miércoles, 12 de septiembre de 2012

El Quinteto de la Muerte, symphony of destruction



Título Original The Ladykillers (1955)
Director Alexander MacKendrick
Guión William Rose
Actores Alec Guinness, Katie Johnson, Herbert Lom, Peter Sellers, Danny Green, Cecil Parker, Jack Warner





The Ladykillers supuso en 1955, el año de su estreno, por un lado la última obra cinematográfica de los estudios británicos Ealing dentro del humor con el director Alexander MacKendrick, productora que se especializó durante la primera mitad de siglo XX en el género de la comedia, y por otro la quinta colaboración del autor con esta casa que lanzó a la fama a a cineastas como Robert Hamer o Heinry Corneillus. La cinta que nos ocupa por desgracia no es una pieza muy conocida a nivel internacional, pero puede considerarse sin lugar a dudas como un clásico con todas las letras del celuloido inglés del siglo pasado.




Cinco caballeros que dicen formar parte de una banda de música clásica deciden hospedarse como inquilinos en la casa de una afable y entrañable ancianita, la señora Wilberforce, que los recibe con los brazos abiertos en su humilde hogar colmándolos de atenciones, pero también entrometiéndose demasiado en las actividades del grupo de amigos. Pero estos hombres comandados por el profesor Marcus en realidad son unos atracadores que están urdiendo un golpe a un importante cargamento de dinero originario de un banco de la localidad. Lo que los criminales no saben es que el mayor impedimento para salirse con la suya será la dulce y encantadora señora Wilberforce.




Al igual que muchas grandes comedias clásicas (me vienen a la cabeza varias del maestro Billy Wilder) El Quinteto de la Muerte ese ese tipo de largometraje que sin incitar regularmente a la carcajada del espectador, siempre apela a mantener permanentemente la sonrisa del mismo debido a la gran cantidad de ideas cómicas que atesora su metraje. Llama la atención que en la Inglaterra de 1955 se llevara a cabo una obra de humor tan negrísimo como la que nos ocupa, ya que el magnífico guión del estadounidense Willam Rose no escatima conceptos de considerable mala idea a la hora de abordar ciertos conceptos argumentales políticamente incorrectos para aquella época.




Una película como Ladykillers se forja por medio de sus personajes y todos y cada uno de ellos tienen su encanto a pesar de no dejar de ser arquetipos clásicos tanto de la comedia como del cine de criminales. La palma se la lleva un macabro e irreconocible profesor Marcus al que da vida Alec Guinnes. El Obi-Wan Kenobi de Star Wars con su mirada viperina, pelo rebelde, bufanda interminable y dentadura prominente ofrece un trabajo sencillamente memorable que eclipsa al resto de personajes, que ojo, no lo hacen mal en ninguno de los casos. Porque sería injusto no destacar a un Peter Sellers que aún encontrándose en segundo plano está brillante como Mr Bronson, un Herbert Lom con un porte de mafioso imponente dando cuerpo y voz a Louis Harvey, o unos Danny Green y Cecil Parker inolvidables como el después de todo bonachón Mr Lawson y el dubitativo Mayor Courtney respectivamente.




Pero el personaje clave es ese MacGuffin con pequeñas piernas, sombrerito de flores, mejillas sonrosadas y buenos modales que interpreta soberanamente bien la dulce Katie Johnson, Esa mujer que transmite contrarias sensaciones a un espectador que no sabe si desear que delate a los criminales que no sólo han robado el banco sino que quieren eliminarla a ella para que no los delate o que Marcus y sus compinches la quiten de en medio lo antes posible porque su bondad, de tan omnipresente que es, llega a mostrarse irritante Llegando a su culmen en la reunión con su club de amigas que aparece en la casa en el peor momento fastidiando considerablemente a la banda de ladrones y potenciales homicidas.




La dirección de Alexander MacKendrick es sólida y fluida. Utiliza bien los encuadres, aprovecha la profundiad de campo y los decorados (esa casa retorcida que parece salida del surrealismo alemán de Robert Weine o de un cuadro de Salvador Dalí y que sirve como perfecta metáfora de los problemas que suscitará para los protagonistas el mismo inmueble). Con los actores ciertamente no tiene mucho que hacer, porque son profesionales hechos a sí mismos que demuestran sus tablas con cada palabra o gesto. También controla el cineasta con pericia los gags cómicos como el de el rescate del pajarito encima del armario, la funda del chelo abriéndose en el peor momento o ese clímax final lleno de malentendidos y mala baba que culmina con un atípico happy end que sin lugar a dudas se gana la complicidad del espectador.




El Quinteto de la Muerte es una recomendabílísima comedia negra altamente recuperable y una muestra esclarecedora del talento del director de Chantaje en Broadway (Sweet Smell of Succes). Al igual que cintas como Sleepy Hollow, La Mujer de Negro o L.A Confidential consigue crear una atmósfera y un tono (esa pequeña casa cerca de la vía de tren que supuestamente simboliza con su tamaño la "vulnerabilidad" de su dueña)  que me hace sentirme realmente cómodo viéndola consiguiendo integrarme al 100% con la historia que se me está narrando por medio de la pantalla..




Posiblemente en la próxima entrada comentaré el remake que en el año 2004 realizaron los hermanos Coen, titulado en España. esta vez sí, Ladykillers, con Tom Hanks encabezando un reparto que tiene como secundarios a J.K. Simmons, Marlon Wayans, Ryan Hurst e Irma P. Hall entre otros. De esta revisión no hablaron demasiado bien, es más, fue gestada en una época de bajón dentro de la filmografía de lo autores de Fargo o Barton Fink. Pero aún así me llama lo suficiente la atención (en su momento la compré a ciegas a muy buen precio porque adoro a los Coen y aspiro a tener toda su filmografía original) como para verla y comentarla aquí a la mayor brevedad posible.


2 comentarios:

  1. Tengo que ponerme un poco quejica... Robert Hamer no es actor, sino director, y muy grande. Y desde luego El quinteto no es la última producción Ealing, la cual continua activa hasta 1959 despidiéndose de la actividad con The siege of Pinchgut, rodada y cp-poducida en Australia.

    Por lo demás subrayar el genio de Mackendrick, uno de mis directores favoritos ever.

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  2. Aceptadas las dos correcciones que paso a retocar, ciertamente fue la última comedia de Mackendrick con la Ealing, no la última comedia como tal de la productora y lo de Robert Harmer también fallo mío.

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