viernes, 13 de octubre de 2017

Kingsman: El Círculo de Oro



Título Original Kingsman: The Golden Circle (2017)
Director Matthew Vaughn
Guión Jane Goldman y Matthew Vaughn basado en el cómic de Mark Millar y Dave Gibbons
Reparto Taron Egerton, Colin Firth, Julianne Moore, Mark Strong,  Halle Berry, Pedro Pascal, Channing Tatum, Jeff Bridges, Elton John, Bruce Greenwood, Emily Watson, Edward Holcroft, Hanna Alström, Sophie Cookson, Michael Gambon, Poppy Delevingne, Björn Granath, Samantha Womack,  Matt Letscher, Tom Benedict Knight, Alessandro De Marco





Además de uno de los guionistas más prolíficos del mundo del cómic el escocés Mark Millar es un tipo muy inteligente. Después de haber pasado por las dos editoriales más importantes de Estados Unidos dejando su impronta en obras tan conocidas como Superman: Hijo Rojo en DC o Civil War en Marvel decidió en 2013 crear su propia compañía, Millarworld, con la que realizar sus propias creaciones siempre acompañado de ilustradores de primera línea como John Romita Jr (Kick-Ass), Steve McNiven (Nemesis) o Frank Quitely (Jupiter's Legacy) y con la mirada continuamente puesta en un Hollywood que cada vez se interesaba más por adaptar su obra al celuloide. Uno de los directores que más veces ha llevado a la pantalla grande el trabajo de Millar es el británico Matthew Vaughn que ya lo hizo con Kick-Ass y Kingsman: Servicio Secreto, film de 2014 inspirado en el cómic que el autor de The Authority ideó junto al dibujante Dave Gibbons (Watchmen).




La cinta protagonizada por Colin Firth, Taron Egerton, Samuel L. Jackson, Michael Caine o Mark Strong no sólo superaba considerablemente a la obra original en viñetas que no pasaba de entretenimiento cumplidor, también se reveló como una pieza demencialmente divertida con la que el autor de Stardust o Layer Cake se mostraba como uno de los directores de cine de acción más resueltos del panorama cinematográfico actual, algo de lo que previamente ya había dado buenas muestras en Kick-Ass y X-Men: Primera Generación. La prensa especializada recibió considerablemente bien Kingsman: Servicio Secreto y la taquilla respondió en consecuencia ante la propuesta ideada por Vaughn y su habitual colaboradora, Jane Goldman, de modo que la idea de una secuela empezó a gestarse en las oficinas de 20th Century Fox y Marv Films, productora propiedad del mismo Vaughn, poco después del éxito a nivel mundial de la primera entrega.




Kingsman: El Circulo de Oro es la demostración y confirmación de que la obra secuencial de Mark Millar ha cobrado una dimensión tran grande que, al igual que le ha sucedido a otros autores como Frank Miller o George R.R. Martin ya dentro de la literatura, Hollywood ha llegado a fagocitarla. Esta secuela de 2017 no está basada en ningún cómic del guionista escocés, porque nunca llegó a publicar una secuela de Kingsman: Servicio Secreto en la que Matthew Vaughn y Jane Goldman pudieran inspirarse. Evidentemente esto no resultó un impedimento para que la maquinaria se pusiera en funcionamiento, con el beneplácito del mismo Millar, y la secuela fuera tomando forma con el reparto de la primera parte casi al completo y algunos nuevos fichajes como los de  Julianne Moore, Halle Berry, Pedro Pascal, Channing Tatum, Jeff Bridges o el cantante Elton John.




Los hechos de Kingsman: Golden Circle acontecen un año después de los del primer largometraje y estos toman como inicio la destrucción de la sede central de la agencia secreta Kingsman por parte de Poppy Adams, una perturbada empresaria que es la cabeza visible de una organización terrorista llamada Círculo de Oro que se dedica a distribuir a nivel global narcóticos adulterados cuyos efectos son letales para aquellos que los consumen. Eggsy y Merlín, que son los únicos supervivientes de los Kigsman, deberán viajar a Estados Unidos y hacer parada en Kentucky para asociarse allí con los Stateman, otra organización norteamericana dedicada al espionaje que usa como tapadera una destileria de whisky y que pondrá a disposición de los dos agentes británicos algunos de sus mejores hombres para encontrar a Poppy y desarticular su imperio del crimen.




Matthew Vaughn y Jane Goldman juegan la carta de la sinceridad desde el primer momento en Kingsman: El Círculo Dorado. La secuencia del taxi que abre el largometraje es toda una declaración de principios por parte de la obra ya que en esos poco más de diez minutos se condensa toda la esencia de esta secuela que hace suya la ley del "más y mejor" pero con unos resultados considerablemente meritorios. Escenas de acción física imposibles, persecuciones automovilísticas inverosímiles (con el derrape más largo de la historia del cine), una resistencia a los golpes fuera de lo común por parte de los dos implicados y brazos mecánicos controlados a distancia que son capaces de hackear los sistemas de seguridad de la agencia secreta más poderosa de Gran Bretaña. Llegados a este punto sólo queda tomarlo o dejarlo y si el espectador decide dejarse llevar por la propuesta de los autores la recompensa merece la pena.




Esta secuela de Kingsman: Servicio Secreto es nuevamente una parodia hiperbólica y exagerada de las películas de James Bond, sobre todo de las más vitriólicas que podrían fácilmente ser las protagonizados por Roger Moore a lo largo de la segunda mitad de los 70 y la primera de los 80, tomando de ellas no pocas ideas narrativas, estilísticas y conceptuales. Esta seña de identidad que nacía en el cómic de Mark Millar y Dave Gibbons y de la que se alimentaba el primer film es aquí llevada a un nuevo nivel con un encadenado continuo de secuencias de acción frenética que aún llegando e ocasiones a adentrarse en el complicado e inestable terreno de lo granguiñolesco siempre salen airosas gracias a la excelente labor detrás de las cámaras de un Matthew Vaughn que hasta del exceso de CGI sabe sacar partido a lo largo de su último proyecto como realizador.




En este contexto volvemos a encontrarnos agentes secretos de una condición física sobrehumana, villanos casi indestructibles y carismáticamente unidimensionales, persecuciones, tiroteos, hemoglobina salpicando a la cámara, atronadora música pop acompañando las coreografías de destrucción y muerte protagonizadas por los personajes y situaciones tan disparatadas que sólo podrán ser disfrutadas si nos entregamos sin miramientos una suspensión de la credibilidad que nos permita meternos de lleno en la montaña rusa que nos propone Matthew Vaughn. En el proceso, y al igual que sucedía con la película primigenia Kingsman: El Círculo Dorado contiene no pocos pasajes memorables en los que la violencia explícita, la bravuconería, el potente acabado técnico y la estupidez se dan la mano para ofrecer algunos de los momentos más divertidos vistos delante de una pantalla este 2017.




Al bastante convincente trío de protagonistas de la primera entrega, Taron Egerton, Mark Strong y Colin Firth se unen nuevos fichajes como unos episódicos Channing Tatum y Jeff Bridges, una encantadora Halle Berry y unos divertidos Bruce Greenwood y Emily Watson. Pero son Juliane Moore y sobre todo Pedro Pascal los mejores fichajes de Kingsman: El Círculo de Oro. La primera por abordar desde la contención y una sempiterna sonrisa su deliciosa villana de opereta y el segundo por convertir a su agente Whiskey en el mejor personaje de todo el largometraje siendo el protagonista de algunas de las mejores secuencias de acción del film. Por último especial mención a Elton John cuyas penosas dotes interpretativas son proporcionales a su impagable sentido del humor y la autoparodía que le permiten formar parte de los mejores gags cómicos de la película, como el de la patada voladora o el del perro robot en la bolera.




Más alocada y divertida que su predecesora, también menos consistente narratívamente y algo pasada de rosca que aquella, Kingsman: El Círculo Dorado no sólo es consecuente con lo que pudimos ver en la primera película, también respeta la esencia del cómic de Mark Millar y Dave Gibbons, Matthew Vaughn, Jane Goldman y el resto de colaboradores implicados en el largometraje ofrecen ingentes cantidades de fruición, salvajismo, falsa incorrección política (su mensaje en contra del consumo de drogas es tan simplista como inesperado) y humor negro o escatológico (el impagable comentario del anciano del asilo después de la situación con el teleférico) son suficientes ingredientes agradables para que los 141 minutos que dura la cinta pasen en un suspiro, la propuesta haga disfrutar a los espectadores y estos la olviden inmediatamente después de salir de los multicines en los que la proyecten. Nadie le ha pedido más al director británico ni él se ha visto en la necesidad de ofrecerlo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario