domingo, 19 de diciembre de 2021

Spider-Man: No Way Home



Título Original Spider-Man: No Way Home (2021)
Director Jon Watts
Guion Chris McKenna, Erik Sommers, basado en el cómic de Stan Lee y Steve Ditko
Reparto Tom Holland, Zendaya, Benedict Cumberbatch, Marisa Tomei, Tony Revolori, Jon Favreau, J.K. Simmons, Angourie Rice, Alfred Molina, Jamie Foxx, Jacob Batalon, Harry Holland, Christopher Cocke, J.B. Smoove, Hannibal Buress, Martin Starr



Desde que Marvel Studios y Sony Pictures Entertainment llegaron a un acuerdo para introducir un nuevo Spider-Man dentro del Universo Cinematográfico Marvel, interpretado este por el actor británico Tom Holland (Lo Imposible), lo hemos visto pulular como personaje secundario en Capitán América: Civil War, Vengadores: Infinity War y Vengadores: Endgame. Pero también hemos asistido a cómo protagonizaba sus dos películas en solitario, Spider-Man:Homecoming y Spider-Man: Far From Home, ambas con gran éxito de taquilla y una recepción entusiasta por parte de la prensa especializada. Poco después del estreno de largometraje en el que el alter ego superheróico de Peter Parker se enfrentaba al Mysterio de Jake Gyllenhall saltaba la noticia de que al no haber llegado a un acuerdo entre las dos productoras el flamante nuevo Hombre Araña abandonaba repentinamente el UCM para disgusto de casi todos los aficionados, el primero de ellos el actor que le daba vida. Por suerte finalmente ambas partes llegaron a un acuerdo económico para que el personaje permanecería dentro del microcosmos audiovisual diseñado por Kevin Feige y un servidor no puede dejar de pensar que mucho de lo visto en esta Spider-Man: No Way Home haya sido el motivo por el que decidieron que Tom Holland y su versión del superhéroe creado por el tándem Stan Lee/Steve Ditko siguiera formando parte de la maquinaria propiedad de Disney que actualmente se ve completamente inmersa en su Fase 4, la primera que alterna producciones para la gran pantalla con series dentro de su plataforma de streaming.



Spider-Man: No Way Home mantiene casi el mismo equipo de profesionales de las dos entregas anteriores. Jon Watts vuelve a encargarse de la dirección, Chris McKenna y Erik Sommers se ocupan del guion, de la partitura Michael Giacchino y en el reparto repiten viejos conodicos de Homecoming y Far From Home, se unen otros actores que dan vida a personajes del Universo Cinematográfico Marvel y, como ya todo el mundo sabe, hacen su aparición otros vinculados con las dos primeras encarnaciones cinematográficas de Spider-Man. Por lo tanto tenemos un casting en el que encontramos a Tom Holland (Spider-Man/Peter Parker) Zendaya (MJ), Jacob Batalon (Ned Leeds), Marisa Tomei (May Parker), Jon Favreau (Happy Hogan), Benedict Cumberbatch (Doctor Strange) del lado del bando superheróico y a Willem Dafoe (Duende Verde/Norman Osborne), Alfred Molina (Doctor Octopus/Doctor Otto Octavius) o Jamie Foxx (Electro/Max Dillon) entre otros de parte de los villanos. Un reparto impresionante a la altura de un proyecto de enorme envergadura como el que nos ocupa.



Vaya por delante que no soy el mayor fan del Spider-Man de Uiverso Cinematográfico Marvel, algo que ya dejé patente en mis reseñas para Zona Negativa, tanto en la de Spider-Man: Homecoming como en la de Spider-Man: Lejos de Casa. Me gusta Tom Holland como Peter Parker y Spider-Man, creo que hace un trabajo excelente como una versión juvenil del personaje, pero un servidor es uno de esos carcas puristas a los que no agradó su dependencia de Tony Stark indivisible a esta última versión del héroe, no sólo desde un punto de vista vital y emocional, sino también económico y logístico a la hora de proporcionarle la maquinaria para «esponsorizar» su carrera contra el crimen. Pasar del recuerdo de Ben Parker como brújula moral de Peter al de un, primero presente y luego desaparecido, Tony Stark nunca fue de mi agrado, por muy admirador que me considere del trabajo de Robert Downey Jr. y por mucha química que compartiera con Holland. Tampoco me convencía el tono demasiado ligero y adolescente que se ofreció en ambos films del entorno y los allegados del protagonista, con algunos momentos que me hicieron pasar bastante vergüenza ajena en sendas producciones.



Pero entonces llega Spider-Man: No Way Home, me rompe todos los esquemas y desmonta las no pocas ideas preconcebidas que arrastraba de las otras dos entregas. Sin adentrarnos en muchos spoilers solo mencionaremos de la trama lo que se ha visto en los tráilers, de manera que tenemos una continuación directa de lo acontecido en Spider-Man: Lejos de Casa cuyo epicentro es un Peter Parker desesperado localizando al Doctor Strange y pidiendole ayuda para que todas las personas que descubrierion su identidad como Spider-Man, mediante las declaraciones en video de Mysterio, la olviden mediante un conjuro. El hechizo sale mal, lo que repercute en el Multiverso, y tras ello comienzan a aparecer villanos de las dos franquicias cinematográficas anteriores del personaje protagonizadas por Tobey maguire y Andrew Garfield en el universo del Spider-Man del UCM. A partir de aquí se desarrolla una trama que adapta, de manera muy sui géneris, varias sagas de los cómics protagonizados por el arácnido, pero con los Seis Siniestros como epicentro y múltiples referencias a sus muchas encarnaciones.



Era lógico pensar que toda la parafernalia alrededor del Multiverso y la aparición de villanos de las otras dos sagas cinematográficas podrían haber sido una distracción o un parche para disimular la inconsistencia del guion de Spider-Man: No Way Home. Inyectar dosis de nostalgia y fanservice al espectador, tanto al generalista como al conocedor del UCM o los cómics, para que no repare en las posibles carencias de una historia que por metareferencial y condescendiente fuera aceptada con entusiasmo por puro gozo, confirmando que el Spider-Man de Tom Holland no es suficiente para llevar toda el entramado sobre sus espaldas en solitario. Por suerta nada de esto llega a cristalizar, porque sí, es ineludible que la película está facturada para dar al fandom casi todo aquello que ansía, pero el Spider-Man del actor de El Diablo a Todas Horas no solo está a la altura de las circunstancias, sino que sale totalmente reforzado una vez termina la obra.



Jon Watts y sus guionistas mantienen un inteligente equilibrio entre la lumonosidad propia de las dos anteriores películas y un tono más dramático, e incluso crudo, durante el último acto del largometraje. De esta manera Spider-Man: No Way Home se revela en principio como un producto continuista con respecto a sus predecesores, pero se adentra en unos terrenos dramáticos que casi ninguna otra película del UCM se había atrevido a transitar. El tono ligero, liviano y juvenil deja paso a una oscuridad impropia de lo que hasta ese momento habíamos visto con el personaje y con un Tom Holland que al ser consciente de que la fanfarria alrededor de la película podría minimizar su buen hacer se entrega al máximo para ofrecer la mejor versión de su Peter Parker/Spiderman, logrando algunos de los pasajes mejor ejecutados de su carrera interpretativa. Un compromiso inusual para este tipo de cine que muchos actores suelen abordar con el piloto automático activado y la idea preconcebida de que estos trabajos no suponen un reto para ellos.



Los personajes de MJ, Ned Leeds, Happy Hogan y May Parker mantienen el perfil dibujado para ellos en Homecoming o Far From Home y Stephen Strange tampoco desentona con lo visto anteriormente en el UCM, aunque su temeridad con respecto al uso del hechizo para ayudar a Peter sí es impropia de su persona. Por ello son más interesantes los personajes que debutan en el UCM venidos de los otros dos universos, sobre todo el Doctor Octopus de Alfred Molina y el Duende Verde de Willem Dafoe. Ha sido todo un acierto mantener la piscología que ambos adquirieron en la trilogía arácnida de Sam Raimi, el primero por facturar un Otto Octavius magnífico del que solo chirría su uso puntual como diana de algunos momentos cómicos cuestionables y el segundo por dar vida a un Norman Osborn que, contra todo pronóstico, no sólo supera al que dio vida en el film de 2002, sino que se acerca con más convicción al de los cómics exudando crueldad y salvajismo. Su enfrentamiento con el Spider-Man de Tom Holland es brutal y las escenas físicas que ambos comparten son de las más explícitas vistas en el UCM, cuya violencia ha sido casi siempre más inocua.



Jon Watts también ofrece una labor más elaborada que en los otros dos proyectos con su nombre en los títulos de crédito. Sin que podamos ver en pantalla un sello autoral reconocible, porque realmente no lo tiene, Kevin Feige y sus socios sí le han permitido juguetear más con la puesta en escena hibriando pasajes antagónicos, pero complementarios, como el plano secuencia de los primeros minutos de metraje usado como un recurso audiovisual cómico con resultado encomiable o delirios psicodélicos como el enfrentamiento entre Spider-Man y el Doctor Strange que hubiera hecho las delicias del Steve Ditko que se encargó de ilustrar algunas de las historias más recordadas protagonizadas por el Hechicero Supremo. Lo que sí es cierto es que no tienen tanto mérito las escenas más grandilocuentes, si tenemos en cuenta los holgadísimos medios al alcance de Watts, como las más íntimas que tienen a los personajes como centro neurálgico. Hay pasajes en Spiderman: No Way Home de una fuerte carga emocional que hablan muy bien de su labor como director de actores y, por supuesto, del ya citado reparto.



Spider-Man: No Way Home da todo lo que se espera de ella y mucho más y a un servidor le reconcilia con este Spider-Man inmerso en lo que no deja de ser una historia de paso a la madurez. Un producto que ha sabido muy bien jugar sus cartas subiendo notablemente el nivel con respecto a una irregular Fase 4 que después del gran evento que supuso la Saga del Infinito se encuentra ante la ardua tarea de construir una nueva estructrua para sustentar ese Universo Cinematográfico Marvel que ha perdido algunos de iconos más característicos, y aunque hasta el momento no es todo lo sólida que debería el pilar maestro que supone la película de Jon Watts ayudará en gran parte a que que la franquicia tenga un futuro próspero. Desde Transgresión Continua recomendamos encarecidamante ir a ver la última aventura de Spider-Man en cine, con sus correspondientes dos escenas post créditos, y dejar de lado las elucubraciones y teorías vertidas en redes sociales sobre quien aparece o deja de aparecer en ella que pudieran empañar la experiencia de disfrutarla en esas multisalas que ahora, más que nunca, necesitan resurgir de las cenizas, como siempre hace nuestro amigo y vecino Spiderman.


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