Título Original Quarantine 2: Terminal (2011)
Director John Pogue
Guión John Pogue
Actores Mercedes Masohn, Josh Cooke, Mattie Liptak, Ignacio Serricchio, Noree Victoria, Bre Blair, Lamar Stewart, George Back
Pongámonos en situación. La cinta española [•REC] dirigida por Jaume Balagueró y Paco Plaza sobre un equipo de rodaje de un programa de tv que se ve encerrado en un inmueble barcelonés asediado por un grupo de infectados (más tarde descubrimos que poseidos, como pudimos ver en sus dos secuelas) fue un éxito dentro y fuera de nuestras fronteras. En Estados Unidos se hicieron eco de la interesante carrera comercial del largometraje y decidieron, una vez más, hacer su versión. El resultado fue Quarantine, un calco casi plano por plano de la obra original, mucho menos logrado, profundamente impersonal, perezoso en cuanto a inventiva hasta límites bochornosos y fusilado por el semidesconocido realizador John Erick Dowdle.
Dicha revisión tuvo una repercusión aceptable en Estados Unidos, de modo que tan sólo tres años después llegó, estrenada de tapadillo y sólo en el mercado doméstico, una secuela titulada Quarantine 2: Terminal. Dicha segunda parte no es otro remake de [•REC]², continuación de la obra original de Balagueró y Plaza ideada por ellos mismos, ya que se desvincula completamente de aquella narrando una historia que tiene lugar primero en un avión y más tarde en una terminal de aeropuerto abandonada. El resultado es dificilmente descriptible con palabras, pero un servidor va a realizar un esfuerzo hercúleo para intentar expresar lo que este engendro salido del vientre de Satán transmite como producto audiovisual.
Un avión con destino a Nashville sufre problemas poco después de su despegue cuando uno de los pasajeros aparenta padecer una especie de enfermedad contagiosa que lo vuelve violento e inestable. El pasaje consigue reducir al individuo en concreto y el avión finalmente aterriza en un aeropuerto cercano que parece estar abandonado. Poco después los tripulantes descubrirán que en su vuelo viajaba un peligroso virus altamente contagioso que puede haberlos infectado a todos. El ejército no tardará en hacer acto de presencia para declarar en cuarentena el aeropuerto y así mantener a raya a las personas que han sido expuestas a dicho virus.
Cuando uno termina Quarantine 2: Terminal se hace varias preguntas interesantes. 1 ¿Por qué no la quitamos a los 10 minutos?, 2 ¿Por qué parece una película de serie B erótica sin una mala teta?, 3 ¿Por qué su calidad media como producto cinematográfico hace que esos telefilms de sobremesa con títulos en los que siempre aparecen palabras como "Peligroso/a", "Pasíón u "Obsesivo/a" (podéis jugar a mezclarlas indscriminadamente, siempre os saldrá algo interesante) parezcan Ciudadano Kane a su lado?, 4 ¿Por qué parece que sus creadores no estaban mirando por el combo mientras se rodaba sola o por medio el pobre becario en prácticas?, 5 ¿Por qué hacer una secuela tan terrible y alejada de una cinta que si bien era un remake pobre no dejaba de ofrecer algún momento interesante y resoluciones (copiadas sí, pero efectivas) que la convertían en un producto entretenido?
Al ver un servidor que las personas que ultrajaron semejante ponzoña se alejaron del formato de falso documental de la cinta original para realizar un producto cuya estética es deudora de las cientos de secuelas de Emmanuelle en el Espacio pero sin sexo o que aquellos infectados que vomitaban sangre y gritaban como condenados mientras se arrojaban bestialmente contra los protagonistas aquí se han visto reducidos a personas a las que les acentuado las venas de las manos, les han puesto unas miserabes lentillas rojas y lo que esputan por su boca es baba y no hemoglobina (de zombies han pasado a ser protagonistas de películas del destape) o que los actos más "brutales" que llevan a cabo son empujar o dar cabezazos en la boca a pobres azafatas de avión es el momento de arrancarse los ojos o admitir que no se está viendo cine, al menos uno con un mínimo de coherencia.
Es una tontería pararse a analizar los personajes, porque no es que sean los típicos clichés manidos (la líder puesta en entredicho, el niño repelente y rarito, la preñada, la vieja impertinente, destacando una pareja joven que se pasa casi toda la película comiéndose la boca) y mil veces vistos, es que están pobremente perfilados (algunos no abren la boca para nada) y están interpretados por actores supuestamente atractivos y desconocidos que seguramente se curtieron participando en películas eróticas de medio pelo y que se metieron en este lío porque por culpa de la crisis dios aprieta, ahoga, escupe en la cara y defeca sobre todo hijo de vecino, sea un actor de mala muerte o no.
El decorado de la terminal del aeropuerto parece un descarte de la miniserie de tv de los Langoliers (basada en el relato de Stephen King) y los efectos ¿digitales? parecen realizados hace 20 años, es más, los de la infame, pero importante por su avance dentro de los efectos especiales creados por ordenador, El Cortador de Césped (basada, muy libremente, también en una historia del escritor de Maine) son incluso mejores. El montaje parece haber sido realizado a bocados por una cabra con epilepsia y la dirección es tan pobre, tan desganada e insulsa que se hace dificil no pensar que el realizador colocaba la cámara aleatoriamente en el set de rodaje y si en algún plano los actores pasaban por delante del objetivo, mejor que mejor, pero si no, pues no pasaba nada.
No hay tensión, no hay terror, no hay gore, sólo gente diciendo estupideces, tópicos puestos en fila india, una poca profesionalidad vergonzosa y una apatía alarmante. Se nota la escasez de presupuesto (sólo tres o cuatro militares hacen aparición) los hamster que supuestamente están mutando son mostrados en off incluso cuando alguno de los protagonistas los ataca y las escenas de supuesto terror dan pena, ya que las mismas están sustentadas en decisiones imbéciles por parte de los personajes (la carrera por el túnel durante el final con el puto crío con las gafas de infrarrojos que no quiere irse es la mejor campaña en favor del aborto que he visto en mi vida) y el final con un croma que parece salido de un juego de la Master System II cierra la película como se abrió, oliendo a mierda.
El cine no se merece cosas como Quarantine 2: Terminal. Es un medio que nos ha regalado horas y horas de grandes momentos de ocio como para hacerle esto. No sé que droga dura se metieron los adictos a la coprofagia que idearon este aborto, pero que se alejaran tanto de la primera parte (de las cintas españolas ya no digo nada) que con un par de apuntes desacrediten todo el argumento de la primera Quarantine (ni Niña Medeiros, ni Vaticano, ni poseídos, ni mierdas, experimentos del gobierno con ratas y punto en boca) y que dieran el visto bueno a este engendro para que sea comercializado en los videoclubs cerca de nuestros hijos es algo que me hace perder la fe en la humanidad. Por último y confirmando que la estupidez en contagiosa debo resaltar el título que le han dado al film en España, Cuarentena Terminal, que nos confirma de manera cristalina que el traductor no tenía ni repajolera idea de que la terminal a la que se refiere el nombre original es a una de aeropuerto y que no tiene nada que ver con la Cuarentena en sí.
Excelente vuestra página web. La mía es: http://todocinemaniacos.com
ResponderEliminarEsta la deben analizar seriamente los de cinecutre
ResponderEliminarAnda que no lo pensé viéndola, el caso es que las críticas que hay por la red no le meten mucha caña, cuando merece toda la que le doy yo y más.
ResponderEliminarPues espera, que con la siguiente, llevo una racha XD
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