“¿Sabes qué es el mal? Es poder sin miedo, sin remordimiento y sin dolor”
Seguimos con nuestro ciclo de terror, motivado por la cercanía de la próxima celebración de Halloween, hablando de la tercera y, por desgracia, última temporada de Ash vs. Evil Dead, la continuación catódica de la saga cinematográfica Evil Dead ideada en su origen por el guionista y director Sam Raimi, el productor Robert Tapert y el actor Bruce Campbell. Después de Posesión Infernal (Evil Dead), Terroríficamente Muertos (Evil Dead II) y El Ejército de las Tinieblas (Army of Darkness) la versión audiovisual de la franquicia hibernó durante veinte años hasta que el brillante remake de la primera entrega llegó para inyectar nueva no vida a las aventuras centradas en la maldición escondida entre las páginas del Necronomicon Ex Mortis. Para regocijo de los fans Ash Villiams y su inseraparable motosierra volvieron en 2015 en formato televisivo con la ya citada Ash vs. Evil Dead, serie de la cadena de pago Starz convertida al poco de su estreno en uno de los productos de ficción más demencialmente bestiales y divertidos de la parrilla catódica internacional. Después de una desopilante primera temporada y una segunda yendo más allá para rebasar todos los límites de lo permisible y el buen gusto el presente año la tercera entrega hizo acto de presencia para poner prematuro fin a las andanzas demoníacas de “Ashy Slashy” y su pareja de sidekicks.
A diferencia de las dos temporadas anteriores de la serie la tercera no empieza pisando el acelerador al máximo para epatar a base de sangre y vísceras al respetable. Sam Raimi, Ivan Raimi y Tom Spezialy, creadores y showrunners del programa, por primera vez se toman el tiempo necesario para contextualizar la historia que van a narrar con Ash (Bruce Campbell) y Pablo (Ray Santiago) ya asentados en Elk Grove regentando una exitosa ferretería/sex shop, Kelly (Dana DeLorenzo) como la encargada de un bar de mala muerte y Ruby (Lucy Lawless) planeando la eliminación del protagonista por medio del Necronomicon Ex Mortis. Después de estos compases iniciales más calmados (todo lo calmados que pueden estar en una producción de naturaleza tan alocada como Ash vs. Evil Dead) la trama, una vez más sustentada sobre un punto de partida tan arbitrario como disparatado, comienza a encarrilarse y el exceso, la brutalidad, el humor negrísimo y la acción desenfrenada vuelven para campar a sus anchas en esta última temporada centrada en la relación de Ash con su hija Brandy (Arielle Carver-O’Neill), concebida durante un breve y lisérgico matrimonio con Candice Barr (Kathrina Hobbs), “Candy Bar” según el mismo Ash, y con la llegada de los “Oscuros” para desatar el apocalípsis en la tierra.
Con esta tercera temporada de Ash vs. Evil Dead los hermanos Raimi y Tom Spezialy tienen la intención de volver a las raíces de la serie con Ash aunando fuerzas con Pablo y Kelly para eliminar a Ruby, autoproclamada ya, de manera definitiva, como la villana principal de show. En el proceso nuestro protagonista tendrá que asimilar en tiempo récord tener una hija con la que la relación paternofilial se antojará caótica en exceso debido al carácter volátil, descerebrado y kamikaze del personaje interpretado por Bruce Campbell. Mientras tanto la venida del fin de los tiempos por mediación de los Oscuros, seres arcanos gracias a los cuales los creadores de la serie ahondan un poco más en el origen del Necronomicon Ex Mortis, sirven como excusa narrativa para volver a poblar Elk Grove de poseídos a los que ajusticiar de la manera más salvaje e imaginativa posible a manos de Ash o alguno de sus compañeros de fatigas. En lo referido a esto es de recibo mencionar que si bien, como apuntábamos antes, la temporada empezaba de manera más sosegada, en comparación con sus predecesoras, una vez los responsables de la misma deciden desbarrar lo hacen con un descontrol capaz de rebasar todas los límites de lo permisible en un producto televisivo.
Los zooms frenéticos, el slapstick, la iluminación esquizofrénica, las imágenes aceleradas, las lentes deformantes, los efectos de sonido regurgitantes, los incalculables litros de sangre y el despliegue interminable de vísceras que marcaron a fuego la puesta en escena de la saga desde su génesis con Posesión Infernal es explotada en esta tercera temporada de Ash vs. Evil Dead hasta el delirio, como si los autores detrás del proyecto supieran ya que esta tanda de episodios iba a suponer una despedida y decidieran ser excesivos e incorrectos hasta la hipérbole. Esta afirmación no viene sólo por la inclusión de secuencias sanguinolentas bordeantes en el ultragore, sino por pasajes tan temerarios y arriesgados como los protagonizados por niños o el de la matanza en el baile del instituto revelándose como una catarsis de violencia gratuita fruiciosa y tremebunda hasta la carcajada. Es de agradecer contar con un grupo de profesionales detrás de un proyecto como este con la intención de superarse a sí mismos a la hora de pisotear, escupir, vomitar y defecar en el buen gusto con la única misión de ofrecer a los fans de Ash y sus acólitos una nueva barbaridad con la que saciar nuestro apetito goloso. Sirvan como ejemplo de esto la escena de la batalla en el banco de esperma con dichos fluidos utilizados a modo de “arma arrojadiza” o la protagonizada por el bebé, el cuerpo decapitado y las bolas de bolos, un homenaje descarado a Braindead y una a oda a ensanchar, de manera poco amable, todos los orificios del cuerpo humano.
Con respecto al reparto, tan desquiciado como la misma serie, todo son parabienes si tenemos en cuanta la presteza con la que se han adueñado de sus criaturas los cuatro actores principales. El Pablo de Ray Santiago sigue siendo de vital importancia después de haber mantenido contacto físico con el Necronomicon Ex Mortis, convirtiéndose en una especie de profeta de la llegada del apocalipsis con el intérprete de origen puertorriqueño entregándose sin prejuicios a la causa. Dana DeLorenzo vuelve a inyectar fuerza, descaro, sorna y carisma a una Kelly un poco más arrinconada que en las temporadas anteriores, pero no sin copar protagonismo en pasajes memorables como en el que intenta matar a Ruby a basa de disparos a quemarropa con la escopeta. Con respecto a esta última sólo podemos afirmar que la actriz de Xena: La Princesa Guerrera ha dado vida en esta serie al personaje más salvaje de toda su carrera, una villana totalmente a la altura de un protagonista convertido desde hace años en un tótem del género de terror y estando en todo momento a la altura de las circunstancias. Poco más podemos decir de Bruce Campbell y su Ash, él es, lógicamente, el alma tanto de este programa como de la saga cinematográfica original y su figura magullada y chulesca, tocada con sus inseperables motosierra y escopeta recortada, siempre permanecerá como un icono para todos aquellos que disfrutamos de sus correrías sobrenaturales. Como nota discordante dentro del casting mencionar a Brandy, una Arielle Carver-O’Neill esforzada, pero sin la personalidad, el desparpajo y la mala baba para dar vida convincentemente a una digna hija de su padre.
Cuando esta tercera temporada llegaba a su conclusión saltaba la noticia de la cancelación de la serie por baja audiencia y la despedida, esperemos que no irrevocable, de Bruce Campbell del personaje que le dio la fama y las mayores satisfacciones de su carrera interpretativa. Por desgracia la cadena Starz nos dejaba sin una cuarta entrega de Ash vs. Evil Dead, pero desde esta entrada un servidor sólo puede tener palabras de agradecimiento para el canal de pago por haber tenido los redaños de producir la serie más brutal, explícita, desprejuiciada, satírica y paradójicamente entrañable de la historia de la televisión. Sam Raimi, Ivan Raimi, Tom Spezialy, Robert Tapert y Bruce Campbell no sólo han sabido ser escrupolósamente fieles al microcosmos que ellos crearon hace más de treinta y cinco años. También han hecho lo posible por ir más allá eliminando todos los obstáculos en el camino con el único fin de llenar de regocijo durante quince irrepetibles horas la existencia de aquellos criados al calor de la franquicia Evil Dead entre cabañas malditas, magnetófonos siniestros, familiares y allegados desmembrados, novias zombie, sótanos tenebrosos, libros encuadernados con piel y escritos con sangre humana, muertos revividos, caballeros andantes, ejércitos de esqueletos y un encargado de la sección de electrodomésticos elegido, muy a su pesar, para librarnos del mal a toda la humanidad.
Reseña publicada originalmente en Zona Negativa.
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