viernes, 12 de julio de 2013

Pusher III, pater familias



Título Original Pusher III (2005)
Director Nicolas Winding Refn
Guión Nicolas Winding Refn
Actores Zlatko Buric, Marinela Dekic, Ilyas Agac, Gitte Dan, Dan Dommer, Ramadan Huseini, Levino Jensen, Slavko Labovic, Sven Erik Eskeland Larsen, Kujtim Loki, Marek Magierecki, Kurt Nielsen, Susan Petersen, Karsten Schrøder






Tercera y última entrega de la saga Pusher ideada por el cineasta danés Nicolas Winding Refn, Este cierre de la trilogía esta vez está protagonizado por Milo, importante personaje secundario en la primera parte y con simpático cameo en la segunda. El resultado es la peor cinta de las tres, un producto que, al igual que Pusher II, aún funcionando en todos sus apartados transmite una desgana y apatía tal que al espectador no sólo no le importa lo que le suceda a los personajes, sino que desea que algo, lo que sea, tenga lugar dentro de esta historia mortalmente aburrida y desangelada.




Milo es un mafioso serbio afincado en la capital danesa de Copenhage. Hoy es un día especial, ya que su hija Milena cumple 25 años y debe cocinar para todos los invitados. Pero no sólo esta será la preocupación de Milo, también deberá asistir a sesiones de narcóticos anónimos para mantener a raya su adicción por las drogas y así permanecer sobrio durante una fecha tan señalada. Para colmo tendrá que seguir negociando con camellos, mafiosos, narcos y demás escoria que mantienen negocios con él y que parecen querer dar al traste con sus planes para que nada salga mal en la celebración del cumpleaños de Milena.




Pusher III es una cinta que comete el mayor de los pecados cinematográficos, aburrir al espectador. El hastío se hace con el metraje bien pronto cuando Winding Refn nos quiere contar la historia de este Tony Soprano (mucha deuda tiene el director de Bronson con la memorable serie de David Chase) serbio afincado en Dinamarca y con ello paradójicamente no narrarnos nada de interés. Si ya en Pusher II lo que le sucediera al personaje de Tonny nos causaba indiferencia en esta tercera parte lo que pueda pasarle a Milo lo cierto es que nos da absolutamente igual, porque lo que en la primera Pusher era un secundario con encanto aquí es un protagonista que transmite somnolencia.




Zlatko Buric se luce como Milo, lleva todo el peso de la trama en sus hombros y se marca un recital como mafioso cansado y de vuelta de todo que debe soportar a unos socios imbéciles y una hija consentida. Pero es que Winding Refn no sólo traza un guión deficiente, es que directamente parece que no tiene nada que contar y sólo da vueltas y vueltas alrededor de su protagonista a la espera de que cometa algún acto delictivo importante. Cuando el mismo llega está abordado con tal desgana que el espectador lo recibe con apatía, sin importarle lo más mínimo las consecuencias que el mismo pueda producir en Milo o los suyos. Sirva como ejemplo la escena del interrogatorio con el método "submarino" para calibrar el nivel de desinterés de los implicados en el largometraje, hasta el actor que hace de Mohammed transmite sopor sin poner nada de su parte para mostrar angustia cuando lo están torturando.




Winding Refn recupera el naturalismo de la primera entrega con su puesta en escena, deja de lado la ligera experimentación formal de Pusher II (esa que recuperaría años después al menos en Drive y Only God Forgives, con respecto a esta última al menos por lo que se dilucida en sus trailers) y vuelve totalmente a la cámara al hombro del film primigenio pero inyectándole una luminosidad inédita en aquella (más tenebrista) con la que retratar el mórbido ambiente familiar que destila el metraje, ya que Milo no deja de ser un padre de familia cuya única misión es sacar adelante a los suyos, hija y yerno camello incluido, personaje introducido con calzador en la trama criminal (luego olvidado del todo sin motivo aparente) y carente de profundidad por parte del guión.




Aunque el equipo técnico y el artístico cumplan, tengamos referencias a las anteriores entregas de la trilogía como que se confirme que Milo es un pésimo cocinero (ya lo vimos en la primera Pusher) o el regreso del gran Radovan  (el mejor momento del largometraje) con carnicería gratuita y efectista incluida (la escena más destacable del film y no es decir mucho), Pusher III fracasa en su principal cometido, contar algo de interés al espectador. La desgana e insulsez de la trama y su torpe resolución nos hace pensar en que Winding Refn hizo el film por capricho o egolatría (esa que se le atribuye desde hace años, hasta su productora tiene su nombre) o que por el contrario lo realizó por compromiso. Poco importa, si algo nos confirma la obra que nos ocupa es que lo que pudo ser una interesante película en solitario estrenada en 1996 se convirtió por obra y gracia de su creador en una trilogía tan innecesaria como prescindible.



1 comentario:

  1. Pues sí, soy yo que disfruto normalmente este tipo de películas y he salido considerablemente decepcionado imagínate tú que no te llama nada el argumento.

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