domingo, 18 de septiembre de 2016

Preacher: Temporada 1, del infierno a Texas



"¡Jesús! ¿Qué clase de predicador eres tú?"





Fue en el año 1995 cuando el mundo conoció a Jesse Custer. Tras su paso por la colección Hellblazer, protagonizada por el nigromante John Constantine, el guionista irlandés Garth Ennis y el dibujante inglés Steve Dillon fueron solicitados por la añorada editora ejecutiva de la línea Vertigo de DC, Karen Berger, para idear una nueva serie. Predicador era un road cómic (como recordaba nuestro antiguo compañero José Torralba en su magnífica reseña de la obra) con aroma de western en el que un predicador de Texas llamado Jesse Custer, que se encontraba poseído por la entidad divina Génesis, nacida de la copula ente un ángel y un demonio, se embarcaba en un viaje a lo largo y ancho de Estados Unidos en busca de Dios con su antigua novia Tulip y un vampiro irlándes llamado Cassidy. Este peculiar trío tenía la misión de dar con el Altísimo para poder ajustar cuentas con él, pero en el proceso ellos fueron a su vez perseguidos por personajes secundarios como Herr Star, miembro de una organización llamada el Grial, Caraculo (“Arseface” en el idioma original) un chico con la cara deforme que intentó suicidarse infructuosamente imitando a su ídilo musical, Kurt Cobain y el Santo de los Asesinos, un cowboy “muerto viviente” cuya única misión, lanzada desde el mismo Cielo, era eliminar a Custer. Durante sesenta y seis números, algunos especiales y un recorrido de cinco años de vida editorial Predicador se convirtió en una de las series más icónicas de Vertigo, uno de los cómics más alabados y vendidos de los años 90 y para muchos fans de Ennis y Dillon la opus magna de los autores de War Stories, Hitman, Juez Dredd o Punisher. El éxito del viaje físico y existencial de Jesse Custer, Tulip O’Hare y Proinsias Cassidy fua tan grande que durante años, y como la tradición de Hollywood manda, el proyecto de su adaptación cinematográfica o catódica se hizo eco dentro de los círculos del fandom.





Después de barajarse con el proyecto nombres como los Robert Rodríguez, Kevin Smith o Sam Mendes fueron el actor Seth Rogen (The Interview, This is the End) y los guionistas Evan Goldberg (The Green Hornet, Superbad) y Sam Catlin (Breaking Bad) los encargados de adaptar el cómic de Garth Ennis y Steve Dillon (con la aparición de estos como co productores ejecutivos) a la televisión por medio de la cadena de pago AMC, responsable de éxitos como la ya mencionada odisea metanfetamínica de Walter White y Jesse Pinkman, Mad Men o la traslación a imágenes del célebre colección The Walking Dead ideada por Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlard para el la editorial Image. Precisamente esta versión catódica de la colección conocida en España como Los Muertos Vivientes, que a día de es un innegable éxito de público a nivel mundial, que se desvincula bastante de su base original en viñetas, nos hacía temer que en esta ocasión los jefazos de la AMC volvieran a realizar una traslación poco fiel a lo que el sello Vertigo nos ofreció durante un lustro. Por desgracia nuestros temores se confirmaron con el competente, pero despersonalizado, episodio piloto dirigido por Seth Rogen y Evan Goldberg y a su vez escrito por Sam Catlin. Ideas como la polémica con el casting de la serie que no a todo el mundo convenció o el hecho de que a pesar de ser un canal por pago la AMC es uno de los más restrictivos con el sexo y el lenguaje malsonante (lo de la violencia ya es otro asunto y ahí no encontramos carencia alguna, por supuesto) que abundan en la obra de Ennis y Dillon quedaron en un segundo plano cuando al arranque de la serie vimos que lo acontecido en pantalla poco tenía que ver con los cómics.




Digámoslo sin paños calientes, la primera temporada de Preacher no es lo que esperábamos, no tanto como serie que como adaptación de la obra de Garth Ennis y Steve Dillon, y el desarrollo de los diez episodios que la conforman no está a la altura de las (no pocas) expectativas que habíamos depositado en el proyecto después de tantos años de idas y venidas para sacarlo adelante. Esta tanda inicial de capítulos ha sido abordada por Sam Catlin, Seth Rogen y Evan Goldberg como un “Jesse Custer: Año Cero”, una precuela de lo que acontece en el número uno de la colección de cómics publicada por Vertigo hace poco más de dos décadas. La idea no es mala, el hecho de que el espectador neófito y el que conoce las aventuras en viñetas tenga tiempo para conocer a los personajes que van a poblar esta aventura sobre amistad, fe, amor, perversión, violencia y muerte es un acierto, pero la duración que se toman para llevar a buen puerto dicha empresa es lo que la hiere de gravedad. Casi diez horas de metraje utilizan los creadores de la versión catódica de Preacher para narrar lo que podían haber despachado, puede que no sólo en el piloto, pero sí en dos o tres entregas. Por culpa de dedicar una decena de episodios a conocer a los protagonistas y al resto de habitantes de Anneville la primera temporada de la serie de AMC se pierde en una gran cantidad de subtramas innecesarias, inadecuadamente escritas y planteadas y que más que reforzar la historia central que vertebra el producto la perjudican por culpa de una dispersión narrativa que da muestra de cierta bisoñez por parte de los ideólogos de la obra.




Porque si eludimos lo evidente y vamos más allá de la verdad irrefutable que confirma a esta primera temporada de Preacher como una serie de televisión en la que sus responsables han cogido a los personajes creados por los autores de Hellblazer y han hecho con ellos y sus aventuras lo que les ha dado la gana obviando el poderoso material en papel que nació en las oficinas de Vertigo no podemos pasar por alto que estos primeros diez episodios contienen una irregularidad narrativa bastante notable. La muestra más fehaciente de esta descompensación en la escritura de Preacher queda patente en cómo están abordados los flashbacks que narran el origen del Santo de los Asesinos. Estos pasajes, utilizados sin una cadencia regular en los “cold opening” de varios episodios, más que facilitar información sobre el personaje y cuál será su implicación con las correrías de Jesse Custer y sus amigos sólo acrecienta la incertidumbre sobre su presencia en la serie, incluso para el lector del cómic que conoce a la versión en viñetas del rol lo que acontece en pantalla no puede hacer otra cosa que desconcertarle. Un ejemplo más sangrante todavía es el del arranque del episodio 1×09, Finish the Song, que contiene la mejor escena de acción de toda la temporada (la del Santo de los Asesinos en el saloon) para después ser utilizada de manera repetitiva y machacona hasta hacer desparecer las virtudes que la convertian en un pasaje memorable. Pues algo parecido sucede con el devenir de la serie y el estancamiento argumental en el que se asienta el personaje de un Jesse Custer obsesionado con encarrilar a su rebaño por medio de la fe y la sumisión al altísimo, haciendo uso, en no pocas ocasiones, de la famosa “La Palabra de Dios” que le proporciona Génesis y con la que puede controlar la voluntad del prójimo.




Esta falta de cohesión en la escritura de la serie es un fallo incluso más grave que la escasa fidelidad hacia el material de partida. Porque si el proyecto está sólidamente escrito, su narración adecuadamente estructurada y el desarrollo de las distintas tramas mantienen un equilibrio y equidad coherentes puede que no nos encontremos con una “buena adaptación de un cómic”, pero sí con una “buena serie de televisión”. Con esta afirmación no quiero dar por sentado que Preacher es una mala ficción, es un producto competentemente realizado y con un reparto muy solvente, pero sus creadores titubean demasiado a la hora de dar peso al relato que quieren contar, son demasiadas subidas y bajadas, momentos potentes y bien ejecutados alternándose con otros innecesarios, alargados o póbremente ideados y en ese sentido el conjunto de la serie se resiente, dando muestras de que Catlin, Rogen y Goldberg todavía no saben qué quieren hacer con su criatura y hacía donde quieren encarrilarla. Esto en pantalla se deja notar considerablemente y esa incoherencia interna de la historia a veces lo tiene fácil para que no pocos espectadores se salgan de la serie, no sólo por la irregularidad del guión de la propuesta, sino por la confusión que esta manera inadecuada de abordar las pequeñas historias que rodean a la central protagonizada por Jesse, Tulip y Cassidy pueda despertar en la persona que trate de engancharse al producto ideado por la cadena AMC. Esto queda patente cuando vemos que mientras las subtramas de Caraculo y el sheriff Root, la de Odin Quincannon o la que implica al Santo de los Inocentes (que a pesar de estar estructurada de manera deficiente en el conjunto del producto es bastante potente) atraen la atención de la audiencia otras como la de Donnie Schenk y su esposa Betsy son totalmente prescindibles y aportan poco al producto.




Aunque en su momento dio pie a cierta polémica el reparto de actores es el punto más fuerte de Preacher. La elección de casting con los tres personajes principales ha sido un acierto, aunque vaya por delante que todavía están lejos de ser (si algún día llegan a serlo) adecuados émulos de sus versiones en viñetas. Vaya por delante que Dominic Cooper no es la mejor elección para dar vida a Jesse Custer, algo que quedaba más o menos confirmado en los primeros episodios cuando lo veíamos abordar su rol de manera poco convincente. Por suerte el británico poco a poco se ha ido haciendo con su criatura y a estas alturas consigue transmitir la chulería, la integridad y la fuerza que se le exigía a su protagonista. Joseph Gilgun está enorme como Cassidy, aunque todavía no llega a las cotas de amoralidad necesarias sabe captar en gran parte el tono macarra y descerebrado que conocemos de las viñetas protagonziando algunos de los momentos más cómicos de la serie. Pero del trío principal un servidor se queda con la Tulip de una soberbia Ruth Negga, que si bien se distancia bastante de la de los cómics es abordada por la actriz con una combinación incontestable de elegancia, sensualidad, fuerza y carisma. Dentro de los secundarios es inevitable no enamorarse del Caraculo de Ian Colletti, un personaje entrañable y trágico que carece del aire de sorna y humor negro con el que lo retrataron Ennis y Dillon, aunque eso no es óbice para que se gane el corazón del respetable. W. Earle Brown tira de profesionalidad para dar vida al sheriff Root, Lucy Griffiths apela a la sencillez como Emily y Toom Brooke y Anatol Yusef basculan entra la simpatía y lo irritante como Fiore y Deblanc. Pero es Jackie Earle Haley el secundario robaescenas, ya que cada vez que su Odin Quincannon aparece en escena sabemos que alguna burrada pasada de rosca va a suceder y el Rorschach de la adaptación cinematográfica de Watchmen no nos decepciona. De Graham McTavish como el Santo de los Asesinos poco puedo decir, tiene la presencia y el físico, pero hasta el penúltimo episodio no pude verle la cara, de modo que poco más puedo evaluar de su labor en el reparto.




A pesar de que Seth Rogen, Evan Goldberg y Sam Catlin han afirmado que a partir de la segunda temporada serán fieles a todo lo que aconteció en los cómics de Garth Ennis y Steve Dillon al espectador le queda tras ver esta primera temporada de Preacher la sensación de que se ha desperdiciado la oportunidad de haber realizado una serie brillante desde su mismo arranque en la parrilla televisiva norteamericana. Por ahora este producto de la AMC no pasa de lo correcto y aunque desde su inicio trató de entregarse a la originalidad, la no transitación por caminos mil veces recorridos por otros programas de ficción y el retrato de unos personajes que eluden con suma facilidad los clichés más manidos del género (casi) nada del descaro, la blasfemia, el humor cafre, la violencia explícita y el sexo enfermizo regado con whisky, sangre, nicotina y decorados con diálogos ágiles puramente tarantinianos (lo más cerca a eso en la serie de tv es la obsesión de Cassidy con que El Gran Lebowski de los hermanos Coen es una mala película) y una visión crítica de la América Profunda que poblaban la colección de la línea Vertigo podemos ver en estos diez primeros episodios. Es un fallo mayúsculo haber dedicado una temporada completa a perfilar unos personajes en un contexto que necesitaba haber sido mejor elaborado y desarrollado en el guión, para después convencernos de que esperemos un poco más para que la serie arranque totalmente para ser el producto notable que todo esperábamos que fuera. A pesar de contener tantos fallos como virtudes Preacher es una serie que atesora un considerable potencial que si es convincentemente abordado pueda dar forma a una gran propuesta y una adaptación notable del viaje físico y existencial de Jesse Custer y sus amigos, pero por ahora nuestro entusiasmo queda bastante atenuado hasta que veamos lo que sucede el año que viene cuando llegue la segunda tanda de episodios.


1 comentario:

  1. Reseña publicada originalmente en Zona Negativa

    http://www.zonanegativa.com/znseries-preacher-primera-temporada/

    ResponderEliminar