"Jessica Jones, creíste que podías salvar el mundo. Pero te aterroriza que ya hayas fallado, y lo has hecho, porque no eres y nunca serás una heróina"
Poco antes de comenzar la producción de la tercera temporada de Jessica Jones Netflix anunciaba la cancelación de todas las series que había desarrollado junto a Marvel Television inspiradas en los superhéroes más urbanos de la famosa editorial de cómics. Proyectos como Daredevil, Luke Cage, Iron Fist, The Defenders, Punisher o la misma Jessica Jones desaparecían de un día para otro dejando en vilo el futuro de dichas producciones, sin saber a ciencia cierta si su recorrido ficcional llegaba a su cierre definitivo o si Disney las recuperaría posteriormente para su futura plataforma Disney +. La primera de estas teorías planteadas es la que parece haberse confirmado después de que en los distintos paneles dedicados a las producciones audiovisuales de la Casa de las Ideas en la última San Diego Comic Con o la reciente D23 Expo 2019 del pasado fin de semana no hayamos visto ni rastro de dichos productos o sus personajes principales. No sabemos si la prematura muerte del microcosmos que Marvel Television había diseñado dentro de la famosa plataforma de streaming influyó en el desarrollo de la última temporada de la versión en imagen real del personaje creado por Brian Michael Bendis y Michael Gaydos en las páginas de la colección Alias e interpretado por Krysten Ritter (Breaking Bad) y en el ánimo de sus máximos responsables. Pero todo apunta a que así aconteció, una vez se visiona dicha tanda de episodios y el resultado, más que cuestionable, ofrecido por la misma.
Un servidor nunca ha sido muy fan de esta versión audiovisual de Jessica Jones. La primera temporada me dejó muy indiferente, transmitiéndome la sensación de haber visto un producto simplemente aceptable con el que no empatizaba por su impersonalidad y escasa inventiva. Algo más disfruté la segunda temporada, por sacrificar su narrativa detectivesca en favor de un relato más primario, entregado a la acción y con una mayor acentuación del dramatismo gracias a la incursión de nuevos personajes bastante interesantes, como el de Alisa Jones interpretado por la actriz británica Janet McTeer. Desgraciadamente con esta tercera temporada la serie, no sólo ha desandado todo lo que había progresado en la anterior, sino que también transmite una apatía y desgana en casi todos sus apartados capaces de dejar al espectador totalmente fuera de la propuesta ofrecida, nuevamente, por la showrunner Melissa Rosenberg, dejando morir a la serie de manera pobre y triste.
La tercera temporada de Jessica Jones intenta volver a las raíces neo noir de la primera temporada estrenada en el año 2015, extrapoladas del cómic original de Brian Michael Bendis y Michael Gaydos, con una trama de investigación policial relacionada con un asesino en serie que apuñala a la protagonista en el primer episodio, enviándola así al hospital. Para dar con dicho asaltante Jessica aunará fuerzas con Erik Gelden, un émpata con el que comenzará una peculiar relación a lo largo de toda la temporada. Mientras tanto, Trish “Patsy” Walker ejerce como presentadora de televisión por el día y vigilante cuando cae la noche mediante sus recién adquiridos poderes, sin darse cuenta de que se extralimita en su cometido de mantener a raya a los criminales. Por otro lado Malcolm, ya completamente reformado, trabaja para la abogada Jeri Hogarth y ambos protagonizan sus propias subtramas relacionadas con el intento de armonizar sus respectivas vidas personales y profesionales, sin mucho éxito.
Todo este material planteado por el equipo de guionistas, si bien repleto de lugares comunes, podía haber ofrecido un producto de calidad con una adecuada estructuración narrativa y perfil de personajes. Pero, contra todo pronóstico, la desidia, el distanciamiento y el paupérrimo trabajo a la hora de escribir a los protagonistas hunden en el pozo de la mediocridad los, una vez más, excesivos trece episodios de los que consta esta nueva temporada de Jessica Jones. Sus responsables apelan en esta ocasión a una trama más algo más oscura y sórdida, con ecos de thrillers como El Silencio de los Corderos o Seven, a la hora de seguir los pasos de Jessica y Erik para dar con el asesino al que persiguen. Pero la puesta en escena, ya de por sí impersonal, de la serie se antoja desangelada y raquítica en esta nueva incursión del programa, sin llegar a ofrecer un sólo pasaje memorable entre una sesión continua de escenas anodinas, insustanciales y acomodaticias en exceso.
El reparto no hace un mal trabajo y se entrega por salvar sus descaracterizados personajes, pero el material que los guionistas han puesto a su disposición les impide cualquier ejercicio empático con un espectador que mira a estas criaturas entre la indiferencia y el rechazo. Los personajes principales se mueven entre la inoperancia dramática, por mucho que la escritura quiera incidir superficialmente en sus emociones, de unos y la más pura e insulsa antipatía de otros. Se antoja una tarea hercúlea identificarse con un puñado de roles deambulando por subtramas inanes e intrascendentes sin fuerza o arrojo que al llegar a su conclusión, previamente establecida, lo hacen de manera rematadamente torpe. Luego podría dedicar una entrada completa para hablar de lo que han hecho en esta tanda de episodios con el personaje de Gata Infernal, porque no tiene nombre como han pisoteado la contrapartida audiovisual de Patsy Walker, tampoco muy brillante en las temporadas anteriores, con una esforzada Rachael Taylor incapaz de salvarla del naufragio.
Michelle Rosenberg, Krysten Ritter y sus colaboradores, delante y detrás de las cámaras, podrían haber optado por entregarse al máximo para ejecutar una última temporada destacable, potente, vibrante, y que así tanto los productores como los espectadores percibieran como un error la cancelación de la serie y lamentaran lo ocurrido. Desgraciadamente nada de eso se ha llevado a cabo y Jessica Jones se ha despedido por la puerta de atrás y con ella todas las series de Marvel Television adheridas a la plataforma de streaming. Más allá de las tres temporadas de Daredevil, la primera de Punisher y la de The Defenders, que a un servidor le agrada bastante, esta colaboración a la hora de adaptar personajes de la Casa de las Ideas dentro de los parametros establecidos por Netflix ha sido un “quiero y no puedo” de manual en el que la intencionalidad de ofrecer ficción protagonizada por superhéroes con un aire diferente al de las versiones de la televisión generalista ha desembocado en un casi total fracaso.
Reseña publicada originalmente en Zona Negativa.
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