es un miembro de la guardia suiza al que no se le entiende una mierda de lo que dice (qué doblaje señores, qué doblaje) o un guardaespaldas con cara de zangolotino. Podríamos decir que el ritmo del libreto es frenético, pero es lógico, no hay nada que no sean persecuciones, diparos e interminables multitudes eclesiastícas durante todo el metraje. Del reparto solo decir que los únicos que no lo hacen mal son Hanks, McGregor, Skasgard y mi tocayo Mueller-Stahl, los demás se mueven entre lo desconcertante y lo ridículo



Ronie se sale, confirma casi con seguridad que su excelente película inmediatamente anterior a esta se la rodó su primo, porque aquí vemos todos sus tics como director despersonalizado y exagerado, cámaras que no se están quietas un solo segundo, cientos de tomas retocadas digitalmente (sobre todo en los exteriores y en la iluminacion de los interiores como las escenas de la Capilla Sixtina) e incontables y ridículos planos imposibles (el situado en el interior de la chimenea que anuncia la fumata blanca me arrancó una sonora carcajada) abusando con ellos una vez más en demasía de CGI, vamos, Ron Howard 100%.




Ángeles & Demonios es un producto de entretenimiento realmente simple, tiene alguna cosa buena como la escena del rescate en la fuente o su desprejuiciada mala leche para con la iglesia y su extremista reticencia hacia la ciencia, pero es muy ridículo, distrófico y previsible (el personaje que pertenece a los Illuminati canta a tres leguas), para echar un buen rato en el cine está bien, para ser un complemento de El Código Da Vinci es aceptable, pero lo malo es que es incluso más floja que esta última y eso deja en evidencia la naturaleza mediocre de este thriller con sotanas, explosiones y camarlengos voladores.


1 comentario:

  1. A modo de antecedentes, me veo en la obligación de comentar la experiencia que suspuso para mi El código Da Vinci. Y es que la película de Howard, como el Alatriste de Tano, fue una de las experiencias más anticinematográficas que recuerdo.
    El código Da Vinci dejaba de lado ideas y conceptos básicos de narración, centrándose en algo muy de moda últimamente: la adaptación literal.
    Al igual que en la reciente Watchmen, el guión del limitadisimo (y, aun así, ganador de un Oscar) Akiva Goldsman sigue literalmete el libro y lo traslada todo, por idiota que sea.
    Así, aunque Ángeles y demonios sea una mala película, la emoción que sentí al ver que cumplía unos mínimos me alegró el día. Y no tengo duda de que el absoluto responsable de esta mejoría es David Koepp, que aunque vivió tiempos mejores, sigue siendo un guionista con personalidad que sabe que Robert Langdon no tiene que sentarse para dar un sermón, sino que puede hacerlo en movimiento, lo que ayuda muchísimo al ritmo de la obra.

    ResponderEliminar