"Escúchame; Algún día, pedazo de mierda. Somos todo lo que quedará en este lugar. Soy toda la familia que tienes."
Después de una decepcionante primera temporada a modo de “Año Cero” en 2016 y una segunda no del todo redonda, pero sí más eficiente y apegada a las viñetas, el pasado año la tercera entrega de Preacher, la serie de televisión diseñada por Sam Catlin, Seth Rogen y Evan Goldberg para la cadena por cable AMC inspirándose en el icónico cómic de Garth Ennis y Steve Dillon gestado en el seno del sello Vertigo de DC Cómics, terminó su emisión y tras ella nos vemos en posición de valorar esta última tanda de episodios inspirados en las aventuras mesiánicas y teológicas protagonizadas por Jesse Custer, Tulip O’Hare y Cassidy entre otros personajes. Sentimientos encontrados a la hora de hablar de los diez nuevos capítulos de Preacher, porque es ineludible que sus creadores mantienen la intencionalidad de acercarse cada vez más a los cómics, pero lo hacen de manera arbitraria y deslavazada, cometiendo en el proceso el fallo de desorientarse y no saber aprovechar el paso adelante que supuso la anterior temporada con respecto a la inicial sin desarrollar los logros que la irrupción de el Santo Grial en general y Her Starr en particular supusieron para la serie. Lo que aquí tenemos es otra decena de horas confirmando la naturaleza dubitativa, desaprovechada y de “quiero y no puedo” del show emitido por la casa de productos tan destacables como Mad Men, Breaking Bad o la reciente The Terror.
Una vez más la serie Preacher toma varios arcos argumentales importantes de los cómics como el localizado en Angelville con la familia de Jesse Custer, el relacionado con Les Enfants du Sang o el centrado en el Grial y la conservación de la sangre de Cristo y después de incluir algunas dosis de material propio Catlin, Rogen y Goldberg montan una temporada de diez episodios. El problema radica, como hemos comentado previamente, en que después de haber encarrilado, en cierta manera, el producto con una muy decente segunda temporada sabiendo amalgamar respeto y fidelidad por los cómics en los que se inspira y una personalidad propia como proyecto ficcional esta tercera desmonta gran parte de esas virtudes descompensando narrativamente el conjunto de la obra cuando separa a los tres protagonistas principales para que cada uno de ellos pueda protagonizar su propia subtrama. Llama la atención que esta decisión haya sido tomada en la primera temporada de la serie con sus tres actores principales tomando el rol de productores ejecutivos, como si diera la impresión de haber sido la mano de los protagonistas la responsable de la dispersión y la endeblez de la construcción argumental de la tanda de episodios para sus correspondientes lucimientos individuales. Algo, por otro lado, imposible de confirmar.
Prácticamente todo lo acontecido en Angelville con Gran’Ma L’Angelle, Jody o TC está bien llevado por el guión y la realización, tomando bastantes ideas acertadas de las viñetas y con la meritoria labor de un reparto en el que destaca una excelente Betty Buckley. También ofrece algunas dosis de interés, aunque llega a adentrarse un poco en una agotadora reiteración, la trama con el Grial, el Gran Padre D’Aronique o Humperdoo, así como la que compete a Tulip y su “revelación divina” donde Ruth Negga vuelve a demostrar ser la mejor actriz del casting. Pero el protagonizado por Cassidy con el culto vampírico de Les Enfants de Sang y sobre todo el del Santo de los Asesinos, Arsface y Hitler, metido con calzador de la manera más innecesaria posible, confirman el poco cuidado de los creadores de la serie a la hora de dar homogeneidad a la escritura de esta tercera temporada con una irregularidad entre unos arcos y otros demasiado perjudicial para el conjunto del producto. Esta deficiencia conceptual y estructural o el error garrafal de quitar protagonismo al Herr Starr de Rip Torrens, la revelación mayúscula de la anterior temporada, aquí, más allá de su presentación con el tiroteo en el templo budista y algún apunte cómico sacado directamente de las viñetas, alarmantemente desaprovechado son las más importantes carencias de esta última lista de capítulos.
Aunque encontramos episodios interesantes, nuevos personajes bien perfilados sumándose a los ya perfectamente establecidos interpretados por el trío protagonista y situaciones divertidas cada vez más propensas a la truculencia de las viñetas Preacher sigue estando a años luz de ser una buena adaptación del trabajo de Garth Ennis y el añorado Steve Dillon. Cuando parecía que Sam Catlin, Seth Rogen y Evan Goldberg habían encarrilado la máquina dándose cuenta del grave error de creerse más listos que el material en viñetas puesto a su disposición vuelven a dar pasos en falso y a desarmar lo construido el año pasado. El problema de encontrarnos todavía en esta situación en la tercera temporada de la serie no sólo repercute en la misma, incitándonos a no perder el tiempo con ella cuando tenemos al alcance de nuestro ratón o mando a distancia decenas de ellas muy superiores. Por desgracia también nos hace desconfiar de lo que vayan a hacer dos de sus showrunners, Goldberg y Rogen, con esa otra adaptación a imagen real de un cómic de Garth Ennis, The Boys más concretamente, producida por Amazon y con estreno para 2019. No ya por la, casi segura, ausencia de la violencia y sexo explícitos de las brutales correrías de Hughie y sus compañeros, sino también por la escaso apego demostrado por ambos autores hacia los cómics que trasladan al medio audiovisual.
Reseña publicada originalmente en Zona Negativa
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