viernes, 11 de noviembre de 2011

Héroes, don't you forget about me




Título Original Herois/Héroes (2010)
Director Pau Freixas
Guionistas Albert Espinosa y Pau Freixas
Actores Álex Brendemühl, Eva Santolaria, Emma Suárez, Lluis Homar, Ferrán Rull, Álex Monner, Mireia Vilapug, Joan Sorribes, Marc Balaguer, Nerea Camacho, Ana Lizarán, Constantino Romero, David Hernández, Montse Pérez, Elsa Anka




Decepción y cierto enfado es lo que me ha transmitido la segunda cinta en labores de dirección del cineasta catalán Pau Freixas. Decepción porque esperaba mucho un servidor de tan alabado film por crítica y público no siendo este al final lo que me esperaba y enfado porque el largometraje consigue su misión principal y fin, pero con unos medios que a mí personalmente no me gustan ni convencen y que consiguen quitar en gran parte mérito al conjunto de la obra y al trabajo de su autor.




Héroes narra dos historias paralelas. La de una chica que haciendo autoestop para dirigirse a un pueblo es recogida por un apocado publicista que llega tarde a una importante reunión empresarial en la actualidad y a modo de flashback otra sobre un verano durante los años 80 que marcó a fuego la vida de un grupo de niños que compartieron experiencias, fraternidad, peleas, amor, tragedias y aventuras durante aquella época vacacional en una ciudad de provincias catalana.




El primer fallo de Héroes es ajeno a su naturaleza cinematográfica pero es uno de los más importantes y no es nada más y nada menos que su doblaje. A este problema siempre nos enfrentamos los castellanoparlantes que vemos cintas rodadas en catalán (putas las he pasado en ocasiones a la hora de ver cintas de Ventura Pons, ya que no es fácil dar con copias en V.O). Debido al uso de voces de estudio se pierde gran parte de la frescura de los diálogos y del hacer de unos actores que al doblarse a sí mismos pierden muchos de los matices de sus interpretaciones.




Ya dentro del plano más estrictamente cinematográfico Héroes falla considerablemente en sus formas, aunque no en su fondo. Pau Freixas no acierta a la hora de retratar un verano catalán con un acento descaradamente americano, de ahí que la empatía de todos aquellos espectadores que fuimos niños durante los 80 y que disfrutamos de esas estaciones entre amigos y primeros amores no encuentra el camino para verse reflejada en nuestros propios recuerdos porque esta que vemos en pantalla no parece la tierra en la que nacimos.




Porque el problema de Héroes es que no sólo está construida sobre todos y cada uno de los clichés de este tipo de cine infantil, también se antoja como una mezcla descafeinada y un tanto descarada de films como Los Goonies o Cuenta Conmigo dando como resultado un hipertrófico mix que poco tiene que ver, al menos estéticamente y esencia, con España. No hay más que ver la forzada caracterización de un simpátco Marc Balaguer para que se asemeje a un adolescente Corey Feldman o la del matón rubiales para parecerse a un Kiefer Sutherland, participantes ambos actores en la ya mencionada obra de Rob Reiner, quedando todo demasiado falsario.




Mi problema con Héroes (y es personal e intransferible) es que por su intención de estar realizada desde un punto de vista infantil, debido a que habla de la infancia, no me creo prácticamente nada de lo que veo en pantalla. Puede que la búsqueda de una mirada idealista hacia aquellos días me haga echar de menos el verismo que debería transmitirme el film. Porque ni los diálogos, ni los personajes ni las relaciones que comparten entre sí me son cercanas o palpables por culpa de que las veo maniqueas y simplistas.




Por desgracia con Héroes no me creo en casi ningún momento a largo del metraje que esos hermanos nunca discutan (yo daría la vida por mi hermana, pero las miles de discusiones a lo largo de los años estaban casi a la orden del día, sobre todo en nuestra adolescencia) ni que esos niños con sus ya bien entrados 12 años no digan una sola palabra malsonante, no se interesen por una sexualidad por entonces dando sus primeras señales de vida o por hacer travesuras con las que meterse en verdaderos líos.




Tampoco recibo de buena gaña los típicos clichés de films americanos de este corte como la complicada relación padrastro/hijastro (con la inevitable inclusión de la frase "Tú no eres mi padre" que me olía desde el principio del metraje) que trae por al camino de la amargura de la mujer del primero y madre del segundo, el protagonista enamorado de la guapa chica equivocada cuando su verdadero amor es esa niña a la que considera sólo una amiga y con la que comparte el día a día o la relación antgónica entre el matón del grupo y el miembro torpe del equipo.




Seguramente y como ya he mencionado con anterioridad el problema sea mío, pero las casetas en árboles, las carreras de bólidos caseros construidos a mano, los taberneros ariscos pero de buen corazón y las bandas rivales con matones siempre me han parecido constantes casi exclusivas del cine americano, no del español, de ahí que no pueda identificarme con este film como sí lo he hecho con otros tales como El Camino de los Ingleses de Antonio Banderas o Primos de Daniel Sánchez Arévalo.




Si Pau Freixas hubiera abordado (o podido abordar, es importante matizarlo ya que posiblemente no tuviera los medios en su momento) el proyecto como una co producción con USA y con actores internacionales seguramente su resultado me hubiera llenado más, porque, por poner un ejemplo, por mucho que su trama tenga lugar en Estados Unidos no puedo evitar llorar de emoción cuando veo el final de la ya mencionada y magnífica Stand By Me dirigida por Rob Reiner y basada en el relato corto The Body del escritor norteameriano Stephen King. Pero dar tono estadounidense a una cinta puramente ibérica no consigue funcionar.




Finalmente y tras el brusco (podríamos decir que hasta innecesario) cambio de tono del film Freixas logra lo que llevaba intentando conseguir desde el minuto uno del film con el bonito monólogo de la abuela con las fotos a modo de recordatorio llenando la pantalla, emocionar al espectador. Pero el fin no siempre justifica los medios, porque el director y guionista de Cámara Oscura ha recurrido a los golpes bajos y un sentimentalismo poco sutil para arrancar la lágrima al respetable a cualquier precio y en esta situación el resultado pierde cierto mérito y enjundia.




Además si tenemos en cuenta que la excelente banda sonora de Arnau Bataller y el uso de temas clásicos de los 80 como Big in Japan o Forever Young de Alphaville le dan gran parte del trabajo hecho en lo que ha transmitir emociones se refiere al director su labor pierde cierta fuerza, esa que sólo vemos en pasajes aislados, como la que da la cara con cierto lirismo y poética visual cuando acontence el suceso que lo cambia todo o en la última escena del largometraje. Lo cierto es que todo ello es una pena porque este señor como cineasta apunta buenas maneras.




El reparto es acertado y los niños lo hacen bien, fallando un poco la forzada timidez Ferran Rull, destacando la belleza de una no muy aprovechada Nerea Camacho, enamorando una adorable Mireia Vilapuig y alzándose por encima de todos ellos y comiéndose la pantalla un inolvidable Joan Sorribes (actor adolescente que padece Síndrome de Down) que se gana el corazón del espectador con sus salidas y ocurrencias. De la profesionalidad de actores como Lluis Homar, Emma Suárez, Constantino Romero, Alex Brendemühl o Ana Lizarán poco podemos decir, a ellos se une una simpática a la par que repelente Eva Santolaria.




No puedo negar que Héroes es una película para verla en toda la familia y que debajo de sus desaciertos, cursilería y tópicos late un verdadero corazón, pero a mí no me merece la pena ir a buscarlo. Poner posters de Los Goonies y La Historia Interminable en la habitación del protagonista, mostrar cassettes y walkmans en todo momento o un grupo de niños que están continuamente abrazándose y felicitándose no me hace volver a mis años de inocencia junto a mis primeros colegas y amores vacacionales, además cuando el largometraje lo consigue los medios para llevar a buen puerto tal empresa son bastante reprobables cinematográficamente hablando.




En este sentido me quedo antes con Cuento de Navidad de Paco Plaza y Luis Bermejo, film que forma parte de la serie Películas Para No Dormir que sí muestra (aunque sea recurriendo al género de intriga y terror) como fueron mis años 80. Aquella década llena de amigos, enemigos, peleas, juegos de mesa, bocadillos de mortadela, películas de artes marciales, dibujos animados, canciones de Europe, así como de los primeros golpes y decepciones que la vida va propinando mientras nosotros los vamos encajando como buenamente podemos, alternándose estos con momentos inolvidables anclados en la más perdurable felicidad.


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