sábado, 11 de enero de 2014

Carrie (2013), girls don't cry



Título Original Carrie (2013)
Director Kimberly Peirce
Guión Lawrence D. Cohen y Roberto Aguirre-Sacasa basado en la novela de Stephen King
Actores Chloë Grace Moretz, Julianne Moore, Gabriella Wilde, Portia Doubleday, Judy Greer, Alex Russell, Zoë Belkin, Ansel Elgort, Samantha Weinstein, Karissa Strain, Barry Shabaka Henley, Demetrius Joyette, Cynthia Preston, Arlene Mazerolle, Evan Gilchrist, Eddie Max Huband, Tyler Rushton, Skyler Wexler





Tras pasar por varias editoriales que la rechazaron tildándola de "impublicable", Carrie, la primera novela (aunque cuarta en ser escrita) del escritor estadounidense Stephen King, vio la luz en 1974. El libro narraba la vida de una chica con poderes telequinéticos que vivía entre el rechazo social de sus compañeros de clase y la estricta y enfermiza educación de su madre, Margaret, una cristiana radical obsesionada con el pecado. Aunque aún en bruto y sin limar aristas ya se podía ver en aquel trabajo el talento de un narrador especialmente dotado para extrapolar el terror dentro de la cotidianidad y perfilar personajes cercanos y tridimensionales. Sólo dos años después se estrenó la adaptación a imágenes del exitoso best seller a manos del por aquel entonces prometedor director italoamericano Brian de Palma.





Aquella producción de 1976 es, no sólo una de las mejores adaptaciones que se han realizado de una novela del autor de Maine, también se puede considerar como uno de los trabajos más conseguidos del director de Atrapado Por Su Pasado (Carlito's Way) o El Precio del Poder (Scarface). Protagonizada por unas colosales Sissy Spacek y Piper Laurie en los papeles de Carrie y su madre respectivamente y con roles secundarios de unos por aquel entonces jovencísimos John Travolta, Amy Irving, William Katt y Nancy Allen la película es a día de hoy un clásico del cine de terror en el que Brian de Palma ya imprimía su sobresaliente puesta en escena y su pasión por la obra de Alfred Hitchcock (las referencias a Psicosis son claras a lo largo del metraje) sustentado en un magnífico guión de Lawrence D. Cohen que se mantenía bastante fiel a lo escrito por el autor de El Resplandor.




En 1999 y sin pedirlo nadie (como suele pasar en estos casos) se estrenó una secuela titulada Carrie 2: La Ira que un servidor siempre se ha negado a ver pero que tiene fama de nefasta. Protagonizada por una supuesta hermanastra de la Carrie original (ambas se suponen hijas del mismo padre) parece ser que era un émulo bastante descarado de la película de 1976 pero con todos los tics del cine de terror de los 90. En 2002 se realizó un remake para televisión de la cinta primigenia que supuestamente iba a ser el episodio piloto para una serie de televisión que nunca se llevó a cabo. Escrito por Bryan Fuller (Dead Like Me) y protagonizado por Angela Bettis y Patricia Clarkson como Carrie y Margaret White tampoco he tenido el gusto de verlo aunque tiene mejor fama que la secuela antes mencionada.




Pero la idea de un remake para la pantalla grande nunca se descartó y durante años la Metro Goldwyn Meyer nos dio la brasa a los espectadores con noticias sobre hacer una modernización de Carrie. Tras el baile de actrices que iban supuestamente a protagonizar la película (se llegó a mencionar a Lindsay Lohan como la protagonista y a Jodie Foster como su madre) Chloë Grace Moretz (Kick-Ass 1 y 2, Déjame Entrar) y Juliane Moore (Magnolia, Boogie Bights) fueron las elegidas para los papeles principales y la interesante directora Kimberly Peirce, autora de la durísima y estimable Boys Don't Cry, fue seleccionada para ponerse detrás de las cámaras Por otro lado el guión recayó en Roberto Aguirre-Sacasa y Lawrence D. Cohen, este último el mismo libretista de la Carrie original. El resultado es un remake fallido, por ser una copia de la versión de 1976, y una cinta de terror del montón con sus aciertos y fallos que tan pronto se ve como se olvida.




Aunque su excelente arranque con ese agónico alumbramiento y detalles tan acertados como la Biblia abierta en medio de las escaleras empapada en líquido amniotico nos hace pensar que vamos a asistir a un remake diferente a la cinta original que toma como base todo se desmorona en ese sentido después del prólogo. A partir de ahí esta versión de Carrie se convierte en un descarado calco de la película de 1976 sólo que acentuando la violencia para hacerla más explícita y por supuesto, como dicta la tradición, reduciendo la carga sexual al mínimo exponente. Desde la escena de las duchas (que palidece sonrojantemente ante la de De Palma) hasta el final con el epílogo en la tumba (que por suerte no plagia al original, pero casi) todo es un ejercicio de innecesario mimetismo que no aporta prácticamente nada nuevo o diferente a la historia narrada.




Por suerte los productores han sabido elegir a una realizadora con oficio y que no se entrega al artificio o el efectismo al menos durante gran parte del metraje del film. Kimberly Peirce sabe dar cierto trasfondo a la historia que está contando, consigue acentuar y extrapolar la historia de abusos psicológicos que sufre Carrie a la actualidad (el uso de móviles y vídeos que se suben posteriormente a la red) y perfilar dos personajes principales, no así los secundarios, que exceptuando el de la profesora de gimnasia a la que da vida Judy Greer son clichés andantes interpretados por actores de buen ver con pocas o nulas dotes para la interpretación. Sólo en la recta final del metraje la autora de la poco conocida Stop-Loss abusa de efectismos (cámaras lentas, cierta casquería innecesaria y subrayados visuales o estilísticos) queriendo crear un clímax apocalíptico tan resultón como innecesario.




Por descontado que el largometraje lo sacan adelante sus protagonistas principales que sin llegar a ser ni sombras de las Sissy Spaceck y Piper Laurie originales obran de manera muy profesional. Chloë Grace Moretz es demasiado guapa y angelical para ser Carrie y por mucho que la despeinen y la vistan como si fuera una miembro de la familia Phelps no da el pego. Pero es cierto que la chica ofrece una interpretación notable, que se implica con la psicología torturada e inocente de su criatura y que sabe después sacar de su interior toda esa furia y venganza para sembrar el caos y la muerte. Mucho mejor está Julianne Moore como Margaret White, realizando una descarnada composición como esa mujer obsesionada con el pecado y el infierno que se autoinflinge heridas cuando cree que está actuando equívocamente y que no deja a su hija hacer una vida normal y corriente por culpa de su propia represión física y moral o sus prejuicios.




No es un remake tan destacable como sí lo fueron los de Posesión Infernal, La Última Casa a la Izquierda, Maniac o Las Colinas Tienen Ojos, pero tampoco tan terrible o mediocre como los de Viernes 13 o La Niebla. Como revisión es una necedad que no aporta nada cinematográficamente a lo que vimos en el film de De Palma y para colmo los pasajes que copia de aquel los empeora (algo que sucedía también con la versión de Perros de Paja que Rod Lourie rodó en 2011) como con la "crucifixión" del final. Para colmo no es mucho más fiel al libro que la cinta de 1976, de modo que como nueva traslación del escrito al celuloide no añade nada mínimamente destacable. Como película de terror se deja ver (aunque no inquieta ni la mitad que la del director de En Nombre de Caín, que sólo con los juegos de luces y sombras nos metía el miedo en el cuerpo) se pasa en un suspiro, está bien medida y no aburre en ningún momento gracias a la labor de su directora y sus protagonistas. Pero su existencia es tan innecesaria como olvidable y en ese sentido debemos ser conscientes de que algo no ha salido bien, como era de esperar por otro lado.



2 comentarios:

  1. Hacer un remake de una película cuasi perfecta es una tarea kamikaze en la que rara vez cuesta dar con la tecla: Si te pasas de fidelidad, acaba resultando innecesaria, pero en cuanto te alejas para probar cosas nuevas rara vez están a la altura de la original.

    Exactamente eso es lo que le pasa a la Carrie de Peirce, que ya desde la escena de las duchas que acertadamente citas me dejó bien claro que esto no iba a parar a buen puerto: Uno de los grandes aciertos de la versión de De Palma es que -viéndola sin aviso- ni siquiera da la impresión de ser una película de terror. El film podría pasar por la habitual película estudiantil de la época, con su humor, desparpajo festivo y elementos sobrenaturales hasta que se lía la de dios con un a acontecimiento que desgraciadamente recuerda demasiado a incidentes menos "fantásticos" que tan a menudo se han dado a través de la geografía americana desde entonces.

    Aquí este hallazgo queda erradicado desde el principio para desmarcarse con un subrayado constante de que se trata de un film de terror y el resultado es... pues lo que dices, una película de terror del montón.

    Tampoco creo que acertaran al elegir a la Moretz, porque por mucho empeño que le ponga no termina de despojarse del pellejo de la Moretz para convertirse en Carrie.

    Dentro de esto último, se me hace especialmente cargante la insistencia en hacer de los malos tan malos (el salpicón de la consumación asesina en la cochiquera), o ese cobarde e infame acto final en el que Carrie nunca termina de pasar de la raya: Empezando porque no la lía la mitad de gorda que la Spacek en sus años, para continuar con esa muerte "cuasi-accidental" de la madre (no sea que empañemos la imagen de la muchacha) y la chorrada esa de perdonar a Sue Snell por estar embarazada. Ya me extrañó que dos chavales lo hicieran de forma explícita en una peli de terror y no fueran castigados ambos con la muerte. A la rubia le guardaban la segunda condena de libro habitual para estos casos.

    Luego tiene cosas chulas como el manejo de los personajes en la parte media de la cinta (salvo las citadas licencias a costa de los "malos"), la imagen de Portia Doubleday estampada en la luna del auto, el uso de las redes sociales o la forma en la que parece insinuarse que el padre de Carrie era el hermano de su madre (cosa que no recuerdo estuviera en la de DePalma).

    Pero en general es una película que ya nació vieja, y que probablemente no vaya a tener trascendencia más allá de como curiosidad puntual. En estos casos o abordas el remake con una personalidad potente, una vuelta de tuerca radical respecto al original o una treta por la tangente como la que Tom Stoppard se marcó con Hamlet, o difícilmente escapas bien parado.

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    1. Totalmente de acuerdo, un producto innecesario que como remake falla casi en su totalidad y como cinta de terror se deja ver para ser olvidada al poco rato. De todas formas poco más se le podía pedir, el proyecto no prometía mucho más.

      En breve comentaré la versión de De Palma, que ya va tocando.

      Un saludo, Daniel!

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