domingo, 23 de diciembre de 2018

La Casa de Jack, architecture of aggression



Título Original The House That Jack Built (2018)
Director Lars Von Trier
Guión Lars Von Trier
Reparto Matt Dillon, Bruno Ganz, Uma Thurman, Riley Keough, Sofie Gråbøl, Siobhan Fallon, Ed Speleers, Osy Ikhile, David Bailie, Yu Ji-tae, Marijana Jankovic, Robert G. Slade





Después de siete años de veto por culpa de aquellas declaraciones en las que mostraba cierta simpatía y comprensión por Adolf Hitler, Lars Von Trier volvía este año al festival de Cannes con su último trabajo, The House That Jack Built, presentado en la sección oficial fuera de competición. Como era de esperar el regreso del cineasta danés a la croisette no pasó desapercibido y su nueva propuesta detrás de las cámaras fue la que levantó más polémica dentro del certamen francés. Según las reseñas de los distintos medios escritos se pudieron contar por decenas las personas que abandonaron la proyección del largometraje por culpa de su excesiva y desagradable violencia explícita. En este sentido no sé si un servidor se está volviendo un desalmado o un insensible, pero sin eludir que es una obra dura y sin concesiones a la hora de retratar las secuencias de asesinatos perpetrados por su protagonista, no veo en The House That Jack Built nada que pudiera escandalizar a quien haya visto previamente Anticristo, del mismo Von Trier. Obra con una violencia muchísimo más gráfica que la del film protagonizado por Matt Dillon.




Más allá de no parecerme, ni de lejos, un proyecto tan violento como se dijo en su momento muchos de los periodistas desplazados a Cannes se quedaron en la superficie de la propuesta de Lars Von Trier al visionarla e hicieron posteriormente unos análisis bastante cuestionables incidiendo siempre en su notoria virulencia y casi solo en ella. Fue después de su paso por el Festival de Sitges, certamen ducho en el cine más extremo y curado de espanto en este sentido, que empezaron a llegar las primeras reseñas del film abordado como obra cinematográfica, mirando más allá del sadismo, la crueldad y la hemoglobina. De esta manera aparecieron voces capaces de discernir que el último trabajo del director de Melancholia no era un slasher, sino una profunda y cínica reflexión sobre el arte y su propia carrera como director. Ahí es donde se encuentran los mayores hallazgos de The House That Jack Built y en ellos vamos a incidir a continuación. Aunque para hacerlo adecuadamente esta vez incluiremos spoilers muy importantes en la reseña.




La Casa de Jack, título dado al largometraje tanto en España como en algunos países de latinoamérica, expone por medio de flashbacks los doce años como asesino en serie de un ingeniero frustrado llamado Jack (Matt Dillon) durante la década de los 70 mientras narra los hechos a otro interlocutor llamado Vergue (Bruno Ganz). Jack dividirá su historia en cinco episodios, considerados por él "incidentes" importantes en su vida, a los que se añadirán finalmente un epílogo. En el proceso  defenderá la naturaleza artística de todos los asesinatos por él perpetrados a lo largo de más de una década comparándolos con la arquitectura, la pintura, la filosofía o la música, encontrando siempre una respuesta negativa por parte de un Vergue que en la recta final del film revelará su verdadera identidad al protagonista y al espectador. Además de a Matt Dillon y Bruno Ganz encontramos en el reparto a Uma Thurman (Nymphomaniac), Riley Keough (Mad Max: Furia en la Carretera), Sofie Gråbøl (Forbrydelsen), Siobhan Fallon (Dogville) o Jeremy Davis (Manderlay).




The House That Jack Built es, desde un punto de vista conceptual y narrativo, una continuación lógica del memorable díptico Nymphomaniac de 2013. Aunque en esta ocasión no seguimos los pasos de una mujer adicta al sexo como la interpretada por Charlotte Gainsbourg, sino los de un asesino en serie con Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) al que da vida un pletórico Matt Dillon, volvemos a tener a dos interlocutores reflexionando sobre la vida de uno de ellos por medio de episodios y una realización que alterna la ficción con imágenes reales, estética documental, animaciones y hasta secuencias de otros largometrajes. De esta manera Lars Von Trier sigue fiel a la evolución experimentada por sus últimas producciones, pero esta vez la naturaleza reflexiva y catártica de su propuesta le permite jugar con una realización.mutante en consonancia con su intencionalidad artística, a la que volveremos más tarde para hablar del mensaje y el trasfondo de su más reciente trabajo como guionista y director.




"Creo que todo el buen arte ha sido creado bajo condiciones dictatoriales" comentaba Lars Von Trier en una interesante entrevista subida a YouTube por Lousianna Channel y dicha afirmación podría resumir su carrera cinematográfica. No han sido pocos los actores y técnicos que han tildado de tirano al cineasta danés y ahí tenemos Dogville Confessions, el interesante y completo making of de la película homónima, para demostrarlo. También las duras declaraciones cruzadas que mantuvo con la cantante islandesa Björk relacionadas con la labor compartida por ambos en la magistral Bailar en la Oscuridad. Este modus operandi a la hora de trabajar sobre el que ha construido toda su filmografía es sólo una de las ideas sobre las que reflexiona una pieza como The House That Jack Built. Porque sólo el ojo poco avispado y superficial no dilucidará encontrarse ante algo más ambicioso y trascendente que una película sobre las correrías criminales de un asesino en serie.




Con The House That Jack Built Lars Von Trier plantea una historia que posee muchos puntos en común con la inquietante Funny Games (1997). Con el largometraje del austriaco Michael Haneke comparte una autoconsciencia cinematográfica capaz de permitirle manipular las emociones del espectador, seña de identidad indivisible al discurso de ambos autores. Más allá de su subtexto la última película del autor de Rompiendo las Olas evidencia prematuramente su "irrealidad" porque como slasher no tiene pies ni cabeza. Entre policías desnortados, víctimas crédulas o de cortas entendederas y situaciones peligrosas con sempiterna inclinación por favorecer al protagonista nos queda claro que la elección del subgénero de asesinos en serie por parte del danés es simplemente una excusa narrativa para crear una analogía con su faceta artística. Jack es Lars Von Trier, la carrera criminal del protagonista la suya como director  y los asesinatos sus propias películas.




No es una elección arbitraría o baladí que Von Trier haya elegido un asesino en serie como su contrapartida ficcional en The House That Jack Built. Los que conocemos la obra del director nacido en Copenhage sabemos que violencia, misoginía, megalomanía, crueldad y el ya mencionado TOC no son sólo características de la personalidad de Jack, sino también de la suya. De esta manera la historia planteada se convierte en una confesión directa por parte de su máximo responsable, despojándose de manera impúdica de cualquier prejuicio, admitiendo quién es y cómo obra para expiar, por la vía dura, todos sus demonios y desmitificar el grueso de su obra como cineasta. Aquí reside el alma de La Casa de Jack, en esa valentía por parte de su autor a la hora de exponer de manera explícita todas sus manías, trastornos psicológicos, filias y fobias, para que el espectador pueda dictar sentencia sobre ellas si le place hacerlo y de paso dar la razón a muchas de las teorías de los detractores de su cine.




A lo largo de su tête à tête Jack y Vergue debaten sobre los paralelismos entre el asesinato a sangre fría y distintas disciplinas artísticas. Mientras el primero trata de razonar su punto de vista recibe normalmente del segundo una contrarréplica capaz de desmontar sus argumentaciones sin demasiado esfuerzo. Aquí es cuando Von Trier más se sincera con la platea, cuando el personaje de Vergue demuestra que todas sus teorías comparativas entre el arte y el crimen no se sostienen por su propio peso, como si fuera consciente de la endeblez de su ideario y sistema de valores personal, inevitablemente extrapolado a su faceta profesional. Por eso el personaje de Bruno Ganz no elude cuestionar su odio hacia las mujeres, su propensión a hacer sufrir al prójimo (¿sus actores?) en favor del arte, su inclinación por ejercer como "pequeño dictador" cuando realiza su trabajo o la frustración que le supone no llegar a ser la persona que le gustaría. Quedando reducido a un "ingeniero" eterno aspirante a "arquitecto.




En el proceso la intertextualidad expuesta por en el largometraje alcanza cotas de puro genio. No sólo es una obra que se cuestiona a sí misma como tal o capaz de realizar un análisis crítico de la carrera de su ideólogo. Von Trier decide ir más allá convirtiendo su más reciente film en una síntesis de su filmografía y su personalidad como creador. Ya hemos mencionado que The House That Jack Built evidencia una puesta en escena cambiante y esto es debido a que a lo largo de los 153 minutos de metraje se hace una cronología de la evolución experimentada por el estilo cinematográfico del danés a lo largo de los años. De los apuntes sórdidos de El Elemento del Crimen en los primeros compases del film pasamos a la grandilocuencia de Europa en muchos de los flashbacks sobre la infancia del protagonista, pasando por un realismo primario semejante al de Rompiendo las Olas y llegando a la estilización visual de sus últimos cuatro trabajos cuando el epílogo revela a Vergue como el Virgilio que llevará a  este peculiar Dante al infierno por medio de su casa construida con cadáveres, o lo que es lo mismo, la filmografía de Von Trier compuesta por sus películas. El arte como una puerta con acceso directo al averno.




Una vez nos encontramos en ese primitivo infierno arrancado de las páginas de La Divina Comedia y la obra pictórica de Eugène Delacroix Jack/Von Trier/Dante se enfrenta a su "juicio final personal" y Vergue no sólo se revela como un émulo de Virgilio, también nos representa a nosotros, los espectadores, como jueces inmisericordes que dejamos al "artista" abandonado a su suerte en su última y más complicada misión, resultante en fracaso. Justo cuando el fatídico destino abraza al protagonista los títulos de crédito en blanco y negro acariciados juguetonamente por una versión de Hit the Road Jack de Buster Poindexter traen consigo la ironía, otra de las señas de identidad, no sólo de The House That Jack Built, sino de gran parte de la obra de de Lars Von Trier. Porque más allá de su trasfondo metafísico y metafórico nos encontramos con un proyecto construido sobre el humor. Uno muy negro, políticamente incorrecto y hasta ofensivo para cierto sector del público que puede ver herida su sensibilidad a lo largo de las situaciones planteadas por el guionista y director.




La Casa de Jack es también una gran broma, un ejercicio de cinismo con el que Lars Von Trier se quita importancia a sí mismo de manera nada sutil o autocomplaciente. Asesinatos de mujeres, niños, animales o el disparatado ritualismo para llevarlos a cabo, el uso del tema Fame de David Bowie como uno de los leit motivs musicales de la película, la parodia continua del videoclip del tema Subterranean Homesick Blues de Bob Dylan, la desaparición gradual del TOC del protagonista a medida que se va sintiendo "más cómodo" matando personas, la peculiar sesión de taxidermia, toda la secuencia del personaje de Riley Keough o que sus referencias narrativas y visuales eludan a los maestros del cine europeo y encuentren inspiración en productos, más o menos, exploits como La Última Casa a la Izquierda (1972), Henry: Retrato de Un Asesino (1990) u Ocurrió Cerca de Su Casa (1992) dejan clara la intención por parte de Von Trier de no tomarse a sí mismo, ni a su obra, demasiado en serio. Llegando incluso a transmitir al espectador la, más que viable y asumible, posibilidad de estar riéndose de él en su propia cara.




Hace años que Lars Von Trier perdió el título de director prestigioso alabado por la crítica y los festivales internacionales. Sus últimos trabajos, brillantes desde mi punto de vista, son más reconocidos por su controversia que por sus no pocas virtudes y con la obra presente sucedió algo parecido durante su puesta de largo internacional. Demasiado violenta para los amantes del cine de autor, excesivamente profunda para los seguidores del slasher, The House That Jack Built está lejos de ser la mejor película de su creador, pero tiene los suficientes hallazgos para ser tenida en cuenta como una de las más interesantes propuestas del 2018 que, curiosamente, no verá la luz en España hasta enero del próximo año. Genio o trilero, veterano en plena madurez o niño cada vez más caprichoso, visionaro o vendehumos. todo eso y muchas cosas más es Lars Von Trier. Un tipo talentoso, repelente y egocéntrico que esperamos siga golpeándonos con su cine por muchos años más.


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