Título Original Faust: Love of the Damned (2000)
Director Brian Yuzna
Guión David Quinn y Miguel Tejada Flores basado en el cómic de David Quinn y Tim Vigil
Actores Mark Frost, Isabel Brook, Andrew Divoff, Jeffrey Combs, Monica Van Campen, Fermí Reixach, Junix Inocian, Marc Martinez, Paco Maestre, Ronny Svenson
En el festival de Sitges de 1999 el productor español Julio Fernández (dueño de Filmax) y el director filipino asentado en Estados Unidos, Brian Yuzna, especializado en cine gore con films en su haber como Society, El Dentista 1 y 2 o La Novia de Re-Animator (secuela de la célebre cinta de culto rodada por su amigo Stuart Gordon) decidieron un noche mientras cenaban llevar a cabo un ambicioso proyecto conjunto con el que realizar cine de género dentro del terror en España (concretamente en Barcelona, la capital catalana) para exportarlo a todo el mundo. Así nació la inefable productora Fantastic Factory.
La Fantastic Factory fue una productora que financió 7 películas en 9 años de las que pocas (las de Jaume Balagueró y Paco Plaza y Dagon: La Secta del Mar de Stuart Gordon) salían del pozo de la mediocridad. Incluso podríamos decir que algunos de esos largometrajes en ocasiones bordeaban el bochorno. A pesar de que en el proyecto tomaron parte directores curtidos en el cine de terror o el subgénero gore como Jack Sholder (Hidden) o el ya mencionado Stuart Gordon (Re-Animator) los resultados casi siempre dejaban bastante desear. Arachnid de Sholder o Rottweiler y Bajo Aguas Tranquilas del propio Brian Yuzna no eran films meritorios en manera alguna en el plano cinematográfico.
La cinta que dio el pistoletazo de salida a la Factoria Fantástica fue Faust: La Venganza Está en la Sangre, dirigida por el mismo Brian Yuzna, rodada en Barcelona con un reparto internacional de secundarios de medio pelo y con unos medios técnicos bastante dignos dentro de la modestia de la que hacía gala, indudablemente, el proyecto. El resultado fue una película considerablemente mala que gustó a poca gente (aunque en el festival de Sitges agradó bastante y recibió un premio por sus efectos especiales) y que se reveló como un paso en falso a la hora de poner en marcha la maquinaria de la recién creada productora. Pero por encima de todo eso, este largometraje del año 2000 supone uno de mis guilty pleasures favoritos. Ese tipo de película que el espectador es consciente de que es horrible pero a pesar de ello la disfruta como un crío cada vez que la ve.
Faust, Love of the Damned está basada en un cómic underground norteamericano del mismo nombre editado en el año 1991 por el sello Rebel Cómics (aunque a día de hoy los derechos los tiene la editorial Avatar Press) en 13 números escritos por David Quinn y dibujados por Tim Vigil. La colección, ilustrada en blanco y negro, es un tebeo pasadísimo de rosca lleno de gore, ponografía, sadismo y salvajadas sin fin que narra como Jim Jaspers, un ser humano, hace un pacto con un extraño ser llamado M (Mefistófeles) entregándole su alma para que con ello le conceda poderes para vengar a su novia, asesinada por un grupo de mafiosos. Pero tras su vendetta personal encontrará placer y adicción en matar y lo hará bajos las órdenes de M. Con la ayuda de la psiquiatra Jade De Camp el protagonista conseguirá escapar del yugo del que ahora es su amo y encontrar un motivo para seguir viviendo una existencia mortal lejos de tanto asesinato y depravación.
El cómic es excesivo hasta lo insultante, todo está lleno de vísceras, penes erectos, penetraciones, desmembramientos y bestias multiformes. El lector avispado se habrá dado cuenta de que la trama es una versión bastarda y brutal de la obra literaria Fausto del escritor alemán Johann Wolfgang Von Goethe, aunque Quinn y Vigil también se dejan influenciar por mangas como Berserk de Kentaro Miura e incluso films como Robocop ya que el tiroteo al que someten al protagonista es idéntico al de Alex Murphy en la obra maestra de Paul Verhoeven. El dibujo grotesco de Vigil (que evolucinó bastante a lo largo de la serie, pero nunca dejo de ser feista) ayuda a dar un tono enfermizo y mórbido a las historias de Jim Jaspers.
La película es considerablemente fiel a las viñetas, esa era una idea que Yuzna tenía clara, por eso contrató al guionista del cómic Davd Quinn para realizar (con la ayuda de Miguel Tejada Flores) una historia que supusiera un greatest hits de las mejores tramas de la colección. El resultado es un guión considerablemente mediocre, sin desarrollo o credibildiad alguna pero que mete acción por un tubo y no da un respiro al espectador que se enfrenta a un continuo mix de policiaco, cinta de terror, oscuro film con antihéroe y hasta comedia, intencionada o no. Como es logico el sexo y la violencia son menores que en el tebeo y no tan gráficos, pero tienen presencia y están bien insertados en la alocada trama.
Brian Yuzna rueda con su habitual apatía y mediocridad formal y conceptual pero, se le ve con más solvencia, ya que esta vez se encuentra con una obra que no se centra exclusivamente en el gore como sus anteriores films y tiene la obligación de ser más imaginativo. En Faust debe narrar una historia entretenida y accesible a más público, aunque la mayor parte del mismo sean amantes de la Serie B y el cine de género más de segunda fila. La cinta ciertamente se la hace el equipo técnico. Desde unos efectos digitales muy decentes para un producto tan modesto, un trabajado maquillaje a manos del célebre Screaming Mad George y nuestro Poli Cantero y una dirección artística muy aceptable, escueta, pero efectiva.
Los actores son de pena. Mark Frost tiene la presencia y el físico para dar vida a Jim Jaspers/Faust pero como actor es demencialmente horrible. Cuando decide llorar o poner cara de pena bizquea y parece tener una fuerte deficiencia mental. Andrew Divoff es el más serio dentro de la locura del producto y su M es, como personaje, posiblemente el más acertado del film. Isabel Brook está perdidísima como la doctora De Camp y entre los secundarios con breves aparciones tenemos a paisanos como el tristemente fallecido Paco Maestre, Marc Martínez, Fermí Reixach o una Michelle Jenner de 10 años en un cameo. Aunque un servidor se queda con Jeffrey Combs (actor fetiche de Yuzna y mitico protagonista de Re-Animator) como el Sargento Margolies, muy contenido en su papel... hasta el final, y con la catalana Mónica Van Campen dando vida a la manipuladora Claire. Decir que su personaje desprende sensualidad y aires de femme fatale por todos los poros de su piel es quedarse corto.
El film es harto entretenido, tiene ritmo, escenas excesivas (la de Claire hinchándose, que remite directamente a Society, también de Yuzna), mala baba, brutalidad y chabacanería. Un producto que está lleno de sexo, sangre, mutilaciones, intérpretes sobreactuados y heavy metal (la banda sonora que contenía temas de Fear Factory, Soulfly, Machine Head, Coal Chamber o Sepultura fue un considerable éxito de ventas). Dejemos pasar la indudable mediocridad del conjunto, que en la recta final se toma demasiado en serio con ese clímax poco festivo, que esa Barcelona por muy bien fotografiada que esté no pasa por Nueva York ni de coña (¿tanto les hubiera costado añadir planos adicionales de la ciudad estaodunidense en concreto para las transiciones?) y que los actores en general están para quemarlos vivos en el fuego del averno.
Guardo una relación de afecto con Faust: La Venganza Está en la Sangre. Una cinta que de buena tiene más bien poco, pero que supuso la primera piedra de una adorable empresa llamada Fantastic Factory que situó en escena productos cinematográficos horribles y entrañables como La Monja o Beyond Re-Animator, aunque también impulsó a grandes talentos como los Jaume Balagueró o Paco Plaza con films que me parecen grandes ejemplos de cine de género en nuestro país, siempre con aspiraciones internacionales, tales como El Segundo Nombre, Romasanta: La Caza de la Bestia o Darkness, cintas sin las cuales el celuloide de terror español no estaría viviendo esa nueva vida comercial en la que entran [REC·] 1 y 2, Frágiles o El Orfanato y que realmente tuvo su germen antes del nacimiento de la productora de Yuzna y Fernández, con aquella magnífica y reivindicable Los Sin Nombre estrenada en 1999 de la que hablaré en cuanto pueda por estos lares.
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