Título Original Sweeney Todd: The Demon Barber of the Fleet Street (2007)
Director Tim Burton
Guión John Logan basado en el musical de Stephen Sondheim, Christopher Bond y Hugh Wheeler
Actores Johnny Depp, Helena Bonham Carter, Alan Rickman, Sacha Baron Cohen, Timothy Spall, Jamie Campbell Bower, Ed Sanders, Jayne Wisener, Laura Michelle Kelly
Después de más de doscientos años de historia un personaje nacido en la Inglaterra Victoriana del siglo XXI como Sweeney Todd mantiene viva prácticamente toda su esencia icónica y mitológica. De origen supuestamente ficticio, pero inspirado en varios asesinos en serie, el barbero diabólico de la Calle Fleet fue en su época protagonista de novelas de literatura barata (las conocidas como Penny Dreadful) u obras de teatro y ya en el siglo XX de películas para la pantalla grande, como la que en 1936 dirigió George King con Tod Slaughter en el papel protagonista o para televisión a manos de David Moore y con Ray Winstone en el la piel del barbero criminal. Pero sería en los años 70 cuando el rol viviera una revitalización total en un campo tan, en principio, poco propicio para codearse con nuestro amigo amante de las cuchillas de afeitar como el del musical.
En 1979 el compositor norteamericano Stephen Sondheim estrenó en Broadway un musical inspirado en el personaje titulado originalmente Sweeney Todd: The Demon Barber of the Fleet Street con libreto de Hugh Wheeler, inspirado en la obra teatral de Christopher Bond, y dirección de Harold Prince. Mientras la versión anglosajona tenía a Len Cariou y la mítica Ángela Lansbury (así como actualmente a Michael Ball e Imelda Staunton) como protagonistas, en España serían el inolvidable Constantino Romero y la versatil Vicky Peña, comandados por la batuta del catalán Mario Gas, los que dieron vida a Sweeney Todd y la señora Lovett respectivamente. Pero a esta versión musical ideada por Stephen Sodenheim le faltaba una adaptación cinematográfica a la altura y esta tomó forma cuando Tim Burton, Johnny Depp y el productor Richard D. Zanuck se interesaron por esta eternamente aplazada traslación de las tablas al celuloide.
En el año 2007 un irregular Tim Burton que ofrecía a sus seguidores una de cal (Big, Fish, La Novia Cadáver) y otra de arena (El Planeta de los Simios, Charlie y la Fábrica de Chocolate) estrenaba su visión del musical de Stephen Sondheim con sus actores fectiche, su amigo Johnny Depp y su pareja Helena Bonham Carter, como protagonistas, secundarios de renombre tales como Alan Rickman, Sacha Baron Cohen o Timothy Spall y debutantes con las voces y cuerpos de Jamie Campbell Bower, Ed Sanders, Jayne Wisener,o Laura Michelle Kelly en el casting. El resultado es un negrísimo y tragicómico (más lo segundo que lo primero) musical firmado por un inspirado director que reverdeció laureles de mejores tiempos pretéritos con una de las obras de su última etapa en la que más se puede apreciar su implicación personal para llevar el proyecto de gestarla a buen puerto.
En una época indeterminada del Londres victoriano del siglo XIX el antaño barbero Benjamin Barker que vio como su mujer e hija eran secuestrados por el adinerado y poderoso juez Turpin regresa después de varios años a su ciudad natal con el nombre de Sweeney Todd clamando venganza contra el captor de su familia. En el proceso de su vendetta personal Todd encontrará la complicidad de la señora Lovett, el pequeño Toby o el apuesto Anthony, que le ayudaran, no sólo a llevar a cabo su solicitada retribución personal, sino también a rescatar a su primogénita, ya adulta, de las garras del juez Turpin, y su secuaz Beadle, que la mantienen retenida contra su voluntad en su lujosa mansión. El viaje iniciado por Sweeney Todd y sus ayudantes tendrá un trágico e inesperado final que marcará el porvenir de todos sus allegados.
Sweeney Todd es el sobresaliente resultado nacido de la impronta de un cineasta al que no le gustan los musicales, pero sí el cine de terror clásico. Con su treceava película Tim Burton se adentra en nuevos terrenos narrativos ajenos a su obra y discurso y sale victorioso al aunarlos con su impronta autoral llena de imaginación, esteticismo y visión personal e intransferible del lenguaje cinematográfico, aunque siendo este deudor de corrientes y géneros pretéritos. Su inclinación por el relato gótico, las horror movies de la Universal de los años 30 o la indeleble marca que dejaron en él cineastas como el Terence Fisher de la Hammer Films o el Roger Corman que adaptaba a Edgar Allan Poe encuentran su magnífica contrapartida en un musical tenebrista, melancólico y paradójico, pues este consigue su mayor logro arrancando momentos de turbadora belleza dentro de pasajes tan grotescos como violentos.
A diferencia de otros de sus últimos films como Alicia en el País de las Maravillas, Charlie y la Fábrica de Chocolate o Sombras Tenebrosas en los que parecía que el director de Sleepy Hollow dejaba que el diseño de producción y la dirección artística dieran el toque puramente "burtoniano" mientras él se entregaba a una autoindulgencia artística indigna de su talento y pasión por el cine, en Sweeney Todd volvemos a recuperar un narrador talentoso, entregado a su trabajo, amante de los retos y capaz de trasladar su personalísimo mundo al cine más comercial de Hollywood. En esta producción de 2007 percibimos la atmósfera y el ambiente oscuro, amenazador y barroco del cineasta que rodó Ed Wood, pero no hay una hiperbolización de su estilización visual a la que sí pudimos asistir hasta en obras redondas salidas de su mente como la inolvidable Big Fish en la que todo tenía que tener el sello Tim Burton per se, no porque el relato lo solicitara o exigiera.
Al igual que en recuperables obras como La Novia Cadáver o Mars Attacks! Tim Burton no sólo está presente en los decorados, el vestuario o el maquillaje de Sweeney Todd, también lo está en la personalidad de sus protagonistas o secundarios, en su fluida pero nunca forzada o estridente puesta en escena, en la sabia utilización de la infografía que apuntala unos excelentes efectos digitales, en el magnífico guión de John Logan (Hugo, Un Domingo Cualquiera, Gladiator) en la enorme labor de su reparto en estado de gracia tanto en lo interpretativo como en lo vocal (y más si tenemos en cuenta que en su mayoría no son cantantes profesionales) en la elegante realización de los distintos pasajes protagonizados por las composiciones de Stephen Sodenheim haciendo que cortes como Johanna, My Friends, Pretty Women o By the Sea suenen poderosos en las bocas de los actores que las interpretan, sólo fallando este apartado en cuanto a dejar fuera del repertorio el, posiblemente, mejor tema de toda la obra, esa obertura titulada Ballad of Sweeney Todd que se echa considerablemente de menos en el film.
Johnny Depp y Helena Bonham Carter dan vida a Sweeney Todd y la Señora Lovett respectivamente. Ambos no sólo cantan con una profesionalidad casi irreprochable, también apelan a la contención y la introsprección a la hora de abordar dos personajes con los que podrían haberse adentrado, equívocamente, en la sobreactuación más disonante. No le van a la zaga un Alan Rickman que saca partido a su personalísima y rotunda voz, un Timothy Spall ruín y carismático como nunca y un Sacha Baron Cohen pletórico con ininteligible falso acento italiano y aspecto de torero hortera que se gana el favor de la platea en su breve intervención. El resto de secundarios jóvenes cumple con convicción a la hora de dar vida a sus no muy perfilados roles, pero palidecen ante la labor del quinteto de actores principales. Apuntar que un fan incodicional de Buffy Cazavampiros como el que suscribe no puede dejar pasar el detalle del cameo del gran Anthony Stewart Head en una efímera aparición.
Sweeney Todd no es sólo un musical remarcable y una de las mejores obras del Tim Burton más actual, también es la obra más trágica y desesperanzada del autor de Pesadilla Antes de Navidad o Batman Vuelve. En el musical de Stephen Sondheim el cineasta norteamericano encontró un material perfecto para extender su visión de la vida y el séptimo arte llena de romance, terror, humor y oscuridad conceptual y formal, adentrándose en terreno fértil para sus aspiraciones artísticas y profesionales. Por desgracia tras ella su irregularidad como narrador siguió su descompensado recorrido regalándonos genialidades como Frankenweenie o naderías puramente resultonas como las ya apuntadas Alicia en el País de las Maravillas o Sombras Tenebrosas que nos llevan al presente 2014 en el que ha estrenado esa Big Eyes, que adapta la vida del matrimonio formado por Margaret y Walter Keane, dividiendo tanto al público como a la prensa especializada, y que será debidamente abordada en este blog poco después de su estreno español a finales de año.
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