sábado, 30 de mayo de 2020

Tyler Rake, salario para matar



Título Original Extraction (2020)
Director Sam Hargrave
Guión Joe Russo, basado en el cómic de Anthony Russo, Joe Russo, Ande Parks, Fernando León González
Reparto Chris Hemsworth, David Harbour, Golshifteh Farahani, Chris Jai Alex, Patrick Newall, Rayna Campbell, Derek Luke, Randeep Hooda, Marc Donato, Pankaj Tripathy, Geetanjali, Hays Wellford




Si hay algo que el estreno de la saga John Wick puso de moda en Hollywood, además de a un felizmente recuperado Keanu Reeves en plena forma a sus más de cincuenta años, es contratar los servicios de directores de segunda unidad o especialistas en escenas de riesgo para rodar películas de acción. Chad Stahelski y David Leitch fueron pioneros a este respecto, no sólo ya con la potente franquicia dedicada a “Baba Yaga”, sino también con otros largometrajes como Atomic Blonde o Deadpool 2 en los que se notaba la presencia de profesionales curtidos de primera mano a la hora de facturar secuencias espectaculares en las que tiroteos, persecuciones o peleas cuerpo a cuerpo copaban gran protagonismo. A estos dos cineastas se suma ahora Sam Hargrave que después de haberse visto implicado en las modalidades previamente apuntadas dentro de numerosas muestras dentro el cine de superhéroes tanto de Marvel como de DC e incluso en producciones ajenas al mundo de las viñetas como Warrior, la saga de Los Juegos del Hambre o El Contable debuta ahora detrás de las cámaras con un producto nacido en el seno de la plataforma de streaming Netflix, pero impulsado por los hermanos Anthony y Joe Russo con los que Hargrave ha colaborado en todos sus proyectos dentro del Marvel Studios. Lo más curioso con un caso como el de Tyler Rake, Extraction en su idioma original, es que con él no nos alejamos del mundo del cómic ya que contra todo pronóstico estamos hablando de la adaptación de una historia que en su origen nació en las viñetas, algo no sabido por muchos.




Tyler Rake está basada, muy libremente, en el cómic Ciudad publicado en 2014 por la editorial Oni Press con guión de Anthony Russo, Joe Russo y Ande Parks y dibujo del argentino Fernando León González. Los mismos hermanos Russo se ocupan de la producción de la película, como ya hicieron en el pasado 2019 con Manhattan Sin Salida (21, Bridges), que cuenta con guión de Joe y en su reparto con Chris Hemsworth como cabeza más reconocible, junto a David Harbour (Stranger Things, Hellboy) en un breve papel, dentro de un casting mayoritariamente hindú, algo lógico si tenemos en cuenta que la trama se desarrolla en Dhaka, Bangladés. Tyler Rake es un mercenario australiano que se vende al mejor postor en el mercado negro viéndose envuelto en el rescate del hijo adolescente de un importante capo de la mafia india que se encuentra en prisión. Este es el convencional punto de partida de la obra que nos recuerda a otras de un corte parecido como El Fuego de la Venganza (Man on Fire, 2004), una de las últimas obras del tristemente desaparecido Tony Scott con Denzel Washington como protagonista, un remake de la película francesa homónima rodada por Elie Chouraqui en 1987 con Scott Glenn en el papel principal y a su vez traslación a imágenes de una novela escrita por A.J. Quinnel.




La ópera prima en la dirección de Sam Hargrave está a la altura de las expectativas depositadas en ella si lo que esperábamos de su propuesta era una película con acción visceral, cruenta y seca protagonizando la mayor parte de su generoso metraje. En ese aspecto el director estadounidense cumple sobradamente a la hora de aprovechar hasta lo paroxista los holgados medios que Netflix ha puesto a su disposición para cumplir su cometido. De manera que al igual que sucediera con los ya citados David Leitch y Chad Stahelski al director de Tyler Rake se le notan los años de profesionalidad componiendo impresionantes pasajes en los que la violencia explota salpicando a la pantalla con metralla y hemoglobina. Sirva como ejemplo la escena más alabada y comentada del film, ese plano secuencia trucado centrado en la huida de los personajes de Chris Hemsworth y Rudhraksh Jaiswal en el que la cámara corre, vuela, se arrastra o ejecuta movimientos imposibles entrando y saliendo del coche de los protagonistas mediante varios cortes camuflados y notorios retoques digitales que ayudan, por un lado, a inyectar cuantiosas dosis de adrenalina al pasaje en concreto y por otro delatar la naturaleza algo artificiosa de lo que no deja de ser un alarde técnico tan innecesario como técnicamente epatante.




Esta es la tónica habitual en Tyler Rake, balas, explosiones y litros de sangre arrojados contra el espectador para mantener un ritmo endiablado impidiendo que en casi todo momento seamos conscientes de la endeblez del guión de Joe Russo, apenas un esbozo en el que no acontece nada que no sea una eterna huida por parte de los dos personajes principales y algunos de los secundarios. No vamos a afirmar que un largometraje como el de Sam Hargrave requiera un guión más elaborado, porque no lo necesita, pero es el mismo Joe Russo el que con su labor a la escritura ha demostrado no estar muy seguro de ello. Hay en Extraction una innecesaria inclinación por dar cierta profundidad tanto al personaje principal como a la relación paternofilial que surge entre él y su protegido. Todos estos pasajes en los que la obra trata de adentrarse en los traumas de Tyler y en cómo su conexión emocional con Ovi encuentra paralelismos con una persona de su pasado no sólo está acometida de manera bastante plana a lo largo del metraje, también aporta poco a una trama que en esos momentos calmados con prescindibles diálogos cercanos a la sensiblería está pidiendo a gritos más secuencias de acción demencialmente realizadas.




Es un hecho prácticamente contrastando que Chris Hemsworth es un actor con notables limitaciones interpretativas, pero su recorrido de casi diez años como el Dios del Trueno en el Universo Cinematográfico Marvel ha ido aportándole carisma, presencia y un sentido del humor que para algunos tornó en excesivo en piezas tan bien valoradas como Thor: Ragnarok. De manera paralela ha ido incursionando en otras producciones de acción como 12 Valientes (Nicolai Fuglsig, 2018), Blackhat (Michael Mann, 2016) o el remake de Amanecer Rojo (Dan Bradley, 2012) que le han servido para acometer su papel en Extraction, el más físico de toda su carrera. Como era de esperar el australiano aprovecha su corpulencia y excelente fisionomía para entregarse sin miramientos a la bacanal de golpes, disparos, mutilaciones y huesos rotos que le propone Sam Hargrave siendo él el epicentro de prácticamente todas las secuencias de acción del metraje recurriendo sólo en contadas ocasiones a especialistas en escenas de riesgo. El único miembro del reparto que le hace algo de sombra es el actor hindú Randeep Hooda, interpretando el rol de Saju, que acapara algunas de las que no están centradas en el actor de Thor: El Mundo Oscuro o Vengadores: Infinity War.




Tyler Rake no sólo se revela como uno de las producciones de acción más efectivas y entretenidas del actual catálogo de Netflix, también confirma la reciente tendencia de dejar en manos de verdaderos profesionales un tipo de cine necesitado de aquellos que empezaron delante de las cámaras jugándose la vida para facturarlo con altos niveles de calidad. No vamos a elogiar más de lo excesivo un proyecto en el que Anthony y Joe Russo han ideado un guión, basado en su propio cómic, repleto de lugares comunes, héroes duros y villanos de opereta, pero en lo referido a la factura técnica, en la que ya hemos incidido numerosas veces a lo largo de la entrada, todos los elogios que reciba la cinta de Sam Hargrave serán bien merecidos. Una nueva entrega de John Wick, la confirmación de la secuela de Atomic Blonde o la posibilidad de que David Leitch se encargue también de la futura Deadpool 3 no dejan de ser buenas noticias con respecto a que Hollywood siga esta buena racha a la que se suma Extraction y que seguramente Netflix seguirá explotando en un futuro próximo. Esperemos que cuando toda esta crisis sanitaria a nivel mundial pase puedan retomarse los rodajes de este tipo de producciones tan ligeras como disfrutables en las que, por otro lado, Corea del Sur o Indonesia van cientos de pasos por delante de un cine estadounidense que no deja de reflerjarse en dichos países para ejecutar thrillers como el que nos ocupa en esta entrada.




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