Título Original Fantastic Four (2015)
Director Josh Trank
Guión Simon Kinberg, Jeremy Slater y Josh Trank basado en el cómic de Stan Lee y Jack Kirby
Actores Miles Teller, Kate Mara, Michael B. Jordan, Jamie Bell, Toby Kebbell, Tim Blake Nelson, Reg E. Cathey, Lance E. Nichols, Mary Rachel Dudley, Tim Bell, Ronnie Hooks, Jodi Lyn Brockton, Chet Hanks, Shauna Rappold
Ya desde su temprana concepción este segundo reinicio cinematográfico inspirado en los cómics de la primera familia de superhéroes creada en el seno de Marvel Cómics en 1961 por Stan Lee y Jack Kirby estuvo envuelto en la polémica y las decisiones controvertidas. Por temor a perder los derechos fílmicos de los personajes a los que ya habían explotado en las dos endebles pero simpáticas entregas dirigidas por Tim Story la 20th Century Fox se puso a trabajar contrareloj para realizar una nueva adaptación de las andanzas de Reed Richards, Ben Grimm y los hermanos Sue y Johnny Storm, El director elegido para sacar adelante el proyecto fue el joven Josh Trank, que sorprendió a propios y extraños con aquella magnífica amalgama de found footage y cine superheróico crepuscular llamada Chronicle, Todo esto después de caerse como cineasta del spin off que Disney está llevando a cabo de la saga Star Wars, lo que ya presagiaba lo peor para el reboot que nos ocupa.
Las decisiones desacertadas no se hicieron esperar y los malos augurios tampoco. La estética oscura de las imágenes filtradas y de los diseños de los uniformes de los personajes, declaraciones por parte de Trank en las que afirmaba que iba a hacer una versión "más realista" de Los 4 Fantásticos (sí, de el Hombre Elástico, la Chica Invisible, la Antorcha Humana y La Cosa, un gigantón hecho de piedra) y que había prohibido a sus actores leer cómic alguno protagonizado por los personajes hicieron enfurecer al fandom, aunque claro, no tanto como el hecho de cambiar de raza a Johnny Storm, eso fue "mucho peor", acabáramos. Tras estos primeros tropezones los rumores sobre que la producción de la cinta estaba siendo un caos, que otro director había rodado material adicional al de Trank (algo que el cineasta se apresuró a desmentir, muy indignado, en la redes sociales) o que la 20th Century Fox confiaba poco o nada en el proyecto terminaron por sepultar las pocas esperanzas que se pudieran tener en esta nueva etapa en celuloide protagonizada por los Imaginautas.
El resultado fue el esperado, estreno rocambolesco y controvertido, Josh Trank haciendo declaraciones en Twitter (eliminadas posteriormente por él mismo) sobre cómo la 20th Century Fox había destrozado su película, que no tenía nada que ver con la que ha llegado a la pantalla grande, los productores tapando la boca a la prensa especializada para que no comentara nada de la cinta antes de su puesta de largo internacional, cruce de declaraciones entre miembros del reparto artístico y técnico, filtraciones de borradores del guión que superaban considerablemente en calidad al que finalmente sirvió de base a la película, en resumidas cuentas una serie de catastróficas desdichas que han convertido esta Cuatro Fantásticos en la comidilla cinematográfica hollywoodiense del año y cuyas intrincadas conspiraciones interiores (con las que parece que todo el mundo quería hundir la obra) seguramente darían para un libro o un telefilm morboso protagonizado por las estrellas televisivas en decadencia de turno.
Vaya por delante que Fantastic Four no es tan mala como se ha dicho por la red, pero sí es un proyecto de una más que contrastada mediocridad que al ser visionado por primera vez transmite a la platea la sensación de que nadie se lo tomó muy en serio a la hora de gestarlo. Desde unos productores que no se fiaban del director con, aparante, mal carácter que habían contratado para comandar el la máquina, pasando por este último que aparentaba tener un ego que no correspondía con un cineasta casi debutante, hasta un reparto que parece completamente perdido a lo largo de los innecesarios 100 minutos de metraje que tiene la obra. A pesar de todo esto, como comento, no hablamos de una película "más mala que Catwoman o Elektra", ni mucho menos, pero sí de un producto fallido prácticamente en su totalidad, deficiente en la mayoría de sus apartados y completamente desganado en fondo y forma.
A pesar de sus buenas intenciones desde sus compases iniciales la cinta de Josh Trank comete sus primeros fallos. Cuando se va a utilizar casi una hora de metraje para presentar a los personajes y su origen (algo nada alocado que han utilizado films adscritos al subgénero superheróico como los Spiderman de Sam Raimi o Marc Webb o el Batman de Christopher Nolan) es importante darle al patio de butacas un prólogo que enganche, que se revele como un fuerte puñetazo en la mesa para que a lo largo de esos sesenta minutos tengamos algo prometedor por lo que esperar. De esta manera desde el arranque se hace patente el desastroso y caótico ritmo narrativo de Cuatro Fantásticos, dejándose ver las incontables costuras que un montaje terrible (en el que parece haber metido mano todo el mundo) saca a la luz y en el que, aunque lo niegue el mismo Josh Trank, la mano de más de un cineasta sobrevuela a lo largo de todo el film, sirva como el ejemplo la alternancia de escenas en las que Kate Mara unas veces lleva postizo capilar y otras no, delatando el posible rodaje de escenas nuevas después de la producción principal de la cinta.
Por otro lado y aunque las cabezas pensantes se amparen en que han hecho una adaptación de la versión "Ultimate" de los personajes (de hecho Mark Millar, guionista de las andanzas de esta visión de Los 4 Fantásticos en los cómics, ejerció como asesor en el largometraje) el tono, la personalidad y las relaciones interpersonales de los protagonistas no pueden ser más infieles a las que llevan forjándose en los cómics desde hace más de cincuenta años. Como bien apuntó mi compañero Jordi T. Pardo en su magnífica crítica de la película para la web Zona Negativa, hay dos elementos indispensables en las historias en papel de los personajes creados por el tándem formado por Stan Lee y Jack Kirby y estos son el sentido de la maravilla puramente superheróico y el hecho de que los cuatro personajes formen un verdadero núcleo familiar que va más allá de su estatus como grupo de personas con superpoderes.
Por desgracia el guión escrito a seis manos or Simon Kinberg, Jeremy Slater y Josh Trank (o lo que quedara de él al trasladarlo a la pantalla) no capta en ningún momento ese sense of wonder que la historia demanda amaprándose en un tono de ciencia ficción supuestamente serio y una gravedad formal que a personajes como a Batman, Daredevil o Punisher pueden quedarle bien, pero no a los más ilustres habitantes del edificio Baxter cuyas mejores historias (ahí están las etapas de John Byrne o las del dúo formado por Mark Waid y el fallecido Mike Weringo) se sustentan en una luminosidad que aquí brilla (nunca mejor dicho) por su ausencia. Por otro lado en ningún momento se percibe que estros cuatro personajes actúen como una familia y hay quien se podrá escudar en que todavía no forman el grupo propiamente dicho, pero es que ni Reed y Sue parecen dar forma a una futura historia de amor (la química entre Miles Teller y Kate Mara es del todo inexistente) ni Ben aparenta ser importante en la historia más allá de la primera mitad de metraje ni tampoco el mejor amigo de Reed (de hecho esa llamada etílica de madrugada para meterlo en el lío que lo mete se antoja harto ridícula) ni Johnny tener vínculos muy estrechos con su hermana.
Pero ya el acabose viene con la nueva génesis que dan a Víctor Von Doom, que hace que la de la primera película de Tim Story parezca "fiel a los cómics" y aquella ya era bastante aberrante. Aquí el Doctor Muerte ni es líder de la nación europea de Latveria, ni un hechicero. Es un genio científico como Reed Richards que (al igual que en la versión de 2004 y a diferencia de los cómics) forma parte del equipo que llevará a cabo el experimento relacionado con las transportación de materia y los viajes interdimensionales (que difiere bastante también del origen de los poderes adquiridos por los personajes en las viñetas) que para colmo se convertirá en autor material de la desgracia que experimentarán los protagonistas (lo de que Sue la sufra de manera colateral es una cagada más de tantas que enumerar).Al menos este despropósito se sustenta en un personaje que Tobby Kebbel aborda con dignidad cuando el guión quiere perfilar sus motivaciones y enriquecer su relación con Reed, Jonny y Sue, pero de manera tan superficial que no llega a ninguna parte.
A estas alturas y asumiendo que Josh Trank y sus guionistas (entre ellos Simon Kinberg, que, para más escarnio, no es novato precisamente en esto de adaptar cómics al celuloide) no han captado ni de lejos la esencia de los personajes que han tomado bajo su protección al espectador sólo le queda apelar a asistir a una cinta de género competentemente hecha y que ofrezca al menos un buen rato de evasión adscrita a la ciencia ficción comercial. Pero ni por esas, ya que por mucho que los productores hayan puesto en manos de Trank el presupuesto típico de un blockbuster de esta envergadura el director de Chronicle y su equipo técnico parecen abordar su labor con una contagiosa y vergonzante apatía y desgana que se deja ver a lo largo de todo un metraje en el que, más allá de la escena post accidente, no hay una sola secuencia o imagen cuya espectacularidad haga el espectador mover el rictus de indiferencia que su rostro ha ido tomando a lo largo de torpe desarrollo del film.
Hasta un reparto de actores más que competentes (algunos de un talento descomunal como ese Miles Teller que deslumbro en Whiplash) queda en nada cuando en todo momento percibimos en pantalla a que ninguno de los miembros del cast se cree lo que está haciendo o siente realmente como suyos los personajes que abordan, Curiosamente en el plano físico todos encajan (sí, Michael B, Jordan también, digan lo que digan) con sus versiones en viñetas pero es a la hora de darles vida cuando todos fracasan estrepitósamente, salvándose un poco de la quema el ya mencionado actor de Chronicle y la próxima Creed que sabe captar algo del aire de chulería y altivez del Johnny Storm de las viñetas o el Reed Richards anterior a los poderes de elasticidad de Teller. A los cuatro protagonistas se les ve desubicados, mortecinos, como si tuvieran la cabeza en otro lado o deseando que todo acabara para no tener que seguir implicados en un proyecto cuya gestación les estaba produciendo más dolores de cabeza que aportando satisfacciones.
Cuatro Fantásticos es algo peor que una mala película (no llega a tanto digan lo que digan) es una película aburrida, descompensada (su clímax dura un suspiro y deja con cara de estúpidos a aquellos que han aguantado hora y media de metraje sólo para que les ofrezcan una batalla final a la altura) hipertrófica en fondo y forma, en definitiva, carne para ser un film que forme parte de la filmografía de Alan Smithee o lo que es lo mismo, la crónica de un fracaso anunciado. Josh Trank podrá patalear lo que quiera y poner el grito en el cielo, pero aunque los productores hayan destrozado su trabajo lo que aquí se vislumbra tanto en escenas aisladas como en conjunto es que no ha entendido absolutamente nada de la idiosincrasia de los personajes que ha tratado de reinventar para la gran pantalla. Su segundo largometraje detrás de las cámaras parece el alargado y fallido episodio piloto de una serie de televisión de aventuras despersonalizado, taciturno, desangelado, que transmite indiferencia a una platea que llega a lo imposible, añorar aquellas Los 4 Fantásticos y Los 4 Fantásticos y Silver Surfer de Tim Story o hasta la versión de Roger Corman, que ahora no nos parecen tan terribles o reprobables. Cosas de la magia del cine.
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