martes, 28 de julio de 2015

Inside Out (Del Revés)



Título Original Inside Out (2015)
Director Pete Docter y Ronnie Del Carmen
Guión Michael Arndt y Pete Docter




Después de un año de barbecho y habiendo ofrecido como última obra aquella entrañable pero acomodaticia precuela llamada Monstruos University de 2013 la factoría Pixar comandada por John Lasseter (uno de sus fundadores junto al fallecido Steve Jobs o Ed Catmull entre otros) vuelve este 2015 con dos estrenos. El segundo se llama The Good Dinosaur, lo dirige el animador, doblador y cineasta Peter Sohn y verá la luz en el mes de Noviembre en Estados Unidos. El primero, Inside Out (titulada Del Revés en España) es el que nos ocupa, fue presentado fuera de concurso con un rotundo éxito en el pasado Festival de Cannes y está realizado al alimón por el habitual de la casa Pete Docter (Up, Monstruos S.A) y el debutante Ronnie del Carmen, ilustrador y guionista filipino también colaborador en la casa del flexo Luxo. Aquel recibimiento cálido en el festival francés se ha extendido a lo largo de todo el globo tras la puesta internacional del largometraje recibiendo incontables alabanzas que aseguraban que nos encontrábamos no sólo ante una obra maestra incontestable sino también con la mejor película salida de la productora que ha salvado en un par de ocasiones la vida a la Disney. El que suscribe ha encontrado en Inside Out un proyecto delicioso, una producción muy del estilo Pixar con la siempre sana intención de contentar a grandes y pequeños, ofreciendo reflexiones adultas a los primeros y humor, amor, drama, un mensaje bienintencionado y personajes carsimáticos a los segundos. Una pieza que no desentona en absoluto con sus hermanas mayores protagonizadas por juguetes, insectos, ancianos, monstruos o superhéroes, pero que no se revela como la impresionante cinta de animación que la mayoría del público y la crítica ha elevado a los altares de manera demasiado inmediata.




Inside Out nace de una experiencia personal del director Pete Docter cuando vio como su habitualmente feliz hija se volvió una persona melancólica y algo triste en la adolescencia e interesándose él como padre sobre qué es lo que pasaba por la cabeza de la niña para así poder actuar en consecuencia. Con este punto de partida el realizador junto a sus colaboradores Ronnie Del Carmen en la dirección y Michael Arndt en el guión tejen una trama en la que el núcleo central de la historia son los sentimientos que pueblan la mente de la pequeña Riley desde su mismo nacimiento. Alegría, Tristeza, Miedo, Asco e Ira se ocupan de los estados de ánimo de la niña ya adentrada en su adolescencia, almacenando todos los recuerdos que estos le producen y dando un lugar de honor a los llamados “recuerdos elementales” que son por los que Riley siente más cariño y que son en su mayoría felices. Tras una serie de malas noticias la familia de Riley se muda de Minnesota a San Francisco y la chica comenzará a experimentar una sensación de tristeza debida a ciertos “actos irregulares” por parte del sentimiento homónimo dando pie a sembrar cierto caos en la mente de su anfitriona que deparará más de un quebradero de cabeza y algún momento de peligroso desbarajuste. Hasta aquí lo que tenemos es la idea más original salida de una producción de la Pixar, una excusa narrativa que nos retrotrae a productos tan dispares como la serie animada Érase Una Vez la Vida (todo lo que acontece en la mente de la protagonista representado por medio de simpáticas criaturas) Minority Report (esos recuerdos en forma de esferas de cristal coloreado que nos recuerdan a las que daban nombre a los futuros asesinos por medio de los Precogs en la brillante adaptación que Steven Spielberg hizo del relato corto de Philip K. Dick) o el serial catódico Fraggle Rock (con los obreros que trabajan en las distintas islas y que se diferencian poco de los Curris de aquel programa nacido de la factoria Henson) alumbrando el producto estilístico y visual más arriesgado de la productora absorbida por Disney hace ocho años.




Lo más curioso es que el guión de Inside Out recurre a toda esta idea argumental de corporeizar los sentimientos para magnificar y mejorar una trama de telefilme de sobremesa típico en el que la chica o chico estadounidense tiene que enfrentarse a los cambios que suponen empezar una nueva vida en otra ciudad con todo lo que ello implica con respecto a crear nuevas amistades o mantener las antiguas en la distancia, comenzar clases en un colegio extraño y encajar allí o buscar cómplices para ejercer sus aficiones favoritas, hockey en el caso que nos ocupa. Por suerte Docter, Del Carmen y Arndt se entregan a una imaginería infinita en la que los sentimientos que habitan en Riley se sustentan para presentar al espectador un microcosmos riquísimo llevado a la pantalla por medio de una plasticidad notable con una minuciosidad técnica y artística que va desde la textura del diseño de los personajes principales hasta el barroquismo desatado al que podemos asistir en las distintas islas (la de la Familia, la de las Payasadas, la de la Amistad…) que edifican la mente de la protagonista o ese laberíntico almacén en el que se encuentran todos los recuerdos de Riley desde su nacimiento. Por descontado que también todos esos sentimientos están perfilados de manera que sus propios nombres definan sus actos y personalidades, pero todos ellos destilan carisma y simpatía y están tan sabiamente abordados por medio de la escritura y la realización como para que varios de sus actos, errores o comportamientos impulsivos tengan su representación en la realidad de Riley con sensaciones que van desde la melancolia, la ironía, el sonrojo o finalmente la nostalgia. Con este tablero en el que la alegoría, la simbología y los juegos de espejos se convierten en las fichas de juego de la producción sus autores pueden permitirse momentos brillantes como aquel en el que Ira, Asco o Miedo deben hacerse pasar por Alegría dando lugar a momentos descacharrantes en la tensa cena familiar en la que por un momento también nos metemos en la mente de los progenitores de Riley.




El problema es que las cabezas pensantes detrás de Inside Out son conscientes del potencial sentimental (nunca mejor dicho) del producto que tienen en sus manos y al centrarse en ofrecer profundidad a la historia por medio de los personajes principales (los humanos y los que habitan en la mente de Riley) que la pueblan para dar forma a algunos pasajes de un dramatismo más que notable (la presentación de la protagonista en su nueva clase, la última escena protagonizada por el entrañable aunque algo cargante Bing Bong, la confesión final) olvidan aumentar las dosis de humor, gags y situaciones humorísticas del producto, como los que sí aparecen en los títulos de crédito finales del film. Porque para el que suscribe una de las señas de identidad de las producciones Pixar, más allá de su innegable calidad en todos sus apartados, es una comicidad desatada que en ocasiones incitaba a la más estruendosa carcajada (recuerdo llorar de la risa viendo a Dory hablar balleno en Buscando a Nemo o a la madre de Scott escuchando Island del grupo de metal progresivo Mastodon en la radio de su coche en un pasaje de Monstruos University, por poner dos ejemplos al azar) algo que evidentemente no escasea en el último proyecto de Pixar, nada más lejos de eso, pero que sí se ha dosificado en demasía. Aunque hay momentos divertidos y pasajes que bordean lo descacharrante (un servidor siente predilección por la negatividad de Tristeza) a Inside Out le hacen falta situaciones de humor más primario, aquel deudor del slapstick, de Tex Avery, Buster Keaton o Charles Chaplin, el que hace reír tanto al niño como al adulto y que ha sido siempre habitual en las cintas ideadas por John Lasseter y sus muchachos. Este fallo, importante pero que evidentemente no hiere de gravedad al largometraje que mantienen un nivel muy alto durante sus 94 minutos de duración, es el que incita a un servidor a no darle una nota tan alta como a los que considero las obras maestras de la casa como Wall-E, la trilogía Toy Story o Los Increíbles.




No considerar a Inside Out ese clásico instantaneo que gran parte del público y la prensa especializada aventuró que era tras degustarla por primera vez no es óbice para afirmar que es una de las películas del año y no sólo de animación. Un producto que al igual que la mayoría de los nacidos en el seno de la casa Pixar (lo siento, las dos entregas de Cars se me siguen atragantando) está hecho por un equipo de profesionales intachables que han puesto todo el cariño del mundo para insuflar vida en millones de fríos pixels para que estos personajes una vez más se conviertan en entrañables compañeros de un viaje que merece totalmente la pena ser realizado y más de una vez. Pero a un servidor no le queda más remedio que admitir que, aún siendo una de las producciónes más valientes en el plano estético (esa habitación del “Pensamiento Abstracto” con las figuras cubistas propias de la célebre etapa de Pablo Picasso) y de las más ricas en lo argumental de la factoría, se ha revelado como la que menos me ha divertido, al menos sin llegar al altísimo nivel de otros productos de la casa como los previamente mencionados u otros como Bichos: Una Aventura en Miniatura, Up o Ratatouille. Del Revés es una de las propuestas más aconsejables e interesantes de una cartelera actual en la que imperan dinosaurios, superhéroes diminutos y simpáticos bichos amarillos en busca de villanos a los que ofrecer sus desinteresados servicios. Un proyecto para disfrutar en familia, con un mensaje inusualmente agridulce, personajes inolvidables y los suficientes aciertos como para considerarla una excelente película en líneas generales, pero no así la mejor de las obras salidas de Pixar o de las más destacadas de una filmografía que, después de todo, no es moco de pavo precisamente.


2 comentarios:

  1. Crítica escrita originalmente para la web Zona Negativa

    http://www.zonanegativa.com/zncine-critica-de-inside-out-de-pete-docter-y-ronnie-del-carmen/

    ResponderEliminar
  2. Resulta curioso que menciones la falta de humor, cuando me ha parecido una de las películas más divertidas de Pixar.

    Toda la parte de la fabrica de sueños, con miedo comiendo palomitas y criticando al guionista por previsible XD O cada vez que furia toma el control, y Riley, que es pura bondad, reacciona a su manera. O toda la escena de la cena, que podía haber sido tristísima y me he partido el culo con ella.

    O el mejor momento de todos, cada vez que sonaba la música del anuncio.

    Aunque también me ha parecido por debajo de Wall-e, los increíbles y Toy Story, es una peli extraordinaria a todos los niveles.

    ResponderEliminar