Título Original Life of Pi (2012)
Director Ang Lee
Guión David Magee basado en la novela de Yann Martel
Actores Suraj Sharma, Irrfan Khan, Rafe Spall, Tabu, Adril Hussain, Shravanthi Sainath, Ayush Tandon, Vibish Sivakumar, Gérard Depardieu
En parte es comprensible que en tiempos de crisis (económica, moral y existencial) las personas creyentes se aferren a su fe en Dios para intentar salir adelante aunque ello no les reporte soluciones, pero puede que sí consuelo. La última película del taiwanés Ang Lee supuestamente habla de la existencia de un ser divino, que es el tema central de la exitosa novela de Yann Martel en la que está inspirado el largometraje. El film ha despertado entre el público desatadas pasiones y rechazos enfervorecidos. Unos la ven como una obra maestra que incluso renueva una cierta manera de rodar cine, otros sólo encuentran una postal impostada con muchos colorines que quiere vendernos una historia religiosa condescendiente y paternalista. Un servidor la vio hace unos días y ha llegado a al conclusión de que no es ni lo uno, ni lo otro.
Un escritor canadiense que no encuentra la inspiración para acometer su nuevo libro consigue contactar con Pi, un hindú que supuestamente le contará una maravillosa historia que le hará creer en Dios. Pi invita al novelista a su propia casa y allí le narra su vida desde su nacimiento, siendo criado en la India dentro de una familia que poseía un importante zoo de la zona. Un día su padre decide salir del país con sus parientes y viajar a Canadá con todos sus animales en busca de un futuro mejor. En el trayecto una enorme tormenta arrasa el barco y Pi se extravía quedándose abandonado en medio del Océano Pacífico en un bote salvavidas que tendrá que compartir con un tigre de bengala llamado Richard Parker y que era propiedad de su progenitor.
Como ya he comentado en más de una ocasión (y no es cuestión de reincidir en el tema) soy ateo, una persona no creyente que no tiene relación alguna con un supuesto Dios, el mismo del que nos quiere hablar (a su peculiar manera) la cinta de Ang Lee que nos ocupa, pero eso no supone un lastre para un servidor a la hora de enfrentarme a una cinta como La Vida de Pi. Aunque curiosamente esa idea sobre la existencia del altísimo es para mí algo que no funciona o está mal expuesto en el largometraje (otros cineastas lo han hecho con más acierto), pero sobre ello ya hablaré más adelante, más o menos al final de la crítica que es cuando será interesante abordar el tema. Lógicamente tendré que añadir en ese momento algún spoiler porque si no no hay manera de ser reflexivo sobre dicho concepto como lo expone la película.
La Vida de Pi es una muestra de muy buen cine, una película que teniéndolo todo en su contra para poseer hondura y verdadera vida las contiene en su interior. Puede que no precisamente por la historia que está narrando, sino por la mano del director que le está dando forma como largometraje. Ang Lee es un todoterreno, uno de mis directores favoritos del panorama cinematográfico y autor de films inolvidables como Brokeback Mountain, La Tormenta de Hielo, Sentido y Sensibilidad o su infravalorada visión de Hulk, el mítico personaje ideado por Stan Lee y Jack Kirby para la Marvel. El taiwanés es un autor total, de una impronta ecléctica y valiente que le ha permitido experimentar con distintos géneros como el western, el wuxia, la comedia, el drama o el cine erótico.
La película número doce de Ang Lee trata de ser muchas cosas a la vez, unas las consigue, con otras se queda a medias y en algunas no llega ni a atisbarlas. Principalmente y siempre en el plano estilístico quiere mostrarse como un deleite visual de primer nivel, una obra que aprovecha como pocas el formato 3D en el que ha sido ideada. En ocasiones lo consigue, es indudable, pero que el 90% del largometraje (sobre todo cuando Pi ya está abandonado a su suerte en medio del océano) esté rodado con efectos digitales quita bastante verismo al conjunto. Hablamos indudablemente de unos CGI brillantes (merecido Oscar el que ganaron sus diseñadores), al servicio de la historia y mostrando pasajes de una belleza pictórica muy meritoria. Pero todo (desde los animales hasta el agua o las fenómenos naturales) nos hace pensar continuamente que estamos delante de un enorme croma de color verde en el que realmente no está pasando nada, por muy bien que el director de El Banquete de Boda lleve toda la maquinaria con una pericia realmente estimable que ya quisieran otros directores más duchos en estas lides técnicas como Michael Bay o Zack Snyder.
Ange Lee nos expone Life of Pi como una fábula con reminiscencias teológicas a cualquier tipo de religión (recordemos, el personaje de Pi en su infancia buscó a dios en varias de ellas) pero con un especial hincapié en la cristiana. Es inevitable pensar en Noé cuando la familia del protagonista introduce a todos los animales de su zoo en el barco rumbo a Canadá o en Jonás y su odisea con la ballena cuando Pi se encuentra con Richard Parker efrentándose a huracanes y tormentas y sí, también con la aparición de un cachalote. Todo ese tono de alegoría religiosa sobrevuela el grueso del metraje aunque alejándose de didactismos, verdades absolutas o matiz adoctrinador alguno, de modo que no se puede acusar al film de maniqueo o sentencioso, porque no lo es ni busca serlo.
Lo interesante de La Vida de Pi es como se las arregla como narración cinematográfica para crear un tratado sobre la supervivencia y el choque entre hombre civilizado y naturaleza pura por medio de la relación del protagonista con el tigre, cómo el primero debe adaptarse al instinto animal de Richard Parker para marcar su territorio, someterlo y con ello llegar a una convivencia mutua beneficiosa para ambos. Al final del trayecto cuando llegan a tierra el felino huye sin mirar atrás y el protagonista lo ve como una señal de rechazo, por ello rompe a llorar. Sólo cuando el narrador (el Pi adulto interpretado con mucha convicción por un sincero Irrfan Khan ) da ese giro argumental, nada tramposo y sí muy inteligente y enriquecedor para la trama o el contexto del film, podemos ver la entidad y el calado de la historia que ha narrado, un acertado apunte de guión (supongo que estará en la novela original, no lo sé porque no la he leído) que hace que el espectador se replantee totalmente la película y que la vea con otros ojos (casi se antoja indispensable un revisionado inmediato), llegando, por ejemplo, a justificarse que los animales hayan sido recreados por medio de efectos digitales.
El problema surge cuando esa conclusión a la que llega el largometraje trata de convencernos de su calado teológico y ahí es donde el producto falla. Es demasiado arbitrario, poco consistente, nada convincente y hasta casi contraproducente para las personas que profesan la fe cristiana esa sentencia final, porque se retrata a la misma como un añadido de mala manera al mensaje del proyecto, dejando el mismo a la libre interpretación del espectador, aunque esto también es un acierto por no tratar el film de ser tendencioso y que así pueda agradar a todo tipo de público, sea de la ideología religiosa que sea o incluso si no profesa ninguna. Pero ciertamente mostrarnos que la creencia en dios es algo que no se puede explicar de manera concreta porque es transmitida por medio de parábolas que nos incitan a sentirnos felices en un misticismo bastante improbable aplicado a la realidad lo único que consigue es que esa manera de pensar se ponga en tela de juicio, eso sí, incitando a un sano debate tras el visionado de la cinta.
Para ver Life of Pi hay que hacerlo sin prejuicios, el último film de Ang Lee ofrecerá al espectador buenos momentos de cine metódico y elegante, así como algún fallo que nos confirmará que no nos encontramos ante una obra del todo redonda y mucho menos ante una pieza clave del cine contemporáneo (como se ha llegado a decir), pero tampoco ante una lisérgico viaje con sobredosis de estilismo y espíritu new age (como también se ha afirmado). Hablamos de una pieza salida de la mano de un director que sabe lo que hace y que vive para hacer verdadero cine, aunque en esta ocasión no llegue a mostrar la plenitud de sus dotes como narrador cinematográfico. Porque el director taiwanés no sólo sabe transmitir sensaciones veraces por medio de un producto de naturaleza tan artificial como el efecto digital por ordenador (y un magnífico actor joven, Ayush Tandon, que se deja la piel llevando casi todo el peso del largometraje) también parece creer lo que está contando y lo transmite conscientemente al espectador.
La pregunta ahora sería: ¿Se merecía Lee el Oscar al mejor director de la pasada gala de los Oscar? posiblemente sí. ¿Es justo que se lo llevase el mismo año en el que directores como Kathryn Bigelow, Ben Affleck o Quentin Tarantino, que lo hicieron considerablemente mejor que él, ni siquiera estuvieron nominados? pues la respuesta es un rotundo no. Pero no puedo evitar alegrarme porque se premie a un director tan poco acomodaticio, arriesgado y sincero como el de Destino Woodstock, un señor al que profeso un inmenso respeto y que aunque me decepcionó, contra todo pronóstico, con una de sus obras más celebradas (Tigre y Dragón,) siempre me ha ofrecido momentos de gran cine por el que le estoy eternamente agradecido. La Vida de Pi no es uno de esos casos, pero no me ha decepcionado y sí me ha dejado muy satisfecho, ya que al terminar no me sentí en la necesidad de creer en dios, pero sí en Ang Lee.
¿Cine y Dragón te decepciono? La vi en cine y la recuerdo como una gran película.
ResponderEliminarEn cuanto a la vida de pi, me echo para atrás el trailer. He visto todo tipo de avances, pero ninguno tan malo como el de esta película. Ya desde el principio te dicen que va de un tío, que busca algo, que encuentra algo, que sobrevive a un viaje. Prácticamente te cuentan la peli entera y lo que es peor, no me lograron trasmitir más allá de indiferencia.
Me decepcionó lo suficiente como para ni terminarla, a los 45 minutos la quité porque se me hacía un coñazo importante y debe ser porque aquel día no estaba yo receptibo porque me gustaba el director, la temática, las coreografías y por supuesto Zang Ziyi, pero nada, no pude con ella.
ResponderEliminarLa Vida de Pi es más que punto de partida o argumento, merece la pena ser vista, detrás de ese acabado plástico hay verdaderos sentimientos, es una cinta interesante.
Estoy de acuerdo en todo Armin, si tan solo después de explicar esa segunda visión de todo el film ya al final no intentara "colárnoslo" como un simil veraz e innegociable de que es mejor creer en Dios que no hacerlo, pues me habría parecido una película soberbia, pero en ese momento peca un poco de pretencioso (creo yo) porque en realidad la historia está bien como está, es intensa, con un mundo interior tremendo, sin necesidad de meter a Dios y a las religiones de por medio.
ResponderEliminarSupongo que como estadísticamente la gran mayoría de la población mundial cree en algún tipo de deidad, el mensaje final llegará a más gente y se sentirán muy reconfortados en sus creencias.
Los ateos, como siempre, tendremos que seguir lamiéndonos nosotros mismos nuestras heridas.
Skouris
Bueno, al menos no es una obra demasiado adoctrinadora o que mira por encima del hombro a aquellos que no comulgan con su ideología religiosa, en ese sentido han acertado, por mucho que su mensaje teológico desde mi punto de vista no funcione.
ResponderEliminarSabes que puedes offtopiquear cuando quieras y más si es para pasar un trailer que pinta tan cojonudamente bien. Huele a Álex de la Iglesia al 100% y desatado como a mí me gusta, a ver qué tal sale la cosa.
ResponderEliminarBuff, me han quitado completamente las ganas de ver Oz, que uno es muy fan de Sam Raimi y verlo metido en esas lides (que no son las suyas) me echa mucho para atrás.
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