El cineasta norteamericano Wes Craven (1939-2015), que hoy hubiera cumplido 82 años de edad, tenía un especial olfato para descubrir las preferencias de los fans del cine de terror de distintas épocas o generaciones. Lo supo ver en los 70 cuando unos descreídos Estados Unidos perdieron la inocencia con el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, la guerra de Vietnam o los asesinatos de la familia Manson y de ahí nacieron productos como La Última Casa a la Izquierda (1972) o Las Colinas Tienen Ojos (1977) que mostraban un terror cercano, mundano y realista. Hizo lo propio en los 90 cuando se asoció con el guionista Kevin Williamson para crear la franquicia Scream (1996-2022), aquella parodia de los slasher que jugaba de manera consciente y metareferencial con todas las señas de identidad cinematográficas de dicho subgénero. Pero sería en los años 80 cuando el director de Shocker (1989) o Un Vampiro Suelto en Brooklin (1995) revolucionara el celuloide de terror para adolescentes inspirándose en unos artículos de New York Times sobre personas que morían en medio de pesadillas nocturnas y tomando la figura de un extraño individuo con sombrero que lo acosó durante su infancia.
En esta entrada vamos a hablar de la franquicia Pesadilla en Elm street, aquella saga de películas que nació cuando Wes Craven escribió y dirigió en 1984 la primera aventura onírica de Freddy Krueger. Un asesino de niños que tras ser quemado vivo por los padres de la ciudad de Springwood vuelve como una entidad que buscará y eliminará a los hijos de sus verdugos en el único sitio donde no están a salvo, sus propios sueños. Con siete entregas, un crossover con el Jason Voorhes de Viernes 13, una serie de televisión llamada Las Pesadillas de Freddy, que tomaba una estructura idéntica a la de Historias de la Cripta, un remake y un interminable mechandising de camisetas, figuras, revistas, videojuegos, máquinas de pinball o cómics el asesino en serie de la cara quemada, el sombrero roído y las garras con cuchillas se convirtió en, posiblemente, el monstruo cinematográfico más famoso de la década de los 80. En esta entrada vamos a comentar toda la saga en solitario del personaje, el largometraje que narró su enfrentamiento con Jason y el remake de 2010. Una serie de films que supusieron algunos de los primeros trabajos de cineastas como Jack Sholder, Chuck Russell, Renny Harlin y Stephen Hopkins que aún siendo inferiores al film primigenio de Wes Craven se muestran hoy día como productos muy competentes adscritos a un tipo de cintas de terror que, desgraciadamente, ya casi no se hacen en Estados Unidos
Pesadilla en Elm Street
Título Original A Nightmare On Elm Street (1984)
Guión Wes Craven
Reparto Heather Langenkamp, Robert Englund, Johnny Depp, John Saxon, Lin Shaye, Joe Unger, Charles Fleischer, Jsu Garcia, Amanda Wyss, Ronee Blakley, Mimi Craven
Con menos de dos millones de dólares, el respaldo del productor Robert Shaye, de New Line Cinema, y Smart Egg Pictures Wes Craven pudo estrenar en 1984 A Nightmare on Elm Street, su quinto largometraje detrás de las cámaras convirtiéndose en un éxito descomunal a pesar de ser una producción independiente. En ella narraba la primera incursión de Freddy Krueger (Robert Englund) en el mundo cinematográfico persiguiendo a Nancy (Heather Lagenkamp) y sus amigos, todos ellos hijos de los padres que le quemaron vivo al descubrir su identidad como asesino de niños. Rodada con escasos medios, pero mucha imaginación, Wes Craven supo ofrecer un producto original conceptual y formalmente, llevando el subgénero slasher a otro nivel permitiendo a su protagonista asesinar a sus víctimas en el mundo de los sueños, para así hacerlos morir en la realidad. Con una puesta en escena sucia y naturalista, magníficos efectos especiales artesanales, un uso inteligente del sonido y la banda sonora de Charles Bernstein, víctimas con las que empatizar mínimamente y un villano sencillamente pletórico a manos de Robert Englund, Pesadilla en Elm Street se convirtió en un potente, irreverente e imperfecto clásico del género del que sólo falla el insulso final que impusieron el director, siendo mucho más elegante y sugerente uno de los eliminados en el que Freddy no hace acto de presencia, pero la famosa nana cantada por las niñas jugando con la comba dejan entrever que el villano sigue vivo. Pasajes como los de Tina (Amanda Wyss) siendo arrastrada por el techo o el geiser de sangre en el que se transforma la cama de Glen (Johnny Depp) tras ser asesinado por Freddy son hitos del cine de terror que convirtieron esta primera entrega en toda una pieza de culto.
Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy
Dirección Jack Sholder
Guión David Chaskin
Reparto Robert Englund, Mark Patton, Kim Myers, Robert Rusler, Clu Gulager, Hope Lange, Marshall Bell
Pesadilla en Elm Street fue un éxito y una por aquel entonces modesta New Line Cinema, a la que todavía quedaban lejos los años de recaudaciones mastodónticas y barrer en los Oscars con las sagas de El Señor de los Anillos y El Hobbit, quería seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro. Sólo un año después la secuela vio la luz y de ella se desvinculó totalmente Wes Craven, no muy contento con el enfoque que querían darle. Para escribirla se contrató a David Chaskin y para dirigirla a Jack Sholder, que por aquel entonces estaba en nómina de New Line habiendo rodado para ellos el slasher Alone in the Dark (1982). Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy es una rara avis en la saga y más que una continuación de la primera cinta parece un spin off de la misma. En ella se narra cómo Freddy trata de viajar el mundo real por medio de Jesse, un chico al que tratará de poseer. El film mantiene una atmósfera muy conseguida, Freddy sigue siendo una amenaza entre las sombras a la que casi no vemos el rostro (el maquillaje del personaje de Robert Englund creado por David Miller fue mejorado y perfeccionado por Kevin Yagher, que ya se ocuparía de realizarlo en casi todo el resto de entregas de la franquicia) y los momentos de tensión se alternan con los oníricos mientras los efectos de maquillaje regalan a la platea pasajes inolvidables como el de Freddy saliendo de las entrañas del protagonista Aunque si esta primera secuela es recordada es por haberse convertido en una cinta con muchas connotaciones LGTBI, no sólo por pasajes como el del bar de ambiente, el del entrenador Schnaider en el cuarto de baño o el baile del actor protagonista en su dormitorio, sino porque es bastante viable entender ese miedo Jesse a ser poseído por Freddy como una no aceptación de su más que probable homosexualidad. Aunque es una de las secuelas menos apreciadas por los fans tiene los suficientes alicientes, sobre todo estilísticos, para ser recordada con afecto.
Pesadilla en Elm Street 3: Los Guerreros del Sueño
Dirección Chuck Russell
Guión Wes Craven, Bruce Wagner, Frank Darabont, Chuck Russell
Reparto Heather Langenkamp, Patricia Arquette, Craig Wasson, Robert Englund, Ken Sagoes, Rodney Eastman, Ira Heiden, Jennifer Rubin, Laurence Fishburne, John Saxon, Priscilla Pointer, Nan Martin, Brooke Bundy, Bradley Gregg, Penelope Sudrow
Aunque la segunda entrega de la saga dobló la recaudación de la primera en New Line Cinema se hizo saber que el enfoque dado no era el que los fans del film primigenio esperaban. De modo que el productor Robert Shaye se puso en contacto con Wes Craven para que el padre de la criatura encarrilará la saga, haciéndolo sólo como guionista y con la ayuda de Bruce Wagner (Maps of the Stars) dando forma a un libreto que más tarde Frank Darabont (Cadena Perpetua, The Walking Dead) y el que sería el director del film, Chuck Russell, reescribirían. Pesadilla en Elm Street 3: Los Guerreros del Sueño volvía a las raíces de la franquicia, no sólo por recuperar a los personajes de Nancy (Heather Lagenkamp) o Thompson (John Saxon) también porque los sueños eran de nuevo el terreno en el que se movería Freddy para acosar a un grupo de adolescentes con problemas de insomnio en una institución mental y entre los que se encontraba una jovencísima Patrica Arquette. Dentro de las secuelas de Pesadilla en Elm Street esta tercera parte es la mejor de todas ellas por distintos motivos. Por un lado la mano de Craven se nota en el guion, mostrándose este bastante sólido y fiel a la idiosincrasia del universo que él mismo creó tres años antes, dando incluso los primeros datos sobre la génesis del personaje, nacido tras ser su madre violada por criminales enfermos mentales. Por otro, el ingenio de los escritores con respecto a los asesinatos de los personajes secundarios comienza a agudizarse y gracias a ello tenemos momentos como el del títere humano que Freddy controla por medio de los tendones de pies y manos de su víctima, el de la sobredosis de heroína o el del televisor con la mítica frase "Welcome to Prime time, bitch!" asentando también las primeras bases del humor negro del personaje de Robert Englund que irá acentuándose a lo largo de las siguientes entregas. Finalmente es de recibo mencionar el buen hacer como director de un Chuck Russell que entiende al 100% cómo debe extrapolarse el mundo onírico que vertebra la franquicia a la pantalla grande ofreciendo una puesta en escena potente y con una atmósfera vívida y asfixiante. Como mencionamos esta tercera parte es la mejor de las secuelas y aunque a día de hoy tiene algunos momentos bastante ridículos relacionados con los poderes que los jóvenes usan en sus sueños para enfrentarse a Freddy, mantiene magníficamente el tipo como cinta de terror exploit, políticamente incorrecta y brutalmente divertida.
Pesadilla en Elm Street 4: El Amo del Sueño
Título Original A Nightmate On Elm Street: The Dream Master (1988)
Dirección Renny Harlin
Guión Brian Helgeland, William Kotzwinkle, Jim Wheat, Ken Wheat
Reparto Robert Englund, Rodney Eastman, Danny Hassel, Andras Jones, Tuesday Knight, Toy Newkirtk, Lisa Wilcox
La tercera entrega de Pesadilla en Elm Street recaudó tanto como las dos primeras cintas de la saga juntas, de modo que en New Line Cinema, viendo los excelentes resultados, decidieron seguir la misma tónica que en el film de Chuk Russell. En esta ocasión el guion fue considerablemente más manoseado que en anteriores secuelas y lo que en un momento escribió el Brian Helgeland (Mystic River, L.A. Confidential) fue retocado por el novelista William Kotzwinkle y unos hermanos Jim y Ken Wheat cuya autoría sobre el libreto no fue acreditada. Para la dirección de la película se recurrió a un desconocido director finlandés llamado Renny Harlin que años después se convertiría en un solicitado artesano del Hollywood comercial de los 90. Pesadilla en Elm Street 4: El Amo de los Sueños retomaba a los personajes que sobrevivieron de la anterior cinta, Kristen (ahora interpretada por la actriz Thusday Knight, ante la negativa de Patricia Arquette para volver a retomar el papel) Joey, y Kincaid para ser utilizados como conexión con el siguiente grupo de jóvenes que se enfrentarán a Freddy. Esta cuarta parte sigue siendo un potente producto, con un muy logrado y mórbido diseño de producción y unos efectos de maquillaje sencillamente brutales. El humor se acentúa, el salvajismo a la hora de que Freddy elimine a sus víctimas también y un puñado de pasajes como la “pizza de almas”, la cronenbergiana “chica insecto” o la orgía física en la que se convierte el cuerpo de Freddy en el clímax final hacen que esta tercera secuela sea recordada con mucha admiración por los fans de la creación de Wes Craven.
Pesadilla en Elm Street 5: El Niño de los Sueños
Título Original A Nightmare On Elm Street 5: The Dream Child (1989)
Dirección Stephen Hopkins
Guión Leslie Bohem, Graig Spector, John Skipp
Reparto Robert Englund, Lisa Wilcox, Erika Anderson, Kelly Jo Minter, Danny Hassel, Nick Mele, Whitby Hertford
Aunque Pesadilla en Elm Street 4: El Amo de los Sueños funcionó a pleno rendimiento ya se notaba en ella cierto desgaste de la fórmula de Freddy asesinando a sus víctimas en sueños y siendo eliminado, sólo cuando conseguían traerlo al mundo real, para después quemarlo, enterrarlo, bendecirlo y demás variantes. Este síntoma de agotamiento narrativo se hizo patente en el guion de Pesadilla en Elm Street 5: El Niño de los Sueños, escrito de manera caótica por Leslie Bohem, Graig Spector y John Skipp y recurriendo a una excusa más peregrina que nunca (siempre que obviemos la meada flamígera canina de la anterior entrega) para devolver a la vida a Freddy. Esto se lleva a cabo haciendo que su madre, Amanda Krueger, rememore el alumbramiento del “hijo de cien maníacos” para de esta manera volver a nacer. Este libreto insostenible, con buenos planteamientos con respecto a Freddy utilizando los sueños del hijo no nato de Alice, es salvado in extremis por un Stephen Hopkins casi debutante que convierte el largometraje en un delirante cuento gótico, una pieza lisérgica que se mueve entre lo ridículo (el Baby Freddy, todo lo relacionado con Jacob) y lo sublime (la recreación de la violación de la madre de Freddy, con la genial presencia entre los agresores del mismo Robert Englund) con referencias a David Cronenberg o Ken Russell, homenajes al mundo del tebeo (presagiando el tipo de personajes que el sello Image Comics crearía en sus inicios sólo tres años después) o al artista holandés M. C. Escher con esa réplica en imágenes de su obra Relatividad vista en el clímax final de la película. Como secuela comenzaba a perder coherencia con respecto a las anteriores y fue machacada por la crítica (dicho sea de paso, la prensa especializada nunca fue muy amiga de las aventuras de Freddy) pero un servidor le guarda especial aprecio gracias a su estética sobrecargada, sus interpretaciones pasadas de rosca y un Stephen Hopkins que demostró un talento visual epatante, convirtiéndose en una de sus señas de identidad como reivindicable realizador al servicio de Hollywood.
Título Original Freddy's Dead: The Final Nightmare (1990)
Dirección Rachel Talalay
Guión Rachel Talalay, Michael De Luca
Reparto Robert Englund, Lisa Zane, Yaphet Kotto, Shon Greenblatt, Leslie Deane, Ricky Dean Logan, Breckin Meyer, Roseanne Barr, Tom Arnold, Johnny Depp
Tras seis años explotando la fórmula que ya mostraba, como previamente hemos comentado, claros signos de debilidad New Line Cinema decidió dar carpetazo a la saga con Pesadilla Final: La Muerte de Freddy estrenada en cines el año 1991. En esta ocasión Robert Shaye no buscó un cineasta ajeno a su máquina de hacer dinero, sino que delegó responsabilidades en Rachel Talalay, productora en todas las entregas de la franquicia, exceptuando la inmediatamente anterior. Con guion de la misma directora y del productor y puntual guionista Michael De Luca (En la Boca del Miedo) o la imposición por parte de la productora de incluir una recta final rodada en el arcaico 3D de las gafas de cartón con cristales bicolor esta última entrega de la saga oficial de Pesadilla en Elm Street supuso el punto más bajo de toda la colección de largometrajes. Ver hoy día un producto como Freddy’s Dead: The Final Nightmare es experimentar una sesión continua de vergüenza ajena. Parece como si Rachel Talalay no hubiera aprendido nada de cómo rodar cine o controlar un ritmo narrativo consistente habiendo sido productora de gran parte del resto de las cintas protagonizadas por Freddy Krueger. Aunque intenta incidir más en el pasado de Freddy y de seguir al pie de las letra las reglas establecidas por las anteriores secuelas el resultado es un engendro fílmico con muertes paupérrimamente ideadas y ejecutadas, efectos especiales y de maquillaje vergonzosos y el Robert Englund más insoportable e insulso jamás visto a la hora de dar vida a su contrapartida cinematográfica. Sin transmitir un ápice de terror y entregándose a a un sentido del humor vergonzoso esta sexta película cae lo más bajo posible y no vuelve a levantar cabeza debido a errores garrafales que posiblemente conjuren los momentos más sonrojantes del cine de terror de los 90. Verlo para creerlo. La cinta de Rachel Talalay supuso uno de los films que menos recaudó de la saga, pero por suerte New Line Cinema tomó nota y dejó a Freddy dormir el sueño de los justos, aunque no por mucho tiempo.
La Nueva Pesadilla de Wes Craven
Título Original Wes Craven's New Nightmare (1994)
Dirección Wes Craven
Después del engendro que supuso Pesadilla Final: La Muerte de Freddy y justo cuando se cumplían diez años del estreno de la Pesadilla en Elm Street original, New Line Cinema y Wes Craven llegaron a un acuerdo para traer por última vez a Freddy a la vida y despedirlo a lo grande a manos de su creador. Pero el autor de Bendición Mortal (1981) comentó al productor Robert Shaye que sólo resucitaría a Krueger si podía contar algo diferente. De manera harto inteligente Craven decidió embarcarse en el subgénero “cine dentro del cine” para reflexionar por medio de la metareferencialidad sobre el impacto que causó el estreno del film primigenio y su éxito a nivel mundial en la vida de todos aquellos que estuvieron implicados en su gestación. Por eso La Nueva Pesadilla de Wes Craven toma como protagonistas a Heather Lagenkamp, Robert Englund, John Saxon y hasta a Wes Craven interpretándose a sí mismos iniciando el rodaje de una nueva película de Freddy Kruger para intentar que este permanezca dentro de la misma y no invada el mundo real donde está acosando a Heather y a su hijo. Este inteligente planteamiento de guion que podía haber dado pie a que el cineasta americano rodara su “Craven 8 ½” da como resultado un vergonzoso producto que destruye un atractivo punto de partida al ofrecer una entrega más sin ninguna de las virtudes de de la primera Pesadilla en Elm Street y sí muchos de los defectos que arrastraban las secuelas de la misma. Con una Heather Lagenkamp nada creíble y un insoportable Miko Hughes (el mítico y aterrador Gage Creed de la adaptación cinematográfica de Cementerio de Animales, la novela de Stephen King) este último clavo en el ataúd del asesino en serie más famoso de Sringwood sólo está un peldaño por encima de La Pesadilla Final: La Muerte de Freddy.. Una despedida indigna para el personaje y uno de los puntos más bajos de la carrera de Wes Craven, que, eso sí, sólo dos años remontaría sustancialmente con la primera entrega de Scream, siempre que hablemos de recaudación y no de calidad.
Freddy Contra Jason
Título Original Freddy vs. Jason (2003)
Dirección Ronny Yu
Reparto Robert Englund, Ken Kirzinger, Jason Ritter, Monica Keena, Kelly Rowland, Odessa Munroe, Chris Marquette, Lochlyn Munro, Katharine Isabelle, Brendan Fletcher, Zack Ward, Kyle Labine
En el plano final de Viernes 13 Parte 9: Jason Se Va al Infierno vemos la máscara del asesino de Crystal Lake ser arrastrada a las profundidades del averno por la garra de Freddy, de modo que la semilla de lo que una década después iba a ser Freddy vs. Jason ya estaba plantada y el fandom nunca dejó de esperar este enfrentamiento de colosos del cine de terror. En el año 2003, con Ronny Yu en la dirección (que venía de revitalizar por medio del humor negro y la socarronería la saga El Muñeco Diábolico (Child’s Play) con La Novia de Chucky) guion escrito a cuatro manos por Damian Shannon y Mark Swift o un reparto de adolescentes atractivos encabezados por Robert Englund y Ken Kirzinger el film se estrenó en carteleras de todo el mundo y fue un más que considerable éxito. Freddy vs. Jason es una mediocridad, una concesión a los sueños húmedos de los fans de unos personajes viéndose las caras en un film cuya única misión es emular todas las constantes de las secuelas de las dos franquicias, eludiendo el tono más oscuro y serio de los dos films que les dieron inicio. Salpicando de esta manera la pantalla de desnudos, sangre, vísceras con dos iconos del cine de los ochenta intercambiando golpes con una estúpida excusa argumental. Todo para que saciemos nuestro apetito de consumidores de cine trash asistiendo a una entretenida nadería que ofrece algunos momentos bien ejecutados, como ese Freddy saliendo del lago con un enorme salto en slow motion antes de atacar a Jason, y otros que causan una vergüenza ajena difícilmente controlable, como el momento pinball, una aberración cuya estupidez no está justificada ni en un producto tan descerebrado como este. Una obra que, aunque devolvió el tono bronco y crudo del cine de terror de los 80 tras unos 90 reblandecidos por, curiosamente, el Wes Craven de Scream, sólo merece la pena ser visionada por amantes de los dos personajes y de los placeres (muy) culpables.
Pesadilla en Elm Street (2010)
Guión Eric Heisserer, Wesley Strick
Reparto Jackie Earle Haley, Kyle Gallner, Rooney Mara, Katie Cassidy, Thomas Dekker, Kellan Lutz, Clancy Brown, Connie Britton, Lia D. Mortensen
Amanecer de los Muertos (1978), La Última Casa a la Izquierda (1972), Las Colinas Tienen Ojos (1977), La Niebla (1980). Todos estos clásicos del terror de los 70 y 80 tuvieron su secuela durante la década de los 2000, de modo que Pesadilla en Elm Street no iba a ser menos. Esta vez New Line Cinema se asoció con la productora Platinum Dunes (propiedad del cineasta Michael Bay, que ya había revisado films como La Matanza de Texas (1974) o Terror en Amitiyville (1979)), para sacar adelante un reinicio de la saga. El director elegido fue Samuel Bayer, inexperto en el mundo del cine pero respetado profesional en el del videoclip habiendo rodado material para grupos como Iron Maiden, Metallica, Nirvana o Marilyn Manson, y los guionistas que revisarían el libreto de Wes Craven para la primera entrega de 1984 fueron Eric Heisserer y Wesley Strick. En la difícil tarea de ocupar el lugar de Robert Englund para dar vida a Freddy se eligió a Jackie Earle Haley, que por aquel entonces había llamado la atención con sus trabajos en Little Children (2006) de Todd Field o dando vida a Rosrschach en la adaptación que Zack Snyder realizó de Watchmen (2009). A él le siguieron el típico grupo de adolescentes, entre los que destaca una Rooney Mara que siempre ha renegado de su participación en el film, alternado con los veteranos Clancey Brown o Connie Britton. Aunque este remake no fue bien recibido se muestra como una revisión interesante del clásico de Craven, contiene un potente look visual, el guion trata de jugar con nuevas ideas (el concepto de los microsueños da mucho juego) y por fin se decide confirmar aquello que todos sabíamos, aunque no queríamos admitir, y que el director de La Cosa del Pantano (1982) no pudo incluir de manera explícita en el film original, el perfil pederasta de Freddy. Jackie Earl Haley hereda con convicción el rol de Robert Englund, aunque evidentemente no lo supera, la cinta se ve con agrado, contiene algunos momentos sangrientos bien ejecutados y respeta el material de partida en el que se basa sin copiarlo descaradamente. Aunque no es una obra muy destacable este remake de las aventuras de Freddy es un nada desdeñable largometraje de entretenimiento tan macabro como ligero y merece la pena más que las dos entregas finales de la saga original.
Valoración General
Pesadilla en Elm Street es la película más reconocible y celebrada de Wes Craven y a día de hoy tanto la historia que relataba como el personaje que alumbró son iconos ineludibles del cine de terror. La saga a la que dio forma estuvo compuesta por una serie de largometrajes que en su mayoría superan con creces en cuanto a calidad y originalidad al 90% de producciones adscritas al mismo género que podemos ver actualmente en pantalla grande, televisión o plataformas digitales. Aunque han pasado más de diez años desde el remake del film original la intención de continuar o reiniciar nuevamente la vida onírico criminal de Freddy Kureger sigue dentro de los planes de Hollywood y con el rumor muy insistente de que podría ser Kevin Bacon el próximo actor que porte el disfraz del "hijo de cien maníacos". Por ahora nos quedamos con el clásico de Wes Craven y el resto de secuelas configurando una franquicia que, con sus altos y bajos, se revela indispensable para los amantes del cine de género.
Artículo revisado y derivado a partir de otro publicado originalmente en Zona Negativa.
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