viernes, 15 de noviembre de 2013

I Spit On Your Grave 2, vengeance is mine



Título Original I Spit On Your Grave 2 (2013)
Director Steven R. Monroe
Guión Neil Elman y Thomas Fenton basado en personajes creados por Meir Zarchi
Actores Jemma Dallender, Joe Absolom, Yavor Baharov, Aleksandar Aleksiev, Mary Stockley, Michael Dixon, Valentine Pelka, Peter Silverleaf, George Zlatarev




En 1978 el director Meir Zarchi dirigió I Spit On Your Grave (La Violencia del Sexo en España) una de las cintas más polémicas y famosas adscritas al subgénero rape and revenge. En el film una joven escritora (Camille Keaton) que decide retirarse a un pueblo sureño con el fin de buscar inspiración para su próxima novela es asaltada por un grupo de lugareños que la violan y vejan durante todo un día. Más tarde descubrimos que la muchacha sobrevive al brutal abuso y tras curar sus heridas decide cobrarse fría venganza contra sus agresores. El largometraje es a día de hoy una obra de culto con bastantes hallazgos, una actriz que realiza un trabajo remarcable y una interesante labor por parte de su director que consigue una atmósfera malsana y desgarrada.




En el año 2010 y aprovechando el tirón de remakes de films icónicos de los 70 y 80 con algunos resultados memorables (Las Colinas Tienen Ojos, La Última Casa a la Izquierda, La Matanza de Texas 2004, Amanecer de los Muertos, Halloween: El Origen) y otros no tanto (The Fog, Viernes 13, ) el realizador televisivo Steven R. Monroe se puso al frente de un remake de I Spit On Your Grave respaldado en la producción por el mismo Meir Zarchi. El resultado fue una interesante revisión de la producción 1978 con una violencia física más explícita, algo de más pudor en el sexo enfermizo y algunas variantes que transformaban el mensaje androfóbico de la pieza original en una dura crítica a la América profunda.




Esta nueva versión del film de 1978 fue más o menos bien recibida por la crítica y consiguió cierto éxito de público aunque en algunos países se estrenó directamente en el mercado doméstico (en España no ha visto la luz ni en pantalla grande ni en formato casero y a saber si lo hace alguna vez) de modo que la idea de la secuela apareció rápidamente en la mente de Zarchi y sus colaboradores. Dejando a Steven R. Monroe en la dirección y cambiando los autores del guión y el reparto nos llega a finales de 2013 esta I Spit On Your Grave 2 que sin ser tan acertada como su antecesora contiene prácticamente los mismos aciertos que aquella pero recrudeciendo más si cabe la brutalidad llegando en ocasiones a cotas de salvajismo impropias del cine americano actual.




Katie es una joven que se ha mudado a la ciudad de New York para labrarse una carrera como modelo. Una conocida le recomendará buscar a un buen fotógrafo que le haga un book con el que promocionarse en el mundo de la alta costura. Debido a su precaria situación económica Katie responderá a un anuncio en el que se realizan sesiones fotográficas gratuitas para modelos principiantes. Cuando esté allí se sentirá intmidada por Iván y sus hermanos, que son los fotógrafos, cuando le pidan que enseñe un poco más de su cuerpo utilizando menos ropa. Katie vuelverá a casa, pero poco después recibirá la visita furtiva de Georgy, uno de los hermanos de Iván, un chico de apariencia supuestamente tímida y apocada, pero sólo en el exterior.




El mayor pleno de I Spit On Your Grave 2 es que sigue la senda abierta por la anterior entrega sin ofrecerse a una molesta hipérbole conceptual o a experimentos que la saquen del buen camino abierto por aquella. Pero Steven R. Monroe y sus guionistas son lo suficientemente inteligentes para cambiar algunos apuntes de la temática que están volviendo a abordar para que la historia no se vuelva repetitiva y demasiado mimética. Del caluroso pueblo sureño pasamos a un New York moderno y urbanita, la escritora pasa a ser una aspirante a modelo y los agresores dejan de ser rednecks venidos a menos para convertirse en un grupo de hermanos búlgaros con muy malas intenciones. Se le podría echar en cara a los autores volver al manido recurso de estigmatizar a los europeos del Este como criminales sedientos de sangre, pero si tenemos en cuenta que en la anterior entrega los que fueron retratados como tales fueron los mismos estadounidenses poco se le puede reprochar al director o los guionistas en cuanto a maniqueísmo de corte racial.




También se cubren las espaldas los autores al incluir a un personaje femenino entre los agresores, evitando así una vez más un mensaje de odio exclusivo hacia los hombres. El añadido de esta mujer no sólo sirve para afirmar que poco entiende el sadismo y la crueldad de géneros sexuales también se consigue con ello incluir una acertada mirada sobre las secuelas psicológicas que producen los abusos físicos y un interesante retrato del submundo de la trata de blancas y la prostitución a la que las mafias de cualquier parte del mundo (Europa, Estados Unidos, Asia) abocan a pobres muchachas que buscando un futuro mejor caen en manos de proxenetas que las utilizan como moneda de cambio.




Si bien la la obra no comete el error de exagerar o multiplicar las constantes de la primera entrega sí es cierto que en lo que a brutalidad física se refiere la supera considerablemente. Para empezar los abusos, agresiones y múltiples violaciones de toda índole a las que se ve sometida la protagonista son de las más duras que un servidor ha visto en bastante tiempo y eso que a veces están narradas sin demasiada explicitud. A ello ayuda que a diferencia de la Sarah Butler de la primera entrega la debutante Jemma Dalander sí acepta ser mostrada en toda su desnudez acentuándose así su indefensión y vulnerablidad física (uno de los mayores hallazgos de la cinta original de 1978 era precisamente lo duros que se mostraban los pasajes en los que la protagonista andaba desnuda por los bosques tras el brutal ataque al que era sometida). Cuando creemos que la chica por fin ha terminado su calvario un nuevo giro de guión (el de el cambio de la localización espacial es magnífico y nada forzado) la vuelve a meter en la boca del lobo pareciendo que su tortura nunca tendrá fin. Aunque como sabemos los duchos en este subgénero cuánto peor lo pase el personaje principal más inhumana será su venganza.


 


A que esto funcione debidamente ayuda inestimablemente el enorme y entrgadísimo trabajo que realiza la actriz protagonista, la ya mencionada Jemma Dallender. Que una actriz novata se entregue tanto en el plano físico como el psicológico en uno de sus primeros trabajos tiene un mérito del todo remarcable. Sus gritos, llantos de impotencia y rostro desencajado llegan a cotas de realismo en carne viva durante su cautiverio. Más tarde cuando se convierte en verdugo de sus agresores su trabajo de composición es más común aunque no carente de interés. Llama mucho la atención que al inicio de su vendetta parezca que no va a ser muy cruel con Iván y su familia, pero más tarde descubriremos que su plan minucioso para cobrarse su deuda llega a cotas de malsana morbidez (las torturas del cuerpo lleno de infecciones o la de las descargas eléctricas tienen su miga) llegando a su culmen con la ya célebre secuencia de la tortura testicular que hará que más de un hombre se retuerza en su asiento al verla expuesta en pantalla con unos niveles de explicitud casi insoportables.




Según dicen los que conocen su obra Steven R. Monroe es un negado para realización que fusila telefilmes de medio pelo de usar y tirar. Viendo un servidor su destacable trabajo en las dos entregas de esta saga nadie lo diría. Al igual que en la primera I Spit On Your Grave (siempre hablando del remake, por supuesto) esta secuela presume de un pulso descarnado y compacto para crear tensión, terror y una atmósfera claustrofóbica y lasciva (el pasaje de Katie sufriendo su primera agresión mientras uno de los personajes agoniza tras ser apuñalado delante de esta y su agresor está rodado con una cortante solidez que hiela la sangre). La fotografía de colores apagados, la explicitud gráfica de las escenas más cruentas y la cámara al hombro de tono cuasi documental que se podían vislumbrar en la primera parte siguen aquí y ofrecen un hermético ejercicio de filmación que roza el notable.




Al igual que que su predecesora, pero sin ser tan plena como aquella, I Spit On Your Grave 2 es una obra muy estimable. Por la labor de su director, el enorme trabajo de una actriz entregada a la causa del proyecto que se ve secundada por un grupo de intérpretes que encarnan a seres desagradables y abominables a los que da gusto odiar y la solidez de un guión bien hilado en el que sólo sobra la subtrama del cura y el policía que nada aporta al argumento y sólo ralentiza en cierta manera la historia central. Parece ser que Meir Zarchi y Stevern R. Monroe quieren hacer una tercera y última entrega para cerrar una trilogía, si el resultado es como el de estas dos entregas que actualizan aquella recuperable producción de 1978 aquí tendrán un espectador asegurado, por que el viaje es tortuoso y oscuro, pero merece mucho la pena.



4 comentarios:

  1. Vi hace años la del 78, y hace poco el remake posterior del 2010. Entretenida ésta, y más perturbadora la original, que si bien se la veía un tanto pobre, determinadas escenas (la agresión, la de la bañera, la del lago) se te quedaban grabadas en la retina por su sordidez extrema.

    Le echaré un vistazo a ésta en cuanto me sea posible, me ha picado usted la curiosidad.

    Saludos!

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    1. Si el remake te gustó esta sigue la misma tónica pero algo más recrudecida, de modo que dudo que te decepcione si sabes a lo que vas. Yo la recomiendo.

      Un saludo!

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