domingo, 10 de febrero de 2013

El Profesor, mas criaturas malignas invadieron, vestidas de tristeza, aquel dominio.




Título Original Detachment (2011)
Director Tony Kaye
Guión Carl Lund
Actores Adrien Brody, Christina Hendricks, Sami Gayle, Marcia Gay Harden, James Caan, Lucy Liu, Bryan Cranston, Blythe Danner, William Petersen, Tim Blake Nelson, Renée Felice Smith, Isiah Whitlock Jr., Doug E. Doug





American History X es una de mis películas favoritas. Cuando la vi en 1998 esa producción protagonizada por Edward Norton y Edward Furlong marcó mi adolescencia y me ofreció pasajes cinematográficos que se quedaron grabados en mi mente para siempre y que cuando vuelvo a ver me emocionan como la primera vez (sirva como ejemplo cuando ambos hermanos retiran toda la parafernalia nazi del dormitorio que comparten llegando el final del largometraje). Detrás de aquella obra se encontraba un debutante director británico llamado Tony Kaye que se había hecho un nombre en el mundo de la publicidad y los videoclips, aunque no era ningún jovencito, ya que tenía 47 años cuando rodó su ópera prima realizador.




El cineasta londinense mostraba una especial sensibilidad para transmitir un lirismo trágico lleno de profundidad y alma. El problema surgió cuando Edward Norton se hizo con el montaje de American History X a espaldas de Kaye e hizo y deshizo a su antojo en la sala de edición. Esta experiencia dio pie a que el director se desencantara de Hollywood y prefiriera dedicarse al mundo del documental realizando Lake of Fire trabajo que abordaba el polémico tema del aborto desde distintos puntos de vista. 11 años después de su debut cinemtográfico en 2009 volvió a la ficción con Black Water Transit una adaptación de la novela homónima escrita por  el norteamericano Carsten Stroud que supuestamente existe, pero que casi nadie ha visto porque nunca se estrenó oficialmente.




En 2011 llegó Detachment, la tercera película de Tony Kaye con Adrien Brody de protagonista y productor ejecutivo y un magnífico reparto de secundarios en el que podemos encontrar a actores que han triunfado en la televisión como Christin Hendricks (Mad Men), William Petersen (C.S.I: Las vegas), Bryan Cranston (Breaking Bad) intérpretes con una ya extensa carrera a sus espaldas como James Caan, Marcia Gay Harden, Lucy Liu o Tim Blake Nelson y jóvenes talentos como Sami Gayle a la que pudimos ver también en esa cosa terrible llamada Contrarreloj (Stolen) que no dejaba de ser otro de los clavos en el ataúd del poco prestigio (aunque nunca tuvo demasiado) que le queda a la carrera de Nicolas Cage.




Henry Barthes es un profesor sustituto que es bueno en su trabajo y sabe tratar a todo tipo de alumnos. Su problemas es que por culpa de que su empleo es de naturaleza temporal no se permite a sí mismo mantener una relación estrecha con alumnos o compañeros de trabajo. Un día da a parar a un instituto en el que empieza a conectar emocionalmente con algunos de sus estudiantes y hasta con profesores, implicándose más de lo que quisiera sabiendo que en sólo 30 día deberá hacer las maletas y trasladarse a cualquier otra parte del país. Pero su existencia dará un giro aún más pronunciado cuando conozca a Erica, una adolescente que se prostituye en los barrios marginales y que acabará siendo alguien muy importante en su vida durante el periodo de tiempo en el que se encuentre trabajando en ese instituto.




Amarga pieza de melancólica desesperanza, Detachment es un ejercicio cinematográfico que realiza una mirada pesimista la generación de adolescentes que se están formando académicamente en la norteamérica actual. Un grupo de jóvenes que transmiten su nihilismo, falta de valores y alienación a un profesorado que se ve superado día a día por la desgana, la apatía e incluso el miedo que algunos de sus alumnos les transmiten. Tampoco deja pasar Kaye la oportunidad de mostrar los intereses arribistas y económicos que hay detrás de la enseñanza pública, pero prefiere centrarse en lo difícil que es para estos hombres y mujeres lidiar diariamente con un grupo de chavales que los odian y que no tienen ninguna intención de aprender lo que les inculcan.




Dicho claustro afronta esta deprimente vida profesional como buenamente puede. Bajándose al nivel de decadencia y escatología de los alumnos (grande un desquiciado James Caan) evadiéndose de la realidad (magnífico Tim Blake Nelson, pero poco aprovechado) convirtiéndose en una persona ambiciosa (Marcia Gay Harden tan profesional como siempre) buscando afecto en compañeros de trabajo (Christia Hendricks dándole muy bien la réplica a Brody y guapísima delante de la cámara), rindiéndose en su batalla (esa Lucy Liu que tiene una de las mejores secuencias del film, cuando explota y le echa en  ara a una alumna cual será su futuro si sigue por el camino de desinterés que ha tomado por elección propia) o entregándose a una pacífica condescendencia con el prójimo (William Petersen desmarcándose de ese Gil Grissom que marcó a fuego su carrera).




Pero como es lógico el personaje más interesante es el de Adrien Brody. Muchos han dicho que el de Detachment es el mejor papel del actor estadounidense desde El Pianista. Un servidor va más allá y afirma que el de la cinta que nos ocupa es el trabajo de interpretación más logrado de toda su irregular carrera, esa que tras varios proyectos en los que parecía haber perdido el norte tras el famoso efecto Oscar. Se nota que que el protagonista estaba implicado con el proyecto de Kaye, que puso algo más que sus dotes interpretativas en la cinta, porque su rol está abierto en canal, alternando una contención estimulante y medida sabiamente con momentos de sincero dramatismo nada forzado, pero muy doliente. Sirva como ejemplo la escena del llanto en el autobús en el que conoce a Erica o su bronca monumental a la enfermara del hospital, pagando con la mujer las frustraciones de su vida profesional.




La aparición de Erica (a la que da vida la prometedora Sami Gayle, una actriz de considerable parecido con la británica Emma Watson) la prostituta adolescente y el estrechar vínculos afectivos con Meredith (la muy talentosa Betty Kaye, una especie de joven Kathy Bates a la que seguir de cerca a partir de ahora), una alumna con sobrepeso que al ser el blanco de los insultos de sus compañeros no puede encontrar el equilibrio emocional necesario para aprovechar su talento para la fotografía, trastocarán radicalmente la vida de Henry, que intentando ayudar a los dos chicas querrá hacer un paralelismo con arreglar una vida (la suya propia) que se desmorona y que está inteligéntemente representada por ese abuelo que se muere poco a poco en hospital y cuya demencia senil y demonios internos de un pasado lleno de malos tratos hacia su hija van devorándole poco a poco.




Todo este entramado es abordado por Kaye con una atípica puesta de escena con primerísimos planos, en ocasiones desde un punto de vista subjetivo, y montaje originalmente expuesto (gran acierto esas pizarras con dibujos en movimiento que sirven de transiciones temporales o espaciales) que dan un tono de extrañeza y onirismo que al proyecto le queda bastante bien ya que su misma naturaleza demanda este tipo de realización en bastantes momentos del metraje. Por descontado el británico ofrece una excelente dirección de actores, se rodea de gente muy preparada en el plano interpretativo, pero él sabe llevarlos de la mano y que hagan lo que exige como cineasta, y sólo comete el fallo de arrinconar al gran Bryan Cranston en un papel tan secundario que podría decirse que es un mero cameo.




Hacia la recta final se vuelve un poco previsible (todo lo relacionado con Meredith y Erica se ve venir de lejos, pero aún así está abordado con mucha inteligencia) pero en ese momento Kaye ya nos ha regalado momentos de profundo calado, notable angustia existencial y crudeza que en ocasiones puede dejar algo tocado al espectador, pero de manera inteligente deja un pequeño haz de luz al final del túnel. No uno que nos indique que todo se solucionará, pero que sí nos afirma que no todo está perdido. Así termina El Profesor, una de las propuestas más estimulantes y acertadas del pasado 2012, una cinta que con su pesimismo puede quitarle a un estudiante de cualquier tipo de enseñanza las ganas de terminar su carrera, pero que sirve de acertado y necesario barómetro para descubrir en qué clase de generación se está convirtiendo aquella que cuenta entre sus filas con nuestros hijos, hermanos y sobrinos.


6 comentarios:

  1. Un error sin importancia, magisterio es para dar clases a niños de 7 a 12 años. A los adolescentes les dan clases licenciados que se han sacado un máster.

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  2. Pues es cierto, ahora mismo lo arreglo.

    Gracias por la corrección.

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  3. O peor, a Transformers 2 XD

    A mí me gustó mucho cuando la vi, tiene poso y buenas intenciones a pesar del pesimismo, además ese abrazo final a modo de reencuentro hizo que se me saltaran las lágrimas, que uno es muy llorón cuando le tocan la fibra sensible.

    Y es que Poe era Poe, qué cojones, me tiré un buen rato para encontrar el subtítulo adecuado para la entrada ahondando en La Caída de la Casa Usher, pero creo que me ha quedado muy bien.

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  4. Antes era un mundo maravillo, ahora con el plan bolonia de los cojones, la evaluación continua, los tres exámenes y su puta madre, una mierda infecta

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  5. a mi american history x también me pareció un peliculón, así que habrá que echarle un ojo a esta cinta; gracias como siempre por su alturista labor evangelizadora, sr. tamzarian

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  6. Un placer y sí, te la recomiendo encarecidamente, que mira, al Reve también le ha llegado a la patata.

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