domingo, 5 de mayo de 2013

Los Creyentes, Martin, ¿qué será lo que quiere el negro?





Título Original The Believers (1987)
Director John Schlesinger
Guión Mark Frost basado en la novela de Nicholas Conde
Actores Martin Sheen, Helen Shaver, Robert Loggia, Richard Masur, Harley Cross, Jimmy Smits





John Schlesinger es un director birtánico que tras sus primeros cuatro trabajos en Reino Unido debutó con gran éxito en la meca de Hollywood con aquella ya lejana Cowboy de Medianoche estrenada en 1969 y basada en la novela de James Leo Herlihy sobre Joe Buck (John Voight) un joven tejano que acaba vendiendo su cuerpo a mujeres maduras en las calles de New York y trabando amistad con Rico "Ratso" Rizzo (Dustin Hoffman) un timador de poca monta. El film ganó los Oscar a mejor película, director y guión adaptado, siendo la primera cinta calificada con la antigua X que ganaba el premio de la academia al mejor largometraje del año.




Tras ella llegaron un par de trabajos destacados más para su carrera como Marathon Man (de nuevo con Dustin Hoffman acompañado este por el gran Laurence Oliver) o Sunday, Bloody Sunday y después la decadencia. Schlesinger se convirtió en un artesano al servicio de la industria hollywoodiense que se entregó totalmente al cine comercial ofreciendo su profesionalidad para sacar adelante proyectos que nunca destacaron al mismo nivel que sus mayores éxitos. A finales de los 80 dirigió esta Los Creyentes que nos ocupa, un rutinario thriller de suspense y terror lleno de tópicos y estereotipos que no ofrece nada más que 110 minutos de pasable entretenimiento y alguna idea o concepto aceptable que nos da muestras de que el film podía haber sido más interesante de lo que es, no mucho por desgracia.




Cal Jamison (Martin Sheen) es un psiquiatra de la policía que se muda con su hijo Chris (Harley Cross) a New York tras la muerte por accidente de su esposa. Esperando encontrar algo de tranquilidad en su nuevo hogar unos asesinatos de carácter ritualístico que parecen haber sido llevados por santeros de la zona introduciran a Cal y a sus allegados en un submundo regido por el vudú, las maldiciones y lo sobrenatural. Con la ayuda de su amigo Marty (Richard Masur) su vecina Jessica (Helen Shaver), el agente Tom López (Jimmy Smits) y el teniente McTaggert (Robert Loggia) nuestro protagonista intentará descifrar qué hay detrás de estos crímenes y qué tiene que ver su hijo Chris con los mismos.




Los Creyentes es un desfile de clichés interminable que recurre a situaciones, personajes y resoluciones mil veces vistas. Estereotipos pueriles en los que todos los latinos o negros (normalmente de clase baja) son brujos que se dedican a realizar conjuros de todo tipo (tanto de magia blanca como negra) que se dejan llevar por las supersticiones y lo sobrenatural. Pero claro, es que la cinta de Schlesinger se entrega a esa ola de largometrajes que abogan por la existencia de lo "oculto" y en desacreditar a aquellos personajes que "no creen" como le sucede al rol de Martin Sheen durante la primera mitad del metraje. Pero aunque parezca mentira, y de manera bastante curiosa, este entorno irreal es uno de los pocos aciertos del film.




Porque John Schlesinger a parte de ofrecer al producto su profesionalidad con una dirección adecuada que dosifica la intriga y el in crescendo de tensión (pero viéndose la misma perjudicada por un montaje un tanto deslabazado y algún que otro plano bastante ridículo) sabe captar la atmósfera amenazante de toda la trama con el vudú y la brujería, enfatizándola en la recta final cuando se desvela el secreto principal aunque el clímax se antoja mimético al de cientos de films de la época y por ello muy previsible. También ayuda a ese ambiente de amenaza oscura y pérfidamente tribal la magnética y en ocasiones acojonante presencia del actor Malick Bowens que sólo con su mirada consigue inquietar al espectador, teniendo su personaje algunos de los momentos más logrados de la velada, como su trance durante la fiesta de alta sociedad.




De todas formas los dos logros más interesantes de una cinta como The Believers son por un lado el trabajo de un magnífico Martin Sheen que se entrega a un papel plano y esquemático al que le saca todo el partido posible para que resulte creíble y lo mejor del producto. Y el otro es que el guión, basado en la novela de Nicholas Conde, está escrito por Mark Frost, cocreador junto al célebre David Lynch de la mítica serie Twin Peaks y el mismo demuestra su predilección por rituales sobrenaturales a manos de hermandades secretas (como también se pudo ver en su libro La Lista de los 7) de modo que de esta manera se confirmaría que conceptos argumentales de aquel serial como las Logias blanca y negra o las entidades que las poblaban tendrían mucho que ver con sus dotes como escritor y de esta manera reconocerle el mérito que hace años que va mereciendo a la hora de evaluar su peso en aquel mítico programa de tv que era tan suyo como del director de Cabeza Borradora.




Esta producción de 1987 es la típica cinta que se puede ver si no se tiene nada más interesante a mano un domingo por la tarde. Formalmente correcta pero llena de clichés de la época, algunos efectismos gratuitos, contados momentos inquietantes, unas gotas de sensiblería paternofilial y cierta atmósfera convincente así como un Martin Sheen que con su profesionalidad saca al producto de la mediocridad, no hay más que ver su mirada en el último plano que cierra esa atípico happy end. Es mejor que la mayoría de las cintas de terror de la actualidad por su naturaleza más artesanal, pero hasta en su época otros films de la misma temática como La Serpiente y el Arco Iris de Wes Craven eran muy superiores a ella en prácticamente todos los aspectos.


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