jueves, 18 de octubre de 2018

Iron Fist: Temporada 2, el legado del dragón



"El Iron Fist no es un arma para ser guardada, sino utilizada"




Después de la segunda temporada de Luke Cage le tocaba a Danny Rand estrenar la continuación de sus aventuras serializadas para la plataforma de streaming Netflix. La primera temporada estrenada en 2017 transmitió a un servidor la indiferencia propia de un producto mediocre incapaz de hacerse grande con unas paupérrimas secuencias de lucha eclipsadas por la subtrama culebronesca de la familia Meachum, tampoco nada del otro mundo, despertando más interés que el personaje protagonista, interpretado con esfuerzo pero nulo carisma por el británico Finn Jones. El pasado 7 de septiembre la nueva tanda de episodios protagonizada por Puño de Hierro era liberada por Netflix, diez episodios contando con el habitual reparto formado por el ya citado actor de Juego de Tronos, Jessica Henwick, Tom Pelphery y Jessica Stroup a los que en esta ocasión se suman Simone Missick recuperando su papel de Misty Knight procedente de la serie centrada en el alter ego civil de Power Man y Alice Eve (Star Trek: En la Oscuridad) dando vida a una María Tifoidea en la que nos detendremos un poco más tarde. Una vez vista la decena de episodios la impresión es bastante más favorable que con los trece anteriores en varios aspectos, pero el resultado sigue sin alcanzar unos niveles de calidad estimables capaces de convertirla en una serie destacable en alguno de sus apartados.




Después de haber sido tildada como la peor serie de la colaboración entre Marvel Television, ABC Studios y Netflix parece que los responsables de la misma (con el nuevo showrunner, M. Raven Metzner, a la cabeza) han tomado nota de los errores de la primera temporada y han intentado subsanarlos, en ocasiones bordeando lo inesperado. El primero, no exento de gravedad, al que han dado solución ha sido el del número de episodios, pasando de los excesivos trece a unos diez más sensatos. Pudiera parecer que eliminar únicamente tres episodios no influyera demasiado con respecto a la duración de la temporada, pero ese trío de horas menos se agradece notablemente, no sólo por reducir de esta manera el relleno de la serie, sino por dar un ritmo mucho más dinámico al proyecto, convirtiéndose en una tanda de capítulos propensa a consumirse con bastante más ligereza si la comparamos con, por poner un ejemplo, la última entrega de Luke Cage cuyo desarrollo en ocasiones se hacia muy cuesta arriba. Por suerte esas diez entregas saben capitalizar la atención del espectador por medio de la acción sin olvidar las tramas secundarias centradas en los hermanos Meachum, roles todavía importantes en el programa, pero en esta ocasión con menos protagonismo




Otra de las asignaturas pendientes con respecto a Iron Fist, algo demencial si tenemos en cuenta la naturaleza tanto de la serie como del cómic en el que se inspira, era la de las desangeladas coreografías de lucha en los combates cuerpo a cuerpo, a años luz de las brillantes vistas en las dos temporadas de Daredevil, impropias de un show con las artes marciales como habilidad máxima de su protagonista. En esta nueva decena de horas centradas en el alter ego superheróico de Danny Rand por fin encontramos secuencias dinámicas a la altura de las consecuencias, con peleas bien encuadradas, sus adecuadas dosis de espectacularidad, unos actores notablemente implicados en su trabajo para no tener que recurrir excesivamente a los especialistas en escenas de riesgo y todo con una puesta en escena adecuada para que cada golpe o llave se vea con claridad cristalina en pantalla. Para dar empaque a dichos pasajes la implicación física de Finn Jones, Sacha Dhawan y sobre todo Jessica Henwick es encomiable demostrando los tres las horas de entrenamiento para lucir sus aptitudes físicas delante de la pantalla siendo, una vez más, la actriz británica de origen chino la más capacitada a la hora de protagonizar acción. En lo referido a esto nos vemos en la obligación de hacer una parada en el más radical cambio llevado acabo en esta nueva temporada de Iron Fist.




Contra todo pronóstico y aún a riesgo de ser una percepción a un nivel personal no necesariamente compartida por el resto de espectadores consumidores de esta segunda temporada de las aventuras de Danny Rand me da la impresión de que los guionistas de la serie han convertido al personaje principal en un “secundario importante” dentro de su propia serie. Pareciera como si la excusa narrativa de los rituales para transmitir los poderes del Iron Fist sirviera como justificación para quitar peso al rol de Finn Jones en favor del de Jessica Henwick, algo ya confirmado en los últimos episodios. Esta decisión podría deberse a un sano intento por dar más peso a los personajes femeninos de las series Marvel/Netflix (ahí tenemos también el peso de María Tifoidea, Misty Knight y Joy Meachum) con vistas a una posible futura serie protagonizada por mujeres, pero a un servidor le da la impresión de haber sido todo orquestado para dejar sutilmente al actor británico en un segundo plano por el desacierto de casting que supuso su elección para el papel a pesar de su, previamente citada, total implicación física a la hora de ejecutar adecuadamente su labor interpretativa, pero ofreciendo unos resultados insuficientes.




En lo referido a la escritura la mayor parte del peso de la trama que vehicula el desarrollo de la temporada recae en la rivalidad entre Danny Rand y Davos sustentada en una relación de complicidad y rechazo cuyo origen se remonta a la infancia de ambos cuando entrenaban para conseguir ser el nuevo Iron Fist en K’un-Lun. El problema es que los dos intérpretes elegidos para dar vida a la pareja de amigos y contrincantes es incapaz de conectar con los espectadores, algo en lo que incidiremos en el siguiente párrafo. Las subtramas centradas en los hermanos Meachum, cada uno de ellos protagonizando la suya propia, no tienen tanta relevancia como en la primera temporada, pero añaden los suficientes alicientes para mostrar la personalidad poliédrica y contradictoria de Joy y la vulnerabilidad de Ward. Gracias al adecuado devenir de acontecimientos y el competente ensamblamiento de los distintos arcos argumentales desarrollándose en paralelo el ritmo de la serie y la alternancia entre acción y pasajes más íntimos se revelan adecuados para no aburrir en ningún momento a un espectador a estas alturas ya acostumbrado a tener que aguantar metraje de más en las series producidas por el tándem Marvel/Netflix.




En cuanto a la labor interpretativa del reparto tenemos luces y sombras siempre dentro de un nivel simplemente aceptable desde una perspectiva global. Aunque Finn Jones sigue intentándolo a estas alturas es generalizada la opinión de que la suya fue una errónea elección de casting, más si cabe cuando la frescura, fuerza y carisma de Jessica Henwick eclipsan cualquier intento por capitalizar los encuadres compartidos por ambos. Jessica Stroup intenta abordar su criatura aplicándole muchos más matices que en anterioridad, consiguiéndolo en gran medida, mientras Tom Pelphrey no ve la necesidad de un esfuerzo excesivo por su parte para confirmarse como el mejor actor de todo el casting, algo ya vislumbrado en la primera temporada. Por desgracia las notas más discordantes las ponen Sacha Dhawan y Alice Eve. El primero por corporeizar la quinta esencia inexpresividad y el anticarisma demostrando que un buen físico no es nada sin unas mínimas aptitudes dramáticas y dando al traste de esta manera a su relación con Danny Rand, tampoco muy sobrado de personalidad, para conseguir una conexión adecuada entre ambos rivales. La segunda por poder hace más bien poco con el personaje puesto en sus manos por los guionistas. Nada de la letal y desdoblada María Tifoidea ideada por Ann Nocenti y John Romita Jr en las páginas de Daredevil, o de alguna de sus destacables encarnaciones posteriores en las viñetas, puede verse en este secundario cuyo única conexión con la Mary Walker original es el nombre y padecer desorden de identidad disociativo, ya que hasta su génesis se aleja totalmente de lo visto en los cómics.




Mientras escribo estas líneas llega a mí la noticia de la cancelación de la serie por parte de Netflix después de la pobre recepción de esta segunda y última temporada. Por un lado lamento la decisión ya que, aún estando lejos de la calidad de productos como Daredevil o Punisher (algo compartido con Luke Cage y Jessica Jones) por fin el programa parecía encontrar el camino adecuado para moldear su propia personalidad aunque fuera sacrificando el protagonismo de su personaje principal. Por otro comprendo que en una época como la nuestra con un amplio abanico de series puestas a nuestra disposición por canales de televisión o plataformas de streaming una serie como esta, titubeante en su primera tanda de episodios y todavía dubitativa en la segunda, no encuentre su lugar en la era de la inmediatez audiovisual y la alta competitividad dentro del medio audiovisual. A pesar de esta decisión por parte de Netflix parece haber intención por parte de Marvel Television de no finiquitar al personaje (algo extensible también a los secundarios) y hacer uso de él en un futuro próximo en alguna de sus otras series hermanas o esa Héroes de Alquiler esperada por muchos fans de tanto de Iron Fist como de Luke Cage. Por ahora todo queda en standby y nuestra próxima parada acontecerá el próximo 18 de octubre con el estreno de la esperada tercera temporada de las aventuras de Matt Murdock de la que también daremos buena cuenta por estos lares a la mayor brevedad posible.




1 comentario:

  1. Reseña publicada originalmente en Zona Negativa.

    https://www.zonanegativa.com/znseries-marvels-iron-fist-2a-temporada-primeras-impresiones/

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