viernes, 31 de julio de 2015

Ant-Man



Título Original Ant-Man (2015)
Director Peyton Reed
Guión Edgar Wright, Joe Cornish, Adam McKay y Paul Rudd basado en el cómic de Stan Lee, Jack Kirby y Larry Lieber
Actores Paul Rudd, Michael Douglas, Evangeline Lilly, Corey Stoll, Bobby Cannavale, Anthony Mackie, Matt Gerald, Judy Greer, Abby Ryder Fortson, Michael Peña, David Dastmalchian, John Slattery, Hayley Atwell, Wood Harris, T.I., Martin Donovan, Rod Hallett





En Marvel Studios están envalentonados y no hay quien los pare. Después del enorme éxito que supuso el estreno de los Guardianes de la Galaxia de James Gunn el año pasado Kevin Feige y sus muchachos se han dado cuenta de que poco importa si los protagonistas de una cinta de la productora cinematográfica de la Casa de las Ideas son, de cara al espectador neófito, personajes nacidos en las viñetas que fuera del medio pocos conocen mientras sean adaptados con acierto al celuloide. Porque una cosa es rodar films de Iron Man, Capitán América, Thor, Hulk o los Vengadores y otra dar todo el peso de un largometraje a Star-Lord, Rocket, Groot y compañía, roles cuyas aventuras sólo los aficionados a las viñetas llevamos años leyendo. El soberbio recibimiento por parte de crítica y público del film realizado por el autor de Slither o Super abrió la puerta para que los "secundarios de lujo" de Marvel pudieran campar a sus anchas en las pantallas de todo el mundo.





De modo que el siguiente paso lógico era ofrecer por fin una película propia a Ant-Man, uno de los miembros fundadores de los Vengadores creado por Stan Lee, Jack Kirby y Larry Lieber en 1962 para la colección Tales of Astonish que hasta ahora no había hecho acto de presencia en ninguna de las dos Fases desarrolladas por la productora. No son pocos los que conocen la polémica detrás de la gestación del último proyecto de Marvel Studios cuando los dos ideológos asignados para dar forma al largometraje (los británicos Joe Cornish y Edgar Wright, artífices de la inolvidable trilogía del Cornetto formada por Zombies Party, Hot Fuzz y Bienvenidos al Fin del Mundo) abandonaron la escritura y dirección del largometraje por diferencias creativas con los productores. Dicho abandono y el sutil apoyo de Joss Whedon a los dos autores vía Twitter posiblemente también influirían en el fin de las relaciones del creador de Buffy y Firefly con el equipo de Kevin Feige tras Los Vengadores: La Era de Ultrón, pero no nos vayamos por las ramas.




Tras la marcha del tándem británico el elegido para tomar el timón del film fue el cineasta norteamericano Peyton Reed del que sólo conocíamos sus incursiones en el género de la comedia con obras como A Por Todas, Separados, o Di Que Sí. Tomando como punto de partida la historia desarrollada por Cornish y Wright e interviniendo en el guión Adam McKay y el mismo Paul Rudd, protagonista de la cinta, Ant-Man adapta, libremente, los números  47 y 48 de la colección Marvel Premiere en los que se presenta al personaje de Scott Lang, el ladrón profesional que heredará el traje y los poderes de miniaturización creados por Hank Pym, el Hombre Hormiga original que encontrará en este delincuente común experto en robos a su más digno sucesor. El resultado nunca sabremos si está a la altura de lo que tenían ideado los guionistas de Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio, pero en manos de Peyton Reed se revela como una simpática cinta de acción y aventuras que despide con un tono bastante más desenfadado que Los Vengadores: La Era de Ultrón la Fase 2 del universo cinemático creado por Marvel Studios para la pantalla grande.




Ant-Man apela a un tono más ligero que el resto de films de Marvel Studios, más incluso que Guardianes de la Galaxia y en esta elección radica su mayor virtud. Peyton Reed y su equipo de guionistas afrontan la dificil empresa de llenar de epicidad la historia de un superhéroe minúsculo realizando una amalgama entre el inevitable clásico El Increible Hombre Menguante con Ocean's Eleven y la primera entrega de Iron Man dirigida en 2008 por Jon Favreau. El resultado es una cinta de robos de guante blanco puesta hasta el culo de particulas reducidas, científicos, criminales tan eficaces como entrañables y un apartado técnico en el que la floritura visual está a la orden del día para exponer en imágenes las minúsculas vivencias del protagonista imprimiendo al metraje un ritmo endiablado repleto de acción, humor, referencialidad al resto de las producciones de Marvel Studios y comandada por un reparto muy competente con un memorable Paul Rudd a la cabeza.




De manera totalmente acertada las cabezas pensantes detrás de Ant-Man recurren a la ironía y hasta la autoparodia a la hora de abordar los peculiares poderes del superhéroe protagonista, pero sin abusar en demasía del recurso. De este modo el film a lo largo de sus adecuados 117 minutos de metraje bascula entre el tono de humor que insufla un Paul Rudd pletórico que explota al máximo su vis cómica y carisma que ya conocíamos por su intervención en las producciones de Judd Apatow o la inolvidable sitcom televisiva Friends con el matiz más serio y hasta de corte dramático que tiene su principal valedor en el de un magnífico Michael Douglas al que le queda que ni pintado un personaje que aún siendo el Hombre Hormiga original ha sido adecuadamente puesto por Marvel en un segundo plano para no tener que driblar con un rol tan polémico como el del científico que creó a Ultrón en los cómics y que cuenta hasta con episodios de violencia de género en su historial si hablamos de su versión para las viñetas.




Pero la cinta da lo mejor de sí misma cuando esas dos visiones antagónicas del personaje creado por Lee, Kirby y Lieber colisionan y Hank Pym toma a Scott Lang como su pupilo para entrenarlo a la hora de recoger el relevo como Ant-Man. Porque si en los pasajes en los que nuestro protagonista se encoje (la primera vez con la caída libre desde la bañera hasta la discoteca es de una ejecución técnica y ritmo narrativo envidiable, alternando comicidad con intriga) el proyecto encuentra su razón de ser y mayor virtud, es en el periodo de entrenamiento al que los personajes de Michael Douglas y Evangeline Lilly someten al de Paul Rudd cuando esas dos miradas antagónicas acometen una relación de reciprocidad en la que la tragicomedia toma forma y ofrece pasajes tanto dramáticos (el descubrimiento del verdadero motivo e la muerte de la mujer de Pym, la Avispa original) como humorísticos (todo lo relacionado con el trío de amigos delincuentes amigos de Lang que se revelan como unos robaescenas natos y que están interpretados por Michael Peña, David Dastmalchian y el rapero T.I) dando una textura tonal al producto que le permite satisfacer a todo tipo de espectadores.




El hecho de que Scott Lang tenga más que asumido que no es un shuperhéroe y que un traje como el de Ant-Man le venga (paradojicamente) grande es otro de los recursos más acertados con respecto a dar a la cinta de Peyton Reed un tono menos grave que a las últimas cintas de el Capitán América o los Vengadores, por poner dos ejemplos claros. Por ello el espectador recibe con los brazos abiertos situaciones como en las que el personaje principal hace uso y abuso de su torpeza a la hora de tomar el control de sus habilidades recién heredadas (el momento cerradura de la puerta es de los más destacables del largometraje) o recurrir a un personaje de los vengadores para acentuar ese aire de humildad mal entendida y peor asimilada que tiene el personaje de Paul Rudd a la hora de aceptar su nuevo rol como justiciero enmascarado, sirviéndole este reto de acicate para intentar ganarse la confianza de una hija que bebe los vientos por él y que sirve como núcleo central a una subtrama típica del cine de perdedores que no lo son tanto.




Pero como previamente hemos comentado Ant-Man encuentra en su realización su mejor arma con secuencias de acción que nada tienen que envidiar a las de otros largometrajes de Marvel Studios. Peyton Reed ofrece, al igual que la mayoría de artesanos al servicio de la productora, un trabajo tan profesional y cumplidor como impersonal y autocomplaciente, pero lo suficientemente resultón y visualmente original como para que sobre él se puedan sustentar momentos que rememoran a las aventuras prototípicas del personaje ya sea en solitario o acompañado de Capitán América y sus colaboradores, como las protagonizadas por las hormigas comandadas por Scott Lang como si de un ejército se tratara en el asalto a las instalaciones de Pym Tech o ese clímax final, de los mejores jamás vistos en una cinta del estudio, con una batalla campal entre Ant-Man y Chaqueta Amarilla en el dormitorio de la hija del primero entre juguetes, mobiliario y objetos de decoración que, pareciendo descomunales, en tamaño real se muestran para el ojo el ojo humano casi imperceptibles, una vez más la ironía y la autoparodía marcando el terreno a seguir por el film.




A pesar de su sana intención de ser "más pequeña" que sus hermanas Ant-Man no desentona en absoluto con el resto de producciones de Marvel Studios. Se le pueden achacar fallos (algunos de ellos habituales en las producciones de Kevin Feige) como un villano al que le faltaba un repaso en la escritura (por muy buen trabajo que haga Corey Stoll su Darren Cross no deja de ser una revisión bastante descarada del Obadiah Stane de Jeff Bridges en Iron Man) algunos personajes que de puro estúpidos no son creíbles (los de Bobby Cannavale y Wood Harris deben ser los policías más torpes de San Francisco) y una relación de amor demasiado previsible y esteriotipada (Evangeline Lilly se esfuerza, pero a un servidor sigue sin convencerle como actriz y llora fatal) pero sus muchos aciertos no solapan su naturaleza de producto de entretenimiento bien desarrollado y mejor ejecutado.




Por el camino nos quedamos con un Paul Rudd memorable que espero no tarde mucho en codearse con personajes como Tony Stark o Thor, un Michael Douglas que al igual que otros veteranos actores como Anthony Hopkins, Robert Redford o el ya mencionado Jeff Bridges no temen codearse con tíos embutidos en pijamas, un apartado técnico a la altura, una fidelidad encomiable hacia los cómics, referencias al universo compartido de Marvel en pantalla grande (la Agente Carter, Howard Stark, esas interesantes escenas post créditos, sobre todo la segunda) y la sensación agridulce de que aunque la cinta cumple su cometido sobradamente su rocambolesca gestación nos confirma que los jefazos de la Casa de las Ideas tienen en su podor más una maquina de entretenimiento millonario bien engrasada que una verdadera factoria de proyectos fílmicos con auténticas aspiraciones artísticas, algo que, para que negarlo, no chirría con la tónica habitual del Hollywood de los últimos 20 años.



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