viernes, 27 de diciembre de 2019

El Resplandor (1980)



Título Original The Shining (1980)
Director Stanley Kubrick
Guión Diane Johnson y Stanley Kubrick, basado en la novela de Stephen King
Reparto Jack Nicholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd, Scatman Crothers, Barry Nelson, Philip Stone, Joe Turkel, Lia Beldam, Billie Gibson, Barry Dennen, David Baxt, Manning Redwood, Lisa Burns, Alison Coleridge, Norman Gay


Aunque en 1980 ya llevaba casi treinta años de prestigiosa carrera a sus espaldas y había coqueteado con distinto tipo de géneros como el noir, la comedia, el drama, el peplum, la ciencia ficción, la distopía, el cine de época o el bélico era el terror la asignatura pendiente de Stanley Kubrick, mítico cineasta estadounidense afincado en Reino Unido. John Calley, ejecutivo de Warner Bros, envió a Kubrick pruebas de imprenta de lo que en un futura iba a ser El Resplandor, la tercera novela de Stephen King, y fue en ese momento cuando decidió acometer el proyecto de llevarla al medio cinematográfico. Después de rechazar una versión del guión escrita por King, con el que mantuvo poco contacto y no precisamente con buenos resultados, Kubrick comenzó a elaborar un libreto junto a Diane Johnson, profesora de literatura gótica que consideraba la novela del autor de Maine poco menos que una mediocridad, y cuando lo tuvieron acabado la maquinaria de Hollywood se puso en marcha. Jack Nicholson, Shelley Duvall y Danny Lloyd interpretarían a la familia Torrance y Scatman Crothers o Barry Nelson darían vida a roles secundarios como Dick Halloran y Stuart Ullman, cocinero jefe y director del hotel Overlook, respectivamente. El rodaje se llevó a cabo, principalmente, en los estudios Borehamwood, de MGM, en Hertfordshire, durante poco más de un año y a lo largo del mismo se extendió, más que nunca, la fama de tirano de Kubrick cuando se sumergía en la producción de una de sus obras. Los exteriores, centrados exclusivamente en la fachada real del hotel y sus inmediaciones, estaban localizados en los estados de Montana y Oregón.




La trama de El Resplandor es por muchos conocida, pero a grandes rasgos se centra en Jack Torrance, su mujer Wendy, el hijo de ambos, Danny, y el invierno que pasaron en el hotel Overlook en el que el primero debía ejercer de vigilante mientas las instalaciones del inmueble estaban cerradas al público. Allí los fantasmas del hotel se interesan por el poder extrasensorial de Danny y utilizan al inestable Jack, con problemas de alcoholismo y arrebatos violentos, para conseguir su cometido. Con este punto de partida inspirado en la novela de King, pero bastante alejado de la misma, como mencionaremos más adelante, Stanley Kubrick volvía a facturar uno de esos trabajos cinematográficos con los que marcaba un punto de inflexión en el género al que estos se adscribían. Pero los primeros pasos de El Resplandor no fueron los esperados, ya que la tibia acogida en la taquilla estadounidense incitó al cineasta y a los directivos de Warner Bros a aligerar el montaje del film que pasaba de los 144 minutos del corte original a los 114 del internacional, perdiendo unos treinta minutos de metraje que hacen la película más compacta y rica en matices, sobre todo en lo referido al alcoholismo del protagonista y los problemas psicológicos de su hijo. Un servidor recomienda, a quien no lo haya hecho, visionar esta versión de El Resplandor, mucho más completa y satisfactoría que la conocida en el resto del mundo.





Como era de esperar la incursión en el cine de terror por parte de Stanley Kubrick iba a ser de todo menos convencional. El Resplandor elude en todo momento el susto fácil o el jumpscare de baratillo y se adentra en terrenos psicológicos gracias al tono cuasi onírico que el director insufla a su puesta en escena. Con la indispensable ayuda de la inquietante e inmersiva banda sonora de Wendy Carlos y Rachel Elkind la atmósfera el autor de La Naranja Mecánica o Lolita mezcla la habitual meticulosidad y simetría, tanto visual como narrativa, propia de su impronta con un continuo y gradual in crescendo de tensión desembocando en la recta final del metraje con el personaje de Jack Torrance convertido en un maníaco homicida. Como suele ser habitual en la filmografía de Kubrick cada plano, cada movimiento de cámara, cada gesto de sus actores estaba medido al milímetro y si tenía que hace repetir a estos últimos más de cien veces una secuencia lo ejecutaba sin miramiento alguno. En lo referido a la realización del film destaca el, por aquel entonces, revolucionario uso de la steadycam, una cámara con estabilizador novedosa para la época con la que podíamos seguir los trayectos del pequeño Danny recorriendo las entrañas del Overlook montado en su triciclo.




Kubrick acomete la labor de adaptar la novela de Stephen King apelando a su conocido distanciamento emocional convirtiéndose normalmente más en un entomólogo o un demiurgo que en un autor totalmente implicado en la deriva existencial de sus criaturas. En muchas ocasiones a lo largo de la filmografía del norteamericano los actores han sido utilizados como un mero nexo entre su discurso y el espectador, aunque eso no es obstáculo para que fuera un maestro a lo hora de exprimirlos hasta lo insano con la misión de sacar lo mejor de ellos mismos. Esta asepsia conceptual no exenta de verismo ofrece al relato una pátina de gelidez capaz de acrecentar la sensación de claustrofobia y desasosiego sobre la que este se construye. Kubrick no siente compasión por sus personajes, el final de Dick Halloran tras su enorme esfuerzo por ayudar a los Torrance sería una buena muestra de ello, pero consigue guiarnos con pericia por la desgraciada situación de sus personajes haciéndonos temer por su integridad psicológica y física mientras el aumento gradual de las situaciones terroríficas se apoderan del metraje con un clímax final a más escala que el resto del film, pero siempre medido al milímetro por su máximo responsable.




Pero como ya hemos apuntado los actores elegidos por Stanley Kubrick para participar en sus producciones siempre estaban brillantes cuando trabajaban bajo su batuta y ahora nos centraremos en la labor del trío principal sobre el que recae el peso de la narración. En el caso de Jack Nicholson, ya por 1980 habiendo ganado el primero de sus tres Oscars, poco tendría que decirle nadie, por muy cineasta de prestigio que fuera, para hacer adecuadamente su trabajo. Pero hubo una soberbia conexión entre director y actor cuyo trabajo conjunto alumbró una de las interpretaciones más icónicas de la historia del cine de terror. El Jack Torrance de Nicholson tiende a lo largo de metraje al exceso y a cierta sobreactuación, pero su inmersión el papel es tan impresionante que se adecúa perfectamente a la historia narrada. Esa buena relación entre el director de Espartaco y el protagonista de Chinatown no se dio con Shelley Duvall, actriz curtida en la filmografía de Robert Altman elegida para dar vida a Wendy Torrance. Una escena en el making of de El Resplandor, rodado por una de las hijas de Kubrick, con la intérprete mostrando cómo se le caía el pelo en grandes cantidades por culpa del estrés dice mucho más del calvario sufrido que cualquier mención que pueda hacer un servidor, aunque el resultado finalmente fuese de nota. Danny LLoyd, que no se prodigó mucho más en el mundo de la interpretación, también ejecuta una excelente labor como el pequeño y avispado hijo del matrimonio Torrance.





Abordando la interpretaciones del reparto y centrándonos en la de Jack Nicholson vamos a adentrarnos en las notables diferencias entre la novela de Stephen King y la adaptación de Stanley Kubrick. Una de las críticas más conocidas del novelista de Maine hacia el film era precisamente referida a la labor de su protagonista. King, no sin razón, afirmaba que el actor de Alguien Voló Sobre el Nido del Cuco parecía un hombre perturbado desde los primeros compases del largometraje, de manera que esta decisión hacía mucho menos orgánica su personal caída bajo la influencia del hotel Overlook. También se quitaba relevancia al alcoholismo de Jack Torrance, de hecho en el montaje internacional casi ni se menciona, cuando era el tema sobre el que se construía el libro. Así como sobre la caldera que necesitaba ser purgada y que finalmente hacía volar el edificio por los aires, apareciendo aquí en una sola escena y sin mostrar ningún tipo de tratamiento especial por parte de sus responsables. Algunas diferencias más, además del final, serían la muerte de Dick Halloran, presente en el film pero no en la novela, la mala relación entre Jack y Sutart Ullman, ausente en la versión de Stanley Kubrick, o la sustitución del mazo de “Croquet de Denver” por el hacha utilizada por el protagonista son varias de ellas y nuevamente muestran lo notablemente alejado que está el trabajo del realizador de la novela de su compatriota.




Convertida no muchos años después de su estreno en un clásico dentro del género y siendo motivo de cientos de especulaciones y teorías (que nadie se pierda el conspiranóico, sensacionalista y alucinado documental Room 327) El Resplandor es una obra maestra que, paradójimacamente, queda lejos de pertenecer a las mejores película nacidas de la impronta de Stanley Kubrick. Un servidor la descubrió en su fervor por todo lo relacionado con Stephen King, independientemente de si eran novelas o adaptaciones al medio audiovisual de las mismas, y llegué a verla una veintena de veces que han aumentado con el paso de los años. Pasajes como la sangre manando en cascadas del ascensor, Jack Nicholson y su hacha destrozando la puerta tras la que esconden su mujer e hijo con el ya mítico “Here’s Johnny" que el actor improvisó, la aparición de las gemelas, lo que acontece en la habitación 327, la persecución final en el laberinto nevado o el último y ambiguo plano ayudaron a construir una producción incontestable que confirmaba, por enésima vez, que Stanley Kubrick era uno de grandes maestros de la historia del séptimo arte. Stephen King pareció ser de los pocos en desacuerdo con la merecida fama ganada por El Resplandor y por ello diecisiete años después decidió ofrecer su “propia versión” en imagen real inspirada de su novela. Pero esa ya es otra historia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario