lunes, 24 de septiembre de 2018

Predator



Tíitulo Original The Predator (2018)
Director Shane Black
Guión Fred Dekker y Shane Black, basado en personajes de John y Jim Thomas
Reparto Boyd Holbrook, Olivia Munn, Trevante Rhodes, Sterling K. Brown, Jacob Tremblay, Jake Busey, Yvonne Strahovski, Thomas Jane, Keegan-Michael Key, Kyle Strauts, Alfie Allen, Niall Matter, Paul Lazenby, Crystal Mudry, Devielle Johnson, Augusto Aguilera, Andrew Jenkins, Dean Redman, Rhys Williams, Steve Wilder





Desde que su primera película debutara en 1987 con un rotundo éxito de taquilla y aspiraciones de convertirse en una obra de culto dentro del cine de acción y ciencia ficción contemporáneo la saga Predator ha extendido su microcosmos por medio de secuelas, croossovers, cómics, videojuegos y todo tipo de figuras de coleccionismo. Centrándonos sólamente en su faceta cinematográfica tras el film primigenio escrito por los hermanos Jim y John Thomas, dirigido por John McTiernan y protagonizado por Arnold Schwazenegger llegó tres años después una dignísima secuela con Stephen Hopkins detrás de las cámaras y Danny Glover encabezando un memorable reparto de secundarios entre los que reconocíamos a Bill Paxton, Rubén Blades, Gary Busey o María Conchita Alonso entre otros. La trama abandonaba ya la jungla centroamericana y tomaba como localización una ciudad de Los Ángeles convertida en un hervidero de violencia entre policías y pandilleros.




La pasada década, cuando habían transcurrido catorce años de la última aventura de los cazadores intergalácticos, el director británico Paul W. Anderson fue contratado por 20th Century Fox para resucitar la franquicia, junto a la de Alien, dirigiendo una adaptación muy libre de los cómics Alien vs. Predator publicados por la editorial independiente Dark Horse. El resultado, mediocre, tuvo el suficiente éxito como para dar lugar a una secuela, Alien vs: Predator: Requiem, cuyo engañoso trailer vendía una interesante película de acción y ciencia ficción cafre que no era tal. Ya en 2010 el cineasta Robert Rodríguez, en su faceta de productor, se encargó de retomar las correrías en solitario de los Predators con la película homónima, un film tan entretenido como intrascendente que tampoco consiguió insuflar nueva vida a la creación cinematográfica ideada en su origen por los hermanos Jim y John Thomas a pesar de contar con bastantes medios y un reparto con Adrien Brody, Danny Trejo y Laurence Fishburne.




Ya en 2014 un Shane Black recién salido de su exitosa y controvertida aventura en Marvel Studios con la polémica Iron Man 3 fue asignado para dirigir un nuevo intento por relanzar la saga y para ello contó con la colaboración en el guión de su viejo amigo Fred Dekker, con el que colaboró en la entrañable Una Pandilla Alucinante (Monster Squad) allá por los lejanos 80. Sin contar la tercera entrega protagonizada por el alter ego superheróico de Tony Stark Black venía de rodar dos cintas muy bien recibidas, al menos por parte de la prensa especializada y el fandom, como Kiss Kiss Bang Bang y Dos Buenos Tipos (The Nice Guys) parodiando con ellas el subgérno buddy movie que le dio fama como guionista con piezas como Arma Letal o El Último Boy Scout y al que ya sacó punto con la infravalorada y reivindicable El Último Gran Héroe (Last Action Hero). Además Black ya era un viejo conocido de la franquicia, interpretó a Hawkins en el largometraje de 1987 y estuvo a punto de colaborar en su escritura.




Por este y otros motivos los fans esperábamos mucho de The Predator, pero por desgracia lo que nos han ofrecido es un desastre mayúsculo. Hace unos meses se hizo público que la 20th Century Fox mandó rodar numerosos reshoots para “mejorar el film” y conociendo los habituales encontronazos de Shane Black con la industria aquello no transmitía buenas sensaciones. Una vez estrenada internacionalmente, acompañada de alguna que otra polémica, todos los malos augurios que podían habernos pasado por la cabeza se materializan uno a uno a lo largo de los 102 minutos de metraje que dura la película. En el resto de la entrada nos adentraremos en los incontables fallos que convierten Predator en un fracaso casi total y trataremos de dilucidar por qué los responsables del proyecto han dado como bueno semejante disparate sin pies ni cabeza cuya única misión parece ser querer hundir la saga en la inmundicia de manera intencionada.




Después de un arranque prometedor, aunque ya con alguna estridencia fuera de lugar, The Predator se convierte en una “película frankenstein” sin una intención clara con respecto a lo que quiere ser. Un guión eludiendo todo tipo de evolución narrativa, un montaje calamitoso en el que se dejan notar los cortes mal ejecutados y los reshoots peor insertados (atentos el continuo aparecer y desaparecer de la peluca de Boyd Holbrook) personajes antojándose parodias de los que tan divertidamente suele escribir Shane Black y un quebradizo desequilibrio entre humor y acción hunden irremisiblemente la última entrega de la saga “yautja”. El desastre se materializa bien pronto en pantalla cuando en los primeros compases de la obra la arbitrariedad, la inconsistencia argumental y los disparates dispuestos en fila india invaden la proyección dejando en el espectador la impresión de que, o bien la productora intercedió de manera abrupta en el trabajo del director y su co guionista, o estos no tenían en ningún momento las aptitudes adecuadas para realizar una buena entrega de la franquicia.




Hay una película de la saga Predator debajo de la película homónima y también una de Shane Black con todo su sentido de la parodia hacia un género conocido por él tras años escribiéndolo y dirigiéndolo. Encontramos apuntes de la violencia explícita y el salvajismo gore adscrito a la franquicia intentando amalgamar en las secuencias más dinámicas un tono de thriller y ciencia ficción. También hay una intencionalidad paródica inyectada en la trama por el grupo de personajes formado por soldados trastornados mentalmente identificable con la impronta habitual del guionista y director detrás del proyecto. Pero todo lo planteado está expuesto de manera incongruente, tosca, sin un sentido lógico de la secuencialidad, como si alguien desde las sombras quisiera sabotear todo el planteamiento inicial sin que las distintas vertientes genéricas que habitan en Predator puedan convivir armónicamente y por el contrario se encuentren continuamente chocando la una contra la otra.




La acción y la ciencia ficción (los apuntes de terror de los dos primeros films de la saga brillan por su ausencia) no cubren los mínimos exigibles por culpa de un desaprovechamiento casi total de las criaturas diseñadas por el mítico y añorado Stan Winston. No hay casi ningún tipo de interés por seguir indagando en el microcosmos, el ritualismo y la parafernalia relacionada con los predators, aquí la única idea es que los dos alienígenas presentes en el film (después de haber visitado el planeta del que proceden con decenas de ellos en pantalla durante Predators esta pareja sabe a muy poco) protagonicen contadas secuencias donde podamos ver muestras de su brutalidad y poco más. Para colmo el mayor aliciente con respecto a esta vertiente de la obra, el “Ultimate Predator”, ha sido diseñado con unos CGI muy cuestionables menoscabando alarmantemente su presencia en el metraje. Porque por muy bestial que Shane Black quiera mostrárnoslo su pobre trazo en ningún momento nos hace olvidar su endeble y paupérrima naturaleza digital.




En lo referente al humor el resultado no es mucho más exitoso al venirnos dos preocupantes ideas a la cabeza a la hora de analizar la faceta “gamberra” de Predator. Podría ser que la intención de Shane Black y Fred Dekker fuera rodar una parodia de la franquicia, una Starship Troopers buscando hacer escarnio con los preceptos establecidos por las anteriores tres entregas, en ocasiones llegando a conseguirlo, y 20th Century Fox respondiera con una negativa y ordenando realizar cambios a lo largo y ancho de todo el proyecto por medio de los consabidos reshoots. Pero también es cierto que los personajes cómicos introducidos en la trama, básicamente todos, se antojan malas copias de los previamente vistos en films como Kiss Kiss Bang Bang o Dos Buenos Tipos, sin apenas gracia y apelando a una comicidad infantil y escatológica sólo efectiva en muy contadas ocasiones. Con respecto al machismo vergonzante con el que está abordado, ya desde la escritura, un rol como el de Olivia Munn otro día podríamos dedicarle una entrada tan o más extensa que la presente.




El éxito de Predator hubiera supuesto muchas cosas buenas tanto para sus precursores como para los fans de la saga. Podría haber revitalizado la carrera de un tipo talentoso como Fred Dekker que después de rodar piezas entrañables como El Terror Llama a Su Puerta (Night of the Creeps) o la ya citada Una Pandilla Alucinante (Monster Squad) hundió su carrera al aceptar en aquel caramelo envenenado llamado Robocop 3. Habría reconciliado a Shane Black con el fandom, en gran parte molesto por su visión del Mandarín en Iron Man 3, pero ahora ha conseguido enfadar a los seguidores de dos universos ficcionales a la vez, todo un mérito por su parte. Habría supuesto la resurrección perfecta para un microcosmos extenso, rico y en muchos sentidos todavía fértil para acercarlo a las nuevas generaciones. Por desgracia el resultado ha sido un despropósito con un par de secuencias de acción y humor aisladas funcionales rodeadas por poco más de hora y media de disparates en fondo y forma que, lamentablemente, mantendrán alejados durante otros cuantos años a estos depredadores de nuestra órbita cinematográfica.



1 comentario:

  1. Reseña publicada originalmente en la web Zona Negativa.

    https://www.zonanegativa.com/zncine-critica-doble-de-predator-de-shane-black/

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