"Los súper matan a cientos de personas al año como daños colaterales. Ahí es donde entramos en juego los Chicos y yo"
Cuando a finales del año 2017 saltó la noticia de que la plataforma de streaming Amazon Prime Video iba a contratar los servicios de Seth Rogen y Evan Goldberg para adaptar el cómic The Boys, escrito por Garth Ennis y dibujado por Darick Robertson para Wildstorm Studios y Dynamite Entertainment, debo admitir que no fue precisamente alegría lo que experimenté. Por aquel entonces ya había visto dos temporadas de la serie Preacher, otra traslación de un cómic del guionista irlandés impulsada por la misma pareja, y ya quedaba patente la escasa fidelidad hacia el material de partida y la ineficacia a la hora de explotar adecuadamente la icónica historia de Jesse Custer, Tulip O’Hare y Proinsias Cassidy publicada en el sello Vertigo de DC Comics. Un servidor pensaba que al igual que con el producto protagonizado por Dominic Cooper, Ruth Negga y Joe Gilgun iban a escamotear la violencia, el sexo y los diálogos irreverentes en favor de crear un producto más accesible para el público. Poco a poco se fueron confirmando nuevos nombres vinculados a esta The Boys audiovisual. Eric Kripke (Supernatural) se sumaba como tercer showrunner al proyecto, Karl Urban daría vida a Billy Butcher y Simon Pegg interpretaría al padre de Hughie como guiño a los cómics, ya que en las viñetas dicho personaje tenía los rasgos físicos del actor británico. Mi primer voto de confianza hacia la serie llegó con el teaser, que revelaba poco, pero parecía captar el mensaje de la obra en papel. Los siguientes trailers ya mostraban de manera explícita pasajes gore, diálogos muy ácidos propios de las correrías de The Boys y una acertada caracterización de los protagonistas. Finalmente el pasado día 26 Amazon Prime Video subió los ocho episodios de los que consta la primera temporada a su catálogo y lo cierto es que el resultado no es perfecto, pero sí muy satisfactorio a distintos niveles y sorprendente en no pocos aspectos.
The Boys se estructura siguiendo, en cierta manera, los patrones de los tres primeros arcos argumentales del cómic. De hecho los capítulos comparten títulos de los distintos números de la colección. El doble punto de arranque es el mismo que en la obra de Ennis y Robertson y con ellos se ahonda en la vida tanto de los Boys como de los superhéroes. Por un lado seguimos los pasos de Hughie (Jack Quaid), que al ver morir de manera accidental a su novia a manos del superhéroe A-Train es reclutado por un supuesto agente del FBI llamado Billy Butcher (Karl Urban) para formar parte de un grupo que se dedica a detener a los empijamados y que también contará en sus filas con Frenchie (Tomer Capon), Mother’s Milk (Laz Alonso) y the Female (Karen Fukuhara). Por otro acompañamos a Starlight (Erin Moriarity), nueva incorporación a The Seven, el grupo de supers más importante de la historia y propiedad de la compañía Vought Corporation dirigida por Madelyn Stillwell (Elisabeth Shue). The Seven están formados por Queen Maeve (Dominique McElligott), Black Noir (Nathan Mitchell), The Deep (Chace Crawford), A-Train (Jessie T. Usher), Translucent (Alex Hassell) y Homelander (Antony Starr), el miembro más destacado del grupo y superhéroe más poderoso del planeta.
Los responsables de la serie de The Boys han sabido extrapolar fielmente el microcosmos expuesto por Garth Ennis y Darick Robertson en los cómics retratando un mundo en el que los superheróes campan a sus anchas dando muestras de soberbia, enfermizas parafilias sexuales y adicción al Compuesto V, el mismo que les proporciona sus poderes sobrenaturales y que, a diferencia de las viñetas, aquí no es consumido por los Boys, aunque sí fue inoculado a the Female. En este contexto la serie se hace fuerte a la hora de utilizar a los superheróes como una necesaria fuerza incontrolable en la que se antepone la defensa o seguridad nacional las libertades más básicas del ciudadano estadounidense. Un servidor creía que Kripke, Rogen y Goldberg no iban a atreverse a incluir lo de la reformulación del 11S del cómic y aunque no se localiza la acción en tan trágica fecha sí acontece en la temporada, convirtiéndose en uno de los pasajes más potentes e intensos de la serie, definiendo de manera impoluta la personalidad del que se ha revelado como el mejor rol del show al que volveremos un poco más tarde.
Otro punto a favor de la serie es el acierto a la hora de diseñar, a partir de la escritura y con la complicidad del reparto, las relaciones interpersonales de los Boys siendo, una vez más, dignas del material publicado por Wildstorm Studios y Dynamite Entertainment. Aunque el génesis del grupo es diferente al original, aquí Female es la última incorporación al quinteto, y se añaden elementos narrativos de cosecha propia el resultado deja satisfecho tanto al espectador casual como al fan de los cómics. Butcher ejerciendo como líder con un oculto lado oscuro, Mother’s Milk tomando el rol de brújula moral o Hughie como pobre hombre superado por la situación en la que se ve inmerso y con el handicap añadido de estar enamorado de una superheróina con la que le emparentan muchos paralelismos personales y profesionales. Pero es la química entre Frenchie y Female, ya mi favorita en el tebeo, la más satisfactoria en este sentido. Aunque se ha reducido el nivel de demencia de ambos personajes, bastante más psicópatas en sus contrapartidas nacidas y desarrolladas en las viñetas.
La factura técnica es sorprendentemente buena y se aleja bastante de la ejecución, más bien ramplona, del resto de series centradas en personajes de cómic. Contando con una realización de proporciones casi cinematográficas cuya responsabilidad recae en directores con alguna obra reciente destacable como Dan Trachtenberg (Calle Cloverfild 10) o veteranos en realización televisiva como Daniel Attias (The Wire, Six Feet Under, True Detective) a lo largo y ancho de la temporada desfilan tiroteos, peleas, persecuciones, secuencias en las que los superhéroes vuelan o hacen un uso desproporcionado de sus especiales dotes y todo regado con hemoglobina y vísceras. Sin llegar a los límites delirantes de la obra en papel, pero dejando poco en el tintero en cuanto a explicitud o barbarie y sólo mostrándose algo menos gráficos con la sexualidad. Ese apartado técnico sólo ha dado leves muestras de hasta donde puede llegar ya que si en la segunda temporada los Boys comienzan a consumir también el Compuesto V la acción puede tomar un cariz desproporcionado más acorde con la impronta de Garth Ennis y Darick Robertson.
En lo referido al reparto encontramos no pocos hallazgos y algunas decisiones de casting dignas de alabanza. A Karl Urban el papel de Butcher le sienta como un guante, ya que tiene la presencia, el carisma y la mirada demente que acompaña al personaje. Jake Quaid, hijo de Meg Ryan y Dennis Quaid, cumple transmitiendo la inseguridad y bisoñez de Hughie y el resto de componentes de los Boys (Tomer Capon, Laz Alonso y Karen Fukuhara) representan adecuadamente a unas criaturas con las que todavía se están familiarizando. Muy buena labor también de Erin Moriarty como Annie Jannuary/Starlight con la que los showrunners han creado unos vínculos muy interesantes con el actual Hollywood y el impacto de movimientos como el #MeToo. Pero si hay un actor que destaca en el elenco principal ese es Antoy Starr dando vida a Homelander. El supuesto superhéroe más íntegro del planeta, esa mezcla entre lo mejor de Superman y el Capitán América, es una bomba de relojería voladora. Un ser sobrehumano amenazante que puede intimidar al prójimo sin necesidad de hacer uso de sus poderes, sólo con una mirada o un diálogo a media voz corporeizando a un demente capaz de manipular, extorsionar y masacrar a decenas de personas sin titubear. Portentosa labor la del actor de Banshee que se ve enriquecida por su tour de force con la Madelyn Stillwell de una no menos brillante Elisabeth Shue felizmente recupera para el medio audiovisual.
Al igual que sucedió en su momento en el mundo del cómic se agradece que un medio audiovisual tan saturado de obras de ficción dedicadas a ensalzar las figuras de nuestros superhéroes más conocidos también facture proyectos como The Boys en los que se pone en entredicho su legado e iconicidad aunque sea por medio de sosias de distinto pelaje. Seth Rogen y Evan Goldberg han aprendido de sus errores, seguramente la presencia de un veterano como Eric Kripke también haya influido, y a la hora de adaptar el cómic de Garth Ennis y Darick Robertson no han mirado por encima del hombro ni al material original ni al discurso de dichos autores como sí aconteció con Preacher. Por todo ello y varias virtudes más que hemos ido enumerando podemos considerar The Boys como una de las sorpresas del año en lo referido a adaptaciones de cómics a cine o series. Un Producto que no sólo funciona magníficamente en su primera temporada, sino que asienta las bases de una segunda en la que sus máximos responsables podrán explotar todo el potencial de una propuesta tan inusual como necesaria y a ser posible trayéndonos a secundarios como Terror, Legend, Tek Knight o Love Sausage.
Reseña publicada originalmente en Zona Negativa.
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