Título Original Horns (2013)
Director Alexandre Aja
Guión Keith Bunin, basado en la novela de Joe Hill
Actores Daniel Radcliffe, Juno Temple, Max Minghella, Kelli Garner, Joe Anderson, Sabrina Carpenter, Alex Zahara, Meredith McGeachie, Kendra Anderson, James Remar, Kathleen Quinlan, Heather Graham, David Morse, Michael Adamthwaite, Nels Lennarson
Mientras su compañero y amigo Grégory Levasseur debutaba como director de largometrajes con la prescindible La Pirámide, Alexandre Aja elegía un proyecto con el que adaptaba por primera vez un libro al celuloide. La obra elegida fue Horns, segunda novela del escritor Joe Hill, autor de obras literarias como Fantasmas (20th Century Ghosts) El Traje del Muerto (Heart-Shaped Box) o cómics como Locke & Key y The Cape. Pero al igual que su habitual co guionista, productor y director de segunda unidad el primer proyecto en solitario de Alexandre Aja comenzó a encontrarse varios obstáculos cuando al ser estrenado en el Toronto International Film Festivalparece ser que fue acogido con bastante tibieza. Desde entonces la fama sobre la supuesta poca calidad de la última cinta del realizador de Alta Tensión recorrió la red y que se estrenara en Estados Unidos un años después no ayudó a que ese pensamiento desapareciera de la mente de no pocos potenciales espectadores que imaginaban que los mismos productores no estaban seguros de su propio proyecto. Evidentemente que este mismo viernes, dos años después de su puesta de largo internacional, haya llegado a la cartelera española tampoco incita a que el público vaya en manada a los multicines a ver el film protagonizado por Daniel Radcliffe. La sexta película de Alexandre Aja no es una gran película, pero está muy lejos de ser la inmundicia a la que apuntaba su pobre y caótica carrera comercial. El cineasta francés ofrece con Horns una rara avis muy alejada del tono habitual de sus anteriores y característicos largometrajes pero paradójicamente también su cinta más personal, en la que parece haber puesto más que nunca de sí mismo sustentándose siempre en la narrativa de Joe Hill heredera tanto de la cultura de los 90 (música grunge, Generación X) como del terror literario clásico (H.P. Lovecraft, Clive Barker, su propio padre) para dar su propia versión del género romántico juvenil adscrito al celuloide de principios del siglo XXI.
Cuando Ig (Daniel Radcliffe) recupera la consciencia en el suelo de la cocina de su casa descubre que su novia de toda la vida, Merrin (Juno Temple) ha sido brutalmente violada y asesinada y que él es el principal sospechoso. Con el peculiar apoyo de su hermano Terry (Joe Anderson), sus padres Derrick (James Remar) y Lydia (Kathleen Quinlan) y la confianza inestimable de Lee (Max Minghella), su mejor amigo y abogado Ig intentará encontrar al verdadero asesino de su amada. A que esta investigación llegue a buen puerto ayudará el extraño hecho de que a Ig le hayan crecido de un día para otro unos extraños cuernos que le confieren el don de que toda persona que entable conversación con él le confiese hasta el más oscuro pensamiento que se le pasa por la cabeza, algo que le permitirá descartar sospechosos del crimen para finalmente dar con el verdadero ejecutor de Merrin. Este peculiar punto de partida al que el guión de Keith Bunin no da explicación alguna es el que hace que Horns parezca una perversión de las películas románticas basadas en novelas de Nicholas Sparks (El Diario de Noa, Mensaje en Una Botella, Un Lugar Para Refugiarse) una amalgama de géneros como el terror, la comedia negra, el thriller y el drama que para ser disfrutada adecuadamente debe contar con la complicidad de un espectador al que no le deje fuera de juego que en un marco aparentemente realista el protagonista comience a convertirse físicamente en lo que parece ser una especie de demonio.
Esa visión envenenada del realismo mágico, la inclusión de ese toque sobrenatural con fines alegóricos es la mayor virtud de Horns, pero también su más destacado defecto. El carácter luciferino de la transformación gradual que sufre Ig añade un plus de originalidad tanto a la trama romántica co protagonizada por una etérea y epatante Juno Temple como a la de thriller policíaco en el que debemos descubrir junto al protagonista quién es el asesino de la joven y que tiene más de un punto en común con la novela corta del padre de Joe Hill, Stephen King, titulada El Ciclo del Hombre Lobo que el televisivo realizador Daniel Attias adaptó al cine en 1985 con el film Silver Bullet. Ambas piezas son similares no sólo por la investigación del crimen sino también porque el papel del siempre convincente David Morse es un émulo casi identico al de Kent Broadhurst en aquella cinta. Pero si la platea no admite esa suspensión de la credibilidad que propone el cineasta de Furia, si no perdona las licencias que este se toma para desarrollar el devenir mefistofélico de su obra lo más probable es, como previamente hemos mencionado, que no acepte dejarse seducir por los no muy destacados pero sí efectivos hallazgos visuales y narrativos de una pieza tan peculiar como Horns a la que se podrá acusar de muchas cosas, pero no de acomodaticia, fácil o autocomplaciente.
Una vez establecida la naturaleza casi faúnica (ese bosque ilustrado con una paleta de colores cálidos remite tanto a Gullermo del Toro como al Neil Jordan de En compañía de Lobos) del relato situado en el entorno urbano de una localidad puramente estadounidense con ese choque de tonalidades antagónicas Alexandre Aja recurre a su habitual potente look visual a la hora de abordar el apartado técnico de cualquiera de los proyectos cinematográficos en los que se embarca. El cineasta francés alterna una puesta en escena austera y sin estridencias con pasajes en los que hace uso de una de una cámara viviente, casi de movimientos bífidos (no es gratuita la presencia de serpientes en el metraje, más allá de las reminiscencias satańicas que dichos reptiles puedan tener) y que se van recrudeciendo y acentuando conforme el clímax final del largometraje va acercándose. Gracias a su sabia dirección de actores, a cierto lirismo que sabe arrancar de los pasajes románticos de la historia y al buen uso que hace de una banda sonora llena de exitos rock de distintas épocas (David Bowie, Marilyn Manson, The Pixies) el autor de Piraña 3D solapa con sus bastantes aciertos las taras que pueda tener su obra, que sin ser alarmantemente graves sí hieren en cierta manera su conjunto global como cierta indiferencia en el plano formal que nos afirma que Aja posiblemente estuviera atado en corto por parte de sus productores y que debido a ello no podía dar rienda suelta a su vena más macabra, la que se ve en algunos momentos de la media hora del final del metraje con ciertos instantes de violencia explícita que nos remiten a sus trabajos anteriores.
Horns merece la pena como curiosidad, como obra rica en su extrañeza y como confirmación fehaciente de que Daniel Radcliffe es un muy competente actor, profesional hasta lo extremo según el mismo Alexandre Aja, que ya se ha quitado por completo de encima la sombra de cierto mago miope que le dio la fama y al que le ha costado dejar atrás debido a haberlo encarnado durante ocho casi diez en años en ocho películas. El buen trabajo de su realizador, la aparición memorable de ciertos secundarios (Heather Graham, James Remar, Kathleen Quinlan) un humor negro bastante malicioso, aunque no siempre efectivo, y cierto afán por provocar con una historia romántica que tiene tanto de naif como de malsana sirven como acicate para atreverse a ver un proyecto por parte de Alexandre Aja que deja claro que él también puede contar historias peculiarmente íntimas pero que se muestran alarmantemente alejadas del talento brutal e inmisericorde de aquel enfant terrible que rodó dos bestialidades con sobredosis de calidad como Haute Tension y The Hills have Eyes, que se autoparodio hasta lo extremo con la anárquica Piraña 3D, y que poco a poco parece ir diluyéndose dentro de los engranajes de la maquinaria hollywodywnse aunque se dentro de sus círculos más independientes.Esperemos que esa The 9th Life of Louis Drax con la que él y Max Minghella (esta vez como guionista) adaptan la novela de Liz Jensen y que cuenta con un magnífico reparto con nombres como Jamie Dornan, Sarah Gadon, Aaron Paul, Barbara Hershey o Molly Parker nos recupere a aquel gabacho que llegó a Hollywood para llenar el género de terror americano de veneno europeo.
Crítica extraída de un artículo más extenso para Zona Negativa
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