Título Original: The Eagle/Eagle of the Ninth (2011)
Director: Kevin Macdonald
Guión: Jeremy Brock basado en la novela de Rosemary Sutcliff
Actores: Channing Tatum, Jamie Bell, Donald Sutherland, Mark Strong, Dennis O'Hare, Tahar Rahim
Kevin Macdonald es un reputado documentalista británico que ha hablado en sus obras de no ficción de alpinismo (Touching the Void) el secuestro por parte del grupo terrorista Septiembre Negro de un equipo de deportistas israelíes en 1972 durante las olimpiadas de Munich (One Day in September) o los crímenes de la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial (My Enemy's Enemy). Ganando el Oscar con el segundo que he mencionado y con ello una fama de inteligente autor de documentales que suele tocar temas enriquecedores o complicados.
En 2006 con la ayuda del dramaturgo Peter Morgan y el guionista Jeremy Brock adaptó la novela de Giles Foden, El Último Rey de Escocia, que narraba la relación del tirano presidente de Uganda, Idi Amin con su médico, un escocés que llegó al país africano para ponerse a su servicio sin saber donde se metía. El film era harto interesante, estaba bien dirigido e interpretado (grande James McAvoy), pero un inmenso Forest Whitaker como el mandatario ugandés eclipsaba todo el proyecto con su genial caracterización.
En 2009 volvió a dar el campanazo en la ficción al adaptar al celuloide la alabada serie británica sobre corrupción política y periodística La Sombra del Poder (State of Play) ayudado por un magnífico equipo de guionistas formado por Tony Gilroy (Michael Clayton, la trilogía de Jason Bourne) Matthew Michael Carnahan (Leones por Corderos, La Sombra del Reino) y Peter Morgan (Frost/Nixon, Más Allá de la Vida). La cinta fue muy bien recibida, contenía un gran reparto y acrecentó la fama de su director, aunque en España pasó sin pena ni gloria. Un servidor aún no la ha visto, pero arreglaré pronto tal desaguisado.
Hay algunas cosas que agradecerle a Kevin Macdonald con respecto a La Legión del Águila. La primera y más destacada es que no haya caído en la trampa de rodar su cinta con el estilo (ya bastante manido) de 300, la adaptación que Zack Snyder hizo del excelente cómic de Frank Miller. No hay más que ver la esperpéntica, pero entretenida, serie Spartacus: Blood and Sand para descubrir la influencia que el largometraje del director de Sucker Punch ha dejado en gran parte de la ficción filmada contemporánea. El realizador británico ha preferido tomar prestadas ideas de la magnífica serie Roma ideada por la unión de la cadena HBO americana con la inglesa BBC y algún apunte de peplums clásicos del Hollywood de la era dorada.
Pero ahí acaban los elogios hacia el director de La Vida en Un Día con respecto a su último trabajo como director de ficción. Porque La Legión del Águila es decididamente un proyecto muy falllido. Rodado con desgana, escrito con apatía e interpretado de manera mediocre. El último film de Kevin Macdonald supone una oportunidad desperdiciada de recuperar el tono más épico del peplum siguiendo la senda de Gladiator de Ridley Scott o de la infravalorada Alejandro Magno de Oliver Stone.
Todo el producto carece de inventiva o personalidad. El conjunto, cinematográficamente hablando, es ineficaz, blando, poco elaborado. Las secuencias de batallas (a años luz de las que rodó, revolucionando el género estéticamente, Mel Gibson en Braveheart) no permiten que los encuadres respiren, ni transmiten épica o grandeza y Macdonald desperdicia unos paisajes majestuosos sin utilizar grandes angulares o tomas a vista de pájaro para crear una atmósfera que transmita lirismo o poesía. Además el guión es insípido y renqueante, no sé si por el relato en el que se basa o por la ineficacia de Jeremy Brock, pero su resultado es a todas luces insatisfactorio.
El reparto es de pena. Decisión del todo equivocada darle el papel protagonista al americano Channing Tatum que tiene tan limitadas sus dotes interpretativas como su expresividad facial. Mucho cuerpo, músculos enormes, pero nada de credibilidad con su papel, ni siquiera se le ve resuelto en las escenas de lucha, que son en las únicas en las que podría ofrecer algo de competencia y profesionalidad. Mejor lo hace un Jamie Bell alejado de Billy Elliot como el esclavo britano, pero sin darle demasiadas palmaditas en la espalda. Un grande como Donald Sutherland ofrece entereza y saber estar, pero sale poco y no se luce demasiado y el bueno de Mark Strong cumple con soltura en su breve aparición, pero la horrible peluca le quita seriedad a su rol.
Una cinta impersonal, mediocre, sin chispa, con un fondo simplista y una forma anquilosada. Una pena, porque Macdonald demostró bastante soltura como realizador potente en El Último Rey de Escocia, aquí no parece él mismo. Lo que podía haber sido un digno peplum que relanzara el género en la gran pantalla queda en un proyecto ínfimo y mal acabado que no sólo no cumple su cometido básico de entretener, sino que se confirma como la primera mancha dentro de la impecable carrera de su director. Esperemos que no se repita.
Parece que ultimamente no aciertan con las pelis de este estilo :S
ResponderEliminarSi es que Calígula de Tinto Brass puso el listón tan alto que es tontería seguir intetándolo.
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