martes, 14 de enero de 2020

Star Wars Episodio IX: El Ascenso de Skywalker


Título Original Star Wars: Episode IX - The Rise of Skywalker (2019)
Director J.J. Abrams
Guión Chris Terrio, J.J. Abrams, Colin Trevorrow, Derek Connolly, basado en personajes creados por George Lucas
Reparto Daisy Ridley, Adam Driver, John Boyega, Oscar Isaac, Kelly Marie Tran, Joonas Suotamo, Domhnall Gleeson, Ian McDiarmid, Carrie Fisher, Anthony Daniels, Keri Russell, Billie Lourd, Lupita Nyong'o, Billy Dee Williams, Naomi Ackie, Richard E. Grant, Dominic Monaghan, Freddie Prinze Jr., Greg Grunberg, Jimmy Vee, Denis Lawson, Richard Bremmer, Amir El-Masry, Dave Chapman, Harrison Ford, Mark Hamill, Nasser Memarzia, Simon Paisley Day, Brian Herring, Philicia Saunders, Lin-Manuel Miranda, Jodie Comer, Billy Howle, Warwick Davis, Cailey Fleming, Ann Firbank, John Williams





Sólo tres años después de haber adquirido Lucasfilms por 4.000 millones de dólares Disney puso en funcionamiento una nueva trilogía que daría continuidad a la clásica ideada por George Lucas entre los años 70 y 80. Para iniciar tan complicada empresa, que hiciera olvidar el mal sabor de boca generalizado producido por las precuelas rodadas por el mismo Lucas, Kathleen Kennedy, presidenta de la productora desde 2012, solicitó los servicios del también productor, guionista y director J.J. Abrams, que venía de insuflar nueva vida a la otra franquicia galáctica, Star Trek. Con la ayuda de Lawrence Kasdan, viejo conocido de la saga, y Michael Arndt (Toy Story 3) el autor de Super 8 diseñó Star Wars Episodio VII: El Despertar de la Fuerza, un efectivo largometraje con muchos, puede que demasiados, puntos en común con Star Wars Episodio IV: Una Nueva Esperanza que a pesar de su conservadora conceptualidad funcionó a las mil maravillas arrasando en taquilla y agradando notablemente a la crítica.




Dos años más tarde, ya en 2017, Kathleen Kennedy y sus colaboradores dieron una vuelta de tuerca a la recién estrenada trilogía, como si quisieran acallar las voces de los que afirmaron que El Despertar de la Fuerza había sido más de lo mismo, y destituyeron a J.J. Abrams en favor de Rian Johnson, cineasta iniciado en el cine independiente con films como Brick y que poco antes había facturado una potente muestra de ciencia ficción titulada Looper protagonizada por Joseph Gordon Levitt y Bruce Willis. El autor de Puñales Por la Espalda (Knives Out) llegó para ofrecer una visión rompedora y controvertida no sólo de la nueva trilogía, sino también del lore adscrito a dicho microcosmos. Star Wars Epsodio VIII: Los Últimos Jedi se convirtió en una de las entregas más polémicas de la franquicia dividiendo al fandom entre furibundos detractores y apasionados seguidores.




Es más que probable que la polvareda levantada por el film escrito y dirigido por Rian Johnson fuera el catalizador de la recuperación de J.J. Abrams para cerrar la trilogía intentando contentar a aquellos que salieron airados de la proyección de Los Últimos Jedi y es ahí donde una propuesta como Star Wars Episodio IX El Ascenso de Skywalker comienza a edificarse sobre unos inadecuados cimientos a los que remitiremos un poco más tarde. J.J. Abrams volvía para ponerse a los mandos de la nave y al guión le acompañaba Chirs Terrio (Argo, Batman v. Superman: El Amanecer de a Justicia) sobre un argumento escrito por ellos mismos con la ayuda de Colin Trevorrow y Derek Connolly. En el reparto repetían los habituales Daisy Ridley, Adam Driver, Oscar Isaac, John Boyega, Joonas Suotamo o la fallecida Carrie Fisher, resucitada por obra y gracia del CGI.




Con Star Wars Episodio IX: El Ascenso de Skywalker sucede algo inaudito y es que el famoso y tradicional texto introductorio que contextualiza espaciotemporalmente el argumento de la película que vamos a ver ya da muestras de la inoperancia manifiesta del guión. La inexplicable, innecesaria e ilógica aparición de Palpatine no tiene ningún sentido y denota una alarmante intencionalidad por satisfacer a los fans molestos con el anterior film inyectándoles en vena inusitadas dosis de fanservice gratuito. Esta primera concesión de cara a la galería será la que bascule y vertebre la trama del largometraje con una reprobable y vergonzosa obsesión por contentar a todo el mundo, algo no sólo imposible de conseguir, sino un error garrafal que menoscaba cualquier posicionamiento de inquietud artística por parte de sus máximos responsables.




El ritmo vertiginoso, en el que no se da un respiro al espectador viéndose este asediado por escenas de acción a gran escala y pasajes dramáticos de notable trascendencia para los personajes principales, no consigue eludir que el guión esta construido a base de aleatoriedades casi insostenibles en las que una serie de McGuffins impulsan una trama que sale adelante por medio de la visceralidad y la conexión emocional con el espectador conocedor del microcosmos creado en su origen por George Lucas y no por una cohesión narrativa que ofrezca una solidez estructural al relato. Para un servidor es un hecho que el libreto de Star Wars Episodio IX: El Ascenso de Skywalker necesitaba una revisión a fondo antes de haberle dado el visto bueno y no sólo por las carencias mencionadas, sino también por la ya mencionada idea de satisfacer a todo el mundo, una entelequia inalcanzable en sí misma.




Casi todas las consecuencias resultantes del rupturismo y descreimiento adscritos a la mirada de Rian Johnson en Los Últimos Jedi son obviadas, revertidas o aceptadas de mala gana por parte de un J.J. Abrams, no sabemos si volviendo a las raíces de lo que iba a ser la trilogía cuando él se encargaba de ella o con la insidiosa idea de deshacer todo lo elaborado por aquel que ocupó su puesto detrás de las cámaras. Independientemente de si se trata de una u otra cosa El Ascenso de Skywalker apela de manera pueril y cuestionable a la nostalgia, a la referencia en sesión continua y a dar en bandeja de plata al fan todo aquello que echó en falta en el anterior episodio, abriendo así un peligroso camino dentro del cine comercial en el que en un futuro posiblemente se dé más importancia a lo que digan en redes sociales los seguidores de tal o cual producto antes que a lo planificado por productores, guionistas y directores.




Pero si hay un apartado en el que no se puede poner una sóla queja a Star Wars Episodio IX: El Ascenso de Skywalker en general y a J.J. Abrams en particular es en el técnico. La última entrega de La Guerra de las Galaxias es una space opera a escala descomunal con pasajes brillantes desde una perspectiva estilística y visual. En este aspecto el director de Misión Imposible 3 o Stark Trek: En La Oscuridad despliega todo su talento como artesano al servicio de Hollywood. Batallas intergalácticas con cientos de naves implicadas, persecuciones por tierra mar y aire o combates con sable láser perfectamente coreografiados. Podemos afirmar que esta mezcla de épica desencadenada y crepuscularidad de fin de ciclo están ahí para tapar las ya citadas carencias del guión, pero lo cierto es que se agradece que al menos en la realización Disney y Lucasfilm lo hayan dado todo.




En cuanto al trabajo de los actores es de recibo mencionar que J.J. Abrams y sus colaboradores son conscientes de que Rey y Kylo Ren son los dos roles capitales tanto de esta última entrega como de toda la trilogía y en ellos depositan todo el poso dramático y emocional. Por descontado Daisy Ridley y Adam Driver exprimen hasta el límite los últimos minutos de metraje que comparten juntos y la química que ya se vislumbraba en el Despertar de la Fuerza y se desarrollaba adecuadamente en Los Últimos Jedi encuentra en El Ascenso de os Skywalker una muy digna catarsis que sólo se ve ensombrecida por un mínimo detalle innecesario que cae en lo tópico y previsible. Para el que suscribe ambos intérpretes y personajes están entre lo mejor adscrito al universo Star Wars por bien tratados y perfilados aunque no se les ofrezca aquí la mejor de las conclusiones a ambos dos.




En lo referido a los secundarios volvemos sobre nuestros pasos para seguir hablando de la polémica con la toxicidad de cierto sector del fandom adherido a Star Wars. Partiendo de que a excepción de Kylo Ren y Rey todos los demás personajes han quedado reducidos a sidekicks llama la atención que tanto a Poe como a Finn les aparezcan interesas amorosos del sexo opuesto para acallar las voces que hablaban de una posible relación homosexual entre ambos. Más lejos se llega con el personaje de Rose Tico, de gran relevancia en Los Últimos Jedi y reducido aquí a dos escenas. Después de haber recibido Kelly Marie Tran amenazas de racistas y misóginos obligándola a abandonar sus redes sociales es un fallo monumental que Disney agache la cabeza y dé de lado a una actriz que hizo bien el trabajo que le fue encomendado. En esta caso trascendemos el tema sobre si un personaje nos gusta o no, porque nos referimos en la vida personal de una actriz a la que se agravió y a la que sus superiores deberían haber dado todo su apoyo.




Contrariamente a lo que pueda parecer por esta reseña disfruté notablemente con el visionado de Star Wars Episodio IX: El Ascenso de Skywalker. Pero siendo un moderado fan de la saga creada por George Lucas y un espectador con cierto nivel de objetividad y raciocinio no podía pasar por alto las carencias de un producto con tanta relevancia como el presente. A pesar de ello no fueron pocos los momentos en los que me emocioné viendo esta última entrega de La Guerra de las Galaxias, porque he conectado con varios de sus personajes y soy afín a bastante de lo planteado y desarrollado en esta nueva trilogía que estando a años luz de la clásica, como es lógico, también me parece muy superior, en cualquier aspecto, a la que nos narró las precuelas de este universo al que, para bien o para al, y aunque ahora parece que va a tomarse un descanso en pantalla grande, todavía le queda mucho por contarnos sobre aquello que sucedió hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana.



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