jueves, 12 de julio de 2012

Punto Límite, war games



Título Original Fail-Safe (1964)
Director Sidney Lumet
Guión Walter Berstein basado en la novela de Eugene Burdick y Harvey Wheeler
Actores Henry Fonda, Walter Matthau, Dan O'Herlihy, Fritz Weaver, Larry Hagman, Frank Overton, Ed Binnis, Frieda Altman




Magnífico thriller político con tintes de cine bélico del cineasta norteamericano Sidney Lumet que por varios motivos, casualidades y circunstancias no recibió en su momento el reconocimiento que merecía, pero que el tiempo ha ido poniendo en su lugar como el interesante producto cinematográfico que sin duda es. Rodado en 1964 con un excelente reparto y unas escuetas pero acertadísimas localizaciones Punto Límite supuso la séptima película del director de La Noche Cae Sobre Manhattan, Distrito 34: Corrupción Total o El Príncipe de la Ciudad.



En plena Guerra Fría el ejército americano manda por error y como maniobra supuestamente defensiva un escuadrón de bombarderos para atacar Moscú. Cuando los altos mandos mlitares norteamericanos descubren que la amenaza moscovita no es tal intentan abortar la operación de ataque contra la capital rusa. El problema es que los avanzados sistemas informáticos de comunicación impiden que los pilotos estadounidenses reciban la información necesaria para parar el bombardeo. Mientras, el presidente de los Estados Unidos intentará mediar con los gobernantes de la Unión Soviética para que tales hechos no den pie a la tercera guerra mundial.




El mayor inconveniente que tiene una excelente película como Fail-Safe ejecutada con aplomo y maestría en todos y cada uno de sus apartados es ajena a ella y no es nada más y nada menos que una obra maestra estrenada meses antes llamada Teléfono Rojo: Volamos a Moscú (Dr Strangelove) a manos de un inspiradísimo Stanley Kubrick que encontró en la sátira el mejor medio para hablar de un tema tan controvertido como aterrador por aquel entonces como era la guerra fría y que guarda demasiados puntos en común con la cinta de Sidney Lumet que nos ocupa.




El director de Asesinato en el Orient Express deja de lado la ironía magistral de Stanley Kubrick y decide dar una visión solemnemente acertada de la novela homónima de Eugene Burdick y Harvey Wheeler ofreciendo una mirada equidistante y muy acertada de la tensión a nivel internacional que sufrían Estados Unidos y la Unión Soviética (y por efecto dominó el resto del planeta) durante la guerra fría y de cómo ninguna de las dos potencias daba el brazo a torcer en lo que a política internacional se refería por orgullo o miedo al posible primer ataque del "enemigo". Sirva la crisis de misiles de Cuba como ejemplo esclarecedor de hasta donde pudo haber llegado este conflico.




Con sólo cuatro localizaciones (una para el presidente del gobierno y su traductor del ruso, otra para los controladores de la aviación militar, una más para el interior del bombardero estadounidense y la última para los altos mandos del ejército americano) le sirven a Sidney Lumet para dar forma a un crudo y exasperante in crescendo narrativo que se hace grande cuando trata (y consigue) de transmitir claustrofobia o desasosiego por medio del suspense. Nada nuevo por aquel entonces en su impronta si tenemos en cuenta que con una sola habitación llena de miembros de un jurado consiguió un debut en el mundo del cine sencillamente inolvidable y para el que suscribe su mejor película, 12 Hombres Sin Piedad.




Magnífico reparto encabezado por el británico Dan O'Herlihy (Twin Peaks, Robocop) como el concienciado general Black, una persona que no quiere actuar deliveradamente y dar pie a una guerra nuclear cuya psicología se define entre tosca (lo del torero es un poco simple) pero bienintencionada desde el inicio del film. Como presidente de los Estados Unidos un Henry Fonda (no podía ser otro por aquel entonces) de una integridad casi intachable pero que debe tomar decisiones inapropiadas (los mejores momentos del film son los que comparte con su traductor cuando hablan con el mandatario ruso) que perjudican a sus compatriotas.





Pero el más destacable personaje del largometraje para el que suscribe es un Walther Matthau inmenso (alejadísimo de sus papeles cómicos que son los que le dieron más fama) como el villano, con matices, de la velada siendo el rol más interesado por una posible respuesta armada contra "el enemigo" en aras de una "guerra preventiva" palabras que dicen muy poco (o mucho según se mire) pero que por desgracia siguen en vigencia actualmente. Él representa el belicismo y los extremismos políticos y militares envueltos en falsa diplomacia con una sobriedad a la altura del conjunto del proyecto.





Cinta injustamente olvidada, tour de force interpretativo de alto nivel, puesta en escena sobria y austera pero eficaz y hasta terrorífica, todo un conjunto que muestra a Fail-Safe no sólo como la interesante (y necesaria) cara opuesta de la ya mencionada obra maestra de Stanley Kubrick sino un esclarecedor ejemplo de a lo que puede llevarnos el indebido uso de los avances armamentísticos militares y una utilización sesgada y egocentrista de la política internacional entre países en general y superpotencias en particular. Aunque por desgracia los problemas actuales de nuestra sociedad, que son más mundanos, paradójicamente también dejan estragos dignos casi de un conflicto bélico a nivel mundial.


1 comentario:

  1. Joder, qué rebuscado eres XD

    La veré y comentaré, pero es que hora estoy más ocupado y encima tengo varias vistas y sin comentar, pero caerá, te lo juro por los Levis 501 de ROB!.

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