Título Original Chemical Wedding (2008)
Director Julian Doyle
Guión Bruce Dickinson y Julian Doyle
Actores Simon Callow, Kal Weber, Lucy Cudden, Jud Charlton, Paul McDowell, John Shrapnel, Richard Franklin, Terence Bayler, Robert Ashby
Paul Bruce Dickinson nació el 7 de Agosto de 1958 en Nottinghamshire, Inglaterra. Es mundialmente conocido como el cantante de la banda de heavy metal Iron Maiden y una de las voces más importantes de la historia del rock, además compone, toca la guitarra y la batería. Pero también es piloto, empresario, presentador de programas de radio, ha escrito novelas y es un dotado esgrimista que incluso estuvo apunto de representar a su país en las olimpiadas de Barcelona de 1992 en este deporte, llegó hasta a formar parte de las filas del Partido Conservador de Reino Unido. En resumidas cuentas hablamos de lo que normalmente se conoce como un "hombre del Renacimiento" y como no podía ser menos el cine no se le iba a resistir. Aunque claro está, viendo su debut como guionista en la pantalla grande, no es que se le haya resistido, es que lo ha matado de una brutal paliza, porque lo de esta Chemical Wedding no tiene nombre.
No es el primer caso en el que una figura del mundo de la música se encapricha con el sépitmo arte, con mayor o menor fortuna. Ahí tenemos a David Bowie que ha participado en productos destacados como The Prestige, La Última Tentación de Cristo, El Ansia o Twin Peaks: Fuego Camina Conmigo. También Bono, vocalista de U2, debutó como guionista en Million Dollar Hotel, la fallida, pero indescriptiblemente lírica en algunos momentos, cinta de Wim Wenders. Posiblemente al que mejor le haya salido la jugada por demostrar tener talento para esto del cine es al cantante de metal industrial Rob Zombie que ha dirigido una manita de cintas bastante remarcables que recuperan el tono crudo y descarnado del cine de terror estadounidense de los años 70, aquel que forjaron autores como Tobe Hooper (La Matanza de Texas) o Wes Craven (Las Colinas Tienen Ojos, La Última Casa a la Izquierda).
Pero el resultado de la incursión de Dickinson en el mundo del cine no puede recibir otra calificativo que no sea nefasto. Chemical Wedding comparte título con el magnífico trabajo discográfico The Chemical Wedding que el mismo Bruce editó en 1998 durante el largo periodo que permaneció alejado de Iron Maiden, ocupando por aquel entonces su lugar en la banda el cantante Blaze Bailey. Aquel disco estaba inspirado en los escritos del poeta William Blake y realmente no tiene nada que ver con la cinta que nos ocupa. Esta última está basada (muy libremente, demasiado) en la figura del afamado ocultista británico Aleister Crowley. Pero no se trata de un biopic o un rendido homenaje a su persona y obra, sino un batiburrillo cutre, ininteligible y estúpido hasta extremos enfermizos que mezcla géneros, disparates y escenas para el recuerdo por sus altos niveles de desvergüenza.
Es difícil hablar del argumento de Chemical Wedding porque yo creo que ni Dickinson ni su co guionista y director, Julian Doyle (antiguo colaborador de los Monty Python y de Terry Gilliam como cineasta en solitario), tenían idea de lo que estaban haciendo y casi con toda seguridad bajo el influjo de ingentes cantidades de psicotrópicos. Así en bruto podemos decir que el ocultista Aleister Crowley se reencarna por medio de una extraña (por no decir cutre) máquina en el cuerpo de un tímido profesor de la universidad de Cambridge. Cuando el "hombre más malvado de Gran Bretaña" toma la forma del apocado y tartamudo docente trata de inculcar su ideario ocultista y maléfico, no por medio de rituales ancestrales y satánicos (que también), sino por la más burda e inesperada escatología.
Cuando el film arranca como una amalgama cutre de El Club de los Poetas Muertos de Peter Weir con If... de Lindsay Anderson Aleister Crowley (interpretado por Simon Cowell que se ve que se lo pasó de puta madre haciendo el imbécil y encima cobrando) se mea, literalmente, en sus alumnos, deja enormes mojones de mierda humeantes (detalle importante que certifica la reciente deposición de la hez fecal) en la mesa de otros profesores y tiene su cumbre en una escena inenarrable (haré lo que pueda para explicarla) en la que el creador de la filosofía religiosa de Thelema se masturba durante un ritual eyaculando en una hoja con unas extrañas escrituras que es mandada por fax a uno de los personajes principales que la recibe... con esperma incluído.
La obra, que empieza como una cinta de intriga cutre entre hermandades al más puro estilo masón y con apuntes de ciencia ficción de baratillo con un laboratorio que parece sacado de una película de Ed Wood (ese traje para viajar en el tiempo o lo que sea parece inspirado en el de Astraco, mítico personaje del traumatizante programa infantil de la televisión española, Los Mundos de Yupi) se va convirtiendo poco a poco gracias a la gradual introducción (nunca mejor dicho) de tetas, desnudos, penes de plástico, onanismos forzados y orgías en una revisión de films como Movida en la Universidad (Zapped!) con apuntes de El Show de Benny Hill mezclado con una versión british de varias de las películas del destape protagonizadas por los inefables Andrés Pajares y Fernando Esteso durante los años 80 en nuestro país.
Se supone que Bruce Dickinson siente admiración por la personalidad polémica y misteriosa de Crowley y por el grueso de su obra, pero en Chemical Wedding parece que lo único que quiere es reírse de su legado mostrándolo como un viejo verde que esputa divagaciones existencialistas que el cantante de Iron Maiden parece no haber entendido ni de refilón o malinterpretado hasta límites vergonzantes. Vamos, que el autor de Birng Your Daughter to the Slaughter ha hecho algo parecido a lo que Frank Miller realizó con su versión cinematográfica de The Spirit. Según él un homenaje al mítico personaje de cómic creado por su mentor y amigo Will Eisner, para los ojos del resto del mundo un enorme estropicio que lo único que afirmaba es que si el bueno de Frank desde hace años anda perdido en el mundo del noveno arte en el del séptimo no se mueve con mucha más inspiración si no es de la mano de otros cineastas.
Con todo no me arrepiento de haber visto Chemical Wedding, porque hacía mucho que no me reía tanto con una película que no es una comedia o que no pretende serlo... mucho al menos. Escenas descacharrantes como las que he mencionado, personajes que ni los mismos actores se creen o que llegan a interpretar entre risas que no sabemos si estaban en el guión o no, canciones de Iron Maiden metidas con calzador en la trama y unos subtítulos terribles que parecían haber sido traducidos por Tarzán hicieron que la tarde en la que mis acompañantes y un servidor vimos el debut en el mundo del cine de Bruce Dickinson no fuera un total desperdicio de tiempo. No se puede estar en la cincuentena, conservar una voz envidiable dentro de un género tan duro para los cantantes como el del heavy metal, ser versatil en muchos campos y encima un buen guionista de cine. No se puede tener todo Bruce, esto no es lo tuyo.
No sé a lo que atufa, en ocasiones parece tomarse en serio y en otras no, es todo tan rematadamente desconcertante que te deja con dos palmos de narices. Pero el trailer ya daba pistas de que iba a ser un mojón very important, sabía a lo que iba.
ResponderEliminarPero era una deuda pendiente verla, inevitable el enfrentamiento y me alegro de lo de los tags, hay oro pulido ahí.