jueves, 3 de septiembre de 2009

Crash, cuando Eros colisionó con Thanatos


Título Original Crash (1996)
Director
 David Cronenberg
Guión David Cronenberg basado en la novela de James G. Ballard
Actores James Spader, Holly Hunter, Rosanna Arquette, Elias Koteas, Deborah kara Unger





Siguiendo con el cine erótico (o no, según se mire) ya va siendo hora de dedicarle algo de tiempo a mi director actual favorito, el canadiense David Cronenberg. Para ello hablaré de su obra más polémica y uno de sus trabajos cumbre, Crash, adaptación a imágenes que el de Ontario hizo sobre la controvertida novela homónima del recientemente fallecido escritor británico James G. Ballard y ojo, por primera vez, con algunos spoilers.




Siempre he defendido que Crash narraba como un hombre se introducía en un submundo en el que el placer y el dolor formaban un todo y que se veía sobrepasado por el mismo. Pero a día de hoy, me he dado cuenta de que ese entorno creado por Vaughan lleno de laceraciones, golpes, sangre, esperma, gasolina y neumáticos es en verdad un catalizador para que el matrimonio Ballard (James Spader y Deborah Unger) encuentre una vía de escape a su mutua frigidez sexual, ya que ambos buscan al inicio del film, por medio de escarceos consentidos, la representación perfecta del coito, que no logran encontrar.




Con esto Crash viene a ser una cinta más adelantada a su época de lo que yo creía, porque no es sólo una obra sobre el lado más oscuro de las parafilias sexuales del ser humano, es la moderna visión de una nueva era dentro de esa extraña asociación llamada matrimonio que es capaz de devorar todo lo que se encuentra a su paso. Andrzej Zulawski hizo lo mismo años atrás con su interesante La Posesión, pero lo que el realizador polaco mostraba con un alarmante sinsentido narrativo cuyo único fin era provocar, Cronenberg lo pone en escena con una inteligencia y complejidad dignas del Buñuel más frío y calculador.




Escenas sexuales en las que las manos de los implicados buscan desesperadamente tocar alguna pieza hecha de metal para llegar al éxtasis, el ritual de cortejo de Vaughan hacia Catherine por medio de su vehículo ante la impotente mirada de su marido, impotencia que se convertirá en consentimiento más tarde, la manera de acariciar Ballard el volante mientras hace de voyeur en el encuentro sexual de Vaughan con la puta en los asientos traseros del coche, la parte en la que el protagonista después de mantener relaciones con el personaje de Elias Koteas (liberando su latente homosexualidad que estuvo a punto de dar la cara mientras conversaba durante un coito con su esposa) es también sodomizado, simbólicamente, minutos más tarde por el mismo Vaughan con su auto.




Todos estos detalles que no se ven a primera ni segunda vista, enriquecen la mirada fría y distanciada del de Toronto. La gélida música de un hermético y genial Howard Shore con esas guitarras eléctricas que acentúan el toque industrial de la narración, la omnipresencia de coches y planos de carreteras, las múltiples alusiones a la Nueva Carne (ficticia teoría evolutiva cronenbergiana digna de una futura entrada aquí, por supuesto) más sugeridas y cerebrales que las mostradas, de manera certera pero tosca, en Videodrome por poner un ejemplo, la exquisita utilización del formato panorámico y los diálogos susurrados por los apáticos personajes que son meros vehículos para analizar el director la psicosexualidad del hombre moderno y las secuelas físicas y psicológicas a las que se ven sometidos o la bestial fuerza de los arrebatos violentos en las colisiones automovilisticas que representan eyaculaciones indudablemente.




Crash es una obra maestra, pero por muchos premios que ganara en su estreno hubo mucha gente que la recibió con recelo, tildándola de pornográfica, irreal o escandalosa (muchas personas se salieron a medio metraje de la sala en la que se proyectaba durante en el festival de Cannes) el mundo del cine no estaba preparado en 1996 para Crash, ni el de la literatura en 1972 para la novela de James G. Ballard en la que está basada la película. Hoy posiblemente y casi con toda seguridad tampoco lo esté, pero el tiempo la pondrá en su sitio, cosa que no sucederá con la otra Crash, la de Haggis, que poco o nada tiene que ver con la cinta que nos ocupa, si exceptuamos que comparten título, y que por muy correcta que fuera, casi nació vieja.




Es una pena que para que este genio recibiera el reconocimiento que merecía desde los años 80 haya tenido que rendirse a un cine, digámoslo con delicadeza, más comercial, aunque bien es cierto que su dos últimas cintas Una Historia de Violencia y Promesas del Este, están entre sus mejores obras. Pero el Cronenberg arriesgado de esta Crash o de El Almuerzo Desnudo, se echa mucho de menos, incluso más que al explícitamente venéreo y no menos provocador, de sus divertidos y memorables inicios.


7 comentarios:

  1. Yo vi esta peli hace mucho tiempo,puede que fuese debido a que era muy joven,pero no me gusto nada de nada,me aburrio muchisimo y las escenas de sexo no me ponian.tendre que volver a verla,puede que con segundo visionado y ya con mis años me guste más.

    ResponderEliminar
  2. Pero si empieza con gente follando y acaba con gente follando,es cine para toda la familia, puro y disfrutable, eres mala gente, ya te lo digo yo.

    ResponderEliminar
  3. Pues no me pone y mira que me mola el sexo pero esta peli como que no

    ResponderEliminar
  4. Tienes que volver a verla, pero conmigo, yo te guío ¬¬

    ResponderEliminar
  5. Vistas las 2 últimas de Cronemberg, que me encantaron, me dispongo a bajar esta.

    ResponderEliminar
  6. Si el estilo Cronenberg te va, no creo que te decepcione, pero vamos, que la película es retocidilla y tal, si no, no me gustaría tanto.

    ResponderEliminar