domingo, 9 de septiembre de 2012

Sin City



Título Original Sin City (2005)
Director Frank Miller, Robert Rodríguez y Quentin Tarantino
Guión Frank Miller y Robert Rodríguez
Actores Bruce Willis, Mickey Rourke, Clive Owen, Rosario Dawson, Elijah Wood, Jessica Alba, Benicio del Toro, Marley Shelton, Alexis Bledel, Micharl Clarke Duncan, Carla Gugino, Josh Harnett, Michael Madsen, Jaime King, Brittany Murphy, Nick Stahl, Rutger Hauer, Devon Aoki, Jude Ciccolella, Jason Douglas, Tommy Flanagan, Rick Gómez, Nicky Katt, Nick Offerman, Lisa Marie Newmyer, Powers Boothe, Arie Verveen, Jesse De Luna, Randal Reeder, Charissa Allen, Penny Drake, Frank Miller



Frank Miller es una personalidad capital dentro del mundo del cómic. Junto a autores como Alan Moore, Neil Gaiman, Warren Ellis, Garth Ennis o Grant Morrison en los 80 cambió la manera de entender el noveno arte con algunas obras imperecederas que darían una perspectiva diferente de este mundillo y sobre todo de los superhéroes. El norteamericano dejó su huella en las dos grandes editoriales como guionista e ilustrador. En Marvel dio sus primeros pasos con Spiderman, devolvió la vida a un personaje como Daredevil regalándole la que es posiblemente su mejor etapa, creando durante la misma a personajes inolvidables como Elektra y rematándola con la mejor saga jamás realizada sobre el hombre sin miedo, Born Again, con guión de su puño y letra y dibujos del inmenso David Mazzuccelli. También realizaría junto a Chris Claremont el mítico arco de Lobezno titulado Honor que servirá en breve como base para la secuela de la muy floja X-Men Orígenes: Lobezno.







Pero fue en DC donde marcó historia con obras imprescindibles dentro del medio. Empezó a llamar la atención con Ronin, una mezcla de la filosofia y honor de los samurais situada en un futuro distópico con estética cyberpunk. Pero no sería hasta que tomara contacto con Batman, el personaje más importante de la editorial (junto a Superman) que llegaran dos de las obras más importantes de su carrera. Batman: Año Uno y Batman: El Regreso del Caballero Oscuro narraban el nacimiento del guardián de Gotham y su posible fin en un futuro no muy lejano. Ambas historias son dos de los relatos más importantes jamás realizados sobre le hombre murciélago y marcaron tan profundamente al personaje y su microcosmos que aún hoy, después de casi 30 años de su edición, se puede ver su influencia en las colecciones actuales del personaje creado por Bob Kane y Bill Finger.





Pero en los 90 Miller decidió desvincularse temporalmente de las majors y fichó por la por aquel entonces pujante editorial Dark Horse. Allí los editores le dieron una considerable libertad creativa con la que se permitió moldear la que es sin lugar a dudas la más personal de sus obras, Sin City, uno de los picos más altos dentro de su carrera y también casi con toda seguridad el principio del fin de su era dorada como autor de cómics. Siete tomos formados por El Duro Adiós, Mataría Por Ella, La Gran Matanza, Ese Cobarde Bastardo, Valores Familiares, Alcohol, Chicas y Balas e Ida y Vuelta al Infierno. Los cuatro primeros arcos, sin lugar a dudas los mejores, pueden considerarse la quinta esencia del estilo frankmilleriano en lo referido a entender el mundo del tebeo.




Basin City es una ciudad corrupta hasta el tuétano, en ella practicamente nadie está libre de la inmundicia moral, de ahí que fuera rebautizada como Sin City. Fuerzas de la ley, políticos, iglesia, todas las instituciones de la zona viven en la ilegalidad llevando a cabo todos los crímenes imaginables. Sólo unos pocos hombres duros y mujeres luchadoras, que viven por y para la calle son capaces de sobrevivir en un pozo de mugre de semejante calibre. Frank Miller está en su salsa, aquí puede dar rienda suelta a su estilo narrativo deudor de literatos de la novela negra como Raymond Chandler, James M. Cain o Mickey Spillane y a su ideología derechista con la que nos relata historias sobre venganza, violencia, machismo, sexo, incorrección social o política y amor.




Sin City supone la cumbre como narrador de Frank Miller. No sólo en unos guiones magníficos con esas voces en off convertidas en sensacionales textos de apoyo, esos personajes carismáticos como Marv, Dwight o Hartigan a los que cogemos simpatía a los pocos minutos de conocerlos a pesar de la amoralidad de algunos de ellos o esos villanos a los que odiamos con toda nuestra alma como Kevin, toda la familia Roark o Jackie Boy. También en el apartado de la ilustración el autor de All Star Batman y Robin consigue una perfecta convergencia entre juegos de luces y sombras y dotes de storyteller de altos vuelos. Cada viñeta de Sin City es una delicia formal y de experimentación, blancos y negros (con, en ocasiones, algunos apuntes de color) que se entrelazan con maestría desde las más imposibles perspectivas sirven para dar forma a historias inolvidables de una altísima calidad y con un acabado intachable.




Desde los años 90 la idea de llevar al cine las historias de Sin City rondó por varias productoras, pero la empresa no llegó a buen puerto. No sería hasta 2005 que el director tejano Robert Rodríguez decidiera dedicarse en cuerpo y alma a trasladar a imágenes la obra de Frank Miller. El realizador de Spy Kids quería ser todo lo fiel que pudiera a la obra en viñetas, por eso acometió la ardua tarea de convencer al propio autor del cómic para que se involucrara en el proyecto al 100%, pero no como productor o asesor, sino como co director del fim compartiendo este puesto con Rodríguez. El guionista y dibujante no parecía muy convencido con la idea, pero el de Texas, que es un hombre con fama de persusivo, le mostró el prólogo del film ya rodado, que no era nada más ni nada menos que la historia corta El Cliente Siempre Tiene la Razón incluida en el recopilatorio Alcohol, Chicas y Balas. Miller quedó tan completamente enamorodo de lo que vio no que no dudó en aceptar la propuesta que le ofrecía el cineasta.




El resultado fue Sin City una gran éxito de crítica y público que marcaría un antes y un después a la hora de llevar cómics a la pantalla grande. Un producto inusualmente independiente impulsado por el mismo Robert Rodríguez y su ex mujer (pero aún socia) Elizabeth Avellán por medio de la productora Troublemaker, que ambos comparten y con el que consguieron un acabado técnico de los que hacen época así como contratar a un reparto de intérpretes del todo irrepetible. Todo con la ayuda incondicional de un Frank Miller que lo dio todo como director y guionista y con una ayuda puntual de Quentin Tarantino que rodó una escena del film por el simbólico precio de un dólar, lo que supuestamente ganó Rodríguez por colaborar en la banda sonora de Kill Bill Vol 2.




Estamos en Sin City, una de las ciudades más corruptas de Estados Unidos. Allí seremos testigos de como el brutal Marv tratará de vengar el asesinato de su amante Goldie, acto que lo llevará a las más altas esferas de la localidad. También veremos como Dwight intentará evitar que Jackie Boy, el ex novio de su actual chica, Shellie, cometa un error que le lleve a empezar una guerra en el Barrio Viejo de la ciudad donde las prostitutas marcan la ley. Por último John Hartigan deberá resolver el último caso de su carrera justo en su día de retiro. Rescatar a una pequeña niña de once años de las manos de un demente agresor sexual hijo de un importante político de la zona.




La décima película de Robert Rodríguez es importante por varios motivos. Primero porque confirmó su talento autodidacta como director, montador, comopositor de música, director de fotografía, productor, guionista. Un hombre hecho a sí mismo rodando el cine que le da absolutamente la gana sin la necesidad de ser el perro faldero de las grandes productoras (aunque la Dimension de los hermanos Weinstein casi siempre colaboraba en sus trabajos, al menos cuando estaba comandada por los orondos Harvey y Bob) que le señalarían e impondrían de mala manera el camino a seguir para que el producto se prostituyera entregándolo a la más simple y burda de las comercialidades.




Por otro lado supuso el debut en la dirección cinematográfica (tras una poco agradable incursión como guionista en Robocop 2 y 3 de la que reniega considerablemente) de Frank Miller por la puerta grande y con un gran éxito, el mismo que mandaría al carajo con su siguiente proyecto (esta vez en solitario, confirmando que si Sin City fue enorme fue más por Rodriguez que por él, aunque no quiero quitarle méritos tampoco, que los tiene en la elaboración de la película, no se puede negar) que se basó en pisotear la obra y alma de su íntimo amigo Will Eisner con aquella cosa terrible llamada The Spirit, que mancillaba el buen nombre de uno de los mejors cómics de la historia y que no dejaba de ser una Sin City descafeinada llena de desaciertos. Pero esa es una historia de la que hablaré en otro momento.




Sin City también dejó huella en el sentido del avance mastodóntico que ofreció en la aplicación de efectos digitales por ordenador al celuloide. Por fin los CGI se utilizaban no para devorar una historia o complementarla, sino para crearla estéticamente. Rodríguez venía de experimentar formalmente con el uso de los ordenadores aplicados al cine en su trilogía de Spy Kids y ya conocía el terreno, por eso el uso de las pantallas verdes en Sin City es sencillamente brillante, dando con ellas forma, no a los decorados que deberían introducirnos en la ciudad retratada por Miller en los cómics, sino a las mismas viñetas de las historietas ideadas por el guionista y dibujante norteamericano. Desde mi punto de vista no veía una revolución a nivel de efectos especiales tan grande desde Terminator 2 y Parque Jurásico y no se volvería a ver hasta Avatar, por que sí, lo de 300 tuvo su mérito, pero el camino que Zack Skyder tomó con aquel proyecto ya lo había marcado con luces de neón Rodríguez en la película que nos ocupa.




Pero si Sin City marcó un hito de manera indudable es en la manera de adaptar cómics al cine. Precisamente por no ser una adaptación de la obra a la pantalla, sino una traslación literal de las viñetas al celuloide. Es decir, Rodríguez y Miller utilizaron los mismos tebeos como storyboards para llevarlos completamente a imágenes. Lo que vemos al experimentar el visionado de Sin City es precisamente eso, viñetas en movimiento, el trabajo de Miller extrapolado al cine palabra por palabra, personaje por personaje, ilustración a ilustración. Nunca la fusión de séptimo y noveno arte fue tan pura y simbiótica, tan enriquecedora al nivel adaptativo, aunque a algunos espectadores esta literalidad no llegó a convencerles del todo y renegaron del resultado del largometraje.




Frank Miller y Robert Rodriguez consiguen llevar a la pantalla todo el tono pulp y de novela negra saturada de esteroides de los cómics. Cada callejón, cada muelle del puerto, cada pub, iglesia o monumento toman forma corporea en imágenes gracias al acabado técnico del largometraje que se mueve entre lo demencialmente portentoso y lo deliciosamente pictórico. El proyecto adapta las historias El Duro Adiós, La Gran Matanza, Ese Cobarde Bastardo y a modo de prólogo y epílogo El Cliente Siempre Tiene la Razón, pero los guionistas y directores las entrelazan y en ocasiones hasta deconstruyen al más puro estilo Pulp Fiction para darles una solidez narrativa más depurada como conjunto. La elección es del todo acertada porque los aquí adaptados son los mejores arcos argumentales de la colección, sobre todo el protagonizado por John Hartigan, que es mi favorito.




La dirección de Rodríguez (él dominaba la técnica en el proyecto) y Miller (ocupándose principalmente de la escritura y el acabado tonal) ofrece momentos vibrantes en escenas de acción, tiroteos, persecuciones o secuencias sexuales. La voz en off no entorpece o satura el guión, lo enriquece y le da ritmo y el incontable número de personajes que desfila delante de la pantalla es brutalmente fiel a la obra en la que se basa. Huelga decir que el reparto está sencillamente brillante y cohesionado, incluso hay casos en los que pareciera que los actores hubieran nacido para interpretar sus papeles, por su presencia física, lenguaje corporal y por qué no decirlo, también gracias a el maquillaje y la utilización de la impactante dirección de fotografía.




Porque si el acabado técnico o la fidelidad a los cómics es una virtud en Sin City su enormísimo casting no lo es menos. Mickey Rourke se recuperó a la máxima potencia con su papel de Marv en este film, relanzando su carrera. Cierto es que el látex en su rostro ayuda para la caracterización, pero el protagonista de The Wrestler es el personaje de El Duro Adiós al 100%, su rotundidad física, su voz grave y su amenanzante brutalidad dan perfectamente el pego y hacen que su labor sea inolvidable. Clive Owen cumple sobradamente como el carismático y lacónico Dwight y Bruce Willis ofreció su último papel memorable dando vida al íntegro John Hartigan. Pero del reparto me quedo con las féminas sin dudarlo un segundo. La fuerza de Rosario Dawson, los preciosos ojos de Alexis Bledel, le carnalidad de Jamie King, la simpatía de la pobre Birttany Murphy, el mortal toque de Devon Aoki o esa Carla Gugino que me deja completamente extasiado cada vez que la veo en pantalla. Jessica Alba también está en su ambiente como Nancy, pero como actriz casi nunca me convence, esta por desgracia no es una excepción.




Entre los villanos, memorables el Jackie Boy de Benicio del Toro, el Manute del tristemente desaparecido Michael Clarke Duncan, el senador Roark de Powers Boothe (curisosamente muy parecido en el film a cierto ex alcalde marbellí) o Rutger Hauer como el cardenal. Pero me quedo con los dos dementes más remarcables del film y por efecto dominó de los cómics. El brutal caníbal Kevin de un acojonante y casi irreconocible Elijah Wood y el demente pederasta Junior de Nick Stahl, que en la recta final del largometraje y tras su "cambio de imagen" se muestra como el hallazgo técnico más destacable de la velada con ese amarillo lascivo y pervertido que se contrapone con el blanco y negro puro que impera en la pantalla.




Momentos memorables los hay a puñados. El prólogo con Josh  Harnett en el que los directores ponen las cartas sobre la mesa, la primera parte de la historia de Hartigan con la química entre el personaje de Willis y el Bob que borda Michael Madsen, la huída de Marv del motel, su encuentro con el sacerdote interpretado por Frank Miller, cuando culmina su vendetta, seguida esta de su destino final tras ser juzgado. Dwight metiendo la cabeza en el retrete a Jackie Boy, el encuentro entre este último y la Becky de Alexis Bledel que da pie a todo el embrollo, el pasaje en el pozo de brea de Dwight con los terroristas irlandeses y su venganza más tarde con el interpretado por Tommy Flanagan (Braveheart, Gladiator, Hijos de la Anarquía) la conclusión de Ese Cobarde Bastardo, con el regreso de Junior, cuando Nancy reconoce a Hartigan o el clímax en la granja lleno de momentos poderosos e inolvidables como cuando John le quita las dos armas a su enemigo o esa expeditiva resolución final en la que un viejo muere para que una chica joven pueda vivir. Un trato justo.




Adoro una película como Sin City, porque me encantan los cómics que escribió Miller para dar forma a este microcosmos lleno de suciedad, corrupción, poder, sangre, venganza, romance y muerte. Es la única cinta que he ido tres veces a verla al cine y que cada vez que la revisiono la disfruto más (la última ha sido esta mañana). Poco importa que ideológicamente esté practicamente en contra de casi todo lo que me plantea y glorifica Miller, esto es cine de primerísima calidad, genialmenre dirigido, escrito, montado, interpretado y musicado (enorme la banda sonora del mismo cineasta compuesta a seis manos con John Debney y Graeme Revell). Una obra de culto, un regalo para todo amante del cine y los cómics con mente abierta y la mejor obra de un director, Robert Rodríguez, que merece más mérito del que tiene porque siempre hace lo que que quiere, lo hace bien y somos muchos los que lo disfrutamos y se lo agradecemos.




Este 2012 ha empezado la pre producción de Sin City 2: A Dame to Kill For que como bien anuncia su título adaptará el segundo tomo de la colección titulado en España Mataría Por Ella. Miller y Rodríguez se han puesto manos a la obra con un proyecto que va a ser más complicado que el anterior por distintos motivios. El primero es que la historia puede ser algo polémica, porque es la más machista, e incluso adentrándose en cierta misoginia, de las que conforman Sin City. El segundo es que dos de los personajes con más relevancia en el relato son Shellie y Manute, ambos interpretados por dos actores que por desgracia han fallecido. Ardua tarea para los productores el suplantarlos por otros intérpretes, sobre todo al personaje que daba vida el enorme e inolvidable John Coffey de La Milla Verde.




Pero el tercero y más grave es sin lugar a dudas el mismo Frank Miller, por muy duro que suene el comentario. Ese hombre inclinado casi siempre hacia la ultraderecha, pero iconformista que no tenía piedad a la hora de atacar a conservadores y progresistas, políticos o clérigos, que se enfrentaba contra lo establecido, que llamaba a la rebelión, se ha convertido en un rancio carca filofascista, simple (ahí tenemos esa cosa terrible que responde al nombre de Holy Terror) y enfadado pelele al servicio de su país haciendo declaraciones vergonzosas mostrando un desconocimiento brutal de los tiempos en los que vive y mezclando conceptos sociales y políticos que parece desconocer totalmente. Una pena, porque con sus declaraciones personales y útlimas obras como autor (en cine y cómic) está sepultando su merecido buen nombre.




Pero ahora estamos hablando de Sin City, la película, una pieza de lujo, una obra para revisionar incontables veces, para dejarse imbuir por su olor a hemoglobina, perfume de mujer, tabaco, prostíbulo y alcohol. Hombres duros e íntegros, jóvenes luchadoras y hechas a sí mismas, villanos podridos hasta las entrañas, juegos de poder, venganzas, lluvias que preceden a la muerte, crimen, inocencia salvada de las manos de lo impío e historias de amor (porque este sentimiento es el que mueve todos los relatos de esta serie de cómics) arraigadas en una urbe podrida en la que el simple hecho de sobrevivir es un derecho que hay que ganarse día a día. Porque si te metes en un callejón de Sin City puedes encontrar cualquier cosa... cualquier cosa... hasta buen cine.



14 comentarios:

  1. Bueno, no conozco el comic original pero lo cierto es que la película es una delicia estética y una narrativa tremenda. Me gustó mucho y fue con el film que conocí a Rodriguez. Impacta por donde se la mire!
    En cuanto al artículo que te echaste, Dios! inmenso! lo comparto.

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  2. Muchas gracias por tus palabras Pabela.

    Para mí es una película muy especial basada en unos cómics sensacionales que seguro que te gustarían de la misma manera que lo hace la versión cinematográfica. Yo te los recomiendo.

    Un saludo.

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  3. Pues Pabela, si tienes la oportunidad de leerlos, "Ese cobarde bastardo" y "El largo adiós" son realmente las dos obras que merecen la pena. Las obras restantes, o bien son muy irregulares, o bien jamás debieron publicarse.

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  4. El Duro Adiós, no El Largo Adiós, el Largo era el de Raymond Chandler al que homenajea Miller con el título de la historia de Marv, vamos XD

    A mí La Gran Matanza me sigue pareciendo un cómic cojonudo, incluso Mataría Por Ella, que es menor, pero también muy disfrutable. Esos cuatro forman un todo coherente y muy interesante. De lo mejor de Frank Miller.

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  5. Cojonudos son, pero suben y bajan más que una montaña rusa, o por lo menos, ese es el recuerdo que conservo de ellos.

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  6. Mataría Por Ella es el menos compacto, aunque sigue estando muy bien, pero La Gran Matanza está perfectamente narrado y con personajes brillantes, desde los protagonistas a los secundarios. Yo me he releído los cuatro primeros tomos estos días y esa sigue siendo mi impresión.

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  7. grande crítica, como siempre, maestro armin.
    coincido en todo lo referente a la peli. en cuanto a los tebeos, aún no los he leído, tengo desde hace tiempo en la estantería los dos integrales que sacó norma hace ¿un par de años? pero lo he ido dejando y aún los tengo sin tocar, en buena medida por falta de tiempo pero, especialmente, porque casi todo lo que he leído de miller(salvo batman, año uno) no ha terminado estar a la altura de las expectativas. tendré que ponerme con ellos de todos modos, aunque sólo sea para amortizar el gasto.

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  8. Buena compra, sobre todo por los cuatro primeros tomos (que son lo que yo tengo en mi poder) ya me haré con los otros tres. El de Miller es un tema espinoso, aún teniendo obras magistrales como TDK, Año Uno, Born Again, Sin City e incluso 300 que independientemente de su ideología es un còmic en el que artísitcamente toco como autoruna de sus cumbres, para mí siempre ha sido un autor que ha estado unos peldaños por debajo de gente como Moore, Ellis, Morrison o Gaiman, incluso en su mejor época. Es más TDK me parece una obra capital dentro del mundo del moveno arte, pero cuando la gente la compara, en más de un sentido, con Watchmen me da hasta algo de vergüencica. Es más, Año Uno me parece mucho mejor cómic que TDK

    Saludos.

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  9. nunca ha estado entre mis favoritos, aunque tampoco le he leído lo suficiente para juzgar su obra completa; como decía, me gustó mucho en año uno, pero no me gustó nada en ronin ni tampoco en tdk (pese a las buenísimas críticas que siempre ha tenido esta última), después de leer estas dos perdí interés por el autor y le he leído poco, 300 si me gustó (sin city está en la estantería esperando turno) y de su daredevil prácticamente no he leído nada (sólo elektra lives again, que me gustó); me dirás que no tiene perdón que no haya leído el born again, pero siempre lo he ido dejando pasar.
    de holy terror ni hablamos.

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  10. Pues yo te recomiendo Born Again y Sin City, Ronin me gustó bastante (lo tengo en absolute incluso) pero no me vuelve loco, TDK me encanta, pero Año Uno mucho mejor. Sus últimos Batman no me gustan y Holy Terror directamente produce cáncer de ojos al leerlo.

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  11. Ronin fue, a su estilo, pionera en conceptos que luego hemos visto hasta la saciedad (aunque tampoco puede decirse que Miller inventara los mundos virtuales, en su época el tema era bastante novedoso), y gráficamente es espectacular. Otro imprescindible de Miller es su Elektra: Asesina, recientemente reeditado en tomillo deluxe.

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  12. Tomillo (más bien tomaco) que tengo guardado a mi nombre en mi tienda habitual y que iré por él cuando tenga la economía un poco más liberada.

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  13. pues llamadme blasfemo pero, sin negarle méritos, mira que a mí el arte de sienkiewicz en e.a. tampoco me llama nada; no vamos a coincidir siempre (pero casi mejor, que tampoco está la cosa como pa pillar todo lo que sale)
    pd: no soy capaz de asociar una imagen a mi perfil, mierda.

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  14. Yo creo que ilustradores como Bill Sienkiewicz,, Duncan Fegredo o o Dave McKean no son plato del gusto de todo el mundo, es más, a mí antes de meterme bien en el mundillo eran dibujantes que me saturaban y no me agradaban, pero con el paso del tiempo y el rodaje fui descubriendo los matices que tienen en su trazo y hoy día me gustan mucho.

    Ojo, no digo que The Drummer haya dicho que no le guste Sienkiweicz (ha dicho que su trabajo en Elektra Asesina no le convence) por eso he matizado.

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