viernes, 2 de julio de 2021

Loki, tiempo y castigo



"Sé qué es este lugar, el circo de los Guardianes del Tiempo y veo que los payasos cumplen su rol a la perfección"




Después de la magnífica WandaVision y la muy irregular The Falcon And The Winter Soldier llega la tercera serie de producción propia de Marvel Studios bajo el amparo de la plataforma Disney +. Como todos sabemos esta nueva incursión en el Universo Cinematográfico Marvel está protagonizada por el carismático y ya icónico Loki del actor británico Tom Hiddleston al que ya vimos brillar en las tres entregas en solitario de Thor y en varias de las películas de Los Vengadores. Aquí el Dios de las Mentiras es el protagonista absoluto, pero como viene sucediendo en estos nuevos productos auspiciados por Kevin Feige para las pequeñas pantallas la naturaleza coral de los mismos se deja notar con la inclusión de nuevos personajes secundarios. Mientras Michael Waldron ejerce de creador y showrunner del proyecto todos los capítulos, seis en total, contarán con dirección de Kate Herron (Sex Education) y dentro de los intérpretes que acompañarán al actor de Kong: La Isla Calavera (2017) encontramos a Owen Wilson (Midnight in Paris), Gugu Mbatha-Raw (The Morning Show) o Wunmi Mosaku (Lovecraft Country) entre otros que se irán desvelando a lo largo de los próximos episodios.




La trama arranca durante el pasaje de Vengadores: Endgame en el que los personajes viajaban al año 2012, justo en el clímax final de la primera película del grupo de superhéroes dirigida por Joss Whedon, cuando Loki se apodera del teseracto y desaparece. A partir de ese momento nuestro protagonista se convierte en una “variante” y la Time Variance Authority (TVA), organización encargada del buen discurrir de la “Sagrada línea temporal”, va en su busca y captura. Una vez apresado las oficinas de la TVA son un continuo discurrir de referencias a series como Doctor Who y a películas de Terry Gilliam como Brazil (1985), Héroes del Tiempo (Time Bandits, 1981) o 12 Monos (1995) con las que comparte su predilección por la comedia absurda, el retrofutirismo, y lo barroco. En este contexto se localiza espaciotemporalmente dónde se encuentra el rol de Tom Hiddleston, se asientan las bases de la dinámica que mantendrá con el agente Mobius M. Mobius de un entrañable Owen Wilson y se hace un repaso al futuro alternativo, el real para nosotros como espectadores, para añadir bagaje dramático a la propuesta.




Aunque todo lo que expone a priori se antoja tan interesante como prometedor este primer episodio todavía no profundiza en sus planteamientos narrativos y audiovisuales como para que podamos hacernos una idea global de hacia dónde se encaminará su trama central. A fallos como un excesivo de expositivismo y demasiada cháchara en lugar de presentarnos el entorno de la TVA se anteponen aciertos como el tono entre cómico y dramático del proyecto, el carisma de un Tom Hiddleston en todo su apogeo, lo prometedor de su próxima interacción con el personaje de Owen Wilson, esas animaciones a lo Hannah-Barbera y que tras la naturaleza más procedimental de The Falcon And The Winter Soldier volvemos, en cierta manera, al terreno de lo imprevisible y elucubrativo con guiños y pistas, una vez más relacionadas con Mephisto, como las que desplegaron Jac Schaeffer y Matt Shakman en WandaVision. La semana que viene veremos con más claridad qué es lo que puede ofrecernos esta Loki que sin haber mostrado todas sus cartas ya promete más de una sorpresa.



Segundo episodio, titulado The Variant, en el que Loki comienza su interacción directa con el equipo de la AVT comandado por el agente Mobius de Owen Wilson. Continuista con respecto a la entrega anterior denota los mismos aciertos y carencias que aquella sin que se produzcan cambios sustanciales en su discurrir argumental hasta el cierre del capítulo que si se revela algo más prometedor. De nuevo el trabajo de guion peca de sobrexposición y si bien es cierto que es necesaria para contextualizar el núcleo del relato pasajes como el de la ensalada acaban volviéndose irritantes por excesivamente alargados en el tiempo y la ejecución de un humor bastante simplista. No eludiremos que en los cómic hemos visto al Dios del Engaño ejercer todo tipo de variopintos roles, pero el que por ahora representa en su serie es demasiado propenso a una comicidad no muy bien planteada reduciéndolo casi a un histrión al que sus enemigos de la AVT miran continuamente por encima del hombro.



Por suerte la dinámica entre Loki y Mobius funciona a muy buen rendimiento gracias al carisma de un Tom Hiddleston poseído por su personaje y a un Owen Wilson que personifica la bondad, la contención y una estimable infinita paciencia. El momento en el que Loki descubre la teoría de las catástrofes concerniente a la Variante con el consiguiente viaje a Pompeya la serie gana enteros y comienza a desplegar un abanico de oportunidades narrativas por ahora dando sus primeros pasos, pero que podrá depararnos más de una sorpresa siempre que Michael Waldron, Kate Herron y su equipo de colaboradores sepan sacarle partido, ya que la AVT ideada por el gran Walter Simonson y todo lo que relacionado con ella es lo suficientemente rico, no sólo para que Loki llegue a convertirse en un destacable producto de entretenimiento, sino que pulsando las teclas adecuadas puede llegar a extender de manera harto inteligente el Universo Cinematográfico Marvel y su conexión con ese multiverso que ya está a la vuelta de la esquina.




La sensación con este segundo episodio es muy parecida a la experimentada con en el primero la semana pasada. Nos encontramos con un proyecto con potencial, que se ve con agrado, contando con un grupo de personajes secundarios con posibilidades de destacar notablemente dentro de la cronología del UCM y un protagonista revelándose en todo momento como un maestro de ceremonias estimable, pero que debe ofrecer todavía su mejor perfil, el que vimos en varios de los largometrajes de Thor o Los Vengadores. La aparición de Lady Loki al cierre del episodio y la huida de Loki de Mobius, Hunter B-15 y el resto de componentes de la AVT aumenta el tamaño del tablero de juego y permitirá a partir de ahora añadir más piezas a la partida. Esperemos que el resultado sea satisfactorio y encarrile la serie a un ecuador lo suficientemente interesante como para mantener nuestra atención en una serie que por ahora no es demasiado reseñable.




Con el tercer episodio titulado Lamentis 1 llegamos al ecuador de una miniserie que por ahora, y no es plato de mi gusto admitirlo, no está cumpliendo las expectativas depositadas en ella, no pocas precisamente. El personaje de Sylvie entra de lleno en la ficción y este capítulo, dedicado enteramente a los primeros compases de su dinámica con Loki, está resuelto de una manera bastante pobre y rudimentaria. Es una pena que un actor tan carismático como Tom Hiddleston, el pilar maestro sobre el que se erige una ficción que no hace honor a su trabajo y versión del Dios del Engaño, y una intérprete tan resuelta como Sophia Di Martino tengan que desarrollar su química mutua con un primer episodio repleto de diálogos redundantes que no saben aprovechar el potencial de dos roles que podrían hacer saltar chispas cada vez que compartieran plano.




Mientras veía este tercer capítulo no podía evitar la sensación de estar asistiendo a una versión descafeinada o marca blanca de Firefly, la mítica y efímera serie en clave de space opera creada por Joss Whedon. Por efecto dominó se me antojaba inevitable elucubrar con qué podría haber hecho el autor de Buffy Cazavampiros o Los Vengadores con una serie como esta si no se hubiera enemistado con Marvel Studios por un lado y demostrado ser deleznable como persona por otro. Su timing para el humor, efectividad para ejecutar secuencias de acción y dirección de actores seguro que hubiera sacado mucho más partido a un proyecto como Loki. Después de lugares comunes, la habitual sobrexposición ya indivisible a la miniserie y la tibieza con la que está acometido el desarrollo sólo nos queda disfrutar del holgado diseño de producción y un potente falso plano secuencia final que esperemos apunte a una necesaria mejoría.




Por tercera vez volvemos a la casilla de salida, con ganas de que el potencial de un proyecto a priori tan prometedor esta Loki comience a desplegar de una vez por todas sus posibilidades narrativas, audiovisuales e interpretativas, esas que por ahora brillan por su ausencia . El problema es que se hace tarde, llegamos a la mitad del viaje y por ahora ni el trayecto ni las vistas están a la altura de lo esperado. The Falcon And The Winter Soldier nos demostró que no se puede arreglar en tres episodios un proyecto irregular que consta de sólo media docena de entregas. Esperemos que Loki al menos no caiga en las mismos fallos que su predecesora, como facturar un penúltimo episodio anticlimático que debería haberse revelado como el prólogo de un poderoso cierre final que no fue tal. Cada vez quedan menos esperanzas, pero intentaremos pensar en positivo hasta la próxima semana.



La semana pasada comentaba que por ahora Loki no levantaba el vuelo y no veíamos el momento para que encarrilara con su cuarto episodio lo que en cualquier circunstancia era una serie que en todo momento se dejaba ver con agrado, pero no destacaba en casi ningún aspecto. Destilando de esta manera una impersonalidad y desidia que en no pocas ocasiones se transmitían al decepcionado espectador, ávido este de que el Dios del Engaño y sus acompañantes comenzaran a embarcarse en aventuras que merecieran realmente la pena y nuestra atención. En la cuarta entrega, El Evento en el Nexo, esto por fin ha ocurrido con la miniserie, revelando gran parte de ese potencial que hasta ahora se encontraba aletargado para desgracia nuestra. La pregunta es ¿ha llegado tarde este necesario giro dentro del proyecto ideado por Michael Waldron y Kate Herron?


Después de idas y venidas, sobreexposición argumental o personajes con potencial no viendo sus perfiles lo suficientemente explotados como para captar nuestra atención, pasado el ecuador de Loki comienzan a acontecer situaciones interesantes, el dramatismo se refina para dar consistencia a las relaciones interpersonales de los protagonistas, grande Owen Wilson, y las sorpresas se suceden en cascada. Desde el primer momento los guionistas nos fueron dando pistas de que algo no andaba bien en la AVT y el encuentro con los Guardianes del Tiempo así lo confirma. Traiciones, acción, fantasía, ciencia ficción y los personajes de Loki y Sylvie por fin derrochando química y carisma como colaboradores. Todo lo que esperábamos desde el primer episodio llega cuando casi habíamos perdido la esperanza, pero a tiempo para que, si se mantiene el nivel en los dos capítulos restantes, no tengamos un recuerdo negativo del proyecto.



A todo lo mencionado y algún que otro pasaje emotivo relacionado con personajes secundarios debemos tener muy en cuenta esa escena post créditos que es síntoma inequívoco de que Marvel Studios como productora y el Universo Cinematográfico Marvel como microcosmos ficcional están abriendo gradualmente las puertas de ese Multiverso que, casi con seguridad, eclosionará en todo su esplendor durante la segunda entrega en solitario, aunque conociendo quien le acompañará hacer esta afirmación es casi un eufemismo, del Doctor Strange de Benedict Cumberbatch dirigida por el gran Sam Raimi. Cuatro nuevos Lokis abren una cantidad enorme de posibilidades para que la serie de Disney+ nos regale dos episodios finales que nos reconcilien al 100% con lo que apuntaba a ser una de las mejores series del UCM y que, por ahora, no pasa de proyecto correcto con algún despunte aislado de talento. Espero que en las dos próximas semanas me tenga que tragar mis palabras, una vez más.



Sentimientos encontrados con este episodio felizmente titulado Journey Into Miystery, la mítica cabecera que comenzó a publicar Atlas Cómics en los 50 y que en lo 60 pasó a formar parte de la Casa de las Ideas con algunas historias protagonizadas por Thor y el mismo Loki. Posiblemente nos encontremos con la mejor entrega de lo que llevamos de miniserie, manteniendo un acertado equilibrio entre espectacularidad y épica con pasajes más íntimos y emocionales. Desde el mismo arranque del capítulo con ese falso plano aéreo cargado de referencias visuales a capítulos previos, películas del UCM o los mismos cómics (¡Ese Thanoscoptero!) aventuran un episodio con muchas posibilidades de ganarse el favor, sobre todo, del aficionado a las viñetas. Evidentemente así acontece sobre todo por el desfile de distintos Lokis que hacen acto de presencia durante los 50 minutos de metraje y no sólo me refiero a los cuatro que pudimos ver en la muy comentada escena post créditos del cuarto episodio.



Guiños, versiones de Loki muy bien perfiladas como la del gran Richard E. Grant o desopilantes como la del Loki Alligator, la química entre Loki y Sylvie por fin tomando forma en pantalla, Owen Wilson como robaescenas cada vez que la cámara repara en su presencia (ojo a ese guiño a Toy Story con el coche) juegan a favor de un episodio con muy buenos momentos que encarrilan la serie hacia un clímax relativamente esperanzador. Pero en su contra tiene la profunda descaracterización en la que se está sumergiendo al protagonista. En honor a la verdad viendo la deriva que comenzó a tomar forma en Thor: Ragnarok que Loki haya evolucionado/involucionado en lo que es actualmente en esta serie no debería sorprendernos, pero su descontextualización psicológica y el excesivo blanqueamiento de su rol lo está convirtiendo un mindundi sin un ápice de malicia o astucia del que todo el mundo abusa sólo manteniéndose erguido por el carisma desbordante de un gran actor como Tom Hiddleston.



Tan poco me está convenciendo esta versión edulcorada de Loki que cuando apareció el divertidísimo y efímero President Loki, mucho más afín al visto en las primeras apariciones del villano en las películas de Marvel Studios, mi deseo era que matara al original y lo suplantara, con eso lo digo todo. Si el devenir de acontecimientos sigue así y la semana que viene la miniserie cierra con Loki como un buenazo del que todo el mundo se ríe y con una poco creíble minimización de sus poderes, algo de lo que lleva haciendo gala en toda la miniserie, mi decepción será notable. En cambio si en el último momento descubrimos que todo había sido un plan urdido por él mismo desde las sombras haciendo honor por fin a es título de Rey del Engaño que siempre le ha acompañado me quitaré el sombrero ante el ingenio y la maniobra de distracción diseñada por Michael Waldron y Kate Herron. Por ahora sólo queda cruzar los dedos, porque en poco menos de siete días saldremos de dudas con respecto a ello.



Sexto y último episodio de Loki, titulado For All Time, Always, que confirma todos mis temores con respecto a las teorías elucubradas a lo largo de las cinco semanas anteriores. Por el lado bueno Marvel Studios satisface en cierta manera a los amantes de las conspiraciones y confirma que detrás de todo está Kang, el Conquistador, aunque no se explicite que el personaje al que interpreta Jonathan Majors (Lovecraft Country) sea el que crearon Stan Lee y Jack Kirby en las páginas de Fantastic Four #19 allá por octubre de 1963. Por el lado malo, y aunque sólo ha sido la presentación del villano, el tratamiento del mismo no me convence demasiado a pesar del carisma, sobradamente demostrado en trabajos previos, del intérprete que le da vida y sobre todo la consolidación de que el Loki protagonista no estaba maquiavélicamente detrás de la AVT y todo el entramado al que está dio lugar a lo largo de la miniserie, oficializando esta versión descaracterizada e innecesariamente benévola del Dios del Engaño como la principal.



Para colmo nos encontramos con un capitulo brutalmente anticlimático con casi ningún pasaje para el recuerdo y sí muchos para el olvido. El culmen del despropósito es toda la larguísima y tediosa secuencia en la que Kang explica el Multiverso a los personajes de Loki y Sylvie. Llevábamos todas las semanas previas afirmando que la sobreexposición argumental es una de las mayores carencias de la serie, pues este pasaje en concreto exagera hasta la hipérbole este lastre con veinte minutos, casi medio episodio, de los personajes sentados en un despacho manteniendo una conversación cuyo único interés es lo planteado por el personaje de Jonathan Majors. El resto es un despropósito narrativo con una puesta en escena anodina, desganada y ausente de cualquier atisbo de inventiva (se repiten los mismos planos y movimientos de cámara hasta la nausea) que hunden casi por completo un episodio final que debería haber sido una space opera descontrolada y loquísima como al menos intentó ser la entrega inmediatamente anterior.



Mi sensación no es tanto de indignación como de decepción. Comprendo lo que han querido hacer desde Marvel Studios, ya que poco a poco están abriendo las puertas del Multiverso para adentrarse totalmente en él con películas como Spider-Man: No Way Home (Jon Watts, 2021) o Doctor Strange in the Multiverse of Madness (Sam Raimi, 2022) y Kang cobrará un papel importante en el mismo, posiblemente sustituyendo a Thanos como villano principal o sirviendo de adelanto a otro de más envergadura (¿Galactus?, ¿Mephisto?). El problema es que en el proceso hemos perdido al Loki que se había ganado buena fama dentro del Universo Cinematográfico Marvel y para colmo lo hemos hecho con una serie que prometía mucho en el papel y finalmente se ha revelado como una despersonalizada oportunidad perdida que sólo en contadas ocasiones ha salido del terreno de lo rudimentario y procedimental, más grave viniendo de un planteamiento inicial con tanto potencial como el de los viajes en el tiempo y las variantes. Esperemos que esa confirmada segunda temporada mejore la presente, no lo va a tener muy complicado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario