jueves, 10 de octubre de 2013

Dexter, memories of murder



Puedo matar a un hombre, descuartizar su cuerpo y llegar a tiempo para ver el programa de David Letterman. Pero a la hora de saber qué decir cuando mi novia se siente insegura estoy perdido

Dexter Morgan





Duante el año 2006 la cadena de televisión por cable Showtime (Californication, Homeland) comenzó a promocionar una serie que adaptaba una saga de novelas criminales del escritor Jeff Lindsay. El responsable de llevar a imágenes el escrito fue James Manos Jr, que se hizo cargo del guión del episodio piloto que dirigiría Michael Cuesta (True Blood, Elementary) y que estaría protagonizado por Michael C. Hall, actor que venía de saborear las mieles del éxito con ese maravilloso tratado sobre la vida y la muerte titulado A Dos Metros Bajo Tierra (Six Feet Under) el programa de la HBO creado por el guionista y cineasta Alan Ball. La serie fue un enorme éxito desde su estreno debido principalmente al carisma de su protagonista, pero llegado el ecuador de su recorridocomenzó una decadencia que duró hasta su cierre, hace pocas semanas, con la terrible octava temporada y su indignante final.




Dexter Morgan es un forense especializado en análisis de salpicaduras de sangre que trabaja para la policía de la ciudad de Miami. Un hombre tranquilo que durante el día colabora con su hermana, que al igual que él es una agente de la ley, y cuida de su novia Rita así como de los dos hijos de esta, Astor y Cody. Pero por la noche Dexter es un asesino en serie que se dedica a eliminar a aquellos criminales a los que, según él, el sistema no ha conseguido atrapar o ajusticiar debidamente. Para que el irrefrenable instinto homicida de Dexter (adquirido cuando con sólo tres años vio como asesinaban brutalmente a su madre y al que él llama su "Pasajero Oscuro") se canalizara desde su niñez sólo contra gente "que mereciera morir" su padre, Harry (también policía) le inculcó un código estricto para elegir de manera cuidadosa a sus víctimas. Pero la doble vida de Dexter le causará graves problemas tanto a él como a los que le rodean. A continuación algunos spoilers de todo el recorrido de la serie.




Dexter es la versión oscura (en ocasiones hasta paródica) de ese agotador torrente de series sobre forenses (los distintos C.S.I, Crossing Jordan, Bones) que invadió la televisión americana a finales de la década pasada. Su protagonista es un lobo con piel de cordero, un forense que en su horario de trabajo analiza escenas de crímenes para por la noche, raptar, asesinar y más tarde descuartizar a criminales que según su código de conducta merecen ser eliminados. Ni si quiera su hermana Debra o su novia Rita saben a qué se dedica Dexter por las noches y el hecho de que trabaje para la policía de Miami siempre añade un plus de peligrosidad a sus actividades ilegales porque sus mismos compañeros muchas veces le pisan los talones, de modo que se ve en la obligación de manipular pruebas o hacer desaparecer pistas para no ser descubierto.




El ritual de muerte de Dexter, su modus operandi (aunque con algunas variantes a lo largo de la serie) consiste en investigar a su próxima víctima y asegurarse de que cometió los crímenes de los que se le acusan. Posteriormente se presenta a la misma con un nombre falso y se gana su confianza. Cuando esta ha bajado la guardia le inyecta un tranquilizante para animales por medio de una inyección en el cuello. Mientras permanece inconsciente envuelve en plástico a la susodicha (así como a la habitación donde va a cometer el asesinato) y espera a que recobre la consciencia. Cuando lo ha hecho le habla de sus delitos y le muestra fotografías de los mismos para mermarla psicológicamente en sus últimos momentos. Después le practica un pequeño corte en la mejilla para tomar una muestra de sangre que guarda como trofeo junto a las del resto de sus víctimas y finalmente la apuñala en el pecho con uno de sus cuchillos (el personaje es reacio a usar armas de fuego ya que se considera un artista) para quitarle la vida. Por último descuartiza el cuerpo y lo transporta con su barco (llamado de manera bastante irónica Slice of Life) a la bahía Harbor. Allí arroja los restos desmembrados dentro de bolsas de plástico.




El principal atractivo de una serie como Dexter es sin lugar a dudas el personaje que le da título. A Michael C. Hall le costó quitarse de encima el fantasma del inmenso David Fisher de Six Feet Under, aquel homosexual reprimido y ferviente católico que dirigía junto a su hermano Nate una funeraria familiar. Pero a los pocos episodios el rol de este peculiar asesino le sentaba como un guante y hoy día es su composición interpretativa más famosa (aunque no la mejor, un servidor se queda con David). Dexter desprende carisma y consigue empatizar fácilmente con el espectador. Por medio de la voz en off (que se desvirtuará considerablemente cuando empiece esa decadencia de la serie que más tarde ocupará un espacio notable de esta entrada) conocemos las motivaciones de este elegante, metódico, irónico y mentiroso psicópata.




Dexter es un personaje ambiguo, que nos cae bien aunque sepamos que lo que hace no es lo correcto. Dentro de este resbaladizo terreno (a)moral entra la teoría de que Dexter es una buena persona porque "sólo mata gente que merece morir"y aunque esto en el plano ético pueda dar mucho juego a la piscología del rol en verdad es el típico recurso norteamericano para dar carta blanca al protagonista para que mate a sus víctimas sin que nosotros, los espectadores, sintamos remordimientos de conciencia "porque no son inocentes". En un país en el que la pena de muerte es legal en varios estados no es sorprendente que la ley del "ojo por ojo" esté a la orden del día y el concepto de venganza sea vitoreado por sus ciudadanos. El mismo Michal C. Hall en varias entrevistas justifica los actos de Dexter porque sólo asesina a gente "que lo merece". En un plano moral este es el mayor escollo que un servidor encuentra en una serie como Dexter, ya que mi ideología es totalmente contraria a tomar la justicia por la propia mano y jamás podría apoyar el homicidio frío y calculado de una persona (aún siendo un criminal) habiendo un (imperfecto, sí, pero necesario) sistema legal y judicial que pueda ajusticiarlo y encarcelarlo.




Pero salvando este obstáculo y siempre teniendo en cuenta que hablamos de ficción televisiva no me fue difícil enamorarme, no sólo de Dexter, sino del resto de personajes que pueblan su vida. Porque al enorme trabajo de composición que realiza C. Hall con esa manera de andar, esa rotunda voz y esa cara de entrañable y condescendiente falsedad que regala a sus compañeros de trabajo se contrapone la labor de un reparto que le da maravillosamente la réplica al actor de Gamer. Uno de los roles más interesantes de Dexter y que sirve de magnífico contrapunto a este es el de su hermana Debra Morgan a la que da vida con una convicción cercana y mucha simpatía Jennifer Morrison (El Exorcismo de Emily Rose, Quarentine). Debra es una competente agente de policía que ha heredado mucho del carácter de su padre Harry y que de diez palabras que salen de su boca cinco son "fuck". Como persona admira profundamente a su hermano Dexter, del cual desconoce su doble vida, y la relación entre ambos es de lo mejor de la serie hasta que en la sexta temporada eso cambió, como comentaré más adelante.




Dentro del departamento de policía Miami Metro tenemos a Ángel Batista (David Zayas) el personaje debilidad de un servidor. Batista es un veterano policía de origen portorriqueño de vuelta de todo, amigo de sus amigos, aunque en ocasiones demasiado entregado en su cometido. A lo largo de la serie será uno de los individuos que más fiel será consigo mismo alejándose del desvirtuamiento que experimentarán muchos de sus compañeros por las malas decisiones de guión. Por otro lado tenemos a la teniente María Laguerta (Lauren Vélez), una mujer íntegra que se preocupa por sus subordinados y que trata de mantener en todo momento el orden dentro de su trabajo. Por desgracia Laguerta será uno de los personajes más perjudicados cuando la serie empiece a dar bandazos narrativos, pasando a convertirse de buenas a primeras en la sexta temporada en una arpía y sin un desarrollo adecuado o realista sobre el papel para llegar a serlo. Aunque en la séptima temporada en parte los guionistas llegan a redimir varios de sus pecados, que no son de la misma María, sino de los mismos escritores que deben darle forma adecuadamente y no lo consiguen.




También tenemos la presencia de Vince Masuka (C.S. Lee) ayudante forense de Dexter de origen japonés y principal contrapunto cómico de la serie por ser un pervertido sexual de mucho cuidado (mítica su representación de una "momificación autoerótica" en la escena de un crimen ante la estupefacta mirada de sus compañeros en la quinta temporada). Masuka es un personaje con una personalidad sencilla y escaso desarrollo y por eso el mejor uso que se le puede dar es humorístico, esto funciona perfectamente en las siete primeras temporadas, pero el rol se ve abocado al desastre cuando en la octava le regalan una estúpida subtrama que ciertamente tampoco desentona demasiado con el desfile de disparatas que sobrevuelan los últimos episodios del programa. Otro rol importante es el del sargento James Doakes (Erik King) compañero de Dexter que siempre desconfió de él afirmando que ocultaba algo oscuro, siendo la persona que más quebraderos de cabeza produjo a este por seguirle siempre la pista de cerca. El rol de Doakes será heredado por Joey Quinn (Desmond Harrington) agente que se ocupará de investigar la vida privada de Dexter cuando empiece a sospechar de él.




En el hogar de Dexter tenemos el personaje de su novia Rita (Julie Benz) una dulce madre de dos hijos llamados Astor (Christina Robinson) y Cody (Daniel Goldman) que, por supuesto, desconoce la vida secreta de su pareja y que también arrastra un pasado turbio por culpa de un ex marido que se encuentra cumpliendo condena en prisión. Por otro lado debemos destacar la presencia de Harry Morgan (James Remar) el padre de Dexter que tomando la forma de una especie de aparición (parece que Michal C. Hall está condenado a interpretar a hombres que comparten vida con las presencias de sus progenitores fallecidos) sólo es el reflejo de la conciencia del protagonista y sus dilemas morales. Recurso que, una vez más, será mal utilizado y llevado hasta lo ridículo durante la inefable sexta temporada.




Las cuatro primeras temporadas de la serie son un ejemplo de televisión de alta calidad. Una muestra impresionante de cohesión narrativa, definición de personajes, realización técnica y dirección de actores. En la primera etapa empezaremos a conocer a Dexter y su entorno, su relación con Debra y Rita, cómo debe fingir empatía con sus compañeros de trabajo cuando lo cierto es que no la puede experimentar por culpa de su naturaleza psicópata (uno de los mayores aciertos de la primera mitad de la serie es cómo las personas del entorno del personaje principal toman como cierta frialdad lo que en verdad es una total incapacidad para exteriorizar sentimientos o emociones por parte de este). También tendremos por primera vez la aparición de una de las némesis de Dexter que en cada temporada rivalizará con él. Asesinos en serie a los que llega a admirar y en ocasiones considerar artistas dentro del mundo del homicidio. En esta ocasión lo será Ruddy Cooper que finalmente de revelará como Brian Mosser, hermano natural del protagonista.




En la segunda temporada el tono de morbidez llegó a cotas impresionantes con la presencia del personaje secundario de Lila West (Jamie Murray) a la que Dexter conoce en unas sesiones de desintoxicación y que se convierte a la vez en su rival y confidente al ser una mujer que siente una considerable excitación (incluso en el plano sexual) por el trabajo que este lleva a cabo en la clandestinidad. Por otro lado la policía de Miami ha encontrado los restos de los cuerpos de las víctimas del protagonista al que llaman el Carnicero de la Bahía y una vez más están a punto de desbaratar sus planes. En la tercera temporada Dexter encontrará su reflejo en Miguel Prado (Jimmy Smits) fiscal del distrito que descubrirá el secreto de este y le pedirá que lo inicie en el mundo del asesinato. Por otro lado el caso que los agentes de Miami Metro investigan es el del Despellejador, un asesino que arranca trozos de piel a sus víctimas. Estas dos temporadas muestran un acertadísimo desarrollo de personajes y si bien la segunda analiza temas como el sadismo o la adicción a la unión de sexo y muerte, Eros y Thanatos (Lila es un personaje muy jugoso) la tercera realiza un poco halagüeño retrato del sistema judicial y político de Miami. Pero en la cuarta llegaríamos a la que es sin duda la cumbre de la serie que nos ocupa.




La cuarta temporada de Dexter es una obra maestra por muchos motivos. La presencia de un magnífico secundario como Frank Lundy (Keith Carradine) y la relación sentimental que este mantiene con Debra o que todos los personajes estén en el cénit de sus personalidades una vez han sido debidamente perfiladas a lo largo de cuatro temporadas. Pero sobre todo por la inclusión de, no sólo el mejor villano que ha dado la serie, también uno de los más interesantes y complejos que ha dado la ficción filmada. Trinity es un veterano asesino en serie que elimina a sus víctimas de tres en tres desde hace 30 años y que será el rival de Dexter en esta tanda de episodios. Tras tres intentos de buscar (con más o menos éxito) tres contrincantes que sean dignos de Dexter, con la llegada de Trinity los responsables del programa consiguen crear una criatura que no es que esté a la altura del protagonista, sino que lo devora impunemente a lo largo de la temporada.




Este americano medio, este hombre hogareño de misa de los domingos y barbacoa en el jardín de atrás de su adosado esconde una bestia inhumana en su interior que hace palidecer las técnicas homicidas de Dexter. Hay una escena sencillamente brutal en la que se resume la personalidad de Trinity y es en la que su hijo le responde de manera irrespetuosa y él le parte un dedo mostrando por segundos de manera pública el monstruo que realmente es. Este pasaje es de una violencia psicológica (más que física) sencillamente apabullante y se revela para un servidor como el mejor momento de toda la serie. Para dar vida a esta complejo animal salvaje se necesitaba un actor a la altura y el veterano John Lithgow (En Nombre de Caín, Ricochet) que es un experto en dar vida a perturbados da la talla sobradamente manteniendo un tour de force con Michael C. Hall durante esos episodios que debería pasar a los anales de la mejor televisión jamás filmada. Merecido Globo de Oro para el actor de El origen del Planeta de los Simios por su papel aquí comentado.




Tras esta intachable etapa era prácticamente imposible mantener el nivel con la siguiente. La quinta temporada es conocida de manera más o menos oficial como la que da inicio a la decadencia de la serie. Afirmación que un servidor sólo comparte en parte. Creo que la temporada número cinco de Dexter guarda muy bien el tipo hasta sus dos últimos episodios donde los disparates empiezan a sucederse (el momento cortina de plástico de Debra no se lo cree nadie) ofreciéndonos una adelanto de lo que será la sexta, pero sin llegar a herir de muerte a la serie como si haría aquella. Me gusta como se perfila la personalidad torturada de Lumen, una víctima de actos brutales que no podrá llevar a cabo su acto de venganza contra sus agresores hasta que Dexter haga de catalizador para su creciente instinto homicida. El papel lo borda Julia Stiles, una actriz que me cae rotundamente mal pero que aquí hace un trabajo de nota. No se me va de la cabeza un plano de su rostro tras ser rescatada de su cautiverio por Dexter en el que sus pupilas dilatadas miran hacia todos lados una vez ha salido el exterior mostrando así con acertado realismo los síntomas de una persona traumatizada. También hace un muy buen trabajo Johnny Lee Miller (Trainspotting, Elementary) como Jordan Chase, aunque su rol es el primero en dar síntomas de ser uno de esos villanos deficientes que desfilarán por la serie a partir de la siguiente temporada.




En el primer episodio de la sexta temporada a Dexter como serie le asestan una brutal puñalada y se va desangrando hasta el último episodio de la octava. Por arte de magia el capítulo uno arranca con la mayoría de los personajes descaracterizados, llevando a cabo actos impropios de ellos y dignos de críos sumergidos en la adolescencia. Laguerta pasa de buenas a primeras de mujer responsable a zorra arribista, Quinn se vuelve un borracho insoportable y para colmo se empieza a analizar la psicología de Debra de manera tosca y poco creíble con resultados aberrantes. Pero el que peor parte se lleva en este desastre es el mismo Dexter. Aquel asesino en serie metódico, perfeccionista, meticuloso que todos conocíamos y con el que empatizábamos se convierte en un descuidado y torpe carnicero que se pasa por el forro el código que su padre le inculcó asesinando a quien le viene en gana si investigar su culpabilidad o haciéndolo de manera estúpida y nada creíble.




Por desgracia este caos se extiende por toda la serie. Los criminales dejan de ser elegantes y unos rivales dignos y se convierten en villanos de opereta casi paródicos (por muy bien que actúen Edward James Olmos y Colin Hanks sus personajes son la pena y toda la temática religiosa está pobremente perfilada, tanto la de estos roles como la que involucra al protagonista y sus dilemas (a)teológicos) los miembros de Miami Metro deambulan en la serie sin aportar nada interesante que no sean estupidices que ralentizan la ya de por sí raquitica trama central. Se desvirtúa completamente la presencia de Harry como conciencia de Dexter (en una ocasión hasta lo vemos vitoreándole entre un grupo de personas en una grada durante un  partido de rugby, cuando se supone que sus manifestaciones oníricas sólo tienen lugar cuando el protagonista está en soledad) los minimalistas asesinatos por medio de esterilizados cuchillos dejan paso a arponazos improvisados o golpes en la cabeza de las víctimas por medio de utensilios como extintores de incendios y aquella voz en off que enriquecía la personalidad del personaje principal se vuelve reiterativa, cansina y portadora de obviedades en forma de letanía.




Pero son dos ideas argumentales imperdonables las que hacen que esta temporada sea la peor de la serie. La primera es ese giro tramposo y ruín en el que se nos revela que un personaje que llevábamos viendo toda la temporada resulta ser sólo producto de la imaginación de otro y ya la debacle es que uno de los momentos que deberían ser clave en el programa, un punto de inflexión en el devenir de los personajes, está expuesto con una deficiencia sencillamente ponzoñosa. Hablo, como no puede ser menos, de cuando Debra descubre que Dexter es un asesino en serie en el último episodio. Este pasaje que debería, a partir de ese momento, enriquecer la serie se convierte de manera paradójica en un lastre que se verá revolcado y no solucionado debidamente hasta el cierre del programa. La hemorragia de la serie no ha hecho más que empezar y por mucho que los guionistas intenten curarla no lo llegarán a conseguir nunca.




La séptima trata de encarrilar un poco la cosa y solapar los múltiples y abominables fallos que poblaron la sexta, pero el daño ya está hecho y no hay manera de enderezar el barco que se hunde irremisiblemente. Esta temporada es prácticamente un remake mediocre de la segunda, cambiando a Lila por Hannah y a Doakes por Laguerta. Aquí por fin los personajes parecen volver a ser los de siempre, pero las subtramas insulsas, las elecciones desacertadas por parte del equipo de guionistas y la herencia de la temporada anterior no permite que esta llegue a unas cotas de calidad exigibles. Poco se puede salvar en esta tanda de episodios, si acaso el personaje de Isaac Sirko al que da vida de manera sobresaliente Ray Stevenson (Roma, Punisher: War Zone). Para colmo la relación Debra/Dexter se tambalea brutalmente y cuando algún guionista adicto al LSD decide convertirla a ella en Cersei Lannnister la cagada se revela de proporciones catedralicias. Por suerte los actores siguen dando la talla y Jennifer Carpenter merece todos los premios del mundo por sacar adelante con mucho oficio a un personaje que estaba muerto en vida por culpa de los guiones.




Por fin llegamos a la octava y última temporada que es un "sálvese quien pueda" de manual por parte de los creadores de la serie. No tenemos un villano concreto, porque la investigación del mismo es tan efectista y busca tanto la sorpresa gratuita que hace que saltemos de un sospechoso a otro. Por eso cuando se desvela la personalidad del Neurocirujano (apodo que se le da al asesino) nos importa realmente una mierda quién sea y darle peso a su verdadera representación física sólo en los últimos episodios confirma una vez más la poca profesionalidad y las ganas de acabar de cualquier manera por parte de los guionistas. Por el lado bueno la presencia de una actriz magnífica como Charlotte Rampling dando vida a Evelyn Vogel un rol cuya presencia está cogida con pinzas (supuestamente ayudó a Harry a crear el código de conducta criminal que tomaría Dexter como suyo) pero que está llevado con entereza por la protagonista de El Portero de Noche. También es un acierto que los escritores traten de enderezar en la recta final un poco el rol de Debra que estaba en un momento bajísimo de caracterización, pero todo se va al carajo en el último capítulo.




Por el malo casi todo lo demás, como los guiones inconexos, el argumento central titubeante, las subtramas intragables (la de Masuka es terrible y propia de Dos Hombres y Medio), la aparición gratuita y el peso que se le da a Hannah, el momento cinta andadora que parece salido de una serie española mala de los 90 y sobre todo ese cierre final que deja infinidad de cabos sueltos (los compañeros de trabajo de Dexter nunca llegarán a saber quién era realmente y ese hubiera sido el momento más importante de la serie el mismo que por desgracia no tiene lugar en ningún momento) una resolución vergonzosa para Debra y un destino insatisfactorio para el mismo Dexter. Aparentando todo ser más un final de temporada normal y corriente que el cierre de una serie que merecía más respeto tanto para sí misma como para sus seguidores. Poco me importa si los guionistas ahora acusan de Showtime de haberles inculcado obligatoriamente ese desenlace, ya que ni uno tan glorioso como el de Six Feet Under hubiera arreglado el desaguisado que llevaba siendo la serie desde su segunda mitad.




Lo curioso es que hasta en los momentos más bajos Dexter no dejaba de ser una producción entretenida en la que un magnífico reparto y unos directores muy competentes (entre ellos realizadores con cierto nombre como John Dahl o actores reconvertidos en cineastas como Keith Gordon) conseguían salvar los muebles a un equipo de guionistas en permanente estado de embriaguez o drogadicción. Este desastre que empezó a formarse a finales de la quinta temporada posiblemente tenga que ver con el baile de showrunners que siempre sufrió la serie, ya que hasta cinco llegaron tener los mandos del desarrollo de la misma si mis cálculos no fallan. Mientras otros productos televisivos como como The Wire, The Shield, Breaking Bad o Los Soprano tenían a sus productores ejecutivos fijos (los mismos que en un principio crearon los programas y que nunca dejaron de escribir guiones, dirigir episodios y supervisar la labor del resto de escritores y profesionales técnicos) en Dexter no había una verdadera cabeza pensante, un capitán de barco, detrás del proyecto para controlarlo, mimarlo y que no perdiera su esencia.




Por el camino nos quedamos con una serie con cuatro temporadas de visión obligada y otras cuatro que se mueven entre lo aceptable, lo terrible, lo mediocre y lo desconcertante. Nunca he sido un fan a muerte de Dexter, puede que por los motivos que argumenté anteriormente, pero sí me consideraba un seguidor fiel de este forense de día y asesino de noche que se codeaba con un grupo de personajes muy realistas que le daban caza a él aunque ellos desconocieran tal dato. Un monstruo dentro del cuerpo de un ser humano que se muestra (al igual que el Walter White de Breaking Bad, el Leland Palmer de Twin Peaks o el Vic Mackey de The Shield) como un reflejo deformado y oscuro de nuestra propia personalidad. Un producto de esta calidad no merecía una caída en los abismos tan desalentadora ni un final tan insatisfactorio. Pero bueno, hay casos peores, como series que tras 10 años de gloria catódica deciden continuar otros 15 (y los que queden) siendo poco más que una máquina de hacer dinero mediocre y sin apenas calidad. Si no que se lo digan a Matt Groening y a la montaña de dólares en la que duerme por las noches.


11 comentarios:

  1. Deje de verla a partir del final de la quinta temporada porque me pareció una vergüenza y una cobardía de tal nivel como la finalizaron, que me dije hasta aquí llego lo bueno

    Por cierto, tienes que ver Gravity, en 3-D, una obra descomunal

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  2. Pues si el cierre de la quinta te disgustó el de la sexta te haría tirarte de un quinto piso.

    Gravity la veré la semana que viene, que aunque me atrae más bien poco me fío de Alfonso Cuarón que es un director al que le tengo mucho respeto.

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  3. Te dejo dos vídeos que no hacen más que reafirmar la decadencia que sufrió la serie:

    - http://www.youtube.com/watch?v=j9cJqK4mnJc

    ¿Dónde están estos momentos a partir de la quinta?

    - http://www.youtube.com/watch?v=i7j07s2BAT0

    Mismo diálogo, mismo personaje, sí. ¿Y los planos? La diferencia entre una y otra es brutal.

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  4. El segundo vídeo es esclarecedor hasta límites dolorosos.

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  5. Para mí si era de esas favoritas, que estás deseando que llegue el lunes para descargar y ver la primera. Me enamoré de ella con sus dos primeras temporadas (que me parecen de lo mejor que he visto en televisión), y hasta me compré un par de los libros (pasad de ellos, porque Dexter aparte son malísimos) de Jeff Lindsay. Brutal, sin compasión por sus personajes (Lundy, ese final de la cuarta temporada, con Harrison heredando la maldición de Dexter, algo con lo que jamás se jugó en la serie...) a pesar del mimo y el amor que hay puestos en ellos, esa crítica de la hipocresía de la justicia americana en las temporadas 2 y 3, etc etc. Por desgracia, como casi siempre, hay que hacer que el personaje, cuando se acerca el final, se "redima", ¡ey tengo sentimientos!, y la cagan estrepitosamente desvirtuándolo completamente. Y ya pienso en el último episodio y me hierve la sangre, de los peores que se le podían dar: lo de Debra es vergonzoso (los personajes han sobrevivido a todo tipo de putadas, pero por un disparo en el estómago empiezan a marear la perdiz con un ahora me salvo, ahora vuelve Dex al hospital y me ha dado un chungo... ¡Venga ya!). Por no hablar de las subtramas de esta última temporada (si bien la figura materna de Vogel tenía potencial, lo de la hija de Masuka, o el investigador privado ése es de pena...). Bah, mejor dejarlo, porque mi cabreo no me está dejando escribir ni un párrafo medio coherente.

    Bueno, que lo que tú dices, al menos tenemos cuatro temporadas geniales, y el resto son entretenidas de ver pero jamás recuperan el nivel de lo que era en un principio. Y es que ya lo venía venir con el tira y afloja de Michael C.Hall para volver, lástima que al final la pasta le convenciera, y no dejasen morir la serie en un punto álgido, y tuviese que languidecer de esta manera.

    (No sé si has visto/te gusta Nip/Tuck, pero Dexter me ha recordado mucho a ella por el progresivo declive de la serie y desvirtuando completamente y arrastrando por el barro a sus personajes, violados completamente por alargarlas de manera innecesaria. Aunque oye, al menos Dexter no se ha convertido en un culebrón venezolano con intentos de asesinato, amnesia, hijas malvadas y demás xD Al final hasta podemos considerarnos afortunados)

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    1. Es una serie que estuve siguiendo un tiempo y me gustaba por sus personajes y tramas retorcidas, morbosas y políticamente incorrectas (todo muy Ryan Murphy cuando hace drama) pero nunca me puse a verla en condiciones y ganas no me faltan, pero ya iré con pies de plomo por lo que comentas.

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  6. buff, que bajón!! una serie que me encantaba pero que, no sé muy bien por qué, dejé colgada después de la tercera temporada; me he ido pillando los dvs (tengo hasta la quinta en el cajón) con la esperanza de retomarla algún día, pero me has matao con la crítica; de cualquier manera, bueno es saber que se viene abajo; de mano ya no me pillo más dvds; veré estas cinco y ya veré lo que hago.

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    1. Ponte a ver la cuarta ahora mismo, es una de las grandes joyas de la televisión de todos los tiempos

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    2. Haz caso a Juan que la cuarta es lo más de lo más, Drummer, luego ya lo demás es secundario.

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  7. oído cocina; esta semana me pongo; lo juro.

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  8. Pues sí, la cuarta es genial de principio a (sobre todo) fin. Por mí podría haber acabado ahí perfectamente, me encantan ese tipo de finales.

    PD: Me encantaba Nip Tuck por lo mismo, incorrección política y tramas poco habituales en una serie USA no sólo morbosas, sino directamente tabú... Por desgracia luego se convierte en "¡vamos a hacerla más gorda!", un salto del tiburón continuo que deja de molar... Pero bueno, creo que al menos hasta su cuarta temporada, con algunas cosillas muy sacadas de quicio, mola.

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