martes, 19 de marzo de 2019

True Detective: Temporada 3, vida, muerte y luna de cosecha



"Siempre es muy tarde, hagamos lo que hagamos"




En el año 2014 el canal de televisión por cable HBO estrenaba la primera temporada de True Detective, una de sus propuestas más potentes para aquella temporada. La ficción creada y escrita por Nic Pizzolatto (The Killing), dirigida por Cary Joji Fukunaga (Maniac) y protagonizada por Matthew McCounaughey (La Torre Oscura) y Woody Harrelson (Han Solo: Una Historia de Star Wars) supuso una inesperada sorpresa. Aquel relato neo-noir localizado en el sur de Estados Unidos mezclando el thriller policíaco con una pátina sobrenatural deudora del imaginario de H.P Lovecraft enamoró a propios y extraños gracias a la solidez de su escritura, la potencia de su realización y el enorme trabajo de su dúo protagonista. El éxito fue tan rotundo e instantáneo que HBO presionó a Nic Pizzolatto para tener escrita la segunda temporada lo antes posible y con ello repetir el espaldarazo conseguido con las investigaciones de los agentes Rust Cohle y Marty Hart. Esa segunda tanda de episodios llegó un año después, en 2015, y haciendo honor a su naturaleza de antología abandonaba Louisiana y los personajes de la primera para dirigir su mirada hacia Los Ángeles con una historia coral protagonizada por Colin Farrell, Rachel McAdams, Vince Vaughn, Taylor Kitsch y Kelly Reilly. Aunque la historia mantenía los parámetros del thriller policíaco el cambio de tono, una trama más apegada a la realidad y la pérdida de un único director para rodar todos los episodios (aunque se contara con la labor de respetables artesanos como Justin Lin, Daniel Attias o Miguel Sapochnik) conformaron un producto notable, pero muy inferior a su predecesor y carente de su magia. Tras el mal recibimiento de esta True Detective 2 la serie de Nic Pizzolatto parecía muerta y enterrada o esa fue nuestra impresión durante casi tres años.




Pero el pasado 2018 saltaba la inesperada noticia que se viralizaba por toda la red. HBO renovaba la serie y daba una nueva oportunidad a Nic Pizzolatto para reverdecer los laureles de la primera temporada. Esta vez el creador, guionista y showrunner había contado con mucho más tiempo para diseñar su nueva propuesta y la cadena de pago le ofreció su apoyo contratando como protagonista al doblemente oscarizado, aunque por aquel entonces sólo había conseguido el que le proporcionó su papel en Moonlight, Mahershala Ali. Al actor de Green Book le acompañarían Stephen Dorff, Carmen Ejogo, Scoot McNairy, Ray Fisher o Sarah Gadon entre otros intérpretes. En lo referido a los directores que se encargarían de rodar los episodios en HBO también se contrataron los servicios de Jeremy Saulnier, responsable de la interesante y exitosa película Green Room y designado como realizador de las tres primeras entregas, así como productor ejecutivo de esta nueva temporada. Pero fue en abril del pasado año cuando Saulnier oficalizaba su abandono del proyecto por “problemas de agenda” dejando vía libre para no pocas especulaciones sobre su mala relación con un Pizzolatto que ya se las había visto previamente con su anterior cineasta, Cary Joji Fukunaga. A los dos episodios rodados por Saulnier se unen otros dos en los que el mismo Pizzolatto debuta detrás de las cámaras y cuatro más a manos de Daniel Sackheim, veterano curtido en producciones como Expediente X o The Walking Dead y también acreditado en la producción ejecutiva del show.




Estrenada el 14 de enero y finiquitada su emisión el pasado 24 de febrero la tercera temporada de True Detective cumple con lo prometido en los distintos trailers. La nueva entrega de la serie de Nic Pizzolatto es una vuelta a las raíces, aquellas abandonadas en la segunda temporada para alejarse notablemente de las de la primera con la idea de no convertirse en un producto fácil o redundante. No sabemos si por propia voluntad o presiones de la misma HBO, pero el autor de Nueva Orleans vuelve a la América Profunda, a los entornos rurales, a las localidades donde la carestía económica y el oscurantismo campan a sus anchas. También encontramos nuevamente a una pareja de detectives antagónicos, los agentes Wayne Hays y Roland West, investigando un misterioso caso de secuestro y asesinato infantil en Ozark (Arkansas) que Nic Pizzolatto y sus puntuales colaboradores al guión narran por medio de tres líneas temporales localizadas en 1980, 1990 y la actualidad. De esta manera el apartado referido a la escritura de True Detective 3 es casi impecable, una demostración más de que el autor de Galveston es un excelente narrador capaz de interconectar de manera brillante, por medio de juegos de espejos y paralelismos, varias tramas con diferentes cronologías, aunque en esta ocasión lo haya ejecutado con la ayuda de David Milch (Deadwood) y Graham Gordy (One Dollar).




Pizzolatto despliega una retorcida maraña de pistas, sospechosos y situaciones inquietantes con la intención de tejer una poliédrica trama detectivesca en la que se sumergen sus dos investigadores protagonistas y algún otro personaje secundario como el de Carmen Ejogo. No han sido pocos los espectadores descontentos con la manera en la que el guionista ha abordado este apartado, por otro lado de vital importancia para al adecuado discurrir de la temporada. Pero un servidor piensa que, más allá de un final cuestionable y expositivo en exceso, los planteamientos policíacos usados no sólo son casi siempre coherentes dentro de la ficción y su contexto, sino que también infieren en una de las mayores virtudes de esta tercera etapa de True Detective como son la repercusión y las secuelas a nivel psicológico que el caso de los niños desaparecidos dejan en los personajes principales y sobre todo en el de Mahershala Ali, encargado, en casi todo momento, de llevar el peso del relato central. De esta manera podemos acusar a Pizzolatto de no haber estado a la altura de lo esperado a la hora de rematar las distintas subtramas en las que se disgrega su historia, entregándose en algunos momentos a las excusas narrativas pobres y las resoluciones inverosímiles, pero el trayecto hasta llegar a ese cierre es, para un servidor al menos, muy satisfactorio.




En cuanto a la realización de los episodios por parte de los tres directores se repite la tónica habitual de la temporada. Jeremy Saulnier, Nic Pizzolatto y Daniel Sackheim se dedican a emular la puesta en escena de Cary Joji Fukunaga para la primera True Detective de 2014 llevando a cabo una labor notable todos ellos, pero sin imprimir señas de identidad propias perceptibles en manera alguna por mucho que en el caso del primero estemos hablando de un cineasta comenzando a despuntar como autor de largometrajes con la ya citada Green Room, la previa Blue Ruin o aquella Noche de Lobos (Hold the Dark) hecha al amparo de Netfilx. Pizzolatto toma el relevo de Saulnier antes de terminar este los tres episodios asignados a su persona, sólo sale acreditado en los dos primeros, y el guionista cumple sobradamente detrás de las cámaras mimetizando su impronta con el ya establecido look visual del programa y alardeando de técnica en algún momento como en el asalto a la casa de Brett Woodard, el pasaje técnicamente destacable de esta tercera temporada de la misma manera que el plano secuencia de la redada al club motero lo era de la primera y el ataque frustrado al laboratorio de metanfetamina de la segunda. Sackheim hace lo propio con Pizzolato y encarrila adecuadamente la segunda mitad de los episodios con la profesionalidad esperada.




Acierto mayúsculo por parte de HBO y Warner Bros dar el papel protagonista a Mahershala Ali. El actor de Alita: Ángel de Combate ofrece todo su talento para dar forma a un personaje acometido por medio de una deconstrucción psicológica dividida en tres partes diferenciadas, una para cada línea temporal. El brillante y obcecado detective de 1980 se alterna con el hombre curtido en mil batallas con problemas profesionales y personales de 1990 y el anciano entrevistado de la actualidad asediado por todos los demonios de su pasado y una más que probable demencia senil. El intérprete de Luke Cage o Figuras Ocultas se aferra a matices, medido lenguaje corporal y gestual o modulación de su voz para ofrecer un recital brillante. No le va a la zaga un Stephen Dorff impresionante confirmando ser uno de los actores más infravalorados de su generación, nunca habiendo recibido ese “gran papel” (aunque hubo un amago en Somewhere, de Sofia Coppola) que le consagre y teniendo que luchar aquí con los responsables de maquillaje y peluquería que tan inspirados estuvieron con su compañero de reparto y tan poco con él. Carmen Ejogo sacando oro de su personaje, un Scoot McNairy tan destacable como siempre, Ray Fisher en la contenida piel del hijo del protagonista o Sarah Gadon como la incisiva entrevistadora completan el destacable reparto.




Por desgracia cuando la temporada termina y, a nivel personal, poca queja se le puede poner a su conjunto, e incluso antojándose justo mencionar la mejoría con respecto a la anterior, la sensación final es que aquella True Detective de 2014 fue un verdadero golpe de suerte que aquí no vuelve a acontecer. Nic Pizzolatto ha hecho todo lo posible por rememorar lo acaecido en aquella tanda de capítulos inicial, pero el resultado queda muy lejos de la misma y seguramente es difícil dilucidar adecuadamente el motivo. Había algo especial en el caso convertido en odisea vital para los agentes Rust Cohle y Marty Hart que no ha vuelto a repetirse en ninguna de las dos temporadas posteriores. No sabría decir si era aquel subtexto onírico apuntando hacia una naturaleza extraterrena latiendo bajo el relato, la labor superlativa de un Matthew McConaughey inolvidable respaldado por un Woody Harrelson a la altura de las circunstancias o la labor de Cari Joji Fukunaga mimetizando sus aptitudes de narrador con la impecable letra de Pizzolatto funcionando hasta límites dificilmente repetibles, pero queda claro de manera cristalina que lo de True Detective 1 fue una bellísima anomalía irrepetible, inalcanzable y única dentro de una serie que nunca ha vuelto, ni volverá, a alcanzar dichas cotas de calidad. Por lo tanto nos queda una tercera temporada hasta notable en varios aspectos, pero a años luz de la primigenia que dio inicio a todo.




En resumidas cuentas la tercera temporada de True Detective es un producto de notoria calidad ejecutado por un grupo de profesionales capaces y cuyos aciertos están a la altura de la cadena responsable de su producción y emisión. Pero a pesar de sus virtudes, aciertos y mejorías con respecto a la entrega inmediatamente anterior volvemos a afirmar que el resultado queda a años luz de aquella icónica primera temporada. Al igual que sucedía con True Detective 2 esta tercera parte posiblemente sería mejor valorada si no estuviera vinculada a la marca a la que pertenece, pero irremediablemente es la continuación de una serie excelente que únicamente en su génesis consiguió revelarse como una obra maestra de la ficción flmada. Por ahora no se sabe si tendremos una cuarta temporada de True Detective, los ratings de audiencia parecen no haber sido muy destacables a lo largo de estos nuevos ocho episodios, de manera que sólo el paso del tiempo nos dirá si volveremos a seguir la pista de estos detectives dispuestos a dejarse la piel a la hora de desentrañar los casos más siniestros de la “Crónica Negra” estadounidense. Seguramente no tendremos una respuesta a corto plazo ya que ahora mismo HBO está dedicada en cuerpo y alma a engalanarse ante la inminente llegada de la última temporada de su serie más exitosa. Esa Juego de Tronos cuya recta final de seis entregas acaparará todas las miradas dejando a la creación de Nic Pizzolatto en el limbo y con su futuro pendiendo de un hilo.


1 comentario:

  1. Reseña publicada originalmente en Zona Negativa.

    https://www.zonanegativa.com/znseries-true-detective-3a-temporada-de-nic-pizzolatto-vida-muerte-y-luna-de-cosecha/

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