Título Original: Midnight in Paris (2011)
Director: Woody Allen
Guión: Woody Allen
Actores: Owen Wilson, Rachel McAdams, Marion Cotillard, Michael Sheen, Katy Bates, Carla Bruni, Alison Pil, Tom Hiddelston, Adrien Brody, Kurt Fuller
Ya el soberbio cartel promocional de la película con un Owen Wilson paseando solitario junto al Sena y esos tonos impresionistas azulados que remiten tanto a Monet como a Renoir en el fondo, nos dejan entrever ligeramente y con sutilidad los derroteros por los que se va a mover la última y magnífica película del neoyorkino Woody Allen. Un exquisito poema de amor dedicado tanto a la capital francesa como a sus gentes y una de las cintas más logradas e imaginativas del cineasta judío en los últimos tiempos.
Un guionista americano pasa unos días en París con su prometida y los padres de ella. En la capital de Francia busca la inspiración necesaria para terminar de escribir su eternamente pospuesta primera novela. Sus suegros empezarán a mirarle por encima del hombro y su novia preferirá salir de fiesta con una pareja de amigos antes que quedar con su novio paseando por las calles de la ciudad parisina. Allí, en soledad, nuestro personaje viajará en el tiempo, siempre cuando dan las campanadas de la medianoche, al París de los años 20 en el que se codeaban todos sus ídolos.
Allen introduce a su alter ego (esta vez un maduro y muy convincente Owen Wilson que confirma como el director de Zelig saca lo mejor de actores dedicados a un tipo de comedia con un humor de dudoso gusto como Jason Biggs o Will Ferrel cuando caen en sus manos) en un maravilloso París habitado por escritores como Ernest Hemingway, Gertrude Stein, F Scott Fitzgerald y su esposa Zelda, pintores como Pablo Picasso o Salvador Dalí, cineastas como el gran Luis Buñuel o músicos como Cole Porter. Gil conseguirá el sueño de su vida, formar parte de ese selecto grupo de genios que, enamorados por la ciudad, vivieron allí mil y una anécdotas, romances, desamores, peleas y traiciones.
Con un acertadísimo matiz de realismo mágico Allen se permite dar forma a escenas de puro genio con todos esos pensadores y filósofos de la vida y el arte. Mostrándonos a un Heminghway rudo y viril, un Salvador Dalí (Adrien Brody) disparatado, un matrimonio Fitzgerald entrañable (a él le da vida Tom Hiddleston, el soberbio Loki de la reciente Thor) una carismática Gertrud Stein (Katy Bates) o un Picasso maniático y mujeriego. Todas ellos dando pie a situaciones que buscan la sonrisa complice de un espectador que tiene que implicarse con la historia y tener cierto afecto por el arte y la creación en cualquiera de sus vertientes. Mi momento favorito es cuando Gil da ideas a Buñuel para lo que en un futuro sería su magnífica y surrealista obra maestra El Ángel Exterminador.
El de New York deja un poco de lado sus diálogos ágiles y divertidos sobre temas triviales para adentrarse en planteamientos de corte más profundo. Reflexionando sobre dilemas emocionales o metafísicos por medio de una trama que en apariencia puede parecer superficial por estar protagonizada por un personaje que se deleita con el hecho de compartir horas de fiesta y farra con sus ídolos culturales de toda la vida. Pero que finalmente transita por caminos que tratan temas universales como el amor o la asuencia del mismo, el rechazo, el poder de la creación o el miedo a la soledad y a tener una vida insatsfactoria a distintos niveles.
Pero que nadie se lleva engaño. Hay momentos de humor geniales que remiten al Allen más inconformista y deslenguado. Sobre todo se puede sacar oro de las discusiones políticas entre Gil y su suegro (memorable Kurt Fuller) con un brutal puyazo al inefable Tea Party estadonunidense incluído. También hay grandes situaciones con el pique entre el protagonista y Paul, el personaje interpretado por el siempre solvente actor británico Michael Sheen (destacable su roce dialéctico con Carla Brunni). Aunque la carcajada más estruendosa me la despertó el pasaje en el que descubrimos el paradero del detective, que me trajo a la mente algunos de los mejores momentos de La Última Noche de Boris Grushenko (Love and Death)
La indispensable cita anual que los fans de Woody Allen tenemos con él en las carteleras esta vez lo es mucho más. Si de por sí es un placer tener todos los años una de sus obras, que la última (bueno, penúltima, todos conocemos a Allen, no presenta proyecto sin haber empezado la producción del siguiente) de ellas destaque sobremanera, se muestre como su mejor obra desde la sorpredente, sólida y hitchockiana Match Point, nos hable sobre los soñadores, la cultura, el arte, la libertad y el libertinaje, bajo una noche lluviosa en el París (ciudad a la que ama realmente, no como a Londres y Barcelona a las que tiene cariño pero por las que no bebe los vientos) de la primera mitad del siglo XX y que para colmo al acabar el trayecto nos deje con ganas de más, es señal de que este hombre debe seguir haciendo cine y formando parte de nuestras vidas por muchos años más.
Genial la crítica ^^ Me ha gustado casi tanto como la película xDD
ResponderEliminarNo he visto mucho de Woody Allen (es que tiene muchas pelis xD) pero lo que he visto siempre me ha gustado ^^
Pues a ver más, que el tipo lo merece, venga, venga.
ResponderEliminarjajaja que me dejes ya! que quieres que lo vea to y no puede ser! XD
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