Título Original In the Mouth of Madness (1995)
Director John Carpenter
Guión Michael De Luca
Actores Sam Neill, Julie Carmen, Jürgen Prochnow, Charlton Heston, David Warner, John Glover, Frances Bay, Wilhelm von Homburg, Kevin Rushton, Katherine Ashby, Marvin Scott, Hayden Christensen, Kevin Zegers
No comenzó con mucha suerte los años 90 el cineasta John Carpenter. Un proyecto como Memorias de Un Hombre Invisible mostraba una versión ligera, domesticada y bastante impersonal del director de La Noche de Halloween o La Niebla. La tv movie de culto Body Bags, que rodó al alimón con su amigo Tobe Hooper, tampoco serviría para encarrilar su carrera. Sería en 1995 cuando el autor de Asalto a la Comisaría del Distrito 13 estrenara una de las mejores y más inteligentes películas de terror de aquella década con En la Boca del Miedo, In the Mouth of Madness en su título original. El problema es que pocos supieron verlo, ya que hasta los fans del realizador la recibieron con escepticismo.
En la Boca del Miedo narra cómo al experto en estafas John Trent (Sam Neill) le encomiendan la misión de dar con el paradero del exitoso escritor de novelas de terror Sutter Cane (Jurgen Prochnow) que según sus editores Jackson Harglow (Charlton Heston) y Linda Styles (Julie Carmen) ha desaparecido misteriosamente mientras escribía su último libro In the Mouth of Madness, relato únicamente leído por el agente de Cane y haciéndole perder la cordura. Con la ayuda de Linda, John intentará encontrar al novelista que finalmente parece encontrarse en el pueblo Hobb's End, famoso por ser la localización de varios de sus libros. Los protagonistas se verán inmersos en una pesadilla en la que la línea que separa la realidad de la ficción es prácticamente imperceptible.
El treceavo largometraje de John Carpenter es una carta de amor, pero una con letras escritas en sangre de antigua deidad arcana e innombrable. In the Mouth of Madness es ya desde su título (muy parecido a In the Mountain of Madness, uno de sus trabajos más celebres) un homenaje a la obra del escritor norteamericano nacido en Providence (Rhode Island) Howard Phillips Lovecraft. Autor de clásicos de la literatura de terror como Los Mitos de Cthulhu, La Sombra Sobre Innsmouth o Herbert West: Reanimador. Toda esa atmósfera bífida, de seres impíos extraterrenos que arrastran sus tentáculos semperteantes por orillas envueltas en la negrura de la medianoche anida en el interior del film que nos ocupa y la misma es su núcleo central como obra cinematográfica.
Por otro lado tampoco son pocas las referencias a otros escritores, curiosamente deudores de la prosa del autor de Providence. Por un lado es inevitable pensar en Stephen King, de hecho se le menciona explícitamente en un momento concreto del largometraje, con todo lo referido a ese pueblo llamado Hobb's End (localizado supuestamente en Nueva Inglaterra, estado en el que King desarrolla la mayoría de sus relatos y en el que él mismo vive) y cómo la cotidianidad del mismo se ve resquebrajada por la irrupción de lo sobrenatural. Novelista este al que el mismo Carpenter adaptó en 1983 con la muy recuperable Christine. Tampoco se eluden referencias al británico Clive Barker (Hellraiser, Libros de Sangre) con la presencia de personajes introducidos en la demencia o hermandades religiosas de corte fanático e impío.
John Carpenter aborda el relato ideado por Michael de Luca, el mejor salido de la mano del productor y guionista, con su poderosa puesta en escena. Aquella que se mueve entre el clasicismo en lo estético y la vanguardia en lo conceptual. La manera de extrapolar la historia a la pantalla transita entre el omnipresente onirismo, incitándonos en todo momento a pensar que nos encontramos en una creciente pesadilla tomando forma poco a poco en pantalla, y la continua idea de que algo blasfemo, inhumano y herético habita en el interior de Hobb's End. Manteniéndose latente hasta que encuentre la posibilidad de salir al exterior y pervertir toda idea de humanidad. Concepto este perfectamente trasladado en el film y que no sería raro que hubiera influido en las primeras obras del cineasta español Jaume Balagueró, como Los Sin Nombre o Darkness.
Porque si bien es cierto que el director de 2013: Rescate en L.A o La Noche de Halloween consigue que impere el tenebrismo y la oscuridad en el corazón de su relato también aprovecha para introducir su socarrón sentido del humor entre negro y satírico. Como no tomándose del todo en serio la serie de catastróficas desdichas en las que se ve inmerso el pobre John Trent. Por otro lado uno de los mayores logros de En la Boca del Miedo es su intertextualidad y el uso que hace del metalenguaje conforme la trama va tomando solidez. Gracias a ello el largometraje maneja a placer las localizaciones, los juegos de espejos y sobre todo a un espectador que en varias ocasiones se sentirá perdido sin poder distinguir realidad o ficción en el contexto de la obra fílmica.
Esta era la segunda vez que el irlandés Sam Neill trabajaba con John Carpenter tras la anterior Memorias de Un Hombre Invisible, en la que encarnó al villano, y en esta ocasión aprovechó al máximo el rol protagonista que le ofreció el director de 1997: rescate en New York o el remake de El Pueblo de los Malditos. Neill volvía en In the Mouth of Madness a los terrenos de terror simbólico y criaturas multiformes de la fascinante y excesiva La Posesión, (Andrzej Zulawski, 1981), que compartió con una inolvidable Isabella Adjani, sabiendo trasladar a la pantalla en todo momento el carisma, verborrea incontrolabl, socarronería y viaje gradual a la locura de uno de los mejores personajes de su carrera,
Dentro de los secundarios, entre los que encontramos la veteranía de Charlton Heston, Frances Bay o David Warner, la mala baba de John Glover y el simplemente cumplidor trabajo de una Julie Carmen que aun esforzándose no está a la altura de sus compañeros, hay que destacar a un Jürgen Prochnow pletórico como Sutter Cane, una especie de híbrido entre Clive Barker y William Burroughs. De hecho En la Boca del Miedo podría ser la versión terrorífica de El Almuerzo Desnudo, con un aire místico y malsano que el guion de De Luca regala a Cane aportándole algunas frases de naturaleza brillante y un puñado de pasajes en los que la fusión de su propio cuerpo con las monstruosidades que inspiran sus libros llegan a momentos de comunión casi cronenbergiana, con reminiscencias apócrifas a la teoría de la Nueva Carne del cineasta canadiense.
Vapuelada y desacreditada en su estreno hoy, En la Boca del Miedo, es una de las piezas más reivindicadas y alabadas de la filmografía de John Carpenter. Un trabajo que exhala un profundo y pervertido amor por Lovecraft, sin basarse en ninguna obra del autor, y el poder vampirizador de la ficción de género, ya sea literaria o cinematográfica. Puede que haya alguna mácula que ensucie su conjunto cuando en la recta final, antes del apoteósico pasaje que cierra el film, el caos se apodera un tanto del devenir de la trama, pero la historia realmente lo demanda. Finalmente nos quedamos con la sonrisa de medio lado del maestro del terror reflejada en la cara desencajada de un hombre devorado por la locura y encerrado en un bucle infinito de demencia delante de uno de los inventos más adictivos y mágicos de la historia de la humanidad. La pantalla de una sala de cine.
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