Título Original The Ballad of Buster Scruggs (2018)
Director Joel Coen, Ethan Coen
Guión Joel Coen, Ethan Coen
Reparto Tim Blake Nelson, Zoe Kazan, Tom Waits, James Franco, Liam Neeson, Harry Melling, Bill Heck, Brendan Gleeson, Tyne Daly, Jonjo O'Neill, Saul Rubinek, Clancy Brown, Willie Watson, Ralph Ineson, Grainger Hines, David Krumholtz, Stephen Root, Sam Dillon, Jesse Luken, Chelcie Ross
Dos años después de la decepcionante ¡Ave César! los hermanos Joel y Ethan Coen vuelven con un nuevo largometraje. Aunque en esta ocasión lo han hecho sumándose a ese grupo de directores de prestigio que han pasado a formar parte de la nómina de la plataforma de streaming Netflix. Curiosamente este proyecto llamado La Balada de Buster Scruggs iba a ser en su inicio la primera serie de televisión creada por los autores de Valor de Ley (True Grit) o Un Tipo Serio. Pero poco antes de ser presentada en la sección oficial del Festival de Venecia, donde se alzó con el galardón a Mejor Guión, se confirmó como un largometraje por episodios. Dentro del reparto encontramos nombres importantes y caras reconocibles como las de Tim Blake Nelson, James Franco, Tom Waitts, Liam Neeson, Zoe Kazan o Brendan Gleeson entre otros, protagonizando las distintas historias que dan forma a la película.
La Balada de Buster Scruggs es una homenaje a los libros, normalmente de bolsillo, sobre relatos del salvaje oeste en forma de antología construida sobre seis relatos contextualizados en el género western, pero tomando como epicentro conceptual y narrativo diferentes maneras de abordar un tema universal como la muerte. The Ballad of Buster Scruggs, Near Algodones, Meal Ticket, All Gold Canyon, The Gal Who Got Rattled y The Mortal Remains forman la media docena de episodios. El resultado es de nota muy alta aunque, como suele suceder con este tipo de largometrajes, unos relatos destacan sobre otros, a pesar de mantener todos ellos un muy buen nivel conformando un abanico estético y narrativo cuya intencionalidad no queda sólo en un tributo a los ya mencionados productos literarios, adentrándose también en terrenos de cierta intertextualidad en lo referido a la obra previa de los hermanos Coen a modo de autoreflexión por parte de ambos autores.
Joel y Ethan Coen parecen haber abordado las seis historias que componen esta antología cinematográfica con la misión de abarcar las distintas vertientes estilísticas y narrativas identificables a su discurso autoral. El primer capítulo, La Balada de Buster Scruggs, protagonizado por un memorable Tim Blake Nelson, es puro slapstick y cartoon. Una divertida vuelta a sus orígenes más deudores de la comedia física y las animaciones de la Warner cuyo principal representante fue la alocada y seminal Arizona Baby (Rising Arizona) teniendo continuación en otros proyectos como El Gran Salto (The Hudsucker Proxy), Ladykillers u O Brother. A partir de este disparatado arranque con cada nuevo episodio la visión de los hermanos sobre la muerte se va volviendo gradualmente más oscura, melancólica y trascendental. Pero siempre dentro de unos parámetros identificables con la impronta de su cine pretérito.
Near Algodones, con un excelente James Franco, todavía contiene pasajes de humor y hasta su resolución final resulta patéticamente tragicómica con referencias a El Bueno, El Feo y El Malo. Pero a partir de Meal Ticket, la historia de los dos artistas ambulantes con unos inmensos Liam Neeson y Harry Melling, posiblemente la ficción más triste ideada por Ethan y Joel en toda su carrera, la desesperanza y el nihilismo comienzan a apoderarse de la antología de los Coen. Sólo encontrando cierto repunte de optimismo con All Gold Canyon la verdadera joya del largometraje. Casi una pieza silente protagonizada por un superlativo Tom Waitts cuya calidad ya hace que merezca la pena el visionado de la obra en su totalidad. The Gal Who Got Rattled parece un tributo a La Conquista del Oeste (1962) aunque abordando una historia mínima cuyo catalizador, al igual que sucedía en A Propósito de Llewyn Davis, es una mascota. Finalmente la hermética The Mortal Remains, con impecable cuarteto actoral, torna en relato fantasmagórico y alegórico para cerrar la obra.
Cada uno de los episodios del largometraje está elegantemente enlazado con el siguiente por medio de una narración que explicita la naturaleza literaria de la antología, desde el arranque del metraje nos queda claro estar asistiendo a la lectura de un libro junto a una chimenea, y los Coen solidifican por medio de su mutable puesta en escena y narrativa impecable un trabajo cohesionado y estructurado con el habitual talento indivisible a su impronta cinematográfica. La construcción argumental de las historias funciona de manera individual y también formando un compacto todo a pesar del ya citado desnivel de calidad entre unas y otras, sin llegar ninguna de ellas a la deficiencia o la mediocridad. En el trayecto las referencias eclécticas y dispares se hacen continuas con ecos que van desde John Ford, Howard Hawkes, Sam Peckinpah o Segio Leone a Ingmar Bergman e incluso Tex Avery y sus trabajos animados o el Sam Raimi de Rápida y Mortal (The Quick and the Dead).
Desde un punto de vista técnico ambos directores aprovechan al máximo no sólo el formato panorámico o la impecable fotografía del francés Bruno Delbonell, ocupando este el puesto del habitual Roger Deakins, sino también los exteriores puestos a su disposición que llegan a proporcionarles paisajes de belleza casi extraterrena. ayudando estos a contextualizar las distintas historias que conforman La Balada de Buster Scruggs. La delectación en los encuadres, el ritmo unas veces espídico y otras cadencioso, la mezcla de personajes hirsutos y callados compartiendo plano con los más exagerados y propensos a la verborrea incontrolable ofrecen el muestrario de señas de identidad y la galería de criaturas habituales de los films de los Coen, encontrando de este modo la complicidad de un enorme y extenso reparto, del que ya hemos dado breves apuntes anteriormente, dirigido con mano maestra por dos autores capaces de exprimir sabiamente las aptitudes interpretativas de los variopintos y muy diferentes actores protagonistas de sus producciones.
La Balada de Buster Scruggs nos recupera a unos Joel y Ethan Coen brillantes como escritores y directores. Ejecutando una hercúlea labor para conformar una obra que más allá de su intencionalidad referencial y reverencial puede considerarse una condensación de toda su filmografía, una especie de homenaje autoconsciente a sí mismos que, sin llegar a las cotas de genialidad de sus obras maestras, puede adscribirse sin demasiada polémica a la galería de sus films recientes más notables. Realización, escritura, casting, todos apartados a la altura de las circunstancias en la primera incursión de los hermanos en las producciones impulsadas por las plataformas de streaming. Por último nos queda la duda de si debido al génesis a modo de serie televisiva del largometraje pueda existir un montaje más extenso de las seis historias condensadas en el mismo y en caso afirmativo si verá alguna vez la luz. Más allá de eso sólo podemos disfrutar una de las mejores películas de este 2018 y la confirmación de la sustancial mejoría de la producción cinematográfica de Netflix.
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