lunes, 28 de diciembre de 2015

Perdida, persiguiendo a Amy



Título Original Gone Girl (2014)
Director Davd Fincher
Guión Gillian Flynn, basado en su propio libro
Actores Ben Affleck, Rosamund Pike, Neil Patrick Harris, Tyler Perry, Kim Dickens, Patrick Fugit, Carrie Coon, Missi Pyle, Kathleen Rose Perkins, Scoot McNairy, Sela Ward, Emily Ratajkowski, Lee Norris, Casey Wilson, Lyn Quinn, Lola Kirke, David Clennon, Lola Kirke




Desconcertante y hasta cierto punto decepcionante última incursión detrás de las cámaras de uno de los directores más talentosos y personales del Hollywood contemporáneo, el norteamericano David Fincher. El cineasta de Seven o The Game adapta el best seller homónimo (novela que un servidor desconoce) de Gillian Flynn con la ayuda de esta en la escritura del guión. El resultado es un proyecto 100% "made in Fincher" con todo su ideario nihilista y una puesta en escena sencillamente brillante en la que destaca un reparto magnífico que está a la altura de las exigencias del genio que se encuentra controlando las riendas del proyecto, pero que desgraciadamente no está a la altura de su autor. Evidentemente con Perdida no podemos hablar de una obra fallida, ni siquiera de una irregular, pero sí de un largometraje con los suficientes fallos estructurales y conceptuales como para no ser algo más que una pieza menor dentro de la ejemplar filmografía del cineasta nacido en Denver, Colorado.




Como previamente he comentado no he leído la novela de Gillian Lynn en la que se basa la película, pero el punto de partida de la adaptación cinematográfica de David Fincher no se aleja demasiado del del típico telefilm vespertino de fin de semana. El día del quinto aniversario de su matrimonio Nick Dunne (Ben Affleck) descubre que su mujer, Amy (Rosamund Pike) ha desaparecido misteriosamente. Tras hacer oficial a los medios de comunicación la repentina ausencia de su esposa Nick se convertirá en el sospechoso principal del posible asesinato de esta y la policía no tardará en seguir sus pasos para en el proceso ir descubriendo poco a poco que el idílico matrimonio Dunne no parecía serlo tanto debido a varios secretos oscuros que ambos cónyuges mantenían bajo llave y que finalmente saldrán a la luz.




Como podemos apreciar el arranque de Perdida lo hemos visto miles de veces en todo tipo de películas o tv movies de medio pelo, pero por suerte detrás de este proyecto tenemos la venenosa e incisiva mirada del autor de El Club de la Lucha o El Curioso Caso de Benjamin Button y eso evidentemente marca las distancias. Artificio, ese es el mayor fallo de un producto como la última película de David Fincher, desde el mismo momento en el que Amy desaparece la obra se adentra totalmente y sin miramientos en el terreno de lo inverosímil y esto lastra el desarrollo adecuado del metraje. Porque aunque los personajes puedan parecer creíbles y sus personalidades (de las que hablaremos posteriormente) realistas los actos que llevan a cabo o en los que se ven implicados exhalan falsedad, rimbombancia y efectismo por todos y cada uno de sus fotogramas. 




Es como si el mismo David Fincher (que curiosamente en el audiocomentario del blu-ray del film admite que la historia se va haciendo cada vez más rocambolesca) quisiera ir ejecutando una serie de situaciones que adolecen totalmente de verismo, como si anhelara reconvertirse en un nuevo Brian de Palma, pero como todos sabemos Brian de Palma sólo hay uno y únicamente él sabe usar sus dotes de trilero en este terreno y salir (casi) siempre triunfante, Por eso ni la búsqueda de Amy por parte de Nick, ni ese giro (tan polémico como bien ejecutado, eso no puede negarse) a mitad de metraje, ni toda la cascada de sinsentidos argumentales que toman forma después de la visita a la casa del personaje de Neil Patrick Harris y lo que allí acontece pueden transmitir al espectador algo más que curiosidad por saber cuál será el futuro de los personajes protagonistas o de dónde vendrá la próxima pasada de rosca argumental con la que nos sorprenderá (unas veces para bien y otras para mal) una obra como Gone Girl.




Pero en honor a la verdad poco más negativo podemos decir de una obra como el último trabajo de David Fincher. No sólo porque, como previamente hemos mencionado, el director de La Red Social está al 100% de sus capacidades como autor sino también porque con Perdida posiblemente estemos hablando de la película más lacerante, maquiavélica, incómoda y políticamente incorrecta salida de su mano desde que adaptara la inciendiaria novela homónima de Chuck Palahnniuk con Edward Norton y Brad Pitt como protagonistas. Todo esto es debido a la valentía del film al correr el riesgo de apuntar sus dardos envenenados contra una de las instiuciones más sagradas, sobre todo dentro del país de las barras y estrellas, como es el matrimonio y ahí es cuando el productor de House of Cards da lo mejor de sí mismo y amparándose en otros misántropos como Alfred Hitchcock, Paul Verhoeven o David Cronenberg decide coger a sus protagonistas y desnudarlos por dentro y por fuera para que la cámara sea testigo de cuán falsaria y pueril puede ser la relación emocional en la que están implicados y el incontable beneficio que de ello pueden sacar unos medios de comunicación vampirizadores y sensacionalistas con los que Fincher tampoco hace prisioneros a la hora de retratarlos.




Pero si debemos hablar de levantar ampollas es inevitable que abordemos el tema que más ríos de tinta hizo correr con respecto a Perdida en la época de su estreno, su supuesta misoginia centrada principalmente en la personalidad de la Amy Dunne a la que da todo lo que tiene y más una brutal Rosamund Pike. Es inevitable pensar que esa mujer manipuladora, fría y calculadora es expuesta en pantalla como el típico personaje femenino negativo que aún teniendo motivos para llevar a cabo sus reprobables actos no deja de ser una psicótica, una femme fatale escondida debajo de la falsa imagen de una esposa ejemplar. Pero a un autor que ha retratado personajes femeninos magníficos e individualistas como la mesiánica Ellen Ripley de la recuperable (sobre todo en su montaje extendido) Alien 3, la Meg Altman de La Habitación del Pánico o la Lisbeth Salander de su sobresaliente adaptación de la primera novela de la saga Millenium ideada por el fallecido escritor sueco Stieg Larson dan buena muestra de que Fincher es de todo menos un "hombre que no ama a las mujeres" y si a ello sumamos que el guión de la película está escrito por una mujer (recordemos, la misma autora de la novela original) esta teoría cada vez se tambalaea más.




Porque realmente Perdida no apela a la misoginia sino a la misantropía, ideario que no es ajeno a la obra de David Fincher y al que apela en la mayoría de sus largometrajes, Por que si Amy es una experta manipuladora nata el Nick Dunne al que da vida un adecuadamente taciturno Ben Affleck, que nunca será un gran actor pero al que la madurez le está sentando maravillosamente, también saber ser un mentiroso, un titiritero con aires de falso victimismo (grande su entrevista a modo de confesión) que es capaz de engañar a su hermana Go (magnífica Carrie Coon como secundaria devoraplanos) cuando esta se ha revelado como su mayor aliada y su más importante punto de apoyo. Pero no sólo los protagonistas se exponen en pantalla como seres egoístas con intenciones subrepticias, roles como los de los padres de Amy, el de la guapa Emily Ratajkowski, el de Neil Patrick Harris, el del abogado de Tyler Perry o los de las periodistas a las que dan vida Sella Ward y Missi Pyle anulan cualquier tipo de empatía con un espectador que en todo momento descubre que Perdida está repleta de hienas en busca de carroña de las que sólo se salvan de la quema (y no del todo) el dúo de policías a los que dan vida Kim Dickens (Deadwood) y Patrick Fugit (Casi Famosos).




En resumidas cuentas Gone Girl es un buen thriller con apuntes dramáticos y muy mala baba perfectamente ejecutado en todos y cada uno de sus apartados ya sea este el artístico o el técnico. Destila una maldad y un veneno tan incómodo para el espectador como atractivo para el mismo diseccionando la institución matrimonial. El problema nace con su guión que demanda demasiado a la platea con respecto a aceptar una suspensión de la incredulidad que en ocasiones es demasiado exigente y que nos impide tomarnos realmente en serio un relato que se mueve entre el drama erótico, el slasher, el folletín y la comedia negra, Por lo tanto y aunque sus casi 150 minutos de metraje se pasan en un suspiro y nunca pierden interés, la banda sonora minimalista de Trent Reznor y Atticus Fetch dan entidad a algunas de las escenas más potentes de la obra (esa escena de sexo, ese torrente de sangre bañando el cuerpo de uno de los personajes) y el reparto cumpla sobradamente su cometido David Fincher es un director poseedor de una impronta tan personal e intransferible que un proyecto como el que nos ocupa no está a su altura, algo que sucedió en su momento también con La Habitación del Pánico y que esperemos no vuelva a suceder. Él merece mucho más que esto.


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