lunes, 12 de abril de 2021

Otra Ronda (Druk)

 


Título Original Druk (2020)
Director Thomas Vinterberg
Guión Tobias Lindholm, Thomas Vinterberg
Reparto Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang, Lars Ranthe, Susse Wold, Maria Bonnevie, Dorte Højsted, Helene Reingaard Neumann, Martin Greis, Magnus Sjørup, Silas Cornelius Van, Albert Rudbeck Lindhardt, Frederik Winther Rasmussen, Aksel Vedsegaard, Aya Grann, Mercedes Claro Schelin




No formaba parte de mis planes dedicar una reseña a Otra Ronda, Druk en su título original, la nueva película del cineasta danés Thomas Vinterberg, pero como ya sucediera con aquella obra maestra llamada La Caza (Jagten, 2012) lo último del co fundador del movimiento Dogma 95 ha conseguido tocar las teclas precisas para dejar en mí un notoria huella gracias a una propuesta nada sencilla que ya ha sido premiada en no pocos certámenes internacionales y logrado dos nominaciones a los Oscar, que se celebrarán el próximo día 26 de abril, a mejor película de habla no inglesa y mejor director para el mismo Vinterberg. El sábado saliendo del cine me quedó claro que todos esos reconocimientos en distintos festivales son merecidos al encontrarnos ante uno de los largometrajes más estimulantes de la temporada.





"Qué es la juventud? Un sueño. ¿Qué es el amor? El contenido del sueño" es la cita del filósofo y teólogo danés, Søren Kierkegaard, que abre Otra Ronda y la misma será muy importante en lo referente a desentrañar la esencia de la obra. Según el psiquiatra y escritor noruego Finn Skardeurd, el ser humano nace con un déficit de alcohol en sangre del 0,05%, y cubrir ese porcentaje saca la mejor versión de nosotros mismos. A esta teoría se aferran cuatro profesores con crisis de mediana edad para comenzar un experimento sociológico en el que, durante horas de trabajo, ingerirán los vasos necesarios de bebidas espirituosas para cubrir esos números. En principio el resultado para todos ellos será beneficioso, pero no sucederá lo mismo cuando se dispongan a aumentar las cantidades ingeridas.




Tanto el experimento en el que Martin (Mads Mikkelsen), Tommy (Thomas Bo Larsen), Nikolaj (Magnus Millang) y Pete (Lars Ranthe) se embarcan como el mismo alcohol son una excusa, un simple MacGuffin, para que Otra Ronda nos hable de temas más universales y trascendentes que la adicción a la bebida. Con esto no queremos decir que el alcohol no sea uno de los pilares maestros sobre los que Tobias Lindholm y Thomas Vinterberg construyen su historia, exponiendo en pantalla todo lo bueno y lo malo que conlleva vivir en una fiesta etílica durante las 24 horas del día. Pero el mismo es más un catalizador para que el relato tome forma y podamos llegar a conocer en profundidad a estos cuatro amigos hastiados de una vida profesional y personal que los ha reducido al mínimo exponente de sus propias personalidades.




Porque de lo que realmente habla Druk es de la amistad, la soledad, la alienación y de cómo la rutina puede acomodarnos y reducirnos a una mera sombra de lo que una vez fuimos. Pero reflexiona sobre todo acerca de la fugacidad de la juventud, de consumir los mejores años de nuestra vida como si fueran un chupito que después de quemar la garganta deja un regusto agradable y ganas de pedir otra ronda. "La luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo, y tu has brillado mucho" decía el Doctor Eldon Tyrell al replicante Roy Batty en la totémica Blade Runner (Ridley Scott, 1982) y a ello parece aferrarse Thomas Vinterberg para construir su último trabajo. Una elegía a la celebración, al carpe diem de cuatro hombres que encuentran en el exceso y la autodestrucción una vía de escape para volver a ser unos alumnos de instituto recién graduados bañándose en champán a ritmo de What a Life, de Scarlet Pleasure.




A mantener el delicado equilibrio entre la fina comedia que se apodera de la primera mitad del metraje y el drama elegante y nada sensacionalista que abarca la segunda ayudan un cuarteto de actores inmejorable. Cada uno de ellos da vida a un personaje que se enfrenta a su crisis existencial de distinta manera y es un gran acierto que no todos tengan la misma edad, siendo alguno de menor edad que el resto. Thomas Bo Larsen, Magnus Millang y Lars Ranthe basculan con pericia entre lo humorístico y lo trágico componiendo criaturas vulnerables, necesitadas de afecto para salir del hastío vital en el que se ven inmersos. Entre borracheras, resacas, clases de gimnasia o música y exámenes orales los tres amigos ofrecen de cara al espectador composiciones poliédricas que nunca caen el tópicos o los eluden con bastante pericia.




En cuanto al reparto Mads Mikkelsen, como era de esperar, supone una nota aparte. Aunque Otra Ronda es una obra coral Tobias Lindholm y Thomas Vinterberg dedican más tiempo al Martin del actor de Valhalla Rising (2009) o Polar (2019) que al resto de intérpretes y él lo aprovecha al máximo. Aunque siempre ejecuta trabajos remarcables no veíamos al Hannibal televisivo tan excelso desde, precisamente, La Caza y es que la mesura y contención con la que se mueve entre el carisma y el patetismo es digna de elogio. Su sapiencia a la hora de interactuar con el resto de actores, pasajes como el llanto durante la cena en el restaurante, la clase de historia con los tres candidatos políticos, la discusión final con su mujer o ese maravilloso baile final que cierra la obra configuran una labor superlativa en el que es uno de los mejores papeles de su ya dilatada carrera.




Haciendo complicados ejercicios de equilibrismo sobre la delgada línea que separa la glorificación descerebrada del moralismo sermoneador, sin caer nunca de un lado u otro, Thomas Vinterberg y sus colaboradores consiguen con Druk que el espectador salga de su proyección con ganas de exprimir la existencia hasta las últimas consecuencias. En tiempos de pandemia, confinamiento, restricciones y toques de queda la historia hedonista y dolorosa protagonizada por Martin, Tommy, Nikolaj y Pete pareciera hablarnos de un mundo, antojadamente lejano, en el que podíamos abrazarnos, besarnos y exaltar la amistad sin miedo a nada, porque éramos jóvenes y libres. Esperemos que algún día toda esta pesadilla acabe y ya sin ambages de ningún tipo, sin el terror de perjudicar a los que nos rodean, podamos celebrar la vida y todo lo maravilloso y terrible que la misma atesora. 


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